ðHwww.oocities.org/es/beatriz_luna/seg2004.htmwww.oocities.org/es/beatriz_luna/seg2004.htm.delayedxjÕJÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÈÐ ‘ñOKtext/htmlp!¸ñÿÿÿÿb‰.HSun, 11 Mar 2007 06:51:13 GMTwMozilla/4.5 (compatible; HTTrack 3.0x; Windows 98)en, *jÕJñ "Poema para hoy" marzo/abril de 2004

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CADA DÍA...



Leer aquí: "El Poema para hoy" del segundo bimestre de 2004




Abril 29 de 2004


DIA DE LLUVIA

           Claribel Alegría

Nunca más esta lluvia
ni esa mancha de luz
en el peñasco
ni el borde
de esa nube
ni tu inmóvil sonrisa
fugitiva.
Nunca más este instante
que ya me dice adiós
desde tus ojos.


Abril 28 de 2004


AMOR MÍO

           Pablo Neruda

Amor mío, al cerrar esta puerta nocturna
te pido amor, un viaje por oscuro recinto:
cierra tus sueños, entra con tu cielo en mis ojos,
extiéndete en mi sangre como un ancho río.

Adiós, adiós, cruel claridad que fue cayendo
en el saco de cada día del pasado,
adiós a cada saco de reloj o naranja,

salud oh sombra, intermitente compañera!
En esta nave o agua, o muerte o nueva vida,
una vez más unidos, dormidos, resurrectos,
somos el matrimonio de la noche en la sangre.

No sé quién vive o muere, quién reposa o despierta,
pero es tu corazón el que reparte
en mi pecho los dones de la aurora.


Abril 27 de 2004


CAMPO DE BATALLA

           Rafael Alberti

Nace en las ingles un calor callado,
como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.

Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojada.

Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, venero y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.

La vida hiende en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla.


Abril 26 de 2004


CONSEJOS DE AFRODITA

           Flor Alba Uribe

A la hora del amor llega desnudo,
desnudo y puro,
como quien vive su muerte y resucita.
BESA
hasta que sean de piedra tus labios
y tu lengua.
ACARICIA
hasta que palidezcan los tigres camorreros.
ENTRÉGATE
con la avidez del sediento en la taberna,
con fervor, con pavor,
no retrocedas.

Y en la batalla de labios y de huesos,
en la apretada urdimbre de dos cuerpos
baja cantando, como un minero iluminado,
para cavar muy hondo entre dos muslos.


Abril 25 de 2004


Edén de los edenes

           Miguel Rash-Isla

En la grata penumbra de la alcoba
todo, indecisamente sumergido
y ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;

tembló mi carne enfebrecida y loba,
y arrobeme a su cuerpo repulido
como un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;

besé con beso deleitoso y sabio
su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración, mi labio

bajo al umbroso edén de los edenes
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes....


Abril 24 de 2004


Ritual secreto

           Orietta Lozano

Amante mío, estoy desnuda, más fresca que el agua azul
para tu noche de amor.
Cada extremo de mi boca,
cada esquina de mis miembros
se apresuran como ágiles peces
hacia tus tibias aguas.
Amante mío, yo deseo la mordedura de tus dientes
y me encamino temblorosa hacia cada uno de tus dedos,
me detengo a mirar tu cuerpo a través de oscura cerradura
e incontenible deseo se posa en mis húmedos senos.
Por ti se escapa la sequedad de mi boca,
mi mirada de brújula perdida en tus rincones,
floto voluptuosa en tus profundas aguas
y me abro como flor nocturna a tu plácida noche.
Mi cuerpo, fiesta fértil y lasciva.
Paséeme solitaria, desnuda ante tu noche,
siémbrame semillas olorosas a sal.
Mírame desnuda
con la hermosa sospecha
que mi vientre será fértil a tu salada lluvia.
Mi caverna, tibia y silenciosa, guarida perfecta
de tu solitario cuerpo,
Mi boca es suave entre tus dientes,
mi lengua, pájaro que anida en tu boca.
Por mi carne fluye sudor de hierro
y me prendo
como alga marina a tu confuso mar.
Soy la obra inconclusa
con infinitas posibilidades para un final.
Me entrego fácil a tus brazos,
con el misterioso encanto de un ritual.


Abril 23 de 2004


Espejo negro

           José Luis Panero

Dos cuerpos que se acercan y crecen
y penetran en la noche de su piel y su sexo,
dos oscuridades enlazadas
que inventan en la sombra su origen y sus dioses,
que dan nombre, rostro a la soledad,
desafían a la muerte porque se saben muertos,
derrotan a la vida porque son su presencia.
Frente a la vida sí, frente a la muerte,
dos cuerpos imponen realidad a los gestos,
brazos, muslos, húmeda tierra,
viento de llamas, estanque de cenizas.

Frente a la vida sí, frente a la muerte,
dos cuerpos han conjurado tercamente al tiempo,
construyen la eternidad que se les niega,
sueñan para siempre el sueño que les sueña.
Su noche se repite en un espejo negro.


Abril 22 de 2004


Entre tus brazos

           Idea Vilariño

Entre tus brazos
entre mis brazos
entre las blandas sábanas
entre la noche
tiernos
solos
feroces
entre la sombra
entre las horas
entre
un antes y un después.


Abril 21 de 2004


Elección del amante

           María Granata

Cada día te elijo,
y ésta es mi libertad total y fuerte.
Mi abrazo cumple su elección y fluye
en tu piel que se teje con la mía.
Cada día te veo entre los hombres:
Te descubro y prefiero,
hechura de violenta dulcedumbre,
amor abierto sobre los amores.
Se despuebla la tierra si te pierdo;
páramo hundido tórnanse los rostros
si no arde el tuyo,
y toda soledad vuelve a agitarse.
Te elijo cada día
dentro de la multitud, temblor amante.
En diluvio de brazos y de pechos
huyo talando levantadas voces,
y llego a tu contorno y a tu fábula.
Sin ti se desvanece
la semejanza humana.
Amante, amante, aguárdame, perdura.
Te elijo siempre a ti.
Y esta es mi libertad ya descarnada.


Abril 19 de 2004


Poema

           Julio Cortázar

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes
de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza
de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo las lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese
pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.


Abril 18 de 2004


Defensa de Madrid

            Rafael Alberti

Madrid, corazón de España,
late con pulsos de fiebre.
Si ayer la sangre le hervía,
hoy con más calor le hierve.
Ya nunca podrá dormirse,
porque si Madrid se duerme
querrá despertarse un día
y el alba no vendrá a verle.
No olvides, Madrid, la guerra;
jamás olvides que enfrente
los ojos del enemigo
te echan miradas de muerte.
Rondan por tu cielo halcones
que precipitarse quieren
sobre tus rojos tejados,
tus calles, tu brava gente.
Madrid: que nunca se diga,
nunca se publique o piense
que en el corazón de España
la sangre se volvió nieve.
Fuentes de valor y hombría
las guardas tú donde siempre.
Atroces ríos de asombro
han de correr de esas fuentes.
Que cada barrio a su hora,
si esa mal hora viniere
-hora que no vendrá-, sea
más que la plaza más fuerte.
Los hombres, como castillos;
igual que almenas, sus frentes,
grandes murallas sus brazos,
puertas que nadie penetre.
Quien al corazón de España
quiera asomarse, que llegue.
¡Pronto! Madrid está cerca.
Madrid sabe defenderse
con uñas, con pies, con codos,
con empujones, con dientes,
panza arriba, arisco, recto,
duro, al pie del agua verde
del Tajo, en Navalperal,
en Sigüenza, en donde suenen
balas y balas que busquen
helar su sangre caliente.
Madrid, corazón de España,
que es de tierra, dentro tiene,
si se le escarba, un gran hoyo,
profundo, grande, imponente,
como un barranco que aguarda...
Sólo en él cabe la muerte.


Abril 17 de 2004


Si el hombre pudiera decir

            Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


Abril 16 de 2004


Ciencia del amor

            Dámaso Alonso

No sé. Sólo me llega, en el venero
de tus ojos, la lóbrega noticia
de Dios: sólo en tus labios, la caricia
de un mundo en mies, de un celestial granero.

¿Eres limpio cristal, o ventisquero
destructor? No, no sé... De esta delicia,
yo solo sé su cósmica avaricia,
el sideral latir con que te quiero.

Yo no sé si eres muerte o si eres vida,
si toco rosa en ti, si toco estrella,
si llamo a Dios o a ti cuando te llamo.

Junco en el agua o sorda piedra herida,
sólo sé que la tarde es ancha y bella,
sólo sé que soy hombre y que te amo.


Abril 15 de 2004


Se querían

            Vicente Alexaindre

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.


Abril 14 de 2004


Soneto XLVIII

            Pablo Neruda

Dos amantes dichosos hacen un solo pan,
una sola gota de luna en la hierba,
dejan andando dos sombras que se reúnen,
dejan un solo sol vacío en una cama.

De todas las verdades escogieron el día:
no se ataron con hilos sino con un aroma,
y no despedazaron la paz ni las palabras.
La dicha es una torre transparente.

El aire, el vino van con los dos amantes,
la noche les regala sus pétalos dichosos,
tienen derecho a todos los claveles.

Dos amantes dichosos no tienen fin ni muerte,
nacen y mueren muchas veces mientras viven,
tienen la eternidad de la naturaleza.


Abril 13 de 2004


Oración

            Cristina Peri Rossi

Líbranos, Señor,
de encontrarnos
años después,
con nuestros grandes amores.


Abril 12 de 2004


Idilio muerto

            César Vallejo

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!"
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.


Abril 11 de 2004


qué lindos tus ojos...

            Juan Gelman

qué lindos tus ojos
y más la mirada de tus ojos
y más el aire de tus ojos cuando miran lejos
en el aire estuve buscando:

la lámpara de tu sangre
sangre de tu sombra
tu sombra
sobre mi corazón


Abril 9 de 2004


Cuatro Rubaiyyat de Cambridge...

            Iván Tubau

Queremos alcanzar el alma de la piel.
Queremos empaparnos de gozo y de sudor.
Mañana Dios dirá, si hay Dios y si se digna
decir alguna cosa. Bésame el corazón.



A Mercè

Nos teñiremos pelos, almas y corazones.
Juraremos amor eterno si es preciso
para ser algo más felices un instante.
Ni la mejor mentira, amor, es la verdad.



Une orange sur la table
ta robe sur le tapis
et toi dans mon lit
Jacques Prévert

Son un placer muy dulce los dieciocho años.
Juntos lo celebramos, amor, esta mañana.
Cuando llegue la noche, si Dios y Prévert quieren,
me dejarás probar tus nuevos diecinueve.



En Sinera de Munt

Cuando yo no esté más aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor de madreselva
ni el perfume tenaz de entrepierna mojada
ni el aroma del vino ni el azul de la mar.


Abril 8 de 2004


La luz corre desnuda por el río

           Miguel Ángel Asturias

La luz corre desnuda por el río
huyendo sin cesar en lo movible
de la profundidad, del hondo frío
en que empieza la sombra y lo invisible.

La conoció al nacer, era rocío,
no este vano correr tras lo imposible,
imagen del humano desafío
a la divinidad. Sueño apacible

que endulza los saleros de los ojos,
mesa frugal y paz es lo que anhela
navegante, soldado y rey de antojos;

pero ¡ay! del ¡ay! del alma, no se alcanza
a volver con los remos y la vela
al puerto en que dejamos la esperanza.


Abril 7 de 2004


Vergüenza

           Gabriela Mistral

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje el río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río,
la que besaste llevará hermosura!


Abril 6 de 2004


El sur

            Jorge Luis Borges

Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de
la sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán,la humedad
-esas cosas acaso, son el poema.


Abril 5 de 2004


El arroyo

            Delmira Agustini

Te acuerdas?... El arroyo fue la serpiente buena...
Fluía triste y triste como un llanto de ciego,
Cuando en las piedras grises donde arraiga la pena,
Como un inmenso lirio, se levantó tu ruego.

Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
Despertó en la caricia de la corriente, y luego
Sintió como la tarde, con manos de agarena,
Prendía sobre él una rosa de fuego.

Y mientras la serpiente del arroyo blandía
El veneno divino de la melancolía,
Tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,

La coroné de un beso fatal; en la corriente
Vi pasar un cadáver de fuego... Y locamente
Me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza


Abril 4 de 2004


Yo no soy...

            David Escobar Galindo

Yo no soy Pedro,
Juan,
ni Segismundo.

Yo no soy pura sangre,
ni mestizo,
ni natural del valle o de la estepa.

Mi pensamiento es un pequeño mundo.
Un mundo de orfandad de pura cepa.

Vine de no sé dónde,
un día en que unas manos
se estrecharon a medias.

Y tú —poesía, viento—
ni lo haces más atroz,
ni lo remedias.

Yo no soy Gran Collar,
ni estoy triste,
ni creo en la derrota.

Admiro el rostro inmenso del océano,
pero prefiero el brillo
de una gota.

Me gusta la verdad de los que esperan,
y el amor
hecho vida.

Y creo en el retorno de los tiempos,
en otra dimensión
desconocida.

Recuerdo vagamente algunos signos,
algún destello de mitología,
alguna forma gris de echar la suerte.

Y no le tengo miedo a lo que venga:
ni al ojo solapado de la vida,
ni al párpado sincero de la muerte.

Yo no soy la bandera,
ni el perdón,
ni el cayado.

No soy el que descubre,
ni el que salva
o reclama ser salvado.

Yo no soy Pedro,
Juan,
ni Segismundo.

Yo soy un soplo de aire.
Un sonido que pasa.
El sonido fugaz de un milagro profundo.

Pues soy más que la carne misteriosa
en que alguien —una vez—
me trajo al mundo.


Abril 3 de 2004


Anoche, cuando dormía

            Antonio Machado

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón,
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanda cera y dulce miel.

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche, cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.


Abril 2 de 2004


La tarde

            Juana de Ibarbourou

He bebido del chorro cándido de la fuente.
Traigo los labios frescos y la cara mojada.
Mi boca hoy tiene toda la estupenda dulzura
de una rosa jugosa, nueva y recién cortada.

El cielo ostenta una limpidez de diamante.
Estoy ebria de tarde, de viento y primavera.
¿No sientes en mis trenzas olor a trigo ondeante?
¿No me hallas hoy flexible como una enredadera?

Elástica, de gozo como un gamo he corrido
por todos los ceñudos senderos de la sierra.
Y el galgo cazador que me guía, rendido,
se ha acostado a mis pies, largo a largo en la tierra.

¡Ah, qué inmensa fatiga me derriba a la grama
y abate en tus rodillas mi cabeza morena,
mientras que de una iglesia campesina y lejana
nos llega un lento y grave llamado de novena!


Abril 1 de 2004


Lluvia íntima

            Julia de Burgos

Las calles de mi alma andan desarropadas.
La emoción va desnuda tras la sombra acostada del anhelo.
Hay vientos azotando cercano a mi conciencia.

El cielo de mi mente amenaza estallar,
para soltar el hondo dolor amontonado en noches inocentes
sobre el otro dolor de ser ola sin playa donde reposar lágrimas.

Mi dolor va vendado de llanto entre mis ojos
busca mares de espíritu donde navegar íntimos motivos de tragedia,

quiere crecer, crecer,
hasta doblarme el grito,
y derrumbarme en ecos por la tierra.


Marzo 31 de 2004


VIVIR

            Angel Ganivet

Lleva el placer al dolor
y el dolor lleva al placer;
¡vivir no es más que correr
eternamente alrededor
de la esfinge del amor!

Esfinge de forma rara
que no deja ver la cara...;
más yo la he visto en secreto,
y es la esfinge un esqueleto
y el amor en muerte para.


Marzo 30 de 2004


Modelando para Egon Schiele

            Zoé Valdés

Egon vestido me toca las rodillas
anuncia que me va a pintar
para él estoy latentemente flaca
rasguña con el pincel mis poros y dicta los castigos
ni siquiera sabe que morirá a los veintiocho años
Egon clavetea la lengua del discurso
huye con ojos afiebrados de las últimas leyes
no entiende mi carne se mira las manos y sonríe
luego prepara los colores con cinismo
y vanidad de quien no sabe nada
separa mis rodillas
anuncia que va a destruirme
Egon se desnuda y dice que todo artista tiene miedo
y con el pincel recorta mis pedazos
para él la luz no es necesaria sobre el vello de mis piernas
Egon se acerca y promete un cuerpo magullado
sentado descomponiendo lo imposible
con una tos más cómica que grave
Egon imprudente no baja las persianas
en mi ombligo la tinta no se transforma
como gota de mediodía
y grito que me están evaporando
Egon desnudo toca mis rodillas
para sugerir
que me está inmortalizando
y que esto es menos doloroso que un tatuaje en el pezón
yo sé que algún día seremos obras de arte
y Egon estará expuesto con el sexo moteado de rosado
Egon mueve los músculos de las nalgas
al ritmo de sus pinceladas
y se decapita con una cuchilla de afeitar
Él no sabe que mi cuerpo es banalmente blanco
Egon por eso lo decoras con la yema del dedo
Egon es ligero y chupa del narguile las burbujas de mi susto
acaricia mis rodillas
ya estamos terminando con el infernal ruido de mis tripas
¿y si quemáramos los cuadros?
Egon humillado brinda queso y un campari con limón
dice que estoy perfecta con mi hambre y mi sed
que parezco una niña de Balthus
¿y cómo Egon pudo saberlo si él iba a morirse antes?
No es bueno pensar en los muertos con frecuencia
porque después sus voces salen angustiadas por la radio
Egon se ha vestido
amoretea mi piel con sus dientes
y anuncia que me va a borrar.


Marzo 29 de 2004


Gratia plena

            Amado Nervo

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía;
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
al influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar,
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

!Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
Era llena de gracia, como el Avemaría,
!y a la fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!


Marzo 28 de 2004


Poema del Olvido

           José Angel Buesa

Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.

Los últimos ensueños y las primeras canas
entristecen de sombra todas las cosas bellas;
y hoy tu vida y mi vida son como las estrellas,
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...

Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita,
nos da una sed más honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar...

Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,
con el hábito sordo de un viejo marinero
que aún siente, en tierra firme, la ondulación del mar.


Marzo 27 de 2004


Soneto XXV

           Pablo Neruda

Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.

Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.

Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,

todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.


Marzo 26 de 2004


Ausencia

           Gabriela Mistral

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos, que se devanaban,
en lanzaderas, delante tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche,
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!


Marzo 25 de 2004


Ah, que tú escapes

           José Lezama Lima

Ah, que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no querías creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.

Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.

Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.


Marzo 24 de 2004


La niña de Guatemala

           José Martí

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda.

...Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores.

...Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador:
él volvió con su mujer:
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente: ¡la frente
que más he amado en mi vida!

...Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor:
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
¡nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor!


Marzo 23 de 2004


Foto

           Juan Gelman

En la fotografía que tus ojos vuelven dulce
hay tu rostro de perfil, tu boca, tus cabellos,
pero cuando vibrábamos de amor
bajo el oleaje de la noche y el clamor de la ciudad
tu rostro es una tierra siempre desconocida
y esta fotografía el olvido, otra cosa.


Marzo 22 de 2004


Donde habite el olvido

           Luis Cernuda

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


Marzo 21 de 2004


Palabras de La Nueva Mujer


           Claudia Lars

Como abeja obstinada
exploro inefables reinos
que desconoces
y al entrar en la memoria de tu corazón
señalo parajes virginales.

¡Aquí la eternidad
modificando nuestro minuto!
No puedo ser abismo:
con la luz se hacen viñedos
y retamas.

Pertenezco a la desnudez
de mi lenguaje
y he quemado silencios y mentiras
sabiendo que transformo
la historia de las madres.

Mujer.
Sólo mujer.
¿Entiendes?
Ni pajarilla del necesario albergue,
ni alimento para deseosos animales,
ni bosque de campánulas donde el cielo se olvida
ni una hechicera con sus pequeños monstruos.

¡Oh poderes del hombre
alzando mutaciones
de frágiles rostros!
¡Oh esplendor oculto en mi santuario
ya bajo la excelencia
de íntimos ángeles!
¿Logra mi amor decirte
que busco un amante
con frente inmortal?



Marzo 20 de 2004


1998


           Antonella Anedda

Ahora hay sólo lluvia bendiciendo la calle
y en el agua que tiembla casi una luz redimida que seguir.
Será una pequeña distancia hasta el fulgor.
Del horno donde crece la comida
Hasta las nubes oscuras,
todo apenas distinto de la vida de siempre:
una diferencia en el gesto que pone los platos para la noche
una luz en la grieta de la pared
entreabierta hacia tierras de paz.
Fuego de cedro por los bordes del campo.
Así veremos los rostros de los ausentes
Las iniciales de los nombres que arrasan los lapilli.
Ningún dolor sino el movimiento de las manos
Alejando el humo.
Y noche entre la noche, una rendija.

N. del T.: lapilli, parte de la materia piroclástica que constituye una erupción.


Marzo 19 de 2004


Se equivocó la paloma


           Rafael Alberti

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)


Marzo 18 de 2004


Cabo Sounion


           Luis García Montero

Al pasar de los años,
¿qué sentiré leyendo estos poemas
de amor que ahora te escribo?
Me lo pregunto porque está desnuda
la historia de mi vida frente a mí,
en este amanecer de intimidad,
cuando la luz es inmediata y roja
y yo soy el que soy
y las palabras
conservan el calor del cuerpo que las dice.

Serán memoria y piel de mi presente
o sólo humillación, herida intacta.

Pero al correr del tiempo,
cuando dolor y dicha se agoten con nosotros,
quisiera que estos versos derrotados
tuviesen la emoción
y la tranquilidad de las ruinas clásicas.
Que la palabra siempre, sumergida en la hierba,
despunte con el cuerpo medio roto,
que el amor, como un friso desgastado,
conserve dignidad contra el azul del cielo
y que en el mármol frío de una pasión antigua
los viajeros románticos afirmen
el homenaje de su nombre,
al comprender la suerte tan frágil de vivir,
los ojos que acertaron a cruzarse
en la infinita soledad del tiempo.


Marzo 17 de 2004


Ahora tengo algo mío...


           Massimo Rossi

Ahora tengo algo mío:
tu hermoso ombligo
punto cardinal del norte
del deseo primordial
icono del placer rebelde
ojo de tu piel
bribón sin pestañas
con una forma de zucchini que tapa
hostería o hotel de cinco estrellas
pequeño frijol saltarín
pequeño diamante jugoso del eros
sobre la corneada azucarada.


Marzo 16 de 2004


¿CÓMO ERA?

(de Poemas puros. Poemillas de la ciudad)
           Dámaso Alonso

¿Cómo era Dios mío, cómo era?
JUAN R. JIMÉNEZ

La puerta, franca.
           Vino queda y suave.
Ni materia ni espíritu. Traía
una ligera inclinación de nave
y una luz matinal de claro día.

No era de ritmo, no era de armonía
ni de color. El corazón la sabe,
pero decir cómo era no podría
porque no es forma, ni en la forma cabe.

Lengua, barro mortal, cincel inepto,
deja la flor intacta del concepto
en esta clara noche de mi boda,

y canta mansamente, humildemente,
la sensación, la sombra, el accidente,
mientras Ella me llena el alma toda.


Marzo 15 de 2004


Cuando nos separamos


           Lord Byron

Cuando nos separamos
en silencio y con lágrimas,
con el corazón partido en dos,
para apartarnos por años,
en tu mejilla creció la palidez y el frío
y tu beso aún más frío...
Verdaderamente aquella hora predijo
este dolor.

El rocío de la mañana
cayó gélido por mi frente
lo sentí como un anuncio
de lo que ahora siento.
Tus juramentos se han roto
y ligera es tu fama:
escucho tu nombre en otras bocas
y comparto su vergüenza.

Cuando te nombran delante de mí,
un toque lúgubre llega a mi oído
y un estremecimiento me sacude.
¿Por qué me fuiste tan querida?
Aquellos que te conocen bien
no saben que te conocí:
Por mucho, mucho tiempo
habré de arrepentirme de ti
muy hondamente para expresarlo.

En secreto nos encontramos,
y en silencio me lamento
de que tu corazón pueda olvidar
y tu espíritu engañarme.
Si llegara a encontrarte
tras largos años,
¿cómo habría de saludarte?
En silencio y con lágrimas.


Marzo 14 de 2004


Madrigal


           Pere Gimferrer

Amor, con el poder terrible de una rosa
tu tensa piel ha saqueado mis ojos, y es demasiado claro
este color de velas en un mar terso. ¡Dulzura,
la tan cruel dulzura violeta
que las nalgas defienden, como el nido de la luz!
      Porque una rosa
tiene el poder de la seda: tacto mortal, estíos
crujientes, con el grosor de un tejido desgarrándose,
el resplandor estrellado contra las cornisas
y el cielo, más allá de la ventana, tal lóbrego como un sumidero.
      Por la noche, el hombre
de anteojos ahumados, en la cocina de gas,
acaricia los enseres de Auschwitz, las tenazas alquímicas,
las ampollas de cal. Amor, el hombre de guantes oscuros
no raerá el color de concha de un vientre,
el perfume de enebro y olivas de la piel;
no raerá la luz de una rosa inmortal
que la simiente deshoja con un tierno pico.
      Y ahora veo a la garza
real, plegando sus alas en la habitación,
la garza que, con la luz que capitula,
es plumaje y calor, y es como el cielo:
      sólo claridad marina
y después, un recuerdo de haber vivido contigo.


Marzo 13 de 2004


Ocurre a veces

           Juan Luis Panero

Ocurre a veces, en las calladas horas de la noche,
al filo mismo de la madrugada,
tras el telón caído de la euforia y del vino.
Unos ojos parpadean, se abren,
nos miran con su última transparencia
y un instante a nuestro lado
su doloroso transcurrir, su apretado paisaje de ternura
muestran, como un mendigo o un esclavo,
la humillada quietud de su tristeza.
Entonces, cuando no hay una sola palabra que decir,
con la avidez que lleva en sí lo fugitivo,
besar, unirse en la húmeda tibieza,
en la empapada, áspera arcilla de otra boca,
donde nada al fin y todo nos pertenece.
Después, igual que el viento
agitando fugaz unas cortinas
la claridad de la mañana nos muestra,
desvelar un instante en la memoria
aquello que una noche, una mirada,
la destruida posesión de unos labios, nos dio.
Lo que ahora ciego tropieza, resbala
por la gastada pared del corazón,
aferrándose terco hacia la muerte,
desplomándose sordo hacia el olvido.


Marzo 12 de 2004


Arder en viva llama

           Eugenio Gerardo Lobo

Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la risa con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego.

Confianza y temor, ansia y sosiego,
aliento del espíritu y quebranto,
efecto natural, fuerza de encanto,
ver que estoy viendo y contemplarme ciego;

la razón libre, preso el albedrío,
querer y no querer a cualquier hora,
poquísimo valor y mucho brío;

contrariedad que el alma sabe e ignora,
es, Marsia soberana, el amor mío.
¿Preguntáis quién lo causa? Vos, Señora.


Marzo 11 de 2004


En la noche

           Francisco A. de Icaza

Los árboles negros,
la vereda blanca,
un pedazo de luna rojiza
con rastros de sangre manchando las aguas.

Los dos, cabizbajos,
prosiguen la marcha
con el mismo paso, en la misma línea,
y siempre en silencio y siempre a distancia.

Pero en la revuelta
de la encrucijada,
frente a la taberna, algunos borrachos
dan voces y cantan.

Ella se acerca,
sin hablar palabra
se aferra a su brazo,
y en medio del grupo, que los mira, pasan.

Después, como antes,
caen el brazo flojo y la mano lacia,
y aquellas dos sombras, un instante juntas,
de nuevo se apartan.

Y así en la noche
prosiguen su marcha
con el mismo ritmo, en la misma línea,
y siempre en silencio y siempre a distancia.


Marzo 10 de 2004


Ella (de El romancero de la novia)

           Gerardo Diego

¿No la conocéis? Entonces
imaginadla, soñadla.
¿Quién será capaz de hacer
el retrato de la amada?

Yo sólo podría hablaros
vagamente de su lánguida
figura, de su aureola
triste, profunda y romántica.

Os diría que sus trenzas
rizadas sobre la espalda
son tan negras que iluminan
en la noche. Que cuando anda,

no parece que se apoya,
flota, navega, resbala...
Os hablaría de un gesto
muy suyo..., de sus palabras,

a la vez desdén y mimo,
a un tiempo reproche y lágrimas,
distantes como en un éxtasis,
como en un beso cercanas...

Pero no: cerrad los ojos,
imaginadla, soñadla,
reflejada en el cambiante
espejo de vuestra alma.


Marzo 9 de 2004


Amarla es difícil

           Paco Urondo

Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.

Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.

Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.
Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.
A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.


Marzo 8 de 2004


Al que ingrato me deja, busco amante...

           Sor Juana Inés de la Cruz

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo;
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.


Marzo 7 de 2004


Felicidad

           Raymond Carver

Es tan temprano que afuera está casi oscuro.
Estoy cerca de la ventana con un café,
y las ideas usuales en la mañana temprano
me pasan por la mente.

Es entonces cuando veo al muchacho y a su amigo
que caminan por la calle
para entregar el periódico.

Usan los casquillos y los suéteres,
y uno tiene un bolso sobre el hombro.
Son felices
No están hablando, estos muchachos.

Pienso que si pudieran, ellos se tomarían del brazo.
Es temprano por la mañana,
y están haciendo esto juntos.

Vienen, lentamente.
El cielo está adquiriendo luz,
aunque la luna todavía cuelga pálida sobre el agua.

Tanta belleza que por un minuto
muerte y ambición, incluso amor,
no entran en esto.

Felicidad. Se adelanta
inesperada. Y va más allá, realmente,
cualquier mañana temprana habla de ella.


Marzo 6 de 2004


Estar enamorado

           Francisco Luis Bernárdez

Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar, desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.

Estar enamorado amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.

Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.

Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.

Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.


Marzo 5 de 2004


Unidad en ella

           Vicente Aleixandre

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.


Marzo 4 de 2004


Una plegaria en primavera

           Robert Frost

Oh, danos placer en las flores hoy;
Y no nos dejes pensar en algo tan lejano
como la cosecha incierta; manténnos aquí
con total simplicidad en el florecer del año.

Oh, danos placer en el blanco del huerto,
como nada durante el día, como fantasmas por la noche;
Y haznos felices entre las abejas felices,
el enjambre extendiéndose alrededor de los perfectos árboles.

Y haznos felices con el colibrí
que sobre las abejas se oye repentinamente,
el meteorito que empuja adentro su pico aguja,
y sobre una flor, en el aire está detenido.

Para esto está el amor y nada es el amor,
el cual está reservado para Dios arriba
El quiere santificar el lejano fin,
pero necesita solamente que hagamos nuestra parte.


Marzo 3 de 2004


Amor que yo vi

           Antón de Montoro

Amor que yo vi
por mi pesar
quiero olvidar.

Mi coraÇón se fue a perder
amando a quien no pudo aver.
Si lo perdí
por mi mal buscar,
¿dó lo iré fallar?

Por se perder cuitas le dan,
et puso a mí en tal afán,
que bivo así
sin le cobrar
por le contentar.

Allí do piensa bevir
faze a mí solo morir.
Mas pues allí
piensa durar,
dévolo dexar.


Marzo 2 de 2004


Existen los que aman ensuciarse

            Gary Snyder

Existen los que aman ensuciarse
     y luego arreglar las cosas.
Beben el café en el amanecer,
     cerveza después del trabajo,

Y aquellos que permanecen limpios,
     aprecian las cosas,
en el desayuno tienen leche
     y jugo en la noche.

Existen quienes actúan de las dos maneras,
     ellos beben té.


Marzo 1 de 2004


Las palabras

            Antonio Requeni

Nunca sabré decirte que te quiero,
un amor sin palabras es el mío.
González Carbalho
La música no miente.
Los árboles no mienten.
Los ojos tristes del animal no mienten.
Únicamente mienten las palabras.
¿Cómo decirte la verdad con ellas?
Quisiera hablarte con los ojos del perro,
dar frutos como el árbol,
llegar a ti con la delicia
y la escondida lágrima de Mozart.
El esplendor de la verdad: belleza
a la que mis palabras, torpemente,
procuran acercarse.
Es imposible.
Nunca sabré decirte que te quiero.




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