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El equipo defensivo
agresivo luce una buena forma física: todos en el equipo
pueden jugar a pleno rendimiento durante el partido completo.
La superior forma física no es fruto de la casualidad.
Requiere un programa de preparación física cuidadosamente
planeado y un compromiso, contraído por cada jugador, de
hacerse físicamente apto.
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Tanto el entrenador
como sus jugadores deben ser fuertes en defensa. El entrenador
debe explicar claramente a sus jugadores los méritos de la
defensa que él desea que se juegue, y los jugadores deben
formar una piña como un solo hombre ¡y poseer el orgullo de
defender sus colores para conseguir que la defensa funcione!
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Como individuo,
cada jugador debe ser aplicado, leal e incansable trabajador.
Si alguna vez ha de jugar una defensa de calidad, debe ser un
autentico antagonista que constantemente se esfuerce en
superar al contrario, acosándole, maniobrándolo a su antojo,
venciéndole por astucia y en las triquiñuelas del juego. El
defensor agresivo es como un resorte tirante pronto a
dispararse después de un pase malogrado o de un balón
robado, para interceptar a un hombre desmarcado, detener a un
hábil driblador, o de cualquier manera efectuar, sin faltar
al reglamento, todo lo que esté a su alcance para impedir la
penetración ofensiva. Por añadidura, el defensor completo
sabe explotar los puntos débiles de su oponente.
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