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 HAROLD ALVARADO TENORIO (Colombia)

 

SI NUNCA VINIERON

Si nunca vinieron
¿Por qué desesperas?

Tu casa no tuvo puertas
donde golpear
ni zaguanes para pasearse de tarde.

Dime,
¿qué hacemos aquí parados
en esta noche de polvo?

Buses de muerte pasan veloces,
borrachos de camisas sudadas
eructan y eyaculan solitarios.

Sólo los que habitan pueblos de olvido
conocen la cercanía de la muerte,
el hedor de la soledad,
la máscara del tedio.




LUNAS DE AYER

La luna, esta noche, la que nunca ha vuelto
vendrá para nosotros.

Porque hemos mentido, como en las lunas de ayer.
No habrá segunda parte esta vez.

Nuestro amor ha de ser como nunca fue,
un insensato amor, amor de dos
que nada necesitan ni nada desean
más que amarse.

Nuestro amor será así
o no será.




LA POESÍA

¿Qué eres sino la visión de la noche?

Todo lo nocturno te pertenece.

Invitas a los espléndidos banquetes de los sueños
y a las no menos espléndidas vigilias de la realidad.

Viajas con el hombre y la mujer como si fueras
la llama de sus ojos, el bordón de su felicidad
o el humo espeso de los amaneceres.

Para ti, madre del dolor, sólo hay gloria y pesar,
el mediodía no está escrito en tus agendas.

Ninguna otra cosa eres, poesía,
que la más alta sima donde el loco,
los mortales,
los desheredados de la suerte y la fortuna,
encuentran cobijo.

Tú, la detestada, la leprosa, la purulenta,
eres la mejor de las hembras
la mejor madre.
la mejor esposa
la mejor hermana
y la mas larga y gozosa de las noches.




CUANDO LLEGUE

Cuando llegue
con sus alas y sus armas
cuida de cerrar mis ojos
y que mi boca no sea
violada por las moscas.

Pónme en el suelo
mirando hacia la tierra.

Lávame bien
peina mis cabellos
corta mis uñas
y hónrame
con aromáticos ungüentos.




LA PATRIA

No pierdas el tiempo buscando la patria.
El dinero no la requiere y su lengua es usura.

La patria es el habla que heredaste
y las pobres historias que conserva.

Tu abuela, en el zaguán, ciega ya la memoria,
meciendo los años de sufrimiento y desdichas.

Tu madre, entristeciendo de melancolía y pavor,
Limbania, vigilando en prolongados silencios
los rumbos de su hermana,
tu tío, atado a la tierra que habíale regalado,
en plena juventud,
diez memorables sonetos
y Elisa,
sazonando el espíritu del capón,
hirviendo las aguas de aromas,
viéndote crecer como un desconocido.

La patria es también el vasto imperio de tu idioma
y la música de aquellos que la pensaron con amor.

Tu patria son las verbales
y pequeñas batallas de Bolívar,
la culpa, el frío y el hambre de Vallejo,
Neruda y su infinita colección de nombres y cosas,
Los juegos memorables y eternos de tu maestro Borges,
y un laberinto de sangre llamado Macondo.

Tu patria serán los libros que des a la tierra
y la felicidad que depares al lector.

No pierdas el tiempo buscando la patria,
la llevas contigo.

Con ella morirás sin haberla pisado.

La patria son un hombre, una mujer
y la lengua que hablan.




LA AMISTAD

La amistad, entendieron otros,
era una prolongada conversación
sobre el consumo del tiempo
haciendo los días perdurables.

La amistad era goce de las palabras
y un memorioso ajedrez
terminando partidas en placer,
por jugar con los gestos y la voluntad.

La amistad, vieja moneda errabunda,
es ofrecida ahora por ancianos,
enfermos, animales, borrachos y locos.

Nada saben, los hombres, de ella:
la fugitiva de los siglos.




EL TIEMPO PASA EN VANO

No basta la mentira
para saber, con tu rostro
mal diseñado y tus creencias,
que hay peores días por venir.

En este país
se necesita poco
para alcanzar
fama
y fortuna.

Sal bien de mañana
con la máscara aceitada de sonrisas
y mala leche.

Mete la mano donde puedas,
mete también el pie,
guárdate de amar limpio,
debes estar seguro: el tiempo pasa en vano.




M.M.C.

Miro tu rostro.
Imagino que habríamos sido felices
si fuera joven
como tú,
sin un pasado,
sin las convicciones que compramos al tiempo.

Miro tu rostro
y confirmo
que nada tiene ya sentido:
tu hermosura debería ser mi sal de cada día v tu juventud me haría vivir otros veinte años.

Miro tu rostro
y me pregunto:

¿Quién estableció esta rutinaria separación de edades?

¿Quién la fidelidad como hierro inamovible?

¿Quién nos quitó la realidad
y sólo nos dejó el deseo?



A TRAVES DEL VIDRIO

Un río.
Inmensas montañas, nubes paseantes
de vibraciones, el verde, el gris y el azul.
Ciudades, cúpulas, ventanas ancianas de mirar el
paso del hombre.
Ojos de joven, cuerpos de jóvenes sobre las
modernas esteras.
El mar Caribe, el verde fuerte,
cúpulas, miserias, soledades.

En cualquier plaza
dos muchachos se miran
más allá del corazón
los brazos y las ingles
En cualquier cuarto
un cuerpo se une a otro
para permanecer
Se abren los vestidos, se entienden
las señas más pobres
sin saber qué desean
si buscan la carne o la amistad
si la soledad del mundo.
Cuerpos donde la limpieza no importa
ni el agua ni el perfume es necesario.
El cuerpo pide siempre más allá del olfato,
de la pintura del rostro,
los ojos piden más que cualquier mano,
el falo y la vagina saben un lenguaje
más fuerte, más severo, más exigente.

Antepasados
lejanísimos parientes
flotando en balsas de oro
que son un sueño trayendo la desgracia.
Sin saber nada
construyeron el dolor, la derrota, el fuego
quemando los pies.
Formas de pájaros, picos de pájaros, pieles de
pájaros,
rostros de rabia, arrugados, mostrando los
dientes invisibles.
Estelares cabezas cargadas de pepitas de brillo
aretes perforando la respiración, aretes más
pequeños que la oreja herida.
Allí donde estuvieron un muchacho juega con su
perro.
Miran los dos, amo y amado,
una bola de cuero detenida en el aire azul.

O estas, vestidas con la herencia de lana traída
de Rúan,
la hija de la mano, el niño en la cadera y el
viento
meciendo sus cabellos.
Pobrezas, bellos rostros, balcones, balcones,
esquinas de memoria.

Le viste
entrada en la mañana.
El sucio bar, los borrachos hambrientos.
Bastó la frase aquella, no te vayas,
y el cuerpo se entregaba a los placeres.
Ni alma ni moral ni condiciones
nosotros nos sabíamos vistos
conocíamos las caderas el beso agradable
la deliciosa oreja las piernas altas dejando el
sitio libre
Donde un cuerpo se sabe acariciado.

Tierra nuestra
trabajada para nada y para pocos,
ríos y puertos inundados de sol,
miseria de los trajes miseria de los pies,
ríos como puñales hiriendo la tierra.
Sonrientes, pensativos Yaunas pacientes,
laboriosos,
levantando sus casas tejiendo sus miserias con
fibras vegetales
orquídeas, dátil rojo, hojas de la victoria que
sólo veis vosotros
monos nocturnos, osos hormigueros, garzones,
tigres, boas,
tortugas pensativas, chigüiros -semejantes del
mundo de los dientes-
Tierra que nada deja
y sin embargo el sexo.

En un principio innecesario hablas de ti.
vena de la lengua que no para
miseria del ombligo que no cesa el ritmo de la
vida,
corazón, bellota del seso,
hablas de ti,
ya que no eres.




CAFE BLANCHE

Creyendo que la mejor cura contra la melancolía
eran esas superficies radiantes y abiertas
fuiste hasta las memorables ruinas
y viste la estatua de basalto
que del cuerpo de Antonio hicieron.
Grecia era el testimonio, bajo esa copiosa
y virulenta luz, de cómo solo lo externo
tiene propia existencia.
Ética y belleza
eran una y lo mismo.
Tallar el cuerpo era
tallar también el alma.
Curar el odio a si mismo
era curar la soledad.

De vuelta a casa, liberado ya del pasado,
con aquellas camisas de colores chillones,
tus negros pantalones de tres prenses,
tus zapatos puntiagudos y habaneros,
el desnudo pecho mostrando la cadena
de oro macizo y los cinco medallones
entrabas al Blanche y pasabas las noches
bebiendo cubatas y quemando porros.

Todas y todos eran tuyos.
Te enamorabas, sin duda.
Amabas tanto los ritos de la carne,
su lenguaje y sus palabras
que incluso ahora, cuando escribes,
no sientes, tampoco, interés alguno
por el "acto final".




PROVERBIOS

No hables.

Mira cómo las cosas a tu alrededor se pudren.

Confía sólo en los niños y los animales
y de los ancianos aprende el miedo de haber vivido demasiado.

A tus contemporáneos pregunta sólo cosas prácticas
y comparte con ellos tus fracasos, tus enfermedades,
tus angustias, pero nunca tus éxitos.

De tus hermanos ama el que está lejos
y teme al que vive cerca.

A tus padres nunca preguntes por su pasado
ni trates de aclarar con ellos tu niñez y juventud.

Con tu patrón no hables, escríbele y nunca le cuentes
tus planes futuros y miéntele respecto a tu pasado.

Ama a tu mujer hasta donde ella lo permita
y si llegas a tener hijos, piensa que,
como en los juegos de azar,
podrás ganar o perder.

El destino no existe.

Eres tú tu destino.

Y si llegas a la vejez
da gracias al cielo por haber vivido largo tiempo,
pero implora con resignación por tu pronta muerte.

Los que no tenemos dinero ni poder
valemos menos que un caballo,
un perro,
un pájaro o una luna llena.

Los que no tenemos dinero ni poder
siempre hemos callado para poder vivir largos años.

Los que no tenemos dinero ni poder
llegados a los cuarenta
debemos vivir en silencio
en absoluta soledad.

Así lo entendieron los antiguos,
así lo certifica el presente.

Quien no pudo cambiar su país
antes de cumplir la cuarta década,
está condenado a pagar su cobardía por el resto
de sus días.

Los héroes siempre murieron jóvenes.
No te cuentes, entre ellos,
y termina tus días
haciendo el cínico papel de un hombre sabio.




LA CIUDAD

Mientras limpio las patatas
la buena de Sichuan
¾torpe como nunca¾
va colocando los platillos de arroz, nueces,
salsa picante, hojaldre, bróculi,
para que almuerce, todavía,
por tres pesos con cuarenta centavos, plus taxes.

Voy con un taxista que masca un inglés de las islas
y nada sabe de este mundo
excepto que mañana tendrá
que trabajar de nuevo,
que trabajar de noche,
que trabajar de día
y así hasta el fin.

O puede ser Regas quien venga
cuando traduce a Vallejo en medio del largo invierno
y los clientes se sacan el abrigo y lo cuelgan
y saludan y piden un suvlaki, un litro de Retsina,
unos pastelitos de almendras y saludan y conversan
con un profesor de arameo y la vieja Rae Dalven
o el cantor del bolo alimenticio,
nuestro peruano Carlos Germán Belli,
sonriente y calvo en su camisa de tortuga.

Mi sucio barrio se transforma
en el costado sur del Central Park, en alto verano,
con sus pirámides a los Padres de la Patria, que miran,
cada solsticio, la húmeda soledad de estas calles,
su olor a goma ardiente,
y los caballos, galeotes del coche,
meten la cabeza entre las zanahorias
aliviando la sed del tiempo.

New York de la miseria y la opulencia,
con tus desfiles de blancos que se quejan,
de negros que se quejan,
de amarillos que se quejan,
de nuestros hermanos que sangran
por los treinta pesos diarios
y las ilusiones rotas
y el alma quebrada en mil pedazos.

Vestida de blanco
espera a la salida del metro, sin bragas, como siempre.
El hediondo motel con su porno rayado
les vería consumir las cinco tandas de carne y agua
con que saciaban la muerta vida.
Y no volvería a verla
ni a saber de su madre enferma
y su marido que la golpeaba antes de hacer el amor,
ni a saborear sus nalgas cubiertas de un vello dorado
y el perfume de su sexo
más parecido a max factor
que a un coño importado del trópico.

Abres la puerta
y la calle San Marcos
se puebla de muchachos de pelo ensortijado
que buscan un abrigo viejo
para estar a la moda
y compran chucherías de segunda
para estar a la moda
y se cortan el pelo a lo podrido
para estar a la moda
y consumen todo lo consumible
para estar a la moda
y bailan como potros de trote
para estar a la moda
y muerden imperdibles a sus mejillas
para estar a la moda
comiendo entre cucarachas
yogur y arroz violeta y pollo tiznado de achiote
y carne de cordero de verde podredumbre
que ofrece un hindú
con la sonrisa hueca y fétida.

New York

De la comida barata
y la barata cerveza
y la vida barata.




ARTE Y FICCIÓN

Como en el arte,
hizo de su vida una ficción.

Y lo que más amó, el placer,
lo obtuvo en sueños.

No había realidad
y si la hubo
resultó también quimera.

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