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DANIELA PICCIONE. (Argentina)
danielap@netcoop.com.ar
No estar enamorado...
No estar enamorado
es prenderle velas a ningún santo
hacer de momia en esta vida
buscar el punto de luz apagada
dejar que enarbolen los otros sus banderas
y mirar pasar los barcos sin gaviotas.
No estar enamorado, querido
es empezar a pegar la vuelta
encontrar en las flores solamente coronas
en los libros las flores secas
en la memoria un cartel en venta.
No estar enamorado, mi amor
es mojarse en esta lluvia de mayos
para solamente comprar el diario
no tener el café en la lumbre
el tabaco apagado , la piedra de los templos.
No estar enamorado, Andrés
es matar a todos tus niños a puñetazos
y cuando todos muertos en la calle te amenacen
levantarlos uno a uno sin mirarlos.
Tengo el mundo temblándome en la espalda
Tengo el mundo temblándome en la espalda
-los polos corcovean el centro del amor-
uso escudos para defenderme de unos peces
que de colores y escurridizos en mi centro
sin detalles de amarilis me hacen combustión.
¿Que te bailan hoy las hijas de Degas
cuando transpiran tus manos en su pubis?
Tengo violento al animal que me camina
-zumos de limón rebosan tus caderas-
la lámpara se apaga en largos tramos
filtran luces por el pico de sus pájaros
y yo edifico con arena de playas los castillos.
¿Qué dirá la boca de tu tormenta veraniega
cuando amanezca la vida sin decirme amor?
Los viernes.
Los viernes huelen a hembras en celo
suenan a machos masticando sus caderas
a plástico a perfume a textos de Poe
pegan con el puño la cresta de la luna
ensayan obras censuradas por papeles
la velocidad de los vehículos aran el aire.
Los viernes son cuatro estaciones preventivas
otoño en la música rítmica del puerto
verano de la piel con tanto infierno
primavera en la solapa de tus rosas
y el invierno calando heleros
cuando la túnica del alba desata lo prohibido.
Consumir preferentemente antes del otoño
Atrapar con el filo de los ojos
al zorzal que te vela la palabra
entrar en el boulevard y quedarse
a mirar la vida suspendida
en un crepúsculo de Klimt.
Empezar a despeinarse
entre la hierba con cuidado
-tratando de que el mundo se descuide-
sostener entre las piernas
figuras geométricas
triángulos isósceles , círculos quemantes
paralelogramos, estalactitas
derretir la polea que baja el sol.
Y cuando todo sea una eléctrica caricia
y cuando el beso penda de farolas
y cuando recordemos los espasmos pretéritos
y cuando la amnesia nos triture
transpirar la brisa de dos alientos
resumidos en un beso a toda pluma.
Después, después los hechos son superfluos.
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