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ALFONSINA STORNI Datos Biográficos A AMADO NERVO En su viaje... ¡Ah!, ¿lo queríais, musas para vosotras solas?... Ya lo tenéis... Buscadle las pobres manos muertas, y los ojos sin vida, y los labios exangües. Ya lo tenéis, volubles; convertíos en siervas. ¿Qué? ¿Le habéis puesto al flanco, como las golondrinas, dos alas inmortales? ¿Qué decís de riberas? Sonreís esta noche alocadas y dulces... Tenéis las manos finas; me parecéis de fiesta. Repetid... ¿Conocéis a los hombres, oh musas? ¿Conocéis a los hombres? ¿Los conocéis de veras? ¿Os apenaba verlo con el alma-suspiro por los bosques obscuros entre espinas y flechas? ¿Os apenaba verlo caminar descuidado con el alma a los vientos bajo la noche negra? ¿Quién os ha dicho, musas, que los hombres son malos? ¿Quién os ha dicho, musas, que asaltan como fieras? ¿Le habéis dado una cama toda en oro, muchachas? ¿su sueño estáis velando? ¿Qué sus labios desean? Escuchad, por favor, escuchad lo que dice... ¿Ha nombrado a los hombres? ¿Ha nombrado la tierra? Dadle, musas, en copas de licores selectos... el licor del olvido; arropadlo con sedas; cantadle dulcemente como cuando era niño, y besadle los ojos... Era un poeta... ¡Oh musas, bien os consta, ya que lo habéis robado, cómo tenia el alma de inefable y de tierna! ¿Hay palomas azules en vuestro mundo, musas? Acurrucadas, tibias, a sus plantas ponedlas. Y hablad con el aliento, musas, que está cansado: después de un viaje largo todo ruido molesta. Tendeos como perros junto a su cama, musas, y dejadlo tranquilo, y dejadlo que duerma. SOY Soy suave y triste si idolatro, y puedo bajar el cielo hasta mi mano cuando el alma de otro al alma mía enredo. Plumón alguno no hallará más blando. Ninguna como yo las manos besa, ni se acurruca tanto en un ensueño, ni cupo en otro cuerpo, así pequeño, un alma humana de mayor terneza. Muero sobre los ojos, si los siento como pájaros vivos, un momento, aletear bajo mis dedos blancos. Sé la frase que encanta y que comprende, y sé callar cuando la luna asciende enorme y roja sobre los barrancos. MIEDO Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo; estréchame en tus brazos como una golondrina y dime la palabra, la palabra divina que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo. Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo, besa mis pobres manos, acaricia la fina mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina, que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo. ¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras!... Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran. En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos, mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos, mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran. DOS PALABRAS Esta noche al oído me has dicho dos palabras comunes. Dos palabras cansadas de ser dichas. Palabras que de viejas son nuevas. Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba filtrando entre las ramas se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras que una hormiga pasea por mi cuello y no intento moverme para echarla. Tan dulces dos palabras que digo, sin quererlo: ¡Oh, qué bella la vida! Tan dulces y tan mansas que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman. Tan dulces y tan bellas que nerviosos mis dedos se mueven hacia el cielo imitando tijeras. Oh, mis dedos quisieran cortar estrellas. DULCE TORTURA Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía; sobre tus manos largas desparramé mi vida; mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas; ahora soy un ánfora, de perfume vacia. Cuánta dulce tortura quietamente sufrida, cuando, picada el alma de tristeza sombría, sabedora de engaños, me pasaba los días besando las dos manos que me ajaban la vida. DUERME TRANQUILO Dijiste la palabra que enamora a mis oidos. Y olvidaste. Bueno. Duerme tranquilo. Debe estar sereno y hermoso el rostro tuyo a toda hora. Cuando encanta la boca seductora debe ser fresca, su decir ameno; para tu oficio de amador, no es bueno el rostro ardido del que mucho llora. Te reclaman destinos más gloriosos que el de llevar, entre los secos pozos de las ojeras, la mirada en duelo. Cubre de bellas víctimas el suelo! Más daño hizo al mundo la espada fatua de algún bárbaro rey. Y tiene estatua. UN SOL Mi corazón es como un dios sin lengua, mudo se está a la espera del milagro, he amado mucho, todo amor fue magro, que todo amor lo conocí con mengua. He amado hasta llorar, hasta morirme, amé hasta odiar, amé hasta la locura, pero yo espero algún amor-natura capaz de renovarme y redimirme. Amor que fructifique mi desierto y me haga brotar ramas sensitivas, soy una selva de raíces vivas, sólo el follaje suele estarse muerto. ¿En dónde está quien mi deseo alienta? ¿Me empobreció a sus ojos el ramaje? Vulgar estorbo, pálido follaje distinto al tronco fiel que lo alimenta. ¿En dónde está el espíritu sombrío de cuya opacidad brote la llama? Ah, si mis mundos con su amor inflama yo seré incontenible como un río. ¿En dónde está el que con su amor me envuelva? Ha de traer su gran verdad sabida... Hielo y más hielo recogí en la vida: Yo necesito un sol que me disuelva. QUEJA Señor, Señor, hace ya tiempo, un día soñé un amor como jamás pudiera soñarlo nadie, algún amor que fuera la vida toda, la poesía. Y pasaba el invierno y no venía, y pasaba también la primavera, y el verano de nuevo persistía, y el otoño me hallaba con mi espera Señor, Señor, mi espalda está desnuda: haz restallar allí, con mano ruda el látigo que sangra a los perversos. Qué está la tarde ya sobre mi vida, y a esta pasión ardiente y desmedida la he perdido, Señor, haciendo versos. TU, QUE NUNCA SERAS Sábado fue, y capricho el beso dado, capricho de varón, audaz y fino, mas fue dulce el capricho masculino a este mi corazón, lobezno alado No es que crea, no creo, si inclinado sobre mis manos te sentí divino, y me embriagué. Comprendo que este vino no es para mí, más juego y rueda el dado. Yo soy la mujer que vive alerta, tú el tremendo varón que se despierta y es un torrente que se ensancha en río, y más se encrespa mientras corre y poda. Ah, me resisto, más me tienes toda, Tú, que nunca serás del todo mío. FRASE Fuera de ley, mi corazón a saltos va en su desazón. Ya muerde acá, sucumbe allí, cazando allá, cazando aquí. Donde lo intente yo dejar mi corazón no se ha de estar. Donde lo deba yo poner mi corazón no ha de querer. Cuando le diga yo que sí, dirá que no, contrario a mí. Bravo león, mi corazón tiene apetitos, no razón. Arriba |