Sección de Historias



Historia: ( Escrita por Catamarán)



LA LUNA ROJA



¿Cuántos hemos visto la Luna roja alguna vez?. El relato de un niño a esta respuesta no fue pues una respuesta técnica o científica, más bien la de un niño pequeño que por primera vez ve una cosa que le resulta extraña y a la vez le causa miedo.

Todos cuando somos pequeños, sentimos miedo cuando descubrimos una cosa extraña que no sabemos a que se debe.., porqué es así.., etc., y típica es la reacción de pensar cualquier cosa, ahora os contaré un relato de lo que pensó un niño cuando vio esto.

Era un día de verano en la ciudad de Salamanca, y la familia de Carlos decidió ir a pasar un fin de semana al pueblo, un pequeño pueblo situado a unos 14 Km. de la capital charra, llamado Pedrosillo el Ralo, ¿curioso nombre verdad?. Carlos, cuando oyó que se estaba planeando la escapada enseguida comenzó a animar a sus padres para que le llevaran.



- Maite, ¿por qué no vamos al pueblo a pasar el fin de semana?
- En fin, Alberto, la verdad es que no me hace mucha gracia ir al pueblo, pero por otro lado con este calor que hace aquí en la capital pues estaría bien.

Cuando nuestro pequeño Carlos, oyó esto enseguida respondió a sus padres.

- ¡Papá, Mamá!, ¡Yo quiero ir al pueblo!.
- Carlos, hijo, tu madre no tiene muchas ganas, no se que haremos…
- ¡Mamá, por favor!
- Bueno hijo, si tu quieres iremos…, además así, nos despejaremos un poco y tomaremos aire fresco del campo.

Al fin el niño convenció a sus padres y fueron al pueblo el Sábado por la mañana en el coche, el día se pasó rápido los niños con sus primos, que también habían decidido ir a la casa del pueblo, jugando, mientras que los padres de Carlos y sus tíos pues también se lo pasaron bien, charlando con los abuelos de sus cosas, de quien ha comprado una casa nueva en el pueblo, de que vecinos son nuevos, en fin cosas de los vecinos de un pueblo pequeño…

Enseguida se hizo de noche, y el grito de , ¡a cenar!, se oyó en el jardín de la casa, que reclamaban la presencia en la cocina de los niños que estaban jugando.

La cena salió perfecta y después de acabar de recoger toda la mesa salieron todos al jardín para tomar el fresco de la noche. Los niños jugando y los padres, como no hablando siempre de sus conversaciones de mayores.



Mientras los mayores seguían con sus cosas, Carlos y sus primos estaban jugando al balón cuando de repente, uno de los primos de Carlos envió el balón hacia el pequeño huerto que tenía la abuela un poquito mas arriba del jardín. El pequeño, fue a recoger el balón, y vio una cosa insólita por primera vez en su pequeña vida. Lo que nunca había visto, la Luna de color rojizo, en el horizonte del cielo de una noche cerrada. Esto al pequeño enseguida le causó un miedo generalizado por todo el cuerpo y con toda la velocidad, recogió el balón, y regreso al jardín al refugio de los primos y de los mayores. Se sintió vulnerable, aterrorizado con miedo. Pero lo peor fue cuando llegó la hora de irse todo el mundo a la cama, el niño no dijo nada, pero ya en la cama cuando toda la casa estaba en silencio recordaba aquella Luna roja con temor, la verdad es que Carlos no pasó una buena noche.

Ya al día siguiente lo primero que hizo por la mañana, fue mirar por la ventana para ver si aquello seguía allí, y la verdad es que sintió un gran alivio al ver que aquella Luna roja no estaba y que lo único que el podía ver era el pueblo de unos kilómetros más allá en el campo y un sol de una mañana radiante y resplandeciente, enseguida se olvidó del tema.



Cuando llegó el momento de regresar a casa en el trayecto del pueblo a casa, le preguntó Carlos a su padre.

- Papá, ¿Por qué la Luna se pone tan roja por la noche?
- ¡Qué dices hijo!
- Sí, papa, ayer la Luna esta muy roja, parecía que estaba muy enfadada.
- Jajajajajajajajaja – Rió el padre y la madre.
- Mira hijo, la luna se pone roja cuando va a salir por el horizonte igual que cuando el sol sale por la mañana en vez de ser amarillo es naranja.

El niño cuando oyó eso de su padre, sintió un gran alivio y desde entonces el niño que esta escribiendo este relato, nunca volvió a pensar que la Luna se había enfadado nunca más con él.




         


Fotografía cedida por Eddy Oscco y Diseño por Catamarán.