El rincón de Bea Romo
Una de sirenas y delfines.
Cruzando una selva con un verde intenso y caminando sobre
flores de múltiples colores, conocí la laguna que estaba al oriente del lugar. Habían
sirenas, delfines y miles de especies de peces, con los cuales nadé por varias horas para
poder convencerme que la mujeres acuáticas existen y que los delfines hablan.
Con una de las sirenas me encariñé, se llamaba Betty. Si la belleza tenía definición,
ella era la más correcta: partiendo por su piel que era un cristal que traslucía toda la
bondad que ella poseía. Si el amor existía, su mirada decía mil veces te amo y te
quiero empujadas por un corazón que era una rosa que sin amor perdía pétalos día a
día. Mientras hablábamos, pensé que todas las mujeres son iguales, pues son un cristal
que muestra la bondad y una ternura que lamentablemente sólo algunos la descubren, y
todas tienen una rosa como corazón, pero con espinas que asustan y hacen sufrir.
Alejándome del lago, unas comadrejas me preguntan que pasa con la tierra, yo rápidamente
les cuento con pena que los humanos se estaban preocupando de ganar dinero y competir para
poder aplastar al otro, en vez de amarse sin restricciones entre ellos. Pasaba en todas
las esferas, hasta a los estudiantes universitarios les interesa ganar y humillar a sus
compañeros, en lugar de obsequiarle un beso de amigo o una caricia.
Caminando por la orilla de la playa, los animales comenzaron a reír y me señalaron el
mar. No lo creía, entre ese mar aparecía ella con su cabellera roja y mirándome con sus
ojos café. Era un poema. Sus brazos eran alas que la trasladaron a mis brazos y con mi
cuerpo se unieron y crearon un solo ser que tenía como sangre el amor y como alimento
ósculos y caricias.
Juntos, comenzamos a llorar de alegría, pues este lugar era el que habíamos soñado
desde que nos conocimos, deseábamos encontrar un paraje parecido, pero ahora que estamos
en el que describimos meticulosamente como nuestro predilecto edén, la alegría rebozaba
en nuestros rostros.
Tuve dudas, era ella realmente, no sé, no me interesaba, debe ser que los que me
regalaron este viaje sabían que sin ella me faltaba algo. Nunca hubiéramos encontrado un
lugar como este en el mundo, sin contaminación en las almas de los habitante y con una
libertad, prohibida en la tierra.
Los animales nos dejaron solos y ávidos comenzamos a buscar un lugar donde nuestra
alegría y amor se consumaran.. Debieron haber sido las circunstancias, pues nuestros
cuerpos copularon de una manera mágica. Cada golpe que nuestras piernas se daban hacían
nacer una paloma, los lugares que nos besábamos se transformaban en orquídeas, todas las
caricias eran llamas que quemaban más nuestros acalorados cuerpos y nuestros sexos
estaban unidos por la savia de la naturaleza que nos cubría. Sentí que el tiempo se
detuvo, que nos pertenecía el amor. Luego de amarnos por horas, descubrí que realmente
era afortunado, pues descubri que se podia tocar el cielo.......................