ðHwww.oocities.org/es/benimerinesalcoy/mossen_torregrosa.htmwww.oocities.org/es/benimerinesalcoy/mossen_torregrosa.htm.delayedxŸ‚ÕJÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÈžw+OKtext/html€Ø¸w+ÿÿÿÿb‰.HSat, 22 Oct 2005 08:34:36 GMTÞMozilla/4.5 (compatible; HTTrack 3.0x; Windows 98)en, *ž‚ÕJw+ MOSSEN TORREGROSA

origen_de_la_fiesta.htmMOSSEN TORREGROSA

Mosem Ramón Torregrosa

     En la lucha habida ante los merlones y matacanes del castillo alcoyano otro personaje, éste rigurosamente histórico, aparece ahora; es el sacerdote o clérico llamado Ramón Torregrosa. Va a ser el héroe popular, el conductor del pueblo, el hombre valiente y patriota que con sus arengas y su ejemplo decidido arrastra a los habitantes de la villa a la defensa arriesgada de sus hogares. Para Gaspar Escolano fue Torregrosa un varón «muy estimado de la villa, aventajado a los demás clérigos – y no serían muchos los que por tales fechas existieran en la población – y honrado con muchas prerrogativas». Sus biógrafos todos aciertan a describirle poco más o menos como un hombre providencial en tan excepcional momento de la historia alcoyana. Para el cronista Vilaplana Gisbert, Ramón Torregrosa pertenecía a una de las más distinguidas familias alcoyanas, añadiendo curiosamente que abundaban en ella los varones de extraordinaria talla y fuerza hercúlea. Vicente Carbonell llega a citar a un hermano del clérigo de 1276, llamado Janot, justicia civil y criminal que fuera de Valencia, del que cuenta que combatió con un enorme dragón que tenía atemorizados a los vecinos, curioso símil con la leyenda de San Jorge. Beuter testimonia que cuando los moros atacaron la fortaleza alcoyana, a las primeras voces y ante el tropel de gentes, bestias y máquinas, llegó a las murallas hasta «el clérigo que dezia missa, llamado mossen Torregrosa... revestido como estava con un dalle que hallo a mano». La presencia del sacerdote se fija en el portell o pórtico de San Marcos, justo donde hoy está levantada la iglesia patronal de San Jorge, erigida, precisamente, en recuerdo de aquel momento. De Torregrosa añade Julio Andrés Valor, también cronista de la ciudad: «El vulgo no ha conservado en su mente más héroe de aquel 23 de abril, que mosén Torregrosa, sobre que cada alcoyano fue un héroe en aquella memorable jornada; y esto nos inclina a creer que nuestro biografiado, fue el personaje más notable, entre todos los notables de aquel día: el que más atrajo sobre sí todas las miradas y el que con ayuda de Dios, realizó mayores proezas. El único hombre que la tradición y la historia, nos ha legado con toda certeza... Todos pregonan en voz alta su existencia y dedican los más sublimes encomios al valeroso acto que realizó...>>. El padre Picher en su «Resumen de antigüedades históricas» siempre que nombra a Ramón Torregrosa le llama venerable y añade que los alcoyanos encargaron la misa de aquel memorable 23 de abril de 1276 «á su amado y fiel hermano el esforzado sacerdote, segundo Moisés de la Ley de Gracia mosén Ramón Torregrosa>>. Las oraciones, el ánimo que imponía a sus feligreses y las arengas con que les confortaba también las recoge el citado padre Picher: «No hay que temer la muchedumbre de los mahometanos, que transformado Cristo nuestro Redentor en vosotros, sois bastantes para destrozarles. Considerar que van errados y caminan á oscuras, pues sin la fé, todo son tinieblas... Aliéntese todo alcoyano, nadie tema la muerte que está Dios de nuestra parte y el que muriese en la palestra espere vivir eternamente...» El padre Picher escribe su «Cronicón» en el siglo XVIII de ahi la manera de expresarse, su ilustración y lo buscadas que resultan las palabras empleadas puestas en boca de un sacerdote del siglo XIII. Y acaba la descripción de esta manera: «Con no menos esforzado brío y heróica valentía el venerable mosén Ramón Torregrosa sumiendo el Sacramento Santísimo revestido de las sagradas ropas sacerdotales, con el mayor esfuerzo tomó una bisarma en sus manos llamada en nuestra lengua Dall, y más con lágrimas y suspiros que con aliento vital, dijo en lengua vulgar: "Anem fills meus alcodians á morir en la batalla en defensa de la fé aon estan nostros germans..." Y con esta justa y devota resolución emprendió la delantera, capitaneando á los hijos de Alcoy, y en forma de batalla se salieron de dicho sagrado templo».

    

     Mosén Ramón Torregrosa tiene también su rol importante en la narración que aparece en la «Guía del Forastero» editada en 1864, debida al maestro Faus García y al impresor Martí. La «Historia Religiosa de Alcoy» no le regatea un lugar especial y, en definitiva, toda historia alcoyana habla de tan insigne hijo, y hasta Frederic Moscardó llega a apuntar que el clérigo alcoyano llegó al lugar de la refriega, el citado portell de Sant Marc, llevando consigo el Santísimo Sacramento, lo que llegó a espantar profundamente a los moros, que aseguraban que habían visto en el aire a San Jorge.

     Todos los elementos necesarios para fraguar la historia, para ordenar esta motivación bélica están, pues, en su lugar; siglo XIII, segunda revuelta o rebelión de los moros que capitanea AI-Azraq, señor de Gallinera y de Alcalá. Reinado de Jaime I el Conquistador, monarca de aragoneses, mallorquines y valencianos, Alcoy constituido ya, desde años antes, en comunidad urbana, con defensas y castillo, con una población mínima de cristianos y también una población, en alquerías y casas de labor de moros,. que el propio rey aragonés aleja con tal de que estos lugares queden libres de su presencia y de sus posibles desmanes y ataques. Una batalla, tal vez un pequeño enfrentamiento que para aquel entonces revistió caracteres alarmantes y ofreció no pocas dificultades. Un héroe local, Ramón Torregrosa; un santo tutelar, San Jorge, patrono de cruzados, de catalanes, de ingleses, protector del brazo militar de la Generalitat valenciana. Una victoria trascendental, y una derrota menos comentada, tal vez importante también, entre los riscos y las gargantas del Barranco de la Batalla. Está claro que la fe de aquellos hombres sencillos, laboriosos, crédulos, protagonizó el milagro de tan expresiva fecha. Que se aclamaron a San Jorge, caballero celeste, que en los ojos espirituales de sus creencias firmemente arraigadas viéronle sobre los dentellones del castillo, y a él, a su asistencia explicaron agradecidos la muerte de AI-Azraq, la desbandada de sus soldados, el triunfo de «su» Verdad, es algo incuestionable. San Jorge era ya otro campeón en las luchas entre sarracenos y cristianos. Para Cataluña y Aragón era el paralelo que representaba Santiago para Castilla y Rioja, y si bien ni Jaime I dice o insinua nada sobre el milagro, sobre la gloriosa aparición, ni tampoco los cronistas Muntaner y Desclot, es Beuter, cuatro siglos más tarde, quien amplía detalles y, recogiendo creencias populares, «cuentan los de aquel pueblo», como cuida bien de matizar, amplía el relato haciendo intervenir ya a San Jorge, Hualy para los moros, San George para los cristianos. También Escolano, en el siglo XVII, sostiene la misma creencia, apoyándose en Miedes y el doctor Jaime Pradas: «...fue visto por el andamio del muro y sobre la puerta del debate, un caballero armado en un caballo» que los moros reconocieron como el Hualy, como el San Jorge de los cristianos.

 

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