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CONTENIDO
Capitulo I. El cambio de Contexto
Capitulo II. Los distritos industriales
Capitulo III. La experiencia internacional
Capitulo IV. El Cluster Productivo
Entenderemos por asociatividad, a un mecanismo de cooperación entre empresas pequeñas y medianas, en donde cada empresa participante, manteniendo su independencia jurídica y autonomía gerencial, decide voluntariamente participar en un esfuerzo conjunto con los otros participantes para la búsqueda de un objetivo común. Los objetivos comunes pueden ser coyunturales, tales como la adquisición de un volumen de materia prima, o generar una relación más estable en el tiempo como puede ser la investigación y desarrollo de tecnologías para el beneficio común o el acceso a un financiamiento que requiere garantías que son cubiertas proporcionalmente por parte de cada uno de los participantes. Por otra parte, un complejo productivo o cluster es una concentración sectorial y/o geográfica de empresas que se desempeñan en las mismas actividades o en actividades estrechamente relacionadas - tanto hacia atrás, proveedores de insumoos y equipos, como hacia delante y hacia los lados, industrias procesadoras y usuarias, como a servicios y actividades estrechamente relacionadas, con importantes y cumulativas economías externas, de aglomeración y especialización (por la presencia de productores, proveedores y mano de obra especializada y de servicios anexos específicos al sector) y con la posibilidad de llevar a cabo una acción conjunta en búsqueda de eficiencia colectiva. El Cluster no se puede identificar con las definiciones tradicionales de industria pero si se pueden describir sus límites de forma que sea posible realizar su estudio significativo. El hecho que las empresas compartan una dotación de recursos hace que la rivalidad se intensifique y que se produzca un alto nivel de variedad estratégica. A partir de un nivel de estrategia colectiva, las organizaciones comparten los mismos objetivos y dan respuesta conjunta a las demandas de su entorno, vinculadas entre sí por lazos permanentes, compartiendo los mismos nichos de recursos. Este trabajo procura contribuir a evaluar los desafíos que encaran las pequeñas y medianas empresas (PyME) de nuestra región a medida que se consolida el proceso de globalización económica y a aportar elementos de juicio sobre el desarrollo de los denominados Agrupamientos Productivos, como una estrategia para el mejoramiento de la competitividad de estas organizaciones. El objetivo es plantear un modelo integrador y replicable de Cluster Productivo, de elevado nivel de competitividad sistémica, cuyos efectos se centren en el desarrollo sustentable del sector PyME, a partir de indagar sobre la competitividad alcanzada por los denominados Agrupamientos Industriales.
Introducción
Desde hace 15 años América Latina
ha estado experimentando un viraje estratégico sin precedente desde los años
treinta. La región ha dejado de lado la estrategia de desarrollo orientada hacia
adentro, con un mercado interno fuertemente intervenido y un Estado protagónico,
y ha asumido una estrategia de desarrollo orientada hacia los mercados externos,
donde la asignación de recursos es determinada básicamente por el mercado y
donde el agente principal del desarrollo es la empresa privada.
Hoy el
consenso es amplio, por lo menos desde mediados de los años setenta la
estrategia de industrialización basada en la sustitución de importaciones estaba
teniendo rendimientos fuertemente decrecientes y el hiperactivismo del Estado
había sobrepasado los límites de su capacidad de acción eficaz. Sin embargo,
también debemos aceptar que hasta la fecha la región sólo ha visto la promesa,
no la realidad, de los resultados que se esperaban del actual viraje
estratégico. En efecto, si bien se ha logrado contener la inflación, el ritmo de
expansión económico acusa un mediocre 3.3% anual: por cierto, superior al de los
años ochenta, pero muy inferior al 7.5% de los "tigres asiáticos", y en
particular, mucho menos del 5.5% logrado entre 1950-1980, cuando prevaleció la
estrategia de sustitución de importaciones.
Sin duda, parte de la
explicación de este resultado mediocre se debe a que los desequilibrios
macroeconómicos fueron masivos; a que el diseño e implementación de la política
macroeconómica fueron a menudo deficientes, y que ciertamente las reformas
estructurales de tal envergadura requieren de tiempo, para dar sus frutos.
Surge, pues, el interrogante: ¿basta con tener una economía abierta y
desregulada y dejarla en "piloto automático" para crecer a las tasas deseadas o
se necesita modificar la estrategia para profundizar la inserción internacional
de la región? Más concretamente, ¿de dónde vendrán los próximos impulsos a las
exportaciones y, en especial, cómo profundizar sus vínculos al resto de la
economía, para que el crecimiento económico alcance en la región las tasas con
una aceleración superior a las históricas y parecidas a las de los países de
industrialización reciente en el sudeste asiático?
Las transformaciones
nacionales, en Latinoamérica, fueron acompañadas, además, por cambios en el
contexto económico, comercial y tecnológico internacional. El proceso de
integración MERCOSUR es uno de los nuevos condicionantes del escenario económico
regional y, si bien no es el que más ha afectado a las firmas durante los
primeros años de la década del noventa, está teniendo una repercusión
estructural en la conducta productiva de las empresas, en la definición de sus
estrategias futuras de negocios y en las decisiones de inversión.
Así,
el MERCOSUR ha dejado progresivamente de ser percibido sólo como un factor de
mayor presión competitiva y comenzó a ser considerado como un amplio abanico de
nuevas oportunidades comerciales y opciones productivas (acuerdos de
complementación empresarial, posibilidades de subcontratación, fusiones
empresariales, extensión vía licencias, etc).1
La situación actual podría
describirse como de "rediseño de negocios"; es decir, de refundación o de re
conceptualización de la actividad productiva y de las estrategias empresariales.
Esto porque las condiciones en las cuales estas empresas fueron creadas y
manejadas por sus dueños en el pasado se han modificado sustancialmente, y
porque las firmas necesitan reinsertarse en un nuevo escenario productivo,
tecnológico, comercial y de negocios, que no sólo está mucho más
internacionalizado sino que además comienza a estructurarse sobre la base de un
esquema de mercado ampliado y con tratamiento especial.
Si bien las PYME
fueron adaptándose a las coyunturas económicas y de mercado que confrontaban,
las modificaciones del contexto macroeconómico, regulatorio y tecnológico
-incluido obviamente el proceso de integraación MERCOSUR- las colocan hoy ante
una situación de naturaleza distinta, que afecta a las raíces mismas de la
empresa, sus objetivos, su modalidad de funcionamiento y toma de decisiones, sus
ventajas competitivas y las capacidades y recursos requeridos, entre otras
cosas. Los desafíos actuales de las PYME no son de simple ajuste transitorio
(del tipo requerido por una recesión comercial) sino de transformación e
innovación, lo que define un nuevo punto de partida con las consecuencias
futuras que de ello se derivan. El hecho de que prácticamente "no hay retorno" a
la situación anterior.
Esta transformación significará modificar
comportamientos históricos y pautas de funcionamiento muy arraigados en las
empresas y poner en marcha un proceso deliberado de construcción de nuevas
capacidades competitivas. Estas deberán basarse en los conocimientos y
aprendizajes (activos intangibles) disponibles en la empresa y en el acceso a
sistemas de soporte y apoyo técnico, y convalidarse en las nuevas condiciones y
dinámica de la demanda y de los mercados.
Entre la variedad de
estrategias posibles, una de las más viables para enfrentar la competencia
derivada de las aperturas económicas, es el esquema de asociatividad bajo el
modelo de Distritos Industriales (clusters). Estos constituyen un tipo de ámbito
competitivo donde las interacciones entre las empresas PyME facilitan la
existencia de una gran rivalidad y diversidad competitiva de forma que los
resultados son altamente competitivos para el conjunto.
El Distrito
Industrial (DI) no se puede identificar con las definiciones tradicionales de
industria pero si se pueden describir sus límites de forma que sea posible
realizar su estudio significativo. El hecho que las empresas compartan una
dotación de recursos hace que la rivalidad se intensifique y que se produzca un
alto nivel de variedad estratégica.
A partir de un nivel de estrategia
colectiva, las organizaciones comparten los mismos objetivos y dan respuesta
conjunta a las demandas de su entorno, vinculadas entre sí por lazos
permanentes, compartiendo los mismos nichos de recursos.
Este trabajo procura
contribuir a evaluar los desafíos que encaran las pequeñas y medianas empresas
(PYME) de nuestra región a medida que se consolida el proceso de globalización
económica y a aportar elementos de juicio sobre el desarrollo de los denominados
DI, como una estrategia para el mejoramiento de la competitividad de estas
organizaciones.
El objetivo será plantear un modelo integrador y replicable
de Cluster Productivo, de elevado nivel de competitividad sistémica, cuyos
efectos se centren en el desarrollo sustentable del sector PyME, a partir de
indagar sobre la competitividad alcanzada por los denominados Agrupamientos
Industriales.
Capitulo I. El cambio de
Contexto
El punto de partida, es la institucionalización del
sistema económico internacional producto de la segunda post-guerra mundial,
donde aparece, un mundo bipolar, que fomentó el desarrollo del comercio
internacional y, que con la culminación de la guerra fría, se transformó en un
sistema unipolar, muy competitivo, debido a la confrontación de los procesos de
globalización y de regionalización o por bloques económicos como sistemas
alternativos de integración comercial.
La actual configuración
económica mundial es resultado de importantes fenómenos que se han presentado a
partir de la segunda mitad del siglo XX, el de mayor significación se refiere a
la trayectoria de los países de desarrollo avanzado, que han implementado la
vanguardia a la globalización, a la que deberán incorporarse los demás países
tarde o temprano.
El fenómeno de globalización puede ser considerado como el
resultado de la formación de centros de decisión extra y supranacionales, que
influyen en mayor o en menor medida en la dirección que han de seguir los
mercados internacionales, fundamentalmente los industriales, de servicios,
finanzas, comerciales y económicos.
La globalización se constituyó en una
realidad, conformando una nueva totalidad histórica, donde las relaciones, los
procesos y las estructuras económicas se mundializan, los países se convierten
en sectores de una sociedad global, por más desarrollada, compleja y sedimentada
que sea, se transforma en subsistema, segmento o provincia de una totalidad
geográfica más amplia, abarcante, compleja, problemática y
contradictoria.
Para otros autores, el proceso de globalización
comprende fundamentalmente al campo de las finanzas y se ha constituido mediante
los cambios tecnológicos, la liberalización y desregulación de los mercados, la
innovación y el desarrollo de los nuevos instrumentos que impactan a las
políticas económicas, este impacto se manifestó primero en los grandes países
industriales, luego se ha difundido a los restantes países, particularmente a
los de América Latina.
La fragmentación de la economía mundial en
varias regiones económicas después de la Segunda Guerra Mundial se enfrentó a un
proceso de estrecha integración en el comercio, la inversión, y las finanzas, a
este fenómeno caracterizado por la integración de las economías nacionales en
procesos económicos supranacionales se le conoce como globalización de la
economía mundial. El crecimiento económico mundial se ha visto afectado por el
desempeño de los países centrales, tanto en la fase de prosperidad sostenida
durante casi un cuarto de siglo, como a la etapa actual, de transición, que
significa una profunda reorganización estructural en escala planetaria, naciones
y organismos internacionales, a través de procesos múltiples de integración
regional y en el marco de un sistema cada vez más dominado por la
interdependencia y la multilateralidad.
El proceso globalizador ha
presentado dos escenarios muy diferentes en el comportamiento de la economía
mundial:
a) un largo período de crecimiento sostenido que va desde 1950 a
1973
b) a un periodo recesivo duradero que va desde 1973 hasta fin de
siglo.
La primera fase se identifica con el auge de la economía mundial,
etapa de prosperidad sin paralelo, entre los factores que la explican destaca el
nuevo orden internacional, resultado de los acuerdos de pos guerra, que
funcionaban como códigos de comportamiento explícito y racionales, así como, a
una base institucionalizada fuerte y flexible que no había existido.
Bajo la
égida de la concepción capitalista, la corriente liberalista, postuló una
economía abierta a la eficiencia productiva más allá de las fronteras nacionales
en donde la soberanía del consumidor definiera y ubicara a los mejores oferentes
productivos, de esta manera se logró el despegue industrial, mostrando
virtualismos y potencialidades.
El comienzo del orden financiero y monetario
mundial se localiza en los acuerdos de Brentton Woods de 1944, que sirvieron de
base para que surgieran los organismos internacionales más importantes de la
actualidad; el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo del Banco Mundial
(BM).
Estos organismos se encuentran dentro del sistema de Naciones
Unidas (ONU), y se han convertido en el centro institucionalizado del Sistema
Monetario Internacional, encargados de realizar funciones para equilibrar los
problemas de balanza de pagos, promover la cooperación en problemas monetarios,
facilitar la expansión del comercio internacional, propiciar la estabilidad de
las tasas de cambio, ayudar a establecer sistemas de pagos multilaterales y a
eliminar restricciones de cambio de monedas que impidan el desarrollo del
comercio mundial.
El nuevo orden ofrecía oportunidades para el comercio y la
especialización, facilidad para el acceso al capital y a la tecnología, menores
restricciones para la migración internacional, así como la tranquilidad de
operar en una economía mundial en expansión sostenida, libre de choques
deflacionarios, además que ofrecía foros para la negociación, consulta y ayuda
mutua. Las trabas al comercio mundial tendieron a eliminarse y en Europa
Occidental se transitó desde la firma de la Convención Monetaria de Londres en
donde Bélgica, Holanda y Luxemburgo, dieron origen al BENELUX ; la organización
Europea de Cooperación Económica, para administrar la aplicación del Plan
Marshall, hasta la Asociación del Acuerdo General de Aranceles y Comercio
(GATT), desde 1948, como organismo internacional, destinado a regular las
barreras comerciales, de modo que los beneficios de la liberalización del
comercio internacional se filtraran por todo el mundo.
Los gobiernos de
países desarrollados buscaban promover elevados niveles de demanda y empleo,
tanto en su territorio como en otras regiones que pretendían alcanzar el
desarrollo, con esta perspectiva nació la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), como Foro de consulta y coordinación entre
gobiernos, para discutir y analizar las políticas económicas, financieras
ambientales y comerciales.
Esta organización, propone la expansión de la
economía y el empleo, la promoción del bienestar económico a través de la
coordinación de políticas al estímulo del desarrollo, reglas al intercambio de
servicios, movimiento de capital, inversión internacional, protección del medio
ambiente, así como aplicar preferencias y medidas de liberación, incluyéndose a
particulares, empresas y entidades de servicio bancario, de seguros, y de otro
tipo de servicios financieros.6
El desempeño de la economía mundial se frenó
drásticamente desde la década de los setenta hasta fines de siglo, y no ha
habido periodo de estabilidad y crecimientos sostenido, más bien, lo
característico ha sido que cada vez son más breves los períodos de recuperación
y culminan con depresiones prolongadas y profundas.
En estos años la crisis
monetaria, se presentó nuevamente, pero ahora acompañada de la combinación de
estancamiento - inflación, los analistas y teóricos en economía y finanzas la
consideraron el preludio, de la fase de transición.
La hegemonía de los
Estados Unidos, era indiscutible en el primer mundo, industrializado y
capitalista, así dentro de ese marco, que regía las relaciones económicas
mundiales, se asistió, aunque parezca contradictorio, a un fortalecimiento de
las tendencias proteccionistas con un manejo más liberal de los tipos de cambio
y sobre todo a una creciente competencia por los mercados del exterior. A partir
de esta fase, el capital se transfirió masivamente entre los países
desarrollados, inicialmente adquirió la forma de inversión extranjera directa
(IED) y posteriormente a través de préstamos de los bancos comerciales, la
consigna era desarrollar las economías, orientarlas a la exportación, buscando
nuevos sectores y productos que tomaran el relevo de los mercados típicos del
auge de la pos guerra que se habían discontinuado.
La economía mundial se
transformó en dos regiones que muestran contrastes:
a) Los países
industrializados del primer mundo junto a los subdesarrollados del
tercero.
b) El desarrollo de una fuerte tendencia a la globalización, en
correspondencia con las fuerzas más profundas de la producción y el comercio
mundial, sobre la base del desarrollo tecnológico en las telecomunicaciones y la
informática.
El desarrollo de la economía mundial se ha caracterizado por su
elevada heterogeneidad al interior de cada grupo y se acentúan por los problemas
de desigualdad y pobreza, en los países desarrollados se perciben sustanciales
avances en la apertura financiera y comercial, mejoramiento del nivel de vida y
creciente industrialización, el tercer mundo en cambio, aumenta la
vulnerabilidad de sus sectores ante los avances del proceso globalizador, al
enfrentarse a tendencias que impactan en forma adversa a sus políticas de
desarrollo, las que propician graves implicaciones sobre millones de habitantes,
agravando los problemas de: marginación, desempleo, desnutrición, pobreza,
soberanía nacional, desconfianza política, inestabilidad social, corrupción,
inseguridad pública, narcotráfico, entre otros.
Globalización y
Competitividad
Como mencionamos, la globalización de la economía mundial
comenzó con la unificación del mercado financiero, pero este proceso de
generalización no sólo tuvo índole monetaria, sino que se extendió al sector
real de la economía.
Los mercados nacionales se fueron segmentando en capas
horizontales, estratos que se repitieron en otras divisiones políticas. Los
consumidores se estandarizaron a nivel mundial, aunque, paradójicamente, se
diferencian internamente. Los requisitos de cada una de las secciones de
consumidores de los diferentes países homogenizaron, con lo que la división ya
no es conveniente efectuarla por naciones, sino por niveles de ubicación social,
cultural y económica. Los consumidores modernos se han convertido en individuos
sin nacionalidad, a los que hay que satisfacer a como dé lugar. Debido a ello,
la contienda entre las empresas se fue tornando brutal. Dos aspectos deben ser
considerados: la obsolescencia de la tecnologías y las caída de los márgenes de
rentabilidad corporativa. Ambos tuvieron origen en la influencia de la economía
nipona, cultura que dirigió y profundizó las principales inclinaciones del
sistema, obligando al resto a aceptar sus parámetros para poder subsistir. Las
empresas, entonces, luchan por mantener o alcanzar supremacías. Los productos se
reemplazan unos a otros a expensas de condiciones especiales requeridas por un
mercado consumidor cada vez más exigente en materia de precios y diferenciación.
Todo gira a alta velocidad, las exigencias obligan a cambios en los productos,
que a su vez inciden sobre el cambio tecnológico, que a su vez cambia el perfil
de los bienes.
La estandarización de los consumidores, la necesidad de
innovación tecnológica, la velocidad de los ciclos y el aumento de los costos
debido a la presencia y mantenimiento de los productos en el mercado
transformaron los lineamientos culturales de las empresas. Este hecho
microeconómico ha gravitado sobre la macroeconomía y sobre los patrones que
rigen el ordenamiento de la economía mundial. La fuerza de este fenómeno barrió
los límites políticos que dividían al mundo y frenaban la libre circulación de
bienes y servicios.
La globalización de los mercados ha sido el resultado
natural de la presión a la que se vieron sujetas las compañías, para mantenerse
en un mundo altamente competitivo, en el que el éxito depende de una elevada
productividad y eficiencia, que solo es posible a partir de cuantiosas
inversiones en equipamiento, tecnología y marketing.
En la actualidad
el objetivo de buscar la expansión internacional es lograr el armado de la
cadena de valor más competitivas. En el pasado las corporaciones actuaban en
múltiples mercados nacionales, desde un centro operativo establecían estrategias
para cada país, aunque maximizando el interés de la matriz.
Ahora, la moderna
corporación concibe sus actividades mundialmente, adaptándose para funcionar en
un mercado globalizado con una estrategia única.
La competencia moderna, se
basa en la lucha que se define a través de disminuir los costos (liderazgo en
costos) o por la diferenciación de productos (liderazgo en diferencia), pero no
siguiendo las dos a la vez
Esto ha generado una nueva y original
división del trabajo, donde los países no se especializan en productos o
sectores, sino en partes de la composición de una mercancía, en valores
agregados que, junto con la renta aceptada por el mercado, componen el precio
final de venta. Es el momento de los productos mundiales, que deben ser
flexibles a los requerimientos específicos de los consumidores locales y de
canales de comercialización en cada territorio.
Ohmae, distingue tres
etapas en el proceso de internacionalización de las empresas. La primera es la
de exportación con utilización de canales de distribución local; la segunda es
la del armado de productos comerciales propios en el país destino (en ese
momento se produce un primario asentamiento directo de la empresa en lugares
cercanos a la demanda); y la tercera es la de la transferencia hacia ese lugar,
después de desembarcar y conocer el terreno de algunas tareas productivas, hasta
llegar a la inmigración plena, que culmina con el proceso de desnacionalización
de las operaciones. , ,
Las empresas internacionalizadas atacan
mercados nacionales mientras despliegan a escala mundial los recursos humanos,
financieros y tecnológicos. Ellas reciben el mismo tratamiento que las locales,
pero gozan del privilegio de poseer una visión global y una conjunción de
capacidades provenientes de distintos países, lo que les facilita disfrutar de
una escala más amplia con la cual amortizar tecnologías, gastos de aprendizaje,
diseño, posicionamiento de marcas y otros costos fijos.
Ante esta situación,
quienes se mantienen dentro de sus estrechos ámbitos nacionales, basándose en
las cualidades relativas y limitadas de esa única localización, no son idóneos
para integrar el nuevo esquema de competencia y están destinados a
desaparecer.
Operar a nivel mundial obliga a pensar y actuar a nivel
mundial. Es por eso que, si bien las empresas no se radican en todos los países,
ligan sus estructuras a aquellos lugares o a aquellas compañías de las que
pueden capturar valor.
Las Pymes en el nuevo escenario
Como ya
mencionamos, la liberalización comercial, la desregulación de la actividad
económica, la privatización de activos productivos del sector público, así como
también un manejo mucho más cuidadoso de los grandes agregados macroeconómicos,
están induciendo profundos cambios en el comportamiento de las economías de
América Latina. En ellas se está difundiendo gradualmente un "clima" competitivo
más intenso a medida que las empresas, los mercados y las instituciones se van
adaptando a un nuevo escenario micro y macroeconómico.
Las firmas
industriales han comenzado a reaccionar en forma progresiva ante estos cambios
en su escenario operacional. Los empresarios empiezan a dejar de lado "viejas"
formas de organización de la producción -que involucraban, por ejemplo, extensos
inventarios de partes y piezas o un alto grado de integración vertical- a medida
que aprenden a utilizar y adaptan a sus propias necesidades y circunstancias los
principios organizacionales de la fabricación flexible (flexible manufacturing
system), los métodos de producción y demanda sincronizadas (just-in-time) y
control total de calidad (zero- defect manufacturing).
Una mayor
subcontratación de insumos intermedios y servicios de apoyo a la producción, así
como también un más alto contenido unitario de importaciones en sus respectivos
productos, aparecen hoy como estrategias corrientes en el marco de la vida
empresarial.
El vasto universo de las pequeñas y medianas empresas (PYME),
posee en su gran mayoría una estructura y propiedad aún familiar y están
fuertemente representadas en la producción de bienes como calzado, maquinas
herramienta, muebles y vestuario. En todos estos subsectores se registró una
elevada tasa de desaparición de empresas en el curso de la década de 1980, hecho
imputable, en primer lugar, al severo repliegue de la demanda interna que siguió
a los programas de estabilización macroeconómica y, posteriormente, a las
dificultades que las empresas de esta categoría han enfrentado para adaptarse a
la apertura de la economía y a un régimen competitivo más riguroso, disciplinado
por la competencia externa. Estas firmas han visto obstaculizado su acceso tanto
a los mercados de capital, por carecer de garantías bancarias aceptables, como a
los mercados de tecnología, debido a su proverbial falta de información. Tienen
una muy insuficiente percepción de la naturaleza de los cambios del régimen
global de políticas públicas y sus esfuerzos por adaptarse al nuevo modelo de
organización industrial han sido imperfectos 11,12. Empleando procesos
productivos y diseños de productos anticuados, con plantas fabriles cuya
organización del trabajo es aún muy similar a la que predominaba antes de la
reciente revolución acarreada por los sistemas de fabricación flexible, y una
estructura gerencial y empresarial de corte familiar que ha tenido dificultades
para asimilar las complejidades de principios organizativos como producción y
demanda sincronizadas (just-in time) y de control total de calidad.
Por todo
esto, a muchas empresas Pymes les ha sido imposible sobrevivir en esta atmósfera
mucho más competitiva de los años noventa y como resultado de compras y
absorciones no amistosas (take-over) de empresas, así como de una elevada tasa
de quiebras, muchas veces hasta la mitad de las PYME se vio forzada a abandonar
el mercado.
Muchas de las que sobrevivieron lo lograron mediante una
significativa modificación de la naturaleza de sus prácticas, que implicó dar
preeminencia a las actividades financieras y especulativas y abandonar
relativamente sus esfuerzos en materia de ingeniería y producción 11. Otras
subsistieron porque se transformaron en subcontratistas de grandes firmas
transnacionales o se mantuvieron aisladas en pequeños nichos de mercado. Sólo
unas pocas tuvieron éxito gracias a que optaron por invertir, mejorar
considerablemente sus plantas fabriles y sus capacidades tecnológicas, re -
entrenar a su personal y transformar en profundidad sus principios de gestión y
administración empresarial.13
En años recientes se observa que en este último
grupo han aumentado las compras de equipos extranjeros y la adquisición de
licencias internacionales de nuevos producto y procesos productivos. Las
modalidades de arrendamiento con compromiso de compra (leasing) y concesiones
exclusivas (franchizing) de grandes cadenas transnacionales han comenzado a
entrar en las empresas de esta categoría, si bien de manera aún
incipiente.
Pertenecen al segundo colectivo los grandes conglomerados con
capital nacional, insertos principalmente en las ramas de la industria
procesadora de recursos naturales que producen celulosa y papel, aceites
vegetales, hierro y acero, productos petroquímicos y otros.
Las Pymes en la
República Argentina
En nuestro país, el nuevo escenario económico e
industrial se fue perfilando de forma nítida después de la puesta en marcha del
plan de convertibilidad a principios de los años 9014, cuyos parámetros de
funcionamiento para las Pymes podemos resumir en:
· Modificaciones
significativas en los precios relativos básicos vinculados con la actividad
industrial, tanto en el mercado de los factores como en la relación de precios
entre bienes nacionales e importados.
· Rápida y fuerte presión competitiva
como consecuencia dela apertura externa, que introduce nuevas tecnologías y
productos y que es acompañada de algunos cambios en el perfil de la demanda de
los consumidores y en la organización y política de proveedores de empresas
grandes y terminales, en el caso de bienes intermedios, partes y piezas.
·
Redimensionamiento cualitativo y cuantitativo del tamaño del mercado domestico
interno a partir del proceso de integración MERCOSUR junto con la introducción
de nuevas modalidades de comercialización y distribución. Estas últimas se
manifiestan en fuertes inversiones en infraestructura comercial, en el
desarrollo de nuevas cadenas de distribución, en la introducción de nuevos
esquemas logísticos de aprovisionamiento y en una importante radicación de
empresas extranjeras, que ampliaron la difusión de sistemas y prácticas
organizativas industriales y comerciales relativamente nuevas en el contexto
argentino.
· Incremento de la inversión externa e incremento del peso de las
compañías manufacturas extranjeras radicadas en Argentina con el objetivo de
posicionarse productivamente en algunos rubros industriales que emergen como
nuevas oportunidades productivas y comerciales.
Las empresas Pymes
argentinas son pequeñas respecto a sus semejantes europeas, japoneses y
estadounidenses en la producción anual por ocupado y por establecimiento.
(unidad productiva o establecimiento industrial), según podemos observar en el
siguiente cuadro:
Región
o país |
Monto
por ocupado |
Monto
por establecimiento |
Argentina |
71.500 |
2.100.000 |
Europa |
120.000 |
3.500.000 |
Japón |
150.000 |
4.000.000 |
Respecto a la distribución geográfica, la actividad
industrial argentina se ha caracterizado históricamente por un alto grado de
concentración territorial, tendencia que pese a los esfuerzos de
descentralización a través de estímulos fiscales o subsidios de promoción
industrial, esta se ha mantenido.
Según el censo económico de 1994, el
aproximadamente el 80% de la actividad industrial se concentra en cuatro
distritos: Provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe y Córdoba,
siendo decisivo el aporte generado por el Gran Buenos Aires que concentra
aproximadamente la mitad de la producción nacional.
Las empresas Pymes
guardan una alta relación con el perfil territorial de la industria nacional,
aunque algunos rasgos distintivos. Aproximadamente el 55% de las Pymes está
radicado en el Gran Buenos Aires. Esta área de fuerte presencia de empresas
pequeñas y medianas cuenta con más de 40 Pymes en cada departamento y suma en
total aproximadamente 15000 firmas, ubicadas en una superficie menor al 0.3% del
territorio argentino.
La asociatividad como estrategia
competitiva
Entenderemos por asociatividad, a un mecanismo de
cooperación entre empresas pequeñas y medianas, en donde cada empresa
participante, manteniendo su independencia jurídica y autonomía gerencial,
decide voluntariamente participar en un esfuerzo conjunto con los otros
participantes para la búsqueda de un objetivo común. Los objetivos comunes
pueden ser coyunturales, tales como la adquisición de un volumen de materia
prima, o generar una relación más estable en el tiempo como puede ser la
investigación y desarrollo de tecnologías para el beneficio común o el acceso a
un financiamiento que requiere garantías que son cubiertas proporcionalmente por
parte de cada uno de los participantes.
El esfuerzo conjunto de los
participantes en la asociatividad puede materializarse de distintas formas,
desde la contratación de un agente de compras o vendedor pagado conjuntamente,
hasta la formación de una empresa con personalidad jurídica y patrimonio propio
que permita acceder a financiamiento con requisitos de garantías, o para la
comercialización de productos.
El término asociatividad surge como uno
de los mecanismos de cooperación entre las empresas pequeñas y medianas que
están enfrentando un proceso de globalización de las economías nacionales. La
globalización económica está redefiniendo los procesos de manufactura al
localizar las fábricas en diferentes partes del mundo, abriendo oportunidades
pero también significando amenazas para las PyME, las cuales además de verse
presionadas a cambiar sus paradigmas gerenciales (Rosales, 1996a) requieren
diseñar nuevos mecanismos de interrelación con el entorno.
En la
búsqueda de las estrategias más viables para enfrentar la competencia derivada
de las aperturas, directivos de las empresas, independientemente del tamaño de
éstas, pueden apelar a un conjunto de opciones las cuales se clasifican en dos
grandes categorías, no excluyentes: las individuales y las colectivas. Las
estrategias individuales son de la absoluta discrecionalidad de la gerencia,
mientras que las colectivas requieren el concurso de numerosos participantes al
menos más de dos.
Entre las estrategias individuales que pueden emplear
las empresas, además de las conocidas como de mejoramiento continuo y
reingeniería, se encuentran otras menos divulgadas y analizadas como la de
ingeniería de reversa o inversa.
Las estrategias individuales no son
necesariamente excluyentes de las estrategias colectivas. Estas, como su nombre
lo indica, involucran a todos los participantes y la acción de una repercute
sobre otras en diferentes grados, dependiendo el impacto de la modalidad de
estrategia empleada.
La necesidad de diseñar y adelantar estrategias
colectivas pasa a ser no solamente una posibilidad de desarrollar ventajas
competitivas individuales y conjuntas sino que puede llegar a constituir un
requisito básico de sobrevivencia para las PyME. Incluso alguna de las
estrategias individuales tendrán éxito en la medida que ellas sean
complementadas con estrategias colectivas.
La asociatividad: alianza
voluntaria para la competitividad
La introducción efectuada
anteriormente, permite ubicar con mayor precisión lo que debería entenderse por
asociatividad, despojando a este término de falsas expectativas que pudieran
conducir en el futuro a una frustración.
Seis distinciones importantes
tiene la asociatividad, a saber:
· Es una estrategia
colectiva.
· Tiene carácter voluntario.
· No excluye a ninguna
empresa por el tipo de mercado en el cual opera.
· Permite resolver
problemas conjuntos manteniendo la autonomía gerencial de las empresas
participantes.
· Puede adoptar diversas modalidades jurídicas y
organizacionales.
· Es exclusiva para pequeñas y medianas
empresas.
La asociatividad permite el esfuerzo colectivo de varias
empresas que se unen para solventar problemas comunes y se lleva a cabo mediante
la acción voluntaria de los participantes, no siendo forzada la cooperación por
ninguna empresa en particular. La decisión de intentar la asociatividad puede
ser estimulada por instituciones ajenas a las empresas, como el Estado o los
gremios empresariales, pero en definitiva son las empresas las que deben
llevarla a cabo. De acuerdo a esta característica la asociatividad se asemeja a
una red horizontal pero se diferencia de ésta en que no hay restricciones para
la afiliación. En las redes horizontales la cooperación se busca entre empresas
que atienden al mismo mercado.
Otra distinción importante de la
asociatividad es el alto grado de autonomía gerencial que mantienen los
participantes después de adoptar la decisión. Por ejemplo, la manera de emplear
los recursos o beneficios obtenidos a partir de la asociatividad es de la
incumbencia exclusiva de cada empresa, la cual debe responder ante el resto de
participantes por la cuota parte de los esfuerzos que le corresponde. La
autonomía gerencial es un rasgo también presente en las redes horizontales, pero
en esta la afiliación, como ya se mencionó, está restringida a quienes comparten
el mismo mercado.
La posibilidad de mantener un alto grado de autonomía
gerencial puede constituir uno de los principales estimuladores al desarrollo de
la asociatividad en el futuro. Bajo esta modalidad los directivos de las
empresas no son obligados a compartir información que estimen confidencial para
sus compañías, como en el caso de la cooperación compulsiva de las redes
verticales, o las exigencias de las alianzas estratégicas.
Una
distinción adicional de la asociatividad es el carácter amplio de actividades de
cooperación que puede abarcar. La asociatividad se puede establecer para
múltiples propósitos desde el financiamiento hasta la investigación conjunta de
determinado problema y, al mismo tiempo, abarcar las diferentes etapas de los
procesos básicos de las empresas, a saber, diseño, manufactura,
comercialización, servicio post-venta, entre otros. En principio, no hay
limitación del ámbito de la cooperación en la asociatividad como sí lo hay tanto
en las redes verticales como en las horizontales. En las redes verticales el
ámbito de la cooperación está determinado, como ya se ha mencionado, por los
intereses específicos de la cadena de producción o incluso por los intereses
estratégicos de las empresas líderes. En las redes horizontales, la cooperación
está restringida a los límites impuestos por los mercados en los cuales operan
las redes. En la asociatividad tampoco hay restricciones para la participación
en cuanto al tipo de actividad que desempeñe la empresa
participante.
La última distinción señalada de la asociatividad es que
ella constituye un mecanismo de agregación de intereses exclusivo para las
pequeñas y medianas empresas. Las grandes empresas apelan a la cooperación a
través de alianzas estratégicas y aun cuando una misma empresa pueda mantener
múltiples alianzas estratégicas siempre cada una de ellas es un acuerdo
específico entre dos partes y no hay, en consecuencia, el carácter
colectivo.
Las características de la asociatividad le otorgan a este
mecanismo de cooperación inter-empresas una alta flexibilidad de afiliación,
operación y ámbito de acción que puede ser empleado tanto por empresas
insertadas en redes verticales u horizontales, o incluso para aquéllas que no
pertenezcan a ninguna red.
Una empresa pequeña en particular puede
estar simultáneamente empleando tanto la estrategia colectiva de la
asociatividad como la de la integración en una red de producción. Las exigencias
gerenciales, tecnológicas y financieras, entre otras, pueden ser, sin embargo,
diferentes.
Dentro de las modalidades de la asociatividad se puede dar
el caso de que las empresas participantes también integren una red horizontal de
producción, donde todas ellas elaboran los mismos productos para un mismo
mercado (cliente). En esta situación prevalece la independencia jurídica y cada
empresa participante es responsable ante sus clientes por la calidad y
condiciones de entrega de sus productos.
Como síntesis podemos decir
que para lograr el estado de competitividad perfecta es necesario operar bajo
entradas gratuitas al mercado, lo cual implica excluir condiciones tales
como:
1. Altos costos de entrada para nuevos entrantes,
2. Falta de
reconocimiento de marca,
3. Pobres canales de distribución,
4. Recursos
escasos (o ya capturados por los líderes).
5. A estas condiciones podemos
agregar otras, captadas de múltiples experiencias en diferentes sectores y
regiones, tales como:
6. Bajo conocimiento de las necesidades de los clientes
y de nuevas oportunidades de los mercados internacionales.
7. Altos costos de
customizar productos diversos a los clientes.
8. Grandes inventarios para
satisfacer la inestabilidad de la demanda y la desconfianza de los
proveedores
9. Largas demoras para la penetración en el mercado.
10.
Largas demoras en la entrega de órdenes
11. Largos ciclos de ventas (lenta
selección de alternativas, sin información detallada, ni políticas claras de
retornos, etc)
12. Pobres certificados de calidad, de procesos, de servicios,
etc. y costosas capacitaciones de los programas masivos.
Capitulo II. Los distritos
industriales
Comúnmente se entiende por complejo productivo
o cluster a una concentración sectorial y/o geográfica de empresas que se
desempeñan en las mismas actividades o en actividades estrechamente relacionadas
- tanto hacia atrás, proveedores de insumoos y equipos, como hacia delante y
hacia los lados, industrias procesadoras y usuarias, como a servicios y
actividades estrechamente relacionadas, con importantes y cumulativas economías
externas, de aglomeración y especialización (por la presencia de productores,
proveedores y mano de obra especializada y de servicios anexos específicos al
sector) y con la posibilidad de llevar a cabo una acción conjunta en búsqueda de
eficiencia colectiva.1
La eficiencia del conjunto del complejo es mayor
a la de cada empresa aisladamente, por las externalidades que genera cada
empresa para las demás; es decir, por la acción, cada empresa genera beneficios
tanto para sí como para las demás empresas del complejo.
Otros autores
indican que no existe un consenso sobre la definición de distrito industrial y
que además se han utilizado diferentes palabras para denominarlos tales como
Agrupamientos Empresariales, Clusters, Cooperación Inter -
empresarial.
No obstante en todas las definiciones que ensayemos,
existen una serie de elementos que pueden ser utilizados para caracterizar un
distrito industrial.
1. Agrupamiento de empresas, principalmente de
pequeña y mediana dimensión, concentradas espacialmente y especializadas
sectorialmente.
2. Un conjunto de vínculos hacia delante y hacia atrás,
basados en relaciones de mercado y extra - mercado, para el intercambio de
bienes, información y recursos humanos.
3. Un entorno cultural y social común
que vincula a los agentes económicos y permite la creación de códigos de
comportamiento comunes, tanto explícito como implícitos.
4. Una red de
instituciones públicas y privadas locales de apoyo a los agentes
económicos.
Marco teórico para el desarrollo los clusters
productivos
Diversos enfoque teóricos intentan responder la pregunta
de ¿por que se forman y desarrollan los clusters productivos? entre ellas
podemos encontrar:
1. Teoría de la localización y de geografía
económica
2. La teoría de los encadenamientos hacia atrás y hacia
delante
3. La teoría de la interacción y los distritos industriales
4. El
modelo de Michael Porter
5. Las referidas a los recursos naturales
6. Las
referidas al sustrato común
Teoría de la localización y de geografía
económica
Esta teoría trata de explicar por qué las actividades suelen
concentrarse en ciertas áreas y no se distribuyen en forma aleatoria . Es
conocido que este enfoque hace hincapié en el peso relativo del costo de
transporte en el costo final, lo que explicaría por qué algunas actividades
suelen ubicarse preferentemente cerca de los recursos naturales, otras se
localizan cerca de los mercados que van a abastece, en tanto que otras pueden
establecerse en cualquier lugar. Menos conocido, pero de creciente importancia,
es que este enfoque subraya, asimismo las interdependencias de la materia prima
y el producto procesado y también los subproductos, que hacen más fácil
coordinar sus movimientos en una sola ubicación. Ejemplos: productoras de acero
y las siderúrgicas, pues su gran interdependencia induce a la integración
vertical de estas producciones.
Otro ejemplo, son las actividades de
procesamiento que disfrutan de importantes economías de escala, especialmente en
procesos complejos como los petroquímicos, tenderán a instalarse en un país si
este tiene un mercado nacional amplio o si está próximo a importantes mercados
regionales.
Aspectos críticos para la localización son la claridad,
transparencia y tradición de la legislación sobre derechos de propiedad, así
como la estabilidad y competitividad de la legislación tributaria.
La
teoría de los encadenamientos hacia atrás y hacia delante
Esta teoría de
Hirschman procura mostrar cómo y cuando la producción de un sector es suficiente
para satisfacer el umbral mínimo o escala mínima para hacer atractiva la
inversión en otro sector que éste abastece (encadenamiento hacia atrás) o
procesa (hacia delante). Por ciento, toda actividad está eslabonada con otras.
Estos encadenamientos adquieren significación cuando una inversión atrae o hace
rentable otra en la misma región.
Los encadenamientos dependen tanto de
factores de demanda (la demanda derivada de insumos y factores) como de su
relación con factores tecnológicos y productivos (el tamaño óptimo de planta).
Asimismo el desarrollo de los encadenamientos hacia delante depende en forma
sustancial de la similitud tecnológica. Dado que el aprendizaje y dominio de una
tecnología tiene externalidades si la tecnología de procesamiento no es
demasiado disímil.
La teoría de la interacción y los distritos
industriales
La teoría de la interacción pretende explicar las condiciones
más propicias para que haya aprendizaje basado en la interacción, lo que, según
este enfoque, explicaría el éxito de los llamados "distritos industriales" en
muchas regiones de Italia y Alemania y en otras de América Latina. La
interacción da lugar a "juegos repetitivos" que elevan la confianza y reducen,
por ende, los costos de transacción y de coordinación. Asimismo, la interacción
acelera la difusión del conocimiento y la innovación, lo que es un bien social
internalizado por el conjunto de empresas en el distrito .
La interacción
intensa en una localidad genera derrames tecnológicos y economías externas y de
escala para el conjunto de empresas del distrito que no podrían ser
internalizados de estar cada empresa interactuando con las otras a gran
distancia.
El modelo de Michael Porter
Este autor sostiene en su obra "la
ventaja competitiva de las naciones" que la diversidad e intensidad de las
relaciones funcionales entre empresas explican la formación de un complejo
productivo y su grado de madurez. Estas relaciones se refieren a los cuatro
puntos del diamante, es decir, de las relaciones de apoyo, con productores de
insumos complementarios y con proveedores de insumos y factores
especializados.
El "diamante" de la competitividad : Condiciones
básicas para la formación de clusters
El enfoque conceptual que aquí se
expone, se destacan cuatro aspectos básicos en el clima de negocios que
determinan las ventajas competitivas de las empresas. Al operar de forma
simultánea en el tiempo y en el espacio, estos aspectos crean las condiciones
para la formación y el desarrollo de los clusters en determinados
lugares.
Son los siguientes:
· Las condiciones de los factores;
· La
estructura de la industria a la cual pertenecen las empresas, incluyendo el
esquema de las rivalidades que tienen entre sí;
· Las condiciones de la
demanda; y
· La situación de las industrias relacionadas y de
apoyo.
El gráfico siguiente, contiene el esquema del llamado "diamante de
la competitividad", en el cual se simbolizan esas cuatro fuentes de la ventaja
competitiva derivadas de la ubicación y sus interrelaciones.
La forma como se manifiestan esas fuentes de
competitividad y como interactúan entre sí, permite explicar cómo hacen las
empresas para generar, mantener, o perder sus ventajas competitivas. Al poner la
atención en estos aspectos, se está reconociendo que las empresas no existen en
una especie de vacío social, sino que operan en entornos geográficos,
económicos, sociales y culturales específicos, y que el análisis de sus
estrategias de competitividad actuales o potenciales, debe considerar ciertas
características esenciales de esos entornos, para que tenga un verdadero poder
explicativo.
Es por ello que las categorías de análisis de las empresas
individuales, como pueden ser las cuatro vías para el aumento de la
productividad, no bastan para entender cómo fue que una empresa determinada
desarrolló su competitividad. Antes, es preciso analizar las condiciones de la
competitividad que existen en el clima de negocios de la empresa, un clima de
negocios que suele estar estructurado por complejas redes de relaciones entre
empresas y organizaciones públicas y privadas. Los cuatro aspectos que se
destacan permiten encontrar y comprender los determinantes esenciales de la
competitividad, dentro de la multiplicidad de relaciones, actores y causas que
actúan en el clima de negocios.
Las fuentes de la competitividad
A
continuación se explican los rasgos principales de las cuatro fuentes que, según
el modelo conceptual de Porter, determinan la ventaja competitiva de las
industrias en ubicaciones geográficas específicas.
Las condiciones de los
factores
Los insumos de factores van desde los activos tangibles, tales como
la infraestructura física, hasta la información, el sistema legal y los
institutos de investigación de las universidades, a los cuales recurren todas
las empresas que compiten. Para aumentar la productividad, los insumos de
factores deben mejorar su eficiencia, su calidad y, en última instancia, su
especialización en áreas particulares del cluster. Los factores especializados
generalmente son los que hacen posibles los procesos de innovación (ej., un
instituto especializado de investigación universitaria) no solo son necesarios
para alcanzar altos niveles de productividad, sino que tienden a ser menos
comercializables o menos fáciles de encontrar en otras partes.
Los
esquemas de estrategia y rivalidad
El contexto para la estrategia y rivalidad
de las empresas tiene que ver con las reglas, los incentivos y las normas que
rigen el tipo y la intensidad de la rivalidad local.
Las economías con baja
productividad se caracterizan por tener poca rivalidad local. En esas economías
la mayor parte de la competencia, si es que siquiera está presente, proviene de
las importaciones. Además, la rivalidad local, si es que ocurre, se sustenta en
la imitación. El precio es la única variable competitiva y las empresas
mantienen bajos los salarios para competir en los mercados locales y
extranjeros. De esta forma, la competencia implica una inversión mínima para
esas empresas.
Para pasar a una economía adelantada es necesario que se
desarrolle una vigorosa rivalidad local, la cual debe desplazarse de los
salarios bajos al costo total bajo, lo cual exige mejorar la eficiencia de
manufactura y la prestación del servicio. Con el tiempo, ese tipo de rivalidad
también debe evolucionar, partiendo de las estrategias de reducción de costo
hacia estrategias de diferenciación de productos. La competencia debe
desplazarse de la imitación a la innovación y de la inversión baja a la
inversión elevada, no sólo en activos físicos sino también en intangibles
(ej.,destrezas, tecnología). Como se verá, evidentemente, los clusters juegan un
papel integral en estas transiciones.
El carácter de la rivalidad en una
ubicación está fuertemente influenciado por muchos aspectos del ambiente
empresarial (ej., los factores disponibles, las condiciones de la demanda
local). Sin embargo, el clima de inversión y las políticas sobre la competencia
fijan el contexto. Cosas tales como la estabilidad macroeconómica y política, el
sistema tributario, las políticas del mercado laboral que afectan los incentivos
para que se desarrolle la fuerza de trabajo y las reglas de propiedad
intelectual y su aplicación contribuyen a que las compañías estén dispuestas a
invertir, para mejorar su equipo de capital, sus destrezas y su tecnología. La
política antimonopolio, las reglas del gobierno sobre propiedad y concesión de
licencias, y la política sobre el comercio y la inversión externa juegan un
papel vital para establecer la intensidad de la rivalidad local.
Condiciones
de la demanda
Las condiciones de la demanda en la sede de las empresas tienen
mucho que ver con el hecho de que las empresas puedan y quieran pasarse de
productos y servicios imitadores y de baja calidad, a una competencia basada en
la diferenciación. Las economías de poca productividad se enfocan fuertemente en
los mercados extranjeros. Para progresar, se deben desarrollar mercados locales
más exigentes. La presencia o surgimiento de clientes nacionales sofisticados y
exigentes presiona a las empresas para que mejoren y permite discernir sobre las
necesidades existentes y futuras, lo cual es difícil de hacer en los mercados
externos. La demanda local también puede revelar segmentos del mercado donde las
empresas se pueden diferenciar. En una economía mundial, la calidad de la
demanda local importa mucho más que su tamaño.
Industrias afines y de
apoyo
La ubicación dentro de un cluster puede brindar un acceso superior o de
menor costo a insumos especializados, tales como componentes, maquinaria,
servicios a empresas y personal, en comparación con la integración vertical, las
alianzas formales con entidades externas o la "importación" de insumos de
lugares distantes. El cluster puede ser un medio inherentemente más eficaz de
reunir insumos, siempre que se disponga de proveedores locales competitivos. Si
no se cuenta con ellos, puede que sea necesario abastecerse fuera del cluster,
aunque éste no sea el resultado ideal.
El acceso a insumos suministrados por
integrantes del cluster puede implicar menores costos de transacciones que si se
obtienen de fuentes distantes. Abastecerse dentro del cluster minimiza los
costos de inventarios y elimina el costo y las demoras de la importación. Frena
el comportamiento oportunista de los proveedores que cobran precios excesivos o
no cumplen con los compromisos, debido al efecto adverso que tiene un mal
desempeño en la reputación que se tenga entre los demás participantes del
cluster.
Abastecerse dentro del cluster facilita la comunicación, reduce el
costo de adaptar a la medida y facilita la prestación conjunta de servicios
auxiliares o de apoyo, tales como instalación, depuración, capacitación de
usuarios, detección y corrección de fallas y reparaciones oportunas. Estos
beneficios son especialmente valiosos para aquellos insumos avanzados y
especializados que implican tecnología incorporada, información o
servicios.
El acceso a los insumos dentro de un cluster también es, a menudo,
más eficiente o eficaz que la integración vertical. Las proveedores
especializados externos suelen ser más eficaces, en cuanto al costo, y más
sensibles que las unidades propias de la compañía, no sólo en la producción de
componentes sino también en áreas tales como capacitación.
En la economía
moderna, la mayor profundidad y especialización de los proveedores que están
dentro de los clusters surge, sobre todo, porque reconocen las oportunidades de
mercado y reducen sus riesgos, más fácilmente, debido a la presencia de muchos
clientes locales. Es más, los clusters desarrollados no sólo consisten en una
industria, sino en estas más las industrias afines. Estas industrias,
frecuentemente, recurren a insumos comunes o muy parecidos que expanden las
oportunidades para los proveedores.
Después de haber explicado las cuatro
fuentes de competitividad que forman el
"diamante", hay que preguntarse
¿dónde se encuentran los clusters, dentro de este
esquema? Lo expresado
permite comprender que los clusters son una manifestación de
estas cuatro
aristas del diamante, o para decirlo de otra forma, la interacción de
esas
cuatro fuentes de competitividad es lo que crea un conjunto de
condiciones especiales
que conducen a que en determinados espacios se formen
esos entramados de empresas y organizaciones a los que se les ha llamado
clusters. A la vez, la dinámica de los clusters influye en la estructura de la
competencia, en la oferta de factores, en las
características de la demanda y
en las industrias afines y de apoyo; en este sentido, se
les debe considerar
como una quinta faceta del "diamante de la competitividad".
En concreto, los
clusters afectan la competencia en tres sentidos básicos:
· aumentan la
productividad de las empresas y de las industrias a las cuales pertenecen;
·
mejoran la capacidad de innovación de empresas e industrias, y en ese
tanto,
· aumentan su productividad; y
· estimulan la formación de nuevas
empresas que amplíen y profundicen las ventajas aportadas por el
cluster.
Las referidas a los recursos naturales
Esta teoría
explica el desarrollo económico de Canadá a partir de los impulsos provenientes
de la exportación de sus distintos recursos naturales - pescado, pieles,
minería, madera, papel y trigo - y a las inversiones en actividades relacionadas
que ellos activan.
Las referidas al sustrato común
Todas las hipótesis
explicativas de formación de complejos productivos tienen en común la noción de
que la competitividad de la empresa es potenciada por la competitividad del
conjunto de empresas y actividades que conforman el complejo al cual pertenecen
. En efecto, esa mayor competitividad deriva de importantes externalidades,
economías de aglomeración, derrames tecnológicos e innovaciones que surgen de la
intensa y repetida interacción de las empresas y actividades que integran el
complejo. Estas empresas y actividades se refuerzan mutuamente; la información
fluye casi sin estorbo, los costos de transacción son menores, las nuevas
oportunidades se perciben más tempranamente y las innovaciones se difunden con
rapidez a lo largo de la red. La fuerte competencia de precio, calidad y
variedad da lugar a nuevos negocios, fortalece la rivalidad entre empresas y
contribuye a mantener la diversidad.
Los actores sociales: El Estado, las
organizaciones y las Empresas
El gobierno tiene un rol inevitable en el logro
de el desarrollo sostenible y competitivo
porque afecta muchos aspectos del
ambiente de negocios, determina la política social y
ambiental y administra
el ambiente de negocios por medio de licencias, impuestos,
servicios
públicos, y administración de servicios, para nombrar unas pocas
funciones.
Además del gobierno, muchas otras instituciones tienen un rol en
el desarrollo económico.
Las universidades, las escuelas, los proveedores de
infraestructura, las agencias que establecen estándares, y una miríada de otras
instituciones contribuyen de alguna manera al ambiente microeconómico de los
negocios. Tales instituciones deben proliferar y mejorar en calidad para apoyar
formas de competencia más productivas.
Finalmente, el sector privado en sí
mismo debe jugar un papel en darle forma al ambiente de negocios en el cual
opera. Las empresas individuales pueden dar pasos tales como establecer
escuelas, atraer suplidores, o definir estándares que no solo los beneficien a
ellas, sino que mejoren el ambiente general para la competencia en el largo
plazo. Los cuerpos colectivos empresariales, como las asociaciones de comercio o
cámaras de comercio, también tienen importantes papeles que jugar en mejorar la
infraestructura, las instituciones de capacitación, y otras tareas similares,
que no siempre son reconocidas.
Si bien es cierto que en algunos casos han
surgido las redes de manera espontánea, si se desea que el esquema de la red
empresarial sea útil como un mecanismo de desarrollo, es importante que se
involucre en este proceso a los agentes económicos locales.
Los agentes
económicos locales están integrados por una serie de entidades que juegan en la
región papeles de regulación, financiamiento, formación de recursos humanos,
desarrollo tecnológico, etc. y que pudieran tener interés en participar en el
fomento y desarrollo de redes empresariales.
Algunos ejemplos de entidades
que forman parte de los agentes económicos locales son los siguientes:
·
Organizaciones empresariales (cámaras empresariales, asociaciones de
empresarios).
· Entidades del gobierno, a nivel nacional, regional o
municipal.
· Organismos financieros y banca de desarrollo.
·
Instituciones del sector educación superior.
· Centros de servicios
empresariales.
· Organizaciones privadas no lucrativas.
·
Organismos internacionales.
Cada uno de estos agentes económicos puede
tener un interés especifico en apoyar el desarrollo de redes empresariales en
base de su misión, objetivos, etc. No es posible presentar una reflexión sobre
los intereses particulares que pueden mover a cada uno de los agentes locales a
impulsar las redes empresariales. Sin embargo si es posible comentar que estos
agentes pueden participar en fases específicas dentro del proceso de instalación
de redes empresariales, especialmente en los siguientes aspectos:
· Promoción
de la red empresarial.
· Financiamiento.
· Formación de
recursos humanos.
· Creación de medio ambiente industrial (clima de
negocios)
· Oferta de servicios especializados: empresariales,
tecnológicos, etc.
Como puede verse la participación de los agentes
económicos locales, permite crear el clima y la infraestructura física para
apoyar el proceso de desarrollo de redes empresariales. Proceso que de
mantenerlo durante el tiempo puede dar como resultado el distrito
industrial.
Sin embargo es difícil el que desde el principio participen todos
los agentes económicos en el proceso de desarrollo de redes empresariales, en
consecuencia es difícil el tener un consenso entre todos ellos en la etapa
inicial.
Lo que la historia revela es que en general ha existido un agente o
un grupo de agentes con una visión de largo plazo que son los que han actuado
como gatillo para detonar este proceso. Una vez iniciado el proceso poco a poco
se van incorporando los demás agentes.
No hay un patrón sobre el tipo de
agente ideal para detonar el proceso y la historia revela un proceso un tanto
heterogéneo. Por ejemplo en el caso de la promoción de la red empresarial
podemos citar los siguientes ejemplos:
· En el caso de Italia dentro de la
región de la Emilia Romagna el impulso fue de los empresarios a través de sus
cámaras y asociaciones, por ejemplo la Confederazione Nazionale del Artigiano
(CNA) jugo un papel protagónico en el desarrollo de redes empresariales. La CNA
asocia a cerca de 520.000 artesanos activos y no activos. En paralelo dicha
región vivió una apertura democrática y el gobierno regional asumió el
compromiso de participar en el reto, habiendo creado en el año de 1974 a ERVET
como un instrumento a través del cual se implemento la política económica e
industrial de la región, posteriormente en 1980 se instaló una red de centros de
servicios hecha a la medida de las necesidades de la economía local.
·
En Chile jugo un papel protagónico en la promoción de redes empresariales el
Gobierno Nacional a través de la Corporación de Fomento a la Producción
(CORFO).
· En Uruguay el desarrollo de las redes empresariales ha sido
impulsado por la Cámara de Industrias del Uruguay con el apoyo del
BID.
· En México el principal impulso para desarrollar redes
empresariales ha sido por parte del gobierno nacional (SECOFI - Secretaría de
Comercio y Fomento Industrial - México) y algunos gobiernos regionales donde se
presentado una gran apertura democrática (Chihuahua, Jalisco, Guanajuato).
Recientemente se ha involucrado la Confederación de Cámaras Industriales
(CONCAMIN) a través de un programa (FUNTEC) con el apoyo del PNUD.
· En
El Salvador aunque el gobierno nacional a través del Ministerio de Economía
había realizado algunos avances sobre el desarrollo de clusters a través del
Programa de Competitividad (con el apoyo del Banco Mundial) En el momento actual
el papel protagónico lo esta asumiendo la Asociación Nacional de la Empresa
Privada (ANEP) que es una unión de 34 cámaras y gremios
empresariales.
Niveles de competitividad sistémica
Un país
no puede elaborar cualquier cantidad de políticas o elementos de competitividad
a partir del conjunto dado de determinantes de la "competitividad sistémica"
(subsistemas e instrumentos de gestión, diagrama 1). Los países más competitivos
poseen estructuras en el nivel meta que promueven la competitividad, un contexto
macro que ejerce una presión de performance sobre las empresas, y un nivel meso
estructurado donde el Estado y los actores sociales desarrollan políticas de
apoyo específico, fomentan la formación de estructuras y articulan los procesos
de aprendizaje a nivel de la sociedad, un gran número de empresas situadas en el
nivel micro que buscan simultáneamente la eficiencia, calidad, flexibilidad y
rapidez de reacción, estando muchas de ellas articuladas en redes de
colaboración mutua.
En contraste con ello, la mayoría de los países en
desarrollo o en transformación se distinguen por las deficiencias que acusan en
todos los cuatro niveles. ¿Cuáles son entonces los puntos de partida para los
países que quieren desarrollar industrias competitivas a nivel internacional o
elevar a ese nivel la competitividad de sus industrias ya existentes? ¿Qué
medidas deben tomarse en primer término? La experiencia atesorada en una serie
de países de mayor o menor éxito permite formular las siguientes
conclusiones:
Lo importante en un comienzo es la estabilidad del
contexto macroeconómico (para ello, el déficit presupuestario, la deuda externa,
la inflación y el tipo de cambio tienen que ser controlables y las reglas del
juego económico no deben cambiar reiteradamente, ya que esa es la única forma de
ofrecer seguridad a la inversión) y la necesidad de que la macro política haga
llegar a las empresas señales claras e inequívocas de que ellas deben acercarse
a los niveles de eficiencia usuales en el ámbito internacional. Puede servir a
tal fin la política comercial, siempre que el desarme arancelario se produzca a
lo largo de etapas previsibles. La política reguladora de la competencia puede
jugar un papel relevante para prevenir situaciones monopólicas.
La
política macroeconómica y la formación de estructuras meso económicas se
condicionan mutuamente. La estabilización en el nivel macro es una condición
necesaria, pero no suficiente, para garantizar el desarrollo sostenido de la
competitividad, pues ello presupone implementar las políticas de nivel meso.
Pero la formulación de las mismas será poco promisoria mientras no se haga nada
por estabilizar el contexto macro. La política tecnológica, por ejemplo, no
alcanzará su objetivo de fortalecer la capacidad tecnológica de las empresas si
los propios empresarios no buscan la competitividad. Las barreras arancelarias
selectivas sirven para fortalecer las industrias sólo cuando las empresas
aprovechan el tiempo disponible para hacerse competitivas.
Numerosos
países en vías de desarrollo que han vivido un largo período de orientación
hacia adentro sufren hoy bloqueos en su desarrollo social y no han alcanzado el
consenso sobre el rumbo que deberá adoptar la futura estrategia de su desarrollo
económico (bloqueos en el nivel meta). El desbloqueo social y la implantación
del nuevo patrón orientado al mercado mundial son dos procesos que van de la
mano, posibilitando el aprendizaje en el terreno de la política económica. Un
consenso cada vez más generalizado sobre el rumbo del desarrollo es un requisito
indispensable para que los grupos claves de actores sociales sean capaces de
formular políticas y trazar estrategias. Solamente una orientación básica común
permite emprender procesos de búsqueda colectiva que a su vez posibilitan
aproximarse al nuevo patrón genérico de desarrollo industrial y crear
instituciones públicas e intermedias aptas para configurar los niveles macro y
micro (creación de consenso en términos de política y política económica). Este
proceso avanzará sin embargo a ritmos diferentes en función de las estructuras
socioculturales de cada sociedad (tradiciones, valores, estructuras sociales
básicas de organización y poder) cuya transformación es lenta (capacidad de
integración social).
Nivel meta
La competitividad
sistémica tiene como premisa la integración social, exigiendo no sólo reformas
económicas, sino también un proyecto de transformación de la sociedad. La tarea
pendiente en muchos países en desarrollo y en transformación radica en superar
la fragmentación social y mejorar la capacidad de aprendizaje, ante todo la
capacidad para responder con prontitud y eficacia a los requerimientos de
ajuste. La formación de estructuras a nivel de sociedad, como complemento de la
formación de estructuras a nivel económico, eleva la capacidad de los diferentes
grupos de actores para articular sus intereses y satisfacer entre todos los
requerimientos tecnológico-organizativos, sociales, ambientales y los que
plantea el mercado mundial; según acontece en muchos países en desarrollo o en
transformación, la presencia de naciones inconclusas u otros factores
desfavorables situados en el nivel meta se oponen -incluso a mediano plazo- a un
desarrollo industrial encaminado hacia la competitividad internacional. Pocas
serán las sociedades que atraviesen por un proceso de industrialización tan
rápido y dinámico como el de Corea o Taiwan. Pero en muchas otras sociedades
existen márgenes apropiados para el desarrollo de los factores esenciales en los
cuatro niveles. La competitividad sistémica no es el privilegio permanente de un
reducido grupo de países.
La capacidad de gestión necesaria a nivel
meta implica la existencia de los siguientes elementos: un consenso acerca del
modelo "orientación al mercado y al mercado mundial", coincidencia en el rumbo
concreto de las transformaciones y concordancia en la necesidad de imponer los
intereses del futuro a los bien organizados intereses del presente. Una
orientación tendiente a la solución conjunta de problemas presupone una clara
separación institucional entre el Estado, la empresa privada y las
organizaciones intermedias. Sólo esa separación hace posible la organización
autónoma, los procesos de aprendizaje independientes y el desarrollo de una gran
capacidad de anticipación y respuesta. Una vez implantada la separación de
instituciones, es posible que surja un Estado autónomo y eficiente al tiempo que
los grupos de actores sociales privados y públicos se muestran dispuestos a
cooperar y articularse entre sí. Tales son los requerimientos funcionales de
orden general con miras a establecer reformas creativas en materia de gestión
política; su fisonomía específica difiere de país a país en función de factores
tales como la constelación político-institucional surgida en cada uno de
ellos.
El más importante de los elementos que aseguran la coordinación
en y entre los cuatro niveles sistémicos es la disposición al diálogo entre los
grupos importantes de actores sociales, disposición que ayuda a cohesionar
esfuerzos y a canalizar conjuntamente el potencial creador de la sociedad. Los
diálogos son imprescindibles para fortalecer las ventajas nacionales de
innovación y competitividad y poner en marcha procesos sociales de aprendizaje y
comunicación. Los diálogos fundamentan la disposición y la aptitud para
implementar una estrategia de mediano a largo plazo con vista al desarrollo
tecnológico-industrial orientado a la competencia. La capacidad competitiva
exige una elevada capacidad de organización, interacción y gestión por parte de
los grupos nacionales de actores, que deben procurar finalmente una gestión
sistémica que abarque a la sociedad en su conjunto.
Nivel macro:
estabilización del contexto macroeconómico
Con miras a lograr una
asignación efectiva de recursos resulta clave la existencia de mercados
eficientes de factores, bienes y capitales. Esto es una condición allí donde el
concepto de gestión es pluri dimensional y apuesta por la competencia, la
cooperación y el diálogo social a fin de canalizar los potenciales nacionales y
desarrollar así la capacidad necesaria para operar con éxito en el mercado
mundial. Las experiencias de los años setenta y ochenta han demostrado que la
inestabilidad del contexto macroeconómico perjudica de un modo sustancial la
operatividad de estos mercados, ejerciendo asimismo un efecto negativo sobre el
crecimiento de la economía.
Las fuentes más poderosas de inestabilidad
macroeconómica son los déficit presupuestarios y de balanza de pagos cuando sus
niveles son constantemente elevados. Los fuertes déficit presupuestarios
acentúan las tendencias inflacionarias existentes y obstaculizan la actividad
inversionista del sector privado, ya que éste ve limitadas sus posibilidades de
obtención de créditos. Los déficit en la balanza de pagos, inevitables con un
tipo de cambio sobrevaluado, contribuyen a aumentar la deuda externa y, por
ende, el servicio de la misma, lo que debilita en forma persistente la actividad
inversionista nacional al tiempo que entorpece la importación de bienes de
capital, poniendo en peligro con ello los fundamentos mismos del crecimiento de
la economía nacional.
La estabilización del contexto macroeconómico
tiene que apoyarse sobre todo en una reforma de las políticas fiscal y
presupuestaria, como también la monetaria y cambiaria. El paso de un contexto
macroeconómico inestable a uno estable resulta sin embargo difícil por las
siguientes razones:
La lucha contra la inflación mediante una política
restrictiva de tipo presupuestario, tributario y monetario contribuye a limitar
en muchos casos no sólo el consumo, sino también las inversiones, reduciendo así
todavía más los márgenes de crecimiento y distribución de la economía nacional.
De ahí el campo de tensión que existe en forma latente entre los objetivos de
estabilidad, crecimiento y distribución.
Las medidas de estabilización
a nivel macroeconómico suelen surtir efecto van acompañadas de prolongadas
reformas estructurales paralelas, como son la reforma del sector económico
estatal, el desarrollo de un sector financiero efectivo y una reforma de la
política de comercio exterior.
Los costos del ajuste se dejan sentir de
inmediato, mientras que sus beneficios demoran en hacer lo mismo, de modo que la
producción, la inversión y la ocupación suelen decrecer en la fase
inicial.
Los grupos sociales no son afectados de un modo uniforme por
las consecuencias de las medidas estabilizadoras del contexto macroeconómico y
por las reformas estructurales concomitantes. Este proceso cuenta más bien con
ganadores y perdedores, generando en consecuencia duros conflictos en el plano
de la política interior.
Quiere decir que la estabilización del
contexto macroeconómico demanda no sólo un concepto congruente en términos
tecnocráticos, sino también un esfuerzo político considerable. El éxito estará
asegurado únicamente si el gobierno se muestra resuelto a imponer las difíciles
y conflictivas reformas, si consigue organizar una coalición nacional de fuerzas
reformadoras con miras a recobrar el equilibrio de la economía tanto interior
como exterior y si logra captar al mismo tiempo el apoyo
internacional.
Aseguramiento del equilibrio económico interno más
formación de estructuras
Dentro de un entorno hiperinflacionario se
anula casi por completo la función señaladora de los precios, lo que hace
ineficaz la asignación de recursos. Es imperioso por lo tanto de que el Estado
contribuya a estabilizar en medida suficiente el valor monetario, pero evitando
al mismo tiempo que sus políticas destinadas a tal fin pongan en peligro las
bases del crecimiento de la economía nacional y agraven más aún los
desequilibrios sociales existentes. Estas correlaciones deben tenerse en cuenta
ante todo al consolidar el déficit presupuestario, esto es, al reformar las
políticas presupuestaria y tributaria. Ello tiene las siguientes implicancias en
la política estatal de gastos y ingresos:
Las medidas de política
fiscal dirigidas a incrementar los ingresos presupuestarios no deben concebirse
con las miras puestas en primer término a reducir a corto plazo el déficit del
presupuesto; su objetivo fundamental debe ser la implementación de una política
favorable al crecimiento económico y la distribución. Un enfoque de ese tipo
obliga por regla general a reestructurar a fondo el sistema íntegro de impuestos
y gravámenes y a elevar la eficiencia de las administraciones fiscales. La
política debe tender a gravar más el consumo que la producción, a cubrir todos
los tipos de impuestos y aplicar el impuesto progresivo, evitar un bias en la
tributación de transacciones nacionales e internacionales e imponer tarifas que
cubran la mayor parte de los costos originados por los servicios
públicos.
Al aplicar medidas para reducir el gasto público es preciso
abstenerse del recurso político más simple que es el de reducir las asignaciones
del Estado para educación, salud, infraestructura física y otro rubros. A fin de
no debilitar las bases del crecimiento futuro, las medidas de consolidación
deben dedicarse en primer término a los gastos consuntivos, a suprimir
privilegios para determinados grupos de interés y a medir los alcances de la
gestión pública. Es muy importante reducir los gastos militares y la ocupación
excedente en el sector público, reducir los subsidios limitando sus períodos de
vigencia y dándoles carácter degresivo, concentrar la política social en los
grupos poblacionales más pobres y reducir los déficit de las empresas públicas
explotando los márgenes de maniobra en favor de la privatización y la
comercialización de las actividades del Estado. Ello no obstante, es preciso
someter a una revisión detenida los gastos destinados a la inversión,
concentrándolos en las áreas de especial importancia para el desarrollo del
sector privado y del organismo social. En otras palabras: toda reforma fiscal y
presupuestaria tiene que ir aparejada con una política estructural orientada al
crecimiento y con una política social de flanqueo; dadas esas condiciones, la
citada reforma se transforma en una bisagra poderosa que permite avanzar
simultáneamente hacia los objetivos representados por la estabilidad, el
crecimiento y la distribución.
Si se quiere mantener la inflación a
niveles tolerables, la política fiscal y presupuestaria orientada a la
estabilización no debe ser contrarrestada por una política monetaria expansiva.
Pero si los mercados de dinero y capitales están poco desarrollados, cualquier
política monetaria dirigida a estabilizar la economía se verá muy restringida.
Instrumentos tales como el racionamiento de créditos, su concesión selectiva y
la fijación arbitraria de tasas de interés han provocado más distorsiones en los
mercados de dinero y capitales sin ser capaces de influir en la medida deseada
sobre el volumen crediticio. Algunos países latinoamericanos han obtenido éxitos
en su lucha contra la inflación, pero sólo después de introducir el Sistema de
Control de Cambio (Currency-Board-System). A la hiperinflación Argentina se le
puso atajo en 1991 al quedar establecido un tipo fijo de cambio respecto al
dólar y al implantarse una cláusula de cobertura mediante reservas de esa divisa
para el circulante y los depósitos consignados en el Banco Central. Por cierto
que esa táctica, aparte de limitar considerablemente la creación de crédito por
parte del banco emisor, implica en la práctica el abandono de toda política
monetaria nacional. Por eso, la aplicación del Sistema de Control de Cambio, no
debe ser motivo alguno para aplazar las amplias reformas necesarias en el sector
financiero. Con el fin de garantizar una oferta crediticia suficiente con tasas
de interés tolerables y contando con un valor monetario suficientemente estable,
tales reformas deben apuntar en primer término (1) a fortalecer la capacidad el
Banco Central para regular la masa monetaria nacional y los flujos de capital
foráneo, (2) a desarrollar un sector financiero privado potente y diversificado,
(3) a asegurar la efectividad de la competencia en los mercados de dinero y
capitales, y (4) a reducir las intervenciones discrecionales del Estado para
influenciar la formación de tipos de interés.
Aseguramiento del
equilibrio del comercio exterior
La persistencia de elevados déficit en
la balanza de pagos restringe los márgenes de crecimiento y desestabiliza la
economía nacional. Semejantes déficit suelen ser un síntoma de la existencia de
un perfil pro exportador dentro del contexto macroeconómico, y lo único que
puede reducirlos es por lo tanto un cambio radical de la política que rige el
comercio exterior.
Las experiencias de los años setenta y ochenta han
demostrado que los tipos de cambio, si están muy sobrevaluados, aumentan
inexorablemente los déficit en la balanza de pagos al dificultar sobre todo las
exportaciones industriales y facilitar las importaciones. Los países que admiten
una sobre valuación persistente de su moneda obstaculizan por partida doble el
desarrollo de un aparato eficiente de producción industrial:
Provocado
por la sobre valuación, el encarecimiento de las exportaciones no abre ante las
empresas una posibilidad realista de orientar su producción en el mercado
mundial como marco de referencia.
El abaratamiento artificial de las
importaciones da pie a que las empresas pierdan competitividad en el mercado
interno, razón por la cual la inversión se concentra en el área de los productos
no negociables o los capitales son inclusive exportados del país.
De
ahí la necesidad de impedir que los niveles del tipo de cambio acusen un
pronunciado perfil anti -exportador. Lo que debe procurarse más bien es un tipo
de cambio más equilibrado o un régimen que implique un ligero perfil
pro-exportador. Pero ni en este último caso puede ser demasiado grande la
distancia hasta el nivel de equilibrio, ya que de lo contrario encarece mucho la
importación de capitales e insumos, sobre compensando el abaratamiento
artificial de los insumos nacionales. El tipo de cambio no es por consiguiente
un precio entre tantos otros, sino más bien la variable estratégica que
determina si una economía nacional está o no en condiciones de crear las
condiciones macroeconómicas básicas para establecer industrias competitivas a
nivel internacional.
La política comercial, igual que la cambiaria,
está en la obligación de transmitir señales claras al empresariado para que
oriente sus estrategias en función del mercado mundial como marco de referencia.
Y los gobiernos que quieren abandonar una estrategia de sustitución radical de
importaciones para acometer la integración activa al mercado mundial, tienen a
su disposición dos conceptos muy distintos entre sí:
Liberalización
general de importaciones: este concepto apunta a establecer un tipo arancelario
bajo y uniforme para todas las categorías de productos. Confía en la vigencia
del principio de las ventajas comparativas de costos y acepta que sobrevivan tan
sólo las industrias adecuadas a la dotación de factores con que cuenta el país
en el corto plazo. Apuesta en consecuencia por una liberalización no sólo
indiscriminada, sino además muy rápida de las
importaciones.
Liberalización selectiva de importaciones: la
liberalización se efectúa en este caso de acuerdo con un plan desarrollado
mediante un análisis de los potenciales previsibles de respuesta por parte de
las industrias existentes y de los requerimientos que plantea el desarrollo de
los núcleos industriales tanto antiguos como nuevos.
El primer concepto
acarrea elevados costos sociales. No presenta por cierto alternativa posible
cuando el Estado tiene poca capacidad de gestión económica; lo máximo que se
puede hacer en este caso es frenar el ritmo de la liberalización del comercio
exterior. El segundo modelo, aplicado entre otros por Corea, apunta por un lado
a no rebasar la capacidad de adaptación de las empresas y, por otro, a dar
tiempo suficiente a los necesarios procesos de aprendizaje de las industrias y
de desarrollo de políticas estructurales de flanqueo. La política comercial pasa
a formar parte en este caso de una política de formación activa de estructuras
industriales.
Competitividad internacional: ¿basta con la
estabilización macroeconómica?
En un análisis presentado en fecha
reciente, el Banco Mundial atribuye el exitoso crecimiento económico y la
elevada competitividad internacional de los países del Este y Sureste Asiático a
una buena gestión macroeconómica y a una política activa de fomento a la
exportación, combinada con una política arancelaria moderada . Según este
análisis, las políticas macro orientadas a la estabilidad estimularon
particularmente el ahorro, permitiendo fuertes inversiones tanto públicas como
privadas. Como complemento a lo anterior, la considerable apertura frente a las
tecnologías extranjeras, aparejada con un sistema de incentivos dotado de una
preferencia pro-exportaciones contribuyeron en forma sustancial a desarrollar un
sector privado dinámico.
Pero, atribuir el exitoso crecimiento y la
elevada competitividad internacional de esos países a la observancia de los
principios fundamentales de la macroeconomía y a una política relativamente
liberal en el área del comercio exterior es una exageración que induce a error.
Y lo es porque -salvo los países de escasa población (Singapur, Hong Kong)- los
países medianos como Taiwan y Corea aislaron en medida considerable su mercado
interno de la competencia exterior hasta fines de los ochenta o aún más tarde,
combinando para ello barreras arancelarias con barreras ante todo
para-arancelarias, admitiendo al país únicamente importaciones complementarias y
muy poco competitivas. Esta política no sólo resultó esencial para prevenir
desequilibrios mayores en el comercio exterior, sino que el fuerte
proteccionismo aunado a una política comercial selectiva deparó a la industria
nacional una fase de treinta años de tranquilo aprendizaje. En segundo
lugar,-salvo Hong Kong- fomentaron metódicamente el desarrollo de industrias
competitivas a nivel internacional al crear ventajas comparativas dinámicas,
siendo la protección de las industrias jóvenes sólo uno de numerosos elementos
integrantes de un complejo enfoque macro. De ahí las abrumadoras críticas
dirigidas al Banco Mundial por afirmar que las intervenciones selectivas
efectuadas en Corea y otros países no ejercieron influencia digna de mención ni
en la estructura industrial ni en la productividad de las empresas industriales.
Es precisamente al agudizarse la pugna competitiva en los mercados mundiales
cuando los gobiernos hacen bien en combinar macro políticas estabilizadoras con
un concepto de formación activa de estructuras.
Nivel
micro
Las empresas se ven confrontadas hoy con requerimientos cada vez
más fuertes que resultan de distintas tendencias: , ,
la globalización
de la competencia en cada vez más mercados de producto;
la
proliferación de competidores debido a los procesos exitosos de
industrialización tardía (sobre todo en el Este Asiático) y al buen resultado
del ajuste estructural y la orientación exportadora (p. Ej. en
EE.UU.);
la diferenciación de la demanda;
el acortamiento de
los ciclos de producción;
la implantación de innovaciones radicales
(nuevas técnicas [microelectrónica, biotecnología, ingeniería genética, nuevos
materiales], nuevos conceptos organizativos);
avances radicales en
sistemas tecnológicos que obligan a redefinir las fronteras entre las diferentes
disciplinas (p.ej. solapamientos entre la informática y las telecomunicaciones
[telemática] o entre la mecánica y la optoelectrónica
[optomecatrónica]).
Para poder afrontar con éxito las nuevas
exigencias, las empresas y sus organizaciones necesitan reorganizarse en gran
medida, tanto a nivel interno como dentro de su entorno inmediato. A tal efecto
no bastan los cambios incrementales como los que se proyectaban en los años
ochenta con la automatización intensiva y la creación de redes informáticas
(bajo el lema de "automatizar el taylorismo"). La consecución simultánea de
eficiencia, flexibilidad, calidad y velocidad de reacción presupone más bien
introducir profundos cambios en tres planos diferentes:
Organización de
la producción: los objetivos consisten en acortar los tiempos de producción,
sustituyendo por ejemplo las tradicionales cadenas de ensamblaje y los sistemas
de transferencia por celdas e islas de fabricación y ensamblaje para responder
así con prontitud a los deseos del cliente reducir las existencias en depósito
para disminuir los costos del capital de giro.
Organización del
desarrollo del producto: la estricta separación entre desarrollo, producción y
comercialización encarecía en muchos casos los costos que implica el diseño de
los productos; en otros casos, los productos no eran de la preferencia del
cliente. La organización paralela de diferentes fases del desarrollo y la
reintegración del desarrollo, la producción y la comercialización, contribuyen a
acortar drásticamente los tiempos de desarrollo, a fabricar productos con mayor
eficiencia y a comercializarlos con más facilidad.
Organización y
relaciones de suministro: las empresas reducen la profundidad de fabricación
para poder concentrarse en la especialidad que asegura su competitividad;
reorganizan el suministro introduciendo sobre todo sistemas articulados
just-in-time y reorganizan su pirámide de subcontratación al reducir la cantidad
de proveedores directos, elevando a algunos de ellos a la categoría de
proveedores de sistemas integrados al proceso de desarrollo del
producto.
La tarea a emprender en los tres planos es la combinación
creativa de innovaciones tanto organizativas como sociales y técnicas. La
reorganización suele ser el factor inicial que crea las condiciones necesarias
para aplicar racionalmente el nuevo hardware computarizado. Las innovaciones
sociales (reducción de planos jerárquicos, delegación de ciertos márgenes de
toma de decisiones al nivel operativo) constituyen el requisito indispensable
para el funcionamiento de nuevos conceptos de organización.
Los
crecientes requerimientos a las empresas van de la mano con requerimientos cada
vez mayores al entorno de las mismas. Es por ello que las empresas que actúan en
el mercado mundial ya no compiten de una manera descentralizada y hasta aislada,
sino en forma de clusters industriales, es decir, como grupos empresariales
organizados en redes de colaboración. La dinámica de su desarrollo depende en
gran medida de la efectividad de cada una de las localizaciones industriales,
vale decir del contacto estrecho y permanente con universidades, instituciones
educativas, centros de I+D, instituciones de información y extensión
tecnológica, instituciones financieras, agencias de información para la
exportación, organizaciones sectoriales no estatales y muchas otras entidades
más.
Formación de estructuras en el nivel meso - La relevancia de
las políticas selectivas
El entorno empresarial -las instituciones y
los patrones políticos situados en el nivel meso- ha venido cobrando mayor
importancia a lo largo de la última década debido al cambio
tecnológico-organizativo y a la superación del tradicional paradigma de
producción fordista. Los efectos acumulativos de aprendizaje y las innovaciones
van de la mano con la formación de redes de colaboración Inter. empresarial a
nivel micro y con relaciones de cooperación tanto formales como informales entre
las empresas y los conjuntos de instituciones relacionados con los clusters; la
creación de esos conjuntos institucionales constituye la médula de toda política
locacional activa. La capacidad tecnológica en cuanto fundamento de la
competitividad se basa a su vez en "stocks" de conocimientos y procesos de
aprendizaje acumulativo difícilmente transferibles y muchas veces no codificados
que van materializándose en el curso de la interacción entre empresas e
instituciones. De esta manera van surgiendo los patrones y ventajas competitivos
específicos para cada país y región, que no son fáciles de imitar.
Los
actores políticos que, al desenvolverse en el plano meso político de sus países,
omiten desarrollar una perspectiva estratégica que guíe la actividad del Estado
y del empresariado y apuestan en primer término por reacciones espontáneas
ad-hoc y procesos de prueba y error , estarán subestimando
la
importancia que tiene el desarrollo oportuno y selectivo de la estructura física
y sobre todo inmaterial para la competitividad internacional de las
empresas,
la duración del período que requiere desarrollar el capital
humano y la infraestructura tecnológica, es decir, las determinantes claves de
la competitividad internacional,
la influencia negativa que ejercen
sobre las estrategias empresariales ofensivas la inseguridad tecnológica y las
situaciones de riesgo que una empresa sola es incapaz de apreciar en su
totalidad o de modificar a su favor.
El Estado, las empresas y las
instituciones intermedias en el nivel meso - Se rompen las dicotomías
tradicionales
A medida que las empresas elaboran productos más
complejos van creciendo los requerimientos al entorno comunal, regional y
nacional. Tanto la idea de que el Estado, como centro rector de la sociedad, es
el único capaz de conducir los procesos tecnológicos y económicos, como el dogma
de la subsidiariedad del Estado frente a los procesos del mercado, distan mucho
de la realidad. Los casos exitosos de la economía mundial revelan la existencia
de un amplio margen de acción para llevar a cabo políticas que fortalezcan la
competitividad de las localizaciones industriales. Y ese margen de acción se
sitúa entre dos extremos: el intervencionismo dirigista y el laissez-faire
limitado a establecer las condiciones generales del funcionamiento económico. En
los planos social y político se están perfilando nuevas formas de organización y
gestión de modo análogo a como ocurre en la producción industrial.
En
muchos casos, las condiciones de demanda favorables a la competitividad son el
resultado de medidas iniciales como la desregulación, la privatización de
empresas estatales y el apoyo financiero externo. Resulta esencial además la
creación de una infraestructura física al servicio de la exportación (p. ej.
sistemas de transporte y telecomunicaciones). Lo que opone muchas más
dificultades es reformar y desarrollar con criterios de competitividad las
instituciones educativas, investigativas y tecnológicas, así como las demás
políticas locacionales de soporte industrial dirigidas a estructurar el nivel
meso. El problema radica no solamente en los instrumentos a aplicar (ver
diagrama 2). La cuestión clave está en cómo seleccionarlos y combinarlos, en
saber qué procesos de toma de decisiones podrían servir de base para desarrollar
e implementar políticas locacionales adecuadas a la complejidad de la producción
industrial. Resulta, pues, que la estructuración del nivel meso es en primer
término un problema de organización y gestión. De lo que se trata es de
desarrollar una eficiente estructura institucional (hardware) y de promover en
especial la capacidad de interacción estrecha entre actores privados y públicos
al interior de un clúster (software).
Las nuevas estrategias de
localización industrial difieren en grado fundamental de los enfoques estatistas
de las políticas tradicionales referentes a la industria, la planificación
industrial y la conducción de la inversión, pero difieren también de los
enfoques neo corporativistas de los setenta en los que estaban involucradas tan
sólo las cúpulas de las asociaciones empresariales y de los sindicatos. Los dos
enfoques son hoy inoperantes, pues en el plano de la política locacional y del
desarrollo de políticas meso, los potenciales de acción, el know-now necesario
para formular políticas largo placistas y las capacidades de implementación
están repartidos entre numerosos titulares tanto estatales como privados e
intermedios (empresas, asociaciones, sector científico, instituciones estatales,
instituciones privadas intermedias, sindicatos) . Durante la fase del fordismo y
de los patrones industriales altamente estandarizados aún era posible establecer
con éxito grandes empresas de integración vertical basadas en la planificación
industrial estatal centralizada (en la URSS, la India o incluso Brasil). Hoy, en
cambio, los patrones reguladores unidimensionales y centralistas están
condenados al fracaso cuando se trata de desarrollar y apoyar la creación de
redes empresariales complejas y conjuntos de instituciones
especializadas.
Los patrones de organización social, el rápido flujo
informativo, los canales abiertos de información, las estructuras y la
comunicación articuladas se convierten ellos mismos en factores competitivos.
Los "medios suaves de gestión" como el flujo de información, la integración de
intereses y la fijación de procedimientos van cobrando importancia debido al
cambio de las condiciones estructurales. Esos medios ejercen dos funciones: por
un lado, la política estatal meso depende de los recursos que ofrecen el
know-how de las empresas, el sector científico y otros actores estratégicos; y,
por otro lado, esos nuevos medios de gestión se corresponden con el carácter
interactivo de la innovación y con el carácter sistémico de la competitividad.
Las políticas meso van asumiendo un carácter procesal. La formación de
estructuras a nivel meso (en contraposición con las políticas macroeconómicas)
es promovida no sólo por la control público, pues las empresas, las
instituciones intermedias y las asociaciones (por separado o en conjunto)
también pueden y deben aportar lo suyo a la configuración de la localización
industrial (por ej. presentando ofertas de formación, desarrollando sistemas de
información o acelerando el flujo de informaciones).
Estas nuevas
formas de gestión han cobrado importancia en países como el Japón tras el
predominio de las políticas industriales clásicas en los años setenta (aranceles
y barreras para-arancelarias, promoción de la importación vía desgravaciones
tributarias, subsidios a la I+D, creación de cárteles obligatorios). Los planes
y visiones presentados por el MITI son concebidos en el curso de un prolongado y
minucioso proceso de comunicación con representantes del sector privado y de la
investigación científica. Presentados con regularidad para un período de tres a
diez años, esos planes no guardan la menor similitud con las directivas de una
economía centralista, ya su cumplimiento no es de obligatoriedad directa ni para
las empresas ni para las entidades públicas. Las visiones esbozadas por los
principales actores sociales dan una idea general del rumbo que debería asumir
el desarrollo macroeconómico, un rumbo deseado y considerado por muchos como
correcto. Esos planes también establecen objetivos a corto y mediano plazo para
diferentes sectores, recurriendo a tal efecto a un análisis conjunto de los
cuellos de botella, los puntos fuertes y los posibles cambios radicales.
Facilitan asimismo guías a la banca para que ésta adopte decisiones sobre la
concesión de créditos, a las empresas para que tomen decisiones sobre
inversiones a largo plazo, al sector privado para que pueda asignar recursos a
la investigación, y a las instituciones intermedias (instituciones educativas y
centros de investigación) para que reorienten y rectifiquen el rumbo de su
gestión. Una política locacional de tal naturaleza reduce el grado de
inseguridad, estimula la búsqueda de innovaciones y las inversiones en I+D,
permitiendo que las empresas sigan estrategias de largo plazo orientadas al
crecimiento y a la conquista de segmentos de mercado.
Otro ejemplo de
la creciente importancia que tienen los medios suaves de gestión y los canales
operativos de comunicación entre grupos sociales, instituciones y organizaciones
relevantes son las "conferencias regionales" que se han institucionalizado en
algunos estados federados de Alemania, sobre todo en zonas críticas en las que
se han efectuado y se siguen efectuando amplias obras de reconversión (por ej.
en Renania del Norte-Westfalia). Dentro de este contexto, numerosos actores
sociales afectados intentan llegar a un consenso acerca de las futuras
oportunidades de desarrollo de su región, tratando de identificar cuellos de
botella en el proceso de modernización y de anticipar los costos ambientales y
sociales del mismo con el objeto de elaborar orientaciones para la toma de
decisiones a nivel tanto político como empresarial. En las regiones involucradas
van surgiendo complejas redes de colaboración que engloban a organizaciones
empresariales, sindicatos, asociaciones, administraciones locales, institutos
tecnológicos y universidades. Esas redes se sitúan entre el Estado y el mercado,
elaborando visiones o, en términos más pragmáticos, escenarios para el
desarrollo regional, preparando decisiones estratégicas fundamentales y
posibilitando una gestión política no estatista de los programas de reconversión
económica, así como la formación activa y participativa de estructuras a nivel
de localización industrial tanto regional como nacional.
Orientaciones
para la acción en situaciones de cambio radical y de consolidación
La
búsqueda de áreas económicas con futuro en sectores dotados de un gran potencial
de valor agregado y el desarrollo de una política estructural anticipativa es
una tarea ambiciosa. Por regla general, esta forma de objetivo encierra
posibilidades de éxito sólo en economías consolidadas y sólo en base a la
experiencia acumulada al coordinar la actuación de las empresas con la del
gobierno y la del sector científico.
El objetivo estratégico y las meso
políticas selectivas avanzan parejos con el desarrollo de un complejo sistema de
monitoreo. Justamente en las fases de reestructuración económica resulta clave
el enfoque estratégico del objetivo por parte de las instituciones públicas
(Ministerio de Economía, equipos de asesores). Los gremios y lobbies
empresariales defenderán primordialmente sus intereses particulares, presionando
para que sus respectivas industrias sean definidas como núcleos estratégicos. En
las fases de cambio radical, los actores que siguen una orientación estratégica
deben cooperar en las entidades públicas con asesores y expertos independientes
a fin de poder identificar núcleos industriales con potencial de desarrollo. En
la fase de consolidación de la economía, la tarea central consiste en
desarrollar un sistema más amplio de monitoreo que se base en el pluralismo de
los actores y de las instituciones. Los institutos de investigación económica,
los centros universitarios de investigación, las instituciones sectoriales de
tecnología y asesoramiento, los gremios empresariales, los centros
investigativos del sector privado, los sindicatos y las consultorías contribuyen
por su parte a mejorar constantemente la base informativa sobre la dinámica del
sector productivo. Todos ellos interactúan mediante la publicación de estudios,
la polémica científica, los congresos y la investigación colectiva.
El
know-how atesorado en las instituciones así como las modalidades formales e
informales de interacción entre ellas (red cooperativa) permite que todos los
actores sociales realicen un proceso de aprendizaje continuo en términos de
economía y localización industrial, hacen ver con mayor transparencia los
aspectos eficientes y deficientes y los desafíos a la economía nacional y
mejoran la capacidad de orientación tanto de las empresas como de las
instituciones privadas y públicas. Lo primero que tienen que hacer numerosos
países en desarrollo es crear instituciones en cuyo seno vaya surgiendo el
know-how sobre el sector productivo, mientras que en los países avanzados esa
acumulación es un proceso en gran medida autónomo, ya que las mencionadas
entidades se comunican entre sí mediante intercambio de informes, seminarios,
proyectos conjuntos de investigación, consejos consultivos, y muchos otros
recursos más. Aparte de existir esa organización autónoma horizontal, las
instituciones promotoras de la investigación suelen trazar las prioridades
correspondientes.
Por cierto que para traducir ese know-how en política
económica hace falta una orientación estratégica para la acción. Las
instituciones estatales situadas en el área de la política económica y
locacional asumen también esta vez la importante misión de acopiar y cohesionar
el know-how existente, explotar corredores de desarrollo, cooperar con los
actores estratégicos en la formulación de visiones de mediano alcance y procurar
sobre esa base el mejor diseño posible de la localización industrial. La
formación de nuevos patrones de organización de la sociedad y de "técnicas de
intervención y regulación más compatibles con la autonomía" a nivel meso
facilita al mismo tiempo la gestión y la configuración de los procesos de
mercado, atenuando las deficiencias de la regulación puramente mercantil y las
de la planificación estatista.
La dimensión nacional, regional y local
del nivel meso
Aparte de la existencia de un contexto general favorable
a la innovación (educación básica, incentivos tributarios para I+D), la creación
de ventajas competitivas dinámicas exige aplicar meso políticas específicas y
selectivas. A diferencia del tan difundido "fomento con regadera", la
selectividad en el plano meso político apunta a "fortalecer a los fuertes" para
erigir con rapidez núcleos industriales dinámicos y localizaciones industriales
eficientes que ejerzan su poder de irradiación sobre áreas menos
desarrolladas.
La selectividad va dirigida hacia tres
niveles:
a. la concentración de meso políticas en clusters industriales
con potencial de desarrollo,
b. a nivel de clusters, al desarrollo de
un entorno eficiente para los mismos, esto es, un contexto propicio a la
innovación, un instrumental capaz de promover a los mejores gerenciadores y
conducirlos lo antes posible hasta las mejores prácticas internacionales, así
como la formación de estructuras que ayuden a las empresas con potencial de
desarrollo a dar alcance al grupo de los mejores empresarios;
c. el
fortalecimiento de las regiones en desarrollo donde surjan grupos empresariales
dinámicos o clusters.
Las políticas que configuran el nivel meso poseen
una dimensión nacional y una regional o local. A nivel nacional, las políticas
meso apuntan a desarrollar las infraestructuras físicas (transportes: puertos,
redes ferroviarias y de carreteras; telecomunicaciones: sistemas de
abastecimiento y de eliminación de residuos: energía, agua y desagüe, desechos)
y las infraestructuras inmateriales (formación de sistemas educativos, etc.)
adecuadas a los clusters. Son de importancia asimismo las políticas selectivas y
activas de comercio exterior (política comercial, estrategias de penetración a
los mercados), así como la defensa activa de intereses a nivel internacional
(por ej. de los países en desarrollo frente al proteccionismo de los países
industrializados).
Al tiempo que se produce esta mejora sistemática del
nivel meso nacional, ganan importancia las políticas de soporte específico a los
clusters a nivel tanto regional como local. La creciente importancia que
revisten los factores estructurales espaciales para la competitividad de las
empresas hace necesario aplicar políticas descentralizadoras y reconsiderar las
atribuciones de las instancias políticas nacionales, regionales y locales. Se
torna decisivo extender las atribuciones y los márgenes de financiamiento de las
administraciones regionales y comunales. Todo ello es preciso para ampliar las
estructuras institucionales que permitan formar a su vez otras estructuras en
las localizaciones locales y regionales (formación de estructuras desde
abajo).
La descentralización no debe interpretarse como una delegación
esquemática de responsabilidades hacia niveles de decisión subsidiarios ni menos
aún como una desconexión entre las regiones y el Estado nacional. Tal como
sucede en las empresas modernas, donde la incrementada autonomía que poseen los
Centros de Beneficio no implica de modo alguno la supresión de niveles
directivos, sino el incremento de capacidades de control y nuevas tareas para la
gestión central (organización de redes cooperativas y desarrollo de visiones
estratégicas para la empresa en su conjunto en vez de gestión centralizada de
todas sus divisiones), una descentralización eficaz del sector público tiene que
implicar cambios complementarios a nivel central. El Estado central conserva su
importancia para cohesionar aglomeraciones dinámicas dentro de una estrategia
nacional de desarrollo, poner en marcha retroacciones productivas entre
localizaciones locales y regionales e implementar una política activa en materia
de comercio exterior (formación de estructuras desde arriba).
La
estructuración del nivel meso para que pueda crear capacidades es una tarea
permanente del sector público y privado; la política meso debe ser entendida
como una tarea trans sectorial dirigida a mejorar en forma constante la
localización económica. Es más: un nivel meso bien estructurado no sólo sirve
para incrementar y mantener la competitividad internacional de la economía, sino
que es también la base de una implementación efectiva de las políticas sociales
y ambientales de flanqueo.
Las estructuras de redes de colaboración y su
manejo
Es en el nivel meso donde se extienden las estructuras basadas
en redes cooperativas y la coordinación horizontal autónoma. Allí interactúa la
gestión jerárquica con la gestión basada en esas redes . Los mecanismos basados
en redes de colaboración predominan en el nivel meso porque los recursos de
gestión están muy diseminados por toda esa área política (capacidad de
identificar problemas, conocimiento de las relaciones causales relevantes para
la gestión, capacidad de implementación). El nivel meso se distingue por el
fenómeno de las "soberanías compartidas" , que afecta por igual a las
instituciones públicas, las empresas y las organizaciones intermedias. La
configuración de una localización económica a través de un conjunto de medidas
de política tecnológica, innovativa, educacional, industrial y regional depende
por tanto de que los actores sociales de los niveles micro y meso estén
estrechamente articulados. A nivel meso se mueven los actores de la
administración estatal (de nivel local hasta nacional), así como las
instituciones intermedias tanto públicas como privadas (por ej., entidades
tecnológicas, consultivas y educativas; también cámaras de comercio,
asociaciones). A través de la interacción van surgiendo procesos acumulativos
que potencian la capacidad de todas las partes involucradas, incluida la del
nivel meso en su conjunto.
Tres puntos son relevantes en este contexto:
el primero, la relación específica entre los niveles meso y meta; el segundo, el
alcance de las políticas meso; y el tercero, su importancia para el surgimiento
de la competitividad internacional.
La relación entre los niveles meso
y meta:
Como ya se ha destacado, en el nivel meso se superponen
diferentes patrones de organización y gestión. Quiere decir que justamente la
tarea de configurar esta dimensión depende de la capacidad organizativa y
estratégica de que disponen numerosos actores sociales. Es por ello que la
capacidad de los patrones organizativos situados en el nivel meso y basados en
redes de colaboración está muy vinculada a las estructuras profundas de cada
sociedad involucrada y, por ende, al nivel meta. En el nivel meta es donde hay
que buscar los factores que deciden si los actores colectivos serán capaces o no
de orientarse en la solución de problemas. Todo intento de implementar la
gestión basada en redes colaborativas estará condenado al fracaso si
·
los actores involucrados tienden a orientarse exclusivamente en
lobbies,
· no hay experiencia histórica en el tratamiento de conflictos
y en la búsqueda de soluciones consensuales, por lo que las estructuras basadas
en redes colaborativas pueden desembocar fácilmente en un "desacuerdo
interminable",
· la falta de seguridades propias de un Estado de
derecho dificulta la generación de "confianza generalizada" entre los actores,
una premisa importante para la gestión basada en redes
colaboración.
Cuando las condiciones son propicias en el nivel meta,
las tareas a ejecutar en el nivel meso consistirán en
· optimizar la
capacidad de los actores involucrados (de las empresas, de los clusters
empresariales, de las asociaciones patronales y obreras y de otros grupos de
interés, así como de las instituciones intermedias),
· la acción
coordinada entre los mismos con vista a la generación de efectos sinérgicos y a
la cohesión de recursos muy diseminados de gestión, sin socavar la autonomía
relativa de los actores,
· el equilibrio entre intereses propios e
intereses conflictivos y colectivos.
Hace falta además un sistema de
countervailing powers (contra poder), que impida descargar sobre la sociedad los
costos (ambientales, sociales y económicos) que representan las redes de
colaboración del nivel meso. La configuración del nivel meso plantea por
consiguiente fuertes requerimientos a las sociedades, siendo una tarea difícil
de ejecutar para los países en desarrollo o en transformación. De ahí que la
estructuración del nivel meso constituye un ensayo para comprobar la capacidad
de organización y gestión existente en una sociedad dada.
El alcance de
las políticas y de las actividades privadas a nivel meso:
En contraste
con las reformas macroeconómicas, cuyos alcances se ven limitados en algunos
campos por la globalización de la economía (por ej. por la pérdida de soberanía
sobre las tasas de interés), el nivel meso se presenta como una dimensión que
ofrece un margen de maniobra más amplio, siendo su importancia cada vez mayor.
Si damos por cierto que la efectividad a nivel meso se materializa a través de
la acción coordinada de los actores sociales y que -como lo indican los estudios
de Porter, de la OCDE, de los adeptos a la teoría de los distritos, y otros
trabajos más-, las dimensiones local, regional y nacional no pierden relevancia,
existiendo más bien ventajas competitivas nacionales (Porter), y si la creación
de ventajas competitivas está vinculada por lo tanto a las localizaciones
industriales, resulta entonces que los requerimientos a las políticas meso son
grandes, pero al mismo tiempo son amplios los márgenes para configurarlas. Si
bien es posible aprovechar potenciales externos (know-how extranjero,
participación en redes tecnológicas internacionales), el nivel meso permanece en
cambio circunscrito a una sola zona geográfica, siendo un sistema institucional
y organizativo articulado que no se puede exportar ni importar. La aglomeración
es fomentada en medida especial por los patrones de organización y gestión
basados en redes de colaboración y predominantes en el nivel meso.
La
importancia del nivel meso para la creación de competitividad
sistémica:
De estos últimos planteamientos es posible inferir la
importancia que tiene el nivel meso para la creación de ventajas competitivas
nacionales. Mientras que las políticas a nivel macro se van homogeneizando a
nivel mundial, las localizaciones industriales difieren mucho de país a país. El
"diseño" locacional viene determinado en primera línea por la constelación de
instituciones existentes en el nivel meso. Es allí donde se generan las ventajas
competitivas tanto institucionales como organizativas, los patrones específicos
de organización y gestión y los perfiles nacionales que sirven de base a las
ventajas competitivas y que son difícilmente imitables por los competidores.
Este enfoque contrasta vivamente con las hipótesis de autores como Knieper ,
quien sostiene que en la economía mundial están surgiendo cada vez más
localizaciones uniformes, "sin fisonomía propia", y que los inversionistas, al
adoptar sus decisiones, se fijan más bien en los niveles salariales y en las
tasas fiscales del país destinatario. Lo más probable es que precisamente la
competencia global haga surgir patrones competitivos nacionales muy diversos y
específicos en el marco de la economía mundial.
El rol de la
innovación
Las PyME y las políticas de difusión tecnológica
Según
Pyke (1994) , hay tres maneras básicas a través de las cuales las PyME pueden
mantenerse y prosperar en un ambiente globalizado:
1. pueden fortalecer
sus intenciones de convertirse en proveedores preferenciales de grandes
corporaciones mejorando sus estándares de calidad y plazos de
entrega;
2. pueden tratar de competir "individualmente" en mercados
finales, probablemente en nichos específicos;
3. pueden buscar
fortalecerse colectivamente asociándose con otras firmas pequeñas, quizás en
distritos industriales, para cooperar, producir y vender a través de alianzas,
instituciones colectivas y consorcios.
Mientras que la primer
posibilidad corresponde, por ejemplo, a los patrones de vinculación
característicos de la producción magra o lean production, la última está
asociada, centralmente, a las famosas experiencias de los llamados "distritos
industriales" italianos. Allí, la proximidad de proveedores de materias primas y
equipos, productores de componentes y subcontratistas, junto con la combinación
de intensa rivalidad Inter.-firma y cooperación a través de las asociaciones de
productores, han generado procesos de aprendizaje colectivos y senderos
evolutivos de desarrollo para las firmas instaladas en dichos
distritos
De aquí ha surgido, en ocasiones, la idea de que la
asociatividad, al menos en el caso de las PyME, se identifica con vínculos a
nivel local, idea que, ciertamente, no es correcta. En este sentido, Humphrey y
Schmitz35 formulan una distinción muy importante entre clusters, redes y
distritos industriales. Según dichos autores, el aprendizaje mutuo y la
innovación colectiva pueden existir en clusters definidos como concentraciones
sectoriales o geográficas de empresas, o por redes de PyME que no se encuentran
necesariamente en el mismo sector o localidad. Recordemos que un cluster se
define por la concentración sectorial y geográfica de firmas, la cual debería
estimular la generación de economías externas, pero no implica el desarrollo de
relaciones de especialización y cooperación entre agentes locales. Un distrito
industrial emerge cuando un cluster desarrolla no sólo patrones de
especialización Ínter firma, sino también formas implícitas y explícitas de
colaboración entre agentes económicos locales y fuertes asociaciones
sectoriales. Finalmente, una red no implica necesariamente la proximidad
geográfica de las PyME, ya que la cooperación entre firmas y el aprendizaje
colectivo puede existir aún entre empresas que no están en la misma
localidad.
Aunque la promoción de clusters, redes y distritos
industriales es una de las líneas más promisorias dentro de las políticas de
difusión tecnológica para PyME, está lejos de ser la principal.
De
acuerdo a sus metas, se plantean tres niveles de profundidad en los programas de
innovación. El primer nivel apunta a mejorar la adopción de tecnologías
específicas por parte de las empresas productoras de bienes y servicios. Este
objetivo se logra por medio de programas sectoriales, institucionales o por
sector de uso o a través de programas de demostración.
El segundo nivel
tiene como propósito mejorar la capacidad tecnológica receptora general de las
firmas. Con ese objetivo se plantean programas de asistencia técnica para
diagnosticar los requerimientos tecnológicos de las firmas y asesorarlos en la
búsqueda de soluciones, redes de información para acceder a los respectivos
oferentes tecnológicos y asistencia en el desarrollo de una incipiente capacidad
de I+D.
El tercer nivel apunta a desarrollar la capacidad de innovación
tecnológica de las firmas. Implica impulsar la colaboración entre las
universidades y la industria, benchmarking para compararse con la mejor práctica
internacional, diagnósticos sectoriales de necesidades tecnológicas y asistencia
a las empresas para desarrollar un management orientado a la
innovación.
Los programas organizados en función de tecnologías,
instituciones o sectores específicos son los más tradicionales aunque han ido
evolucionando de acuerdo a la experiencia acumulada y los cambiantes objetivos
de la política tecnológica.
En la actualidad los programas que
promueven la difusión de tecnologías microelectrónicas como CAD/CAM entre las
PyME son los más frecuentes. Aquellos basados en ciertas instituciones son los
que más han ido cambiando para transformarse en algunos casos en redes que hacen
desarrollo y difusión de tecnología en función de las demandas de la industria.
Un ejemplo es la Sociedad Fraunhofer en Alemania que es una red de 46 institutos
de investigación con fuertes vínculos con las universidades y las industrias
regionales. Los contratos de investigación con la industria son el principal
mecanismo de financiamiento de los desarrollos tecnológicos.
Los
programas de difusión tecnológica para mejorar la competitividad de determinados
sectores industriales siguen siendo muy importantes. En algunos países como
Austria en lugar de ser el sector el destinatario son los clusters o grupos de
firmas relacionadas vertical u horizontalmente los destinatarios de los
programas en cuestión. Los programas regionales que tradicionalmente apuntaban a
facilitar la modernización tecnológica de industrias radicadas en una región
específica han ido evolucionando para transformarse en promotores de vínculos
entre firmas localizadas en un ámbito geográfico determinado e instituciones que
le pueden brindar servicios o desarrollos tecnológicos como es el caso del
programa RUSH en Noruega.
Los programas de asistencia técnica incluyen
no sólo los esfuerzos tradicionales de extensionismo industrial para solucionar
el primer nivel de los requerimientos tecnológicos de las firmas mencionado más
arriba. También se han incorporado servicios más sofisticados como los que
brinda los Manufacturing Extension Partnership (MEP) en los Estados Unidos o el
Industrial Research Assistance Programme (IRAP) de Canadá.
Muy ligados
a los programas de asistencia técnica son aquellos que apuntan a brindar
ilustraciones prácticas del uso de ciertas tecnologías u organizar visitas a
establecimientos que ya aplican la tecnología en cuestión como el Inside UK
Entreprises en el Reino Unido.
Los servicios de referencia que apuntan
a facilitar el acceso a las fuentes relevantes de información codificada han
proliferado en todos los países industrializados. Sin embargo, se han creado
servicios de referencia para ubicar expertos en diagnóstico de empresas,
planificación tecnológica y otros servicios especializados como el Technology
Network financiado por el gobierno canadiense dentro del IRAP.
A los
efectos de vincular las demandas tecnológicas de las firmas con oferentes de
tecnologías disponibles (patentadas o no) en algunos países como Dinamarca se ha
creado un servicio de consejeros (o brokers). A menudo los consejeros trabajan
con las empresas para definir más precisamente sus requerimientos tecnológicos y
las ayudan a encontrar las tecnologías disponibles.
Los programas de
entrenamiento de la fuerza de trabajo son centrales para que las empresas puedan
identificar, absorber y usar creativamente las nuevas tecnologías. De mayor
envergadura, son aquellos programas destinados a introducir los cambios
organizacionales y administrativos necesarios para desarrollar en las empresas
una capacidad de innovación tecnológica.
En Noruega el programa BUNT
fue uno de los primeros focalizados en desarrollar las capacidades de resolver
problemas en las firmas y de incorporar en forma sistemática el cambio
tecnológico. El programa, claramente basado en la demanda, proveía fondos para
que consultores especializados asistan a las firmas en esa tarea y al mismo
tiempo organizaba cursos de entrenamiento al respecto. Tanto el programa
austríaco de Integrated Production Innovation como el esquema Managing
Integration of New Technology (MINT) de los programas SPRINT de la Unión Europea
están basados en los enfoques utilizados en el programa BUNT.
La
promoción de redes electrónicas para facilitar información a las firmas sobre
nuevas tecnologías como la colaboración Inter. empresarial para la difusión
tecnológica han recibido un gran impulso en los últimos años. Esta última es un
componente clave en la conformación de un Sistema Nacional de Innovación (SNI) y
apunta a promover diversos tipos de vínculos entre firmas e instituciones, a
través de programas específicos como el PLATO en Bélgica, el sistema regional de
centros de innovación en Holanda y los programas regionales en
Alemania.
Sin embargo, gran parte de la evolución histórica de los
distritos industriales del Norte de Italia se hizo en forma espontánea, aunque
las políticas públicas han tenido un papel coadyuvante en algunos de ellos. Por
ello Humphrey and Schmitz35 consideran que las políticas públicas tienen un rol,
no en la etapa inicial de emergencia de los distritos, sino en orientar su
evolución posterior hacia un sendero de crecimiento innovativo.
En
contraste, Pyke34 sugiere que, salvo algunas excepciones, el movimiento más
fuerte a favor de la colaboración Inter. empresaria provienen de las agencias
públicas que operan a nivel regional o nacional. Sin embargo, el mismo autor
hace notar claramente las condiciones contextuales necesaria para la difusión de
la colaboración entre las firmas. De la experiencia europea, estas condiciones
incluyen la existencia de algún tipo de catalizador externo (que puede ser
desempeñado por agencias estatales, individuos especialmente entrenados para ser
brokers profesionales, institutos técnicos, asociaciones patronales, etc), la
existencia de un medio ambiente culturalmente favorable a la cooperación, que
prevalezca la confianza en las relaciones ínter empresarias, la proximidad
geográfica entre las firmas y un entorno favorables en términos de
instituciones, regulaciones, leyes y prácticas. (Meso)
Mientras que la
justificación de orientar los programas de difusión tecnológica en función de la
demanda y de las necesidades específicas de las firmas está bien establecida, la
promoción de formas de colaboración ínter empresaria en redes o clusters aunque
bien atractiva en teoría y totalmente congruente con el enfoque del SNI
parecería ser mucho más complicada en la práctica.
De todas formas, en
función de la experiencia acumulada en los países industrializados en lo que
respecta a las mejores prácticas en programas de difusión tecnológica, en el
referido documento de la OCDE se hacen las siguientes
recomendaciones:
1) Los programas deberían ser orientados por la
demanda y focalizados en función de las cambiantes necesidades técnicas de los
usuarios.
2) Los programas deberían tener metas amplias, ser
comprensivos y cubrir diferentes tipos de tecnologías, firmas y sectores
productivos y de servicios;
3) Los programas deberían proveer una gama
de servicios. En lugar de sólo brindar asistencia técnica acotada, se deberían
proveer diferentes tipos de servicios (como el entrenamiento y el networking)
para cubrir las múltiples facetas de una exitosa adquisición de
tecnologías
4) Los programas deberían estar integrados y coordinados.
Los programas deberían desarrollar fuertes vínculos con todos los proveedores de
servicios relacionados con la tecnología y promover redes entre usuarios y
proveedores. Aún cuando estén orientados hacia regiones o localidades
específicas, es importante la coordinación a nivel nacional para que vayan
construyendo los SNI.
5) Los programas deberían incluir tecnologías
duras y blandas. Deberían ir más allá de la solución de los problemas técnicos
específicos y orientarse a los cambios tecnológicos, gerenciales y
organizacionales requeridos para adoptar el cambio técnico. Deben buscar
remediar la falta de management y de entrenamiento adecuado en los operarios que
impiden la efectiva adopción de tecnologías y la adaptación a largo plazo de las
firmas.
6) Los programas deberían tener estabilidad y tener una
perspectiva de largo plazo. Deberían contar con recursos suficientes para
trabajar con un número significativo de firmas a lo largo del tiempo. En lugar
de experimentar con esquemas de corto plazo, los programas deberían poder
agregar o modificar los servicios ofrecidos en la medida en que se vaya
aprendiendo más acerca de las peculiaridades del proceso de difusión.
Finalmente, los programas deberían incorporar mecanismos de evaluación
incluyendo la retroalimentación de las firmas usuarias.
Estas
recomendaciones constituyen un conjunto sensato de propuestas, totalmente
congruente con el enfoque del SNI, para diseñar e implementar programas de
difusión tecnológica para PyME dentro de una política tecnológica en economías
abiertas.
Al considerar estas políticas como las mejores prácticas en
el tema, no puede soslayarse una cuestión fundamental: estas prácticas son el
resultado de una largo proceso de evolución histórica en países industrializados
que enfrentan los desafíos de la creciente competencia internacional con
empresas en general acostumbradas a operar en economías abiertas y a incorporar
el cambio tecnológico, con instituciones públicas y privadas que disponen de
personal capacitado y experimentado para facilitar el esfuerzo de modernización
tecnológica en el sector productivo y con marcos regulatorios en general más
proclives al desarrollo de los SNI.
Un breve examen de los casos
chileno y argentino nos va a servir para dar cuenta de algunos de los problemas
que enfrentan el diseño e implementación de políticas similares en situaciones
históricas e institucionales muy distintas a las de los países industrializados
o las de los países asiáticos en desarrollo. En función de ello en la sección
final se plantearán los desafíos que implica adoptar las mencionadas
recomendaciones al contexto latinoamericano.
Políticas tecnológicas
para PyME en América Latina
En contraste con los países
industrializados, la experiencia latinoamericana en lo referente a clusters y
distritos industriales es muy limitada y en lo que respecta a política
tecnológica en general y para PyME en particular es mucho más incipiente. Al
mismo tiempo, el enfoque neoclásico sigue siendo predominante entre los
hacedores de política económica y, es justo reconocerlo que, en función de
algunas de sus recomendaciones, se han registrado aumentos significativos en la
eficiencia y productividad de los factores.
Sin embargo, las
dificultades que experimenta parte del aparato productivo y, en especial las
PyME, en adaptarse al nuevo marco regulatorio con los problemas de empleo y
equidad que esto conlleva y la propia experiencia de los países industrializados
con enfoques distintos al neoclásico están comenzado a crear un ambiente mucho
más proclive hacia el diseño e implementación de políticas específicas para
PyME, entre las que se incluyen algunas referidas a la absorción y adaptación de
tecnologías.
Dado que no existe un documento similar al que ha
realizado la OCDE para los países latinoamericanos que permita un examen de
conjunto, vamos a hacer una breve referencia a los avances y problemas que
enfrentan los programas de modernización tecnológica para PyME puestos en marcha
en Chile en base al excelente trabajo de Dini y Katz (1997) y de Dini 1993,
(citado en Humphrey & Schmitz, 1996)28
Entre otros instrumentos, en
1990 se pusieron en marcha los Proyectos de Fomento (Profo) que son subsidios
para el programa de desarrollo de un grupo de empresas, orientado a los negocios
y al desarrollo competitivo. Este instrumento busca promover la cooperación
entre las PyME y focalizar la oferta de servicios de apoyo por parte de
SERCOTEC.
SERCOTEC identificaba empresas en una localización
determinada, diagnosticaba sus problemas y las trataba de convencer de que le
podía proveer un apoyo útil. Con grupos de 10 a 30 empresas que están dispuestas
a formar parte de un Profo y que SERCOTEC las considera viables, se nombra un
gerente por un período de tres años. El gerente hace de interfase entre los
integrantes del Profo y las instituciones públicas y privadas que le pueden
ofrecer los servicios de apoyo. Al mismo tiempo, el gerente promueve mejores
relaciones entre las firmas integrantes del Profo y desarrolla su auto estima.
Al cabo de los tres años, las firmas deben auto sostener el esquema y cubrir
totalmente el salario del gerente. Aparentemente siete de los 10 Profo que
estaban en marcha por 20 a 30 meses en 1993 alcanzaron algunos de los criterios
prefijados para ser sostenibles al cabo de tres años lo que supero las
expectativas iniciales.
Por otra parte, los autores señalan que, a
fines de 1993, la CORFO abandonó la modalidad de operar en forma directa los
instrumentos de acción y trasladó esta función a instituciones de fomento
público y privados a las que denomina agentes operadores, una de las cuales es
SERCOTEC.
Con este nuevo esquema la CORFO triplicó los recursos
asignados a actividades de fomento horizontal y aumentó en forma significativa
el número de empresas atendidas, especialmente en el área de modernización
empresarial. En la actualidad, se observa una evolución hacia instrumentos que
privilegian actividades colectivas y reglamentos más flexibles que los
planteados originalmente.
A pesar de los avances realizados, en una
evaluación de algunos problemas de la reciente experiencia de CORFO para poner
en práctica una política basada en la demanda sobre la base de instrumentos
estandardizados ejecutados por agentes operadores, se hace notar que los costos
de acceso al sistema de fomento llevan a que un núcleo restringido de empresas
tenga, por definición, prioridad de acceso al mismo, siendo estas firmas las más
dinámicas y las que, en teoría, menos necesitan del apoyo público. Por otra
parte, como lo que está en juego son activos tácitos sujetos a incompleta
especificación y a muy imperfecta transferibilidad, aquellas empresas
beneficiarias difícilmente tengan incentivos o incluso posibilidades para
transmitir a terceros su propia experiencia, con lo cual se reducirían
fuertemente las externalidades
Mientras que en Chile se ha avanzado
bastante en este tipo de programas para PyME, en la Argentina la experiencia es
incipiente.
Uno de los desafíos que enfrenta la Argentina es cómo
aumentar el esfuerzo tecnológico endógeno del sector privado (que, en proporción
al PBI, es mucho menor que el que se realiza en Chile y Brasil, por ejemplo) y
promover las interacciones entre las instituciones públicas de I+D y las
demandas específicas del sector privado, en especial de las PyME, que han tenido
muchas dificultades para adaptarse a las nuevas reglas del juego..
Con
esa idea y como parte de la elaboración del mencionado Plan de Ciencia y
Tecnología, el Instituto de Industria de la Universidad Nacional de General
Sarmiento ha hecho un diagnóstico de la demanda, esto es, de los desafíos
tecnológicos que enfrentan las PyME industriales.
En los diversos
encuentros realizados con PyME se puso de manifiesto que sus demandas apuntan a
lograr información calificada sobre tecnologías de productos y de procesos
incluyendo mecanización, mejoras de calidad y normas técnicas. Asimismo,
requieren asesoramiento especializado sobre optimización del proceso de
producción, productos tecnológicamente más complejos, materiales adecuados,
aseguramiento de calidad, reconversión de la firma y búsqueda de nuevos nichos
de mercados y de productos. Todo esto implica no sólo contar con asesoramiento
destinado a mejorar sus competencias sino también necesidades específicas de
capacitación.
Por otra parte, se puso en evidencia las fallas de
información sobre la oferta de servicios de organismos públicos, universidades,
empresas y otras instituciones. En los casos en que las PyME han recurrido a
estos oferentes, se ha puesto de manifiesto la necesidad de que éste sea más
flexible y adaptado a las peculiaridades de este tipo de empresas. Surgió la
demanda de contar con servicios especializados que no sólo diagnostiquen mejor
los problemas tecnológicos de las PyME sino que ayuden a encontrar posibles
soluciones.
En función de ese diagnóstico e inspirado en algunos de los
programas de los países industrializados y en el Programa Cambio Rural de la
Secretaría de Agricultura, se ha planteado un Programa de Mejoramiento de la
Capacidad Tecnológica de las PyME que se propone facilitar un progresivo
desarrollo de la oferta de servicios tecnológicos para que contribuyan
efectivamente al mejoramiento competitivo de las firmas usuarias y promover una
mayor articulación entre los demandantes de servicios técnicos y los oferentes,
públicos y privados.
Los Consejeros Tecnológicos son el eje del
Programa. El papel del consejero es lograr que la empresa evalúe sus capacidades
técnicas, establezca necesidades y busque las soluciones y alternativas que
considera más útiles. El consejero amplia los elementos para la toma de
decisiones y ayuda a la puesta en marcha del proceso de fortalecimiento de las
capacidades. En este sentido, no es función del consejero suplir estas carencias
sino ayudar a superarlas.
Se han previsto dos tipos de
consejerías:
1) Consejería Tecnológica Institucional
2)
Consejería Tecnológica Individual.
En el primer caso, se establecerá un
esquema de consejería con pasantías de jóvenes graduados en ingeniería y
carreras científicas y tecnológicas afines. Este componente se organiza a través
de instituciones públicas y/o privadas sin fines de lucro (por ejemplo
departamentos de ingeniería de universidades) que ofrezcan a las PyME un apoyo
de consejería por medio de pasantes radicados en cada firma y supervisados por
profesionales experimentados. Cada institución puede organizar uno o más grupos
de consejería.
En el segundo caso, se trata de consejeros individuales
que apoyan y aconsejan a un grupo reducido de empresas en forma personal. A
través de cámaras y entidades empresariales o uniones transitorias de empresas
se conforman conjuntos de una docena de PyME que dispondrán de un consejero
exclusivo a través de un programa de actividades y de necesidades colectivo.
Cada entidad presentará un programa de trabajo al llamado a concurso que hará el
Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR).
El financiamiento del programa de
Consejerías Tecnológicas se hará con fondos de la Ley 23.877 de Promoción y
Fomento de la Innovación Tecnológica que administra el FONTAR, con los aportes
de las empresas usuarias del servicio y con otros fondos que dispongan las
entidades que van a realizar los servicios de consejería.
No hay duda
que el Programa es una buena iniciativa que se encuadra muy bien dentro del
enfoque del SNI y se inspira parcialmente en la mejor práctica internacional de
cómo hacer políticas para PyME.
En lugar de los numerosos programas
existentes en la Argentina que están basados en la oferta de financiamiento o
servicios no financieros a empresas individuales y que generalmente subsidian
las inversiones físicas o el capital de trabajo, en este caso el programa ha
sido motivado por las demandas del sector productivo y apunta a vincular
instituciones públicas tecnológicas y universidades con grupos de empresas y no
con empresas individuales.
El subsidio a las firmas para facilitar el
pago de los servicios de consejería va permitir que las PyME incorporen (en
muchos casos por primera vez) ingenieros a sus planteles de personal y empiecen
a valorizar la importancia de sus servicios profesionales.
Al mismo
tiempo, el esquema provee oportunidades de empleo a jóvenes ingenieros y
facilita el contacto con la realidad del sector productivo desde el inicio de la
carrera profesional. También hace que los profesionales con experiencia se
vinculen mejor con las necesidades específicas del sector productivo, supervisen
las prácticas de los jóvenes graduados y enriquezcan el propio trabajo dentro de
sus instituciones con información de primera mano de lo que ocurre en la
realidad fabril.
El hecho de que los consejeros no vayan ocasionalmente
a las firmas sino que se incorporen en forma sistemática en la vida fabril haría
más fluida la transmisión y desarrollo de conocimientos tácitos y del
aprendizaje haciendo e interactuando. A su vez, una misión central de los
consejeros es facilitar a las empresas el acceso a los servicios de las
instituciones científicas y tecnológicas del sector público y hacer que éstas
tengan mucho más en cuenta las especificidades de las demandas del sector
productivo.
Sin embargo, no pueden soslayarse las dificultades que
puede enfrentar la puesta en marcha de este Programa. Además de la falta de
experiencia en el FONTAR y, en general, en el país en este tipo de instrumentos
de política, las empresas pueden ser renuentes a participar de los mismos por
diversas razones: aversión a trabajar en grupos y en forma cooperativa,
desconfianza hacia la capacidad de los consejeros o de las instituciones de
proveer un buen servicio, dificultades para financiar la parte de los servicios
que no está subsidiada desde el Estado, etc.
Asimismo, las
universidades y otras instituciones pueden no estar suficientemente motivadas
para encarar tareas a las que no están acostumbradas y donde los beneficios
directos no son significativos. A su vez, los conocimientos que tienen los
jóvenes graduados pueden no resultar adecuados para las tareas que se plantean y
las PyME pueden sentirse rápidamente decepcionadas.
Por otra parte, el
Programa en cuestión debería interactuar estrechamente con los numerosos
programas para PyME actualmente vigentes. Este deseo choca con una realidad
difícil de modificar en donde abundan la dispersión de esfuerzos y la falta de
coordinación en esta materia.
Si sobre la marcha se van superando
algunos de estos obstáculos iniciales y el Programa gana experiencia y
credibilidad, sería oportuno tener en cuenta los tipos de problemas que el
trabajo de Katz y Dini plantean que pueden aparecer en mecanismos para PyME
guiados por la demanda.
Las luces y sombras de los programas de
reformas estructurales puestos en marcha en la región en la última década, por
un lado, y, por el otro, las dificultades de los enfoques neoclásicos y lineal
de captar la compleja realidad de la problemática tecnológica y la rápida
difusión que está teniendo el enfoque del SNI entre los hacedores de política
tecnológica están creando un marco propicio para que los problemas que enfrenta
el diseño e implementación de la política tecnológica en economías abiertas
puedan comenzar a superarse en un promisorio pero lento proceso de aprendizaje
colectivo.
Este marco propicio ayuda a explicar que en el Plan Nacional
Plurianual de Ciencia y Tecnología aprobado por el gobierno argentino, uno de
los que más ha avanzado en la aplicación de las reformas estructurales y que más
éxito ha tenido en reducir la inflación y promover el crecimiento económico en
la región, se haga un severo diagnóstico:
"En este proceso, la
capacidad de incorporar conocimientos, equipos e insumos provenientes del
exterior avanzó de una manera más rápida y espontánea que la utilización del
acervo de recursos humanos y técnicos del país. Del mismo modo, se observó un
avance más dinámico por parte de las grandes unidades productivas -y, por ende,
de los sectores y regiones en que se localizan- que en las firmas independientes
o de menor tamaño, con menos posibilidades de financiar sus inversiones" (p. 20)
y se planteen los siguientes conceptos, que resumen buena parte de la discusión
previa:
"La necesidad de una política pública activa en materia de
Ciencia, Tecnología e Innovación basada en la existencia de fallas en los
mercados de bienes, capitales y de información está universalmente aceptada.
Entre otros factores, estas fallas derivan del carácter de bien público que
reviste la investigación básica, de la incertidumbre que caracteriza el proceso
de innovación tecnológica y de las economías de escala y aglomeración que
existen en la producción de los bienes y servicios que incorporan las
innovaciones.
Por otra parte, cuando los conocimientos a los que da
lugar el proceso de innovación no pueden ser totalmente apropiados por los que
los generan, los beneficios sociales son mayores que los privados y dan lugar a
numerosas externalidades. Esto puede motivar que tanto las empresas como los
bancos sean renuentes a asignar los recursos requeridos para desarrollar
esfuerzos endógenos en forma sistemática. Las fallas hacen que haya menor
disponibilidad y flujo de conocimientos que lo deseable para satisfacer las
necesidades productivas y sociales y para alcanzar progresivamente las mejores
prácticas internacionales.
El enfoque sistémico proporciona nuevos
elementos analíticos que comprenden la especificidad de las actividades
innovativas. Además de las fallas en el funcionamiento de los mercados y de las
instituciones públicas o privadas, atiende a la ausencia o debilidad de las
interacciones o retroalimentaciones entre las diversas instituciones, todo lo
cual debilita la posibilidad de aprovechar el potencial de la Ciencia, la
Tecnología y la Innovación para el desarrollo económico, social y cultural del
país.
La configuración de un SISTEMA NACIONAL DE INNOVACIÓN es una
responsabilidad compartida de las instituciones públicas y privadas. El objetivo
común debería ser la detección y corrección de las fallas sistémicas,
proporcionando un marco de largo plazo que garantice el adecuado desarrollo de
los recursos humanos y contribuya al posicionamiento competitivo de la Argentina
en el escenario internacional, reduciendo la brecha que nos separa de los países
industrializados. La intervención del Estado debe jugar un papel catalizador en
materia de Ciencia, Tecnología e Innovación, potenciando la cultura innovativa
tanto en el sector público como privado, promoviendo una concertación de
esfuerzos que asegure una infraestructura adecuada y generando un marco de
incentivos que estimule las interacciones entre los distintos agentes e
instituciones que participan de un SISTEMA NACIONAL DE INNOVACIÓN"(pp. 4 y
5)38.
A pesar de sus virtudes, es importante tener bien presente que el
enfoque del SNI no es ninguna panacea y que la experiencia histórica pone en
evidencia formas muy diversas de conformación y evolución de los SNI en cada
caso específico. Sus debilidades normativas hacen imprescindible que el diseño e
implementación de la política tecnológica se hagan a partir de un buen
diagnóstico de la realidad que se pretende modificar y se tenga en cuenta tanto
la idiosincrasia institucional del país o la región como las lecciones que
surgen de las mejores prácticas internacionales en la materia.
En el
tema que nos ocupa, algunas de las recomendaciones que surgen de la experiencia
de los países de la OCDE en los programas de difusión tecnológica son bastante
aplicables al caso latinoamericano y otras requieren substanciales
modificaciones.
En primer lugar, hay un consenso generalizado que los
programas deberían ser orientados por la demanda y focalizados en función de las
cambiantes necesidades técnicas de los usuarios.
Sin embargo, en esta
nueva concepción no puede obviarse el hecho de que la demanda está constituida
por un universo extremadamente heterogéneo de firmas con distintas trayectorias
evolutivas. De no tenerse en cuenta esta realidad y confiar en mecanismos
automáticos, se corre el peligro de no llegar a beneficiar a las firmas que más
necesitan de este tipo de servicios, como bien lo señalan Dini y
Katz37.
En segundo lugar, los programas deberían ir más allá de la
solución de los problemas técnicos específicos y orientarse a los cambios
tecnológicos, gerenciales y organizacionales requeridos para adoptar el cambio
técnico. Deberían buscar remediar la falta de management y de entrenamiento
adecuado en los operarios que impiden la efectiva adopción de tecnologías y la
adaptación a largo plazo de las firmas. En lugar de sólo brindar asistencia
técnica acotada, se deberían proveer diferentes tipos de servicios para cubrir
las múltiples facetas de una exitosa adquisición de tecnologías.
No hay
duda que esta es la situación a la que se debería llegar en el mediano plazo y
para ello habría que ir capacitando al personal y a las instituciones
respectivas. Teniendo en cuenta el escaso desarrollo de los servicios
tecnológicos en nuestros países, en el corto plazo el brindar una asistencia
técnica acotada pasa a ser una tarea fundamental. En este sentido, la
importancia que se le asigna a la asistencia técnica por parte de consejeros
tecnológicos en los programas chileno y argentino nos parece adecuada y
congruente con la experiencia de algunos países industrializados.
En
tercer lugar, los programas deberían tener estabilidad y tener una perspectiva
de largo plazo. Deberían contar con recursos suficientes para trabajar con un
número significativo de firmas a lo largo del tiempo e incorporar mecanismos de
evaluación incluyendo la retroalimentación de las firmas
usuarias.
Estas son condiciones indispensables para tener éxito en una
tarea compleja y de resultados inciertos. Sin embargo, los programas deberían
estar acotados en el tiempo como ha ocurrido en el caso de Dinamarca y, sobre
todo, ser lo suficientemente flexibles para ir adaptando sus metas en función de
los resultados parciales que se vayan obteniendo y de las evaluaciones que se
vayan realizando.
Finalmente, los programas deberían estar integrados y
coordinados. Aún cuando estén orientados hacia regiones o localidades
específicas, es importante la coordinación a nivel nacional para que vaya
construyendo un SNI.
A los efectos de promover sinergias, evitar
superposiciones y facilitar un servicio integral a las firmas que lo necesitan,
la coordinación efectiva de los programas es uno de los requisitos más obvios en
esta materia aunque, como lo demuestra la práctica cotidiana de nuestros países,
uno de los más difíciles de alcanzar. Justamente ante las dificultades en
coordinar lo que ya existe que, en general, es abundante, hay una tendencia a
crear nuevos programas que, en parte, se superponen con los
existentes.
A su vez, no hay duda que el proceso de aprendizaje
colectivo que está haciendo América Latina en esta materia se vería beneficiado
por estudios similares a los que ha hecho la OCDE sobre las mejores prácticas
que ya están emergiendo en la región, cuya institucionalidad en esta materia es
muy diferente a la europea, norteamericana o asiática.
El diseño e
implementación de los programas de difusión tecnológica en cada país también se
verían muy beneficiados con la ejecución de estudios específicos desde una
perspectiva evolutiva sobre el complejo proceso de "destrucción creadora" que ha
estado atravesando el aparato productivo de la región en la última década y, en
particular, la manera en que las PyME han sobrevivido en forma individual y, tal
vez en algunos casos en forma colectiva, con y más frecuentemente sin ninguna
ayuda estatal.
Finalmente, es importante tener en cuenta que el diseño
y la implementación de la política tecnológica va más allá de los programas de
difusión tecnológica a las PyME. Cómo lograr mayores esfuerzos endógenos y, a su
vez, mayores derrames de las actividades productivas de empresas nacionales y
extranjeras que se están acercando a las mejores prácticas productivas
internacionales, cómo impulsar actividades basadas en conocimientos y cómo
promover interacciones entre las instituciones públicas de I+D y los
requerimientos de los sectores productivos y sociales son algunos de los temas
prioritarios de la agenda en esta problemática vital del desarrollo
latinoamericano.
Trabajo de Tesis
Maestría en Dirección de
Empresas
Facultad de Ciencias Económicas - UNLP
Tema: Competitividad a
partir de los Agrupamientos Industriales. Un Modelo Integrado y Replicable
de Clusters Productivos
Trabajo Científico libre para la obtención
del
grado de Magíster en Dirección de Empresas
Facultad de Ciencias
Económicas
Universidad Nacional de La Plata
Luis Héctor
PEREGO
lperego@netverk.com.ar
Buenos Aires - Argentina
Ingeniero Químico - Universidad Tecnológica
Nacional
MBA - Fac. Ciencias Económicas - Universidad Nacional de La
Plata
Diplomado en Gestión de Salud - Universidad de Chile
Profesor de
Costos y Presupuestos, Economía y Financiación de Empresas y
Gestión
Ingenieríl - Universidad Tecnológica Nacional
Miembro del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas - Argentina
hasta noviembre de 2000
Director
General del Programa de Prevención del Infarto en Argentina -
Universidad
Nacional de La Plata
Director del GECI Estudios Económicos - Universidad
Tecnológica Nacional
Presidente del Grupo Industrial SIAM
S.A.
Consultor de Empresas
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