Los días de la inocencia
A mi querido amigo, el
poeta Francisco Bendezú.
En el sesentidós éramos pocos en Chincha
La moral era clara
Nos conocíamos todos por nombres y apellidos
Por signos Por orígenes
/algunos viejos rechazaban la costumbre de vivir y otros...
iban lento por las horas
con sus libros cabalgando en los bolsillos
Con retazos de sol entre las manos
Bajo un pálido cielo
Mudándose al silencio
Se andaba sin temor a la extinción
entre plazuelas quietas con palmeras bordadas
Entre la luz polvosa
Sabiendo a las almohadas inocentes
El cuerpo cultivado en buena tierra
La sangre fresca
En el sesentidós hubo un verano largo y
muchas tardes lentas
Las sonrisas se cosieron a las sombras
y el alma
se nutría a sol y caña dulce
Recostados en murallas de adobe éramos
retozando tibios entre milagros perezosos
Con el metabolismo lento
Dibujando pisadas con zapatos de charol
los trajes blancos y sombreros con gracia los domingos
Creyendo saber mucho del diluvio universal
De la uva negra
De los gallos haciéndonos nacer muy pronto
Del rumor del sol en la floresta
De las sábanas de hilo
Del mantel manchado en Navidad con vino tinto
En el sesentidós dormíamos temprano
(salvo en la Nochebuena y para la procesión del Señor de los
Milagros)
Los insomnios venían extranjeros
con las tierras de Arabia y lepra en technicolor
filisteos Sansón entre pantanos
y ese león de la Metro rugiendo
en écranes gastados
En aquel tiempo...
todos pensábamos que el Papa era un santo
Kennedy un ángel de los cielos
y rojo muy rojo todo el diablo
No nos hería el tiempo o los inviernos
Mariposas amarillas cubrían firmamentos
y en noches de luna llena
Venían de visita los ancestros
En el sesentidós tuvimos dos eclipses
Un sol furioso al mediodia tres semanas
Y cincuentaycuatro tías montadas en tacones
cansando letanías y a quienes saludar por la mañana
Aquel año sentí temor de Dios Vergüenza de mentir
Y fueron mis pezones más rosados
Me corrí del azufre como aroma del maligno
y escuché dos maldiciones al vicario mayor por debajo de la luna
que se tornó amarilla de repente y...
En el sesentidós estaba todo en orden
Mi cuello
Mi casa
Mi columna vertebral y mi esperanza
Era tiempo de caricias
De cuentos de Calleja
De nueva historia universal
Éramos la gente de ese pueblo junto al mar
que leía el periódico muy tarde en las mañanas
Éramos con la risa quebrando los temores
Alejadas las lágrimas Jugando mundo en la vereda
con cáscaras de plátano resecas
aliento a mantequilla y mermelada de ciruelas
hecha en casa
En el sesentidós era feliz
¡Qué duda cabe!
Tenía apenas nueve años
Alejada la malicia de vivir
Sin soledades y mil sueños correteando por mi aldea consagrada
Fue un buen año aquel sesentidós!
Muy buen año!
De veras
De Poemas Urbanos , Carpe Diem Editora,Lima, 1998.