Bandera.gif (8581 bytes)  El rincón de Bea Romo  Bandera.gif (8581 bytes)

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Tota San Andres

                                                                                              

                                                                 Una de sirenas y delfines.

           

Cruzando una selva con un verde intenso y caminando sobre flores de múltiples colores, conocí la laguna que estaba al oriente del lugar. Habían sirenas, delfines y miles de especies de peces, con los cuales nadé por varias horas para poder convencerme que la mujeres acuáticas existen y que los delfines hablan.
Con una de las sirenas me encariñé, se llamaba Betty. Si la belleza tenía definición, ella era la más correcta: partiendo por su piel que era un cristal que traslucía toda la bondad que ella poseía. Si el amor existía, su mirada decía mil veces te amo y te quiero empujadas por un corazón que era una rosa que sin amor perdía pétalos día a día. Mientras hablábamos, pensé que todas las mujeres son iguales, pues son un cristal que muestra la bondad y una ternura que lamentablemente sólo algunos la descubren, y todas tienen una rosa como corazón, pero con espinas que asustan y hacen sufrir.
Alejándome del lago, unas comadrejas me preguntan que pasa con la tierra, yo rápidamente les cuento con pena que los humanos se estaban preocupando de ganar dinero y competir para poder aplastar al otro, en vez de amarse sin restricciones entre ellos. Pasaba en todas las esferas, hasta a los estudiantes universitarios les interesa ganar y humillar a sus compañeros, en lugar de obsequiarle un beso de amigo o una caricia.
Caminando por la orilla de la playa, los animales comenzaron a reír y me señalaron el mar. No lo creía, entre ese mar aparecía ella con su cabellera roja y mirándome con sus ojos café. Era un poema. Sus brazos eran alas que la trasladaron a mis brazos y con mi cuerpo se unieron y crearon un solo ser que tenía como sangre el amor y como alimento ósculos y caricias.
Juntos, comenzamos a llorar de alegría, pues este lugar era el que habíamos soñado desde que nos conocimos, deseábamos encontrar un paraje parecido, pero ahora que estamos en el que describimos meticulosamente como nuestro predilecto edén, la alegría rebozaba en nuestros rostros.
Tuve dudas, era ella realmente, no sé, no me interesaba, debe ser que los que me regalaron este viaje sabían que sin ella me faltaba algo. Nunca hubiéramos encontrado un lugar como este en el mundo, sin contaminación en las almas de los habitante y con una libertad, prohibida en la tierra.
Los animales nos dejaron solos y ávidos comenzamos a buscar un lugar donde nuestra alegría y amor se consumaran.. Debieron haber sido las circunstancias, pues nuestros cuerpos copularon de una manera mágica. Cada golpe que nuestras piernas se daban hacían nacer una paloma, los lugares que nos besábamos se transformaban en orquídeas, todas las caricias eran llamas que quemaban más nuestros acalorados cuerpos y nuestros sexos estaban unidos por la savia de la naturaleza que nos cubría. Sentí que el tiempo se detuvo, que nos pertenecía el amor. Luego de amarnos por horas, descubrí que realmente era afortunado, pues descubri que se podia tocar el cielo.......................

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