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Hasta entonces todo este conjunto era el más importante empleado por la República en un ataque. Sin embargo, claros y graves problemas elementales limitaban su tremenda capacidad. Se logró la coherencia de unidades hasta convertirlas en batallón y algunas brigadas, pero las superiores aún no eran capaces de maniobrar corporativamente.

La mayor dificultad era la disciplina de las unidades medias y pequeñas, cuyos oficiales poseían una formación escasa basada en las obsoletas enseñanzas hispanas y soviéticas.

Por el contrario, los jefes de batallón al servicio de Franco no eran excesivamente técnicos, pero si imponían una templanza eficaz e intransigente. Los oficiales provisionales, instruidos en las academias militares y aleccionados por instructores alemanes fueron un complemento idóneo para articular las tropas.

La relación entre estos mandos y sus subordinados estaba marcada por la clase social a la que pertenecían a diferencia de los republicanos, donde era más difícil imponer el orden y las jerarquías al establecerse la relación jefe-soldado más política que militarmente.

El general Miaja acometió la batalla con tres cuerpos de ejército. El V Cuerpo formado por las mejores divisiones (Líster, El Campesino y  Walter), retiradas del frente y adiestradas para el ataque. Con ellos colaborarían el XVIII Cuerpo y posteriormente el II Cuerpo agrupadas en Vallecas para una acción secundaria.

El plan consistía en dos acciones coincidentes que cortarían la retaguardia insurrecta al Sur de Madrid. Hacia el Noroeste, los cuerpos V y XVIII fracturarían  el frente y marcharían dirección Sur hasta esperar reunirse con el II Cuerpo, una vez encontradas el oponente estaría encerrado entre ellos y las posiciones leales de la Capital.

El escenario se prestaba a maniobrar, aunque se presentaba duro para los hombres que debían moverse bajo el calor del verano y sobre un terreno seco y polvoriento.

"... cada día que pasaba en la trinchera, pensaba que estaba más cerca de morir.

Aquella tierra seca, aquella tierra árida, aquella bendita tierra me salvó la vida."

Manuel Calvo, excombatiente de Brunete

El 5 de julio los republicanos ocupan sus bases de partida y posiciones artilleras sin ser advertidos por el contrario. A la madrugada del día 6 atraviesan el frente. La división de Enrique Líster, en el centro del ataque principal, se infiltra varios kilómetros hasta tomar Brunete, donde se produce un parón debido a que las guarniciones que defendían Quijorna y Villanueva de la Cañada resisten, a pesar de la exigua dotación que las protege (dos banderas de Falange, unidades menores del Ejército y dos tabores enviados en última instancia), así transcurrió la jornada del 6 de julio.

 

"Un saludo caluroso y de homenaje a los vencedores de Brunete, a los heroicos soldados que manda el camarada Líster, de la escritora alemana Anna Seghers."

J. Braus, delegado holandés.

 

"Venido del país más austral, más lejano del mundo, os digo que allí se conoce vuestro heroismo de la misma manera que conocemos los héroes de la antigua España, altiva y popular. Salud y victoria, vuestra y nuestra  victoria, la única, la del pueblo."

Pablo Neruda, delegado chileno.

 

"Saludo a los héroes del héroe Líster."

Egon Erwin Kisch, delegado checoslovaco.

 El II Cuerpo sale de Vallecas al siguiente día, para rodear la espalda del enemigo en búsqueda de la partida que había atacado Brunete. Los primeros momentos son triunfales, los que van delante cortan la carretera de Toledo... pero más tarde ocurre la tragedia. Los efectivos del II Cuerpo estaban acostumbrados a la guerra de trincheras y fuera de los parapetos se sentían indefensos. Su objetivo era Alcorcón, donde enlazarían con la columna principal atacante, pero al caer la tarde la desmoralización hace mella entre los hombres ante la feroz resistencia de la que hace gala el adversario. Un repliegue de los primeros hombres obliga a que el II Cuerpo se retire a las cotas de donde habían salido al amanecer.

El día 8 se insiste en el empeño, pero ya era tarde, los destacamentos sublevados están preparados para cualquier ataque.

El éxito de la ocupación de Brunete no fue aprovechado. El alto mando republicano, radicado en la finca del  Canto del Pico (Torrelodones) no podía correr el riesgo de que sus jefes del V Cuerpo desparramaran sus unidades por las llanuras y optó por implantar la disciplina. Líster perdió tiempo en torno a Brunete, sin aprovechar el terreno desguarnecido que tenía enfrente, reservando los carros y elementos motorizados. Miaja temía perder el control y ordenó permanecer en Brunete hasta que fueran tomadas Quijorna y Villanueva. Valentín González (flanco derecho) no cumplió la orden de cruzar el río Perales. La situación se tornó confusa, la República logró quebrar el frente, poseía mayor número de aviones y sólo topaban con unidades enemigas aisladas. Franco ordenaba contener la ofensiva hasta el punto de detener la toma de Santander (con lo cual en efecto Brunete consiguió el objetivo de descargar el frente del Norte), y envió una nutrida dotación de aviones así como a las IV y V  Brigadas de Navarra. Los gubernamentales seguían en ventaja, finalmente cayeron Villanueva de la Cañada y posteriormente Quijorna, que se conquistaron con las cuatro armas, gracias a un empleo masivo de artillería apoyada desde el aire y seguido de oleadas de infantería con carros más la caballería. Las unidades franquistas tenían la consigna de resistir a toda costa, pero su ala Este sucumbió, permitiendo avanzar a los republicanos que se convertían en peligrosa amenaza para una zona trascendental. El propio Franco hubo de desplazarse a Sevilla la Nueva (mando del general Barrón) para conocer  de primera mano la situación. Las tres jornadas que siguieron fueron de combates durísimos, el 10 de julio es tomada Villanueva del Pardillo, la réplica la da un tabor marroquí rompiendo el cerco de Villafranca del Castillo. Durante la semana posterior, una incierta sucesión de luchas mermaron a la aviación republicana, que era abatida por las ingentes masas enviadas por los nacionales.

Lamento del soldado

Nosotros que fuimos a una guerra

nosotros que fuimos niños heridos de metralla

nosotros que pasamos mísero hambre

nosotros que anduvimos con los pies ensangrentados

nosotros que vivimos escenas horribles

nosotros que estabamos sucios

nosotros que por cama tuvimos la tierra y el frío

nosotros que fuimos olvidados por la Patria.

 

Juan Antoraz

Yo estuve en Brunete

 

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Este sitio se actualizó por última vez el 29 de noviembre de 2002