LA
LISTA DE ARRATE Y LA PROMESA DE LAMIKIZ
Hay algo de absurdo, equívoco y enojoso en todo lo concerniente al 'nuevo campo', que nos han pretendido vender como la panacea de todos los males presentes y futuros del Athletic; sobre todo la desfachatez e impostura que se destila del asunto. Como diría un guasón, que te digan que está lloviendo cuando, en realidad, te están meando.
Antes de lanzar el tema del 'nuevo
campo' a los medios de comunicación, José María Arrate ni siquiera se molestó
en dar previamente cuenta de su proyecto a la Asamblea de compromisarios. No
era la primera vez que se pasaba "el Organo Soberano del Club", según
los Estatutos, por el arco de San Mamés.
En el programa electoral de Fernando
Lamikiz en 2004, se promete que "una vez se disponga de toda la
información referida a su ubicación, coste y diseño se celebrará un Referendum
entre la totalidad de los Socios, quienes decidirán sobre su
construcción"; y también que "el proyecto definitivo se someterá a la
aprobación de los Socios".
En buena lógica, los defensores a
ultranza de 'la filosofía' deberían estar en contra del nuevo campo, pero
Arrate sabía tocar la fibra más sensible del socio (carné barato): "Si
tuviéramos otro campo las localidades serían más baratas. El análisis de
asistencia no debe entenderse como que la gente ya no va al campo. Hay gente
esperando para hacerse socio y muchos más que llegarían", declaraba en
junio de 2000. En esa temporada, San Mamés registró una media de 33.600
espectadores por partido; sólo en dos encuentros se agotaron las entradas,
frente a la Real (39.500) y el Alavés (38.000) No todos los socios fueron esas
tardes al campo.
Carmelo Canales, vicepresidente en la
anterior Junta Directiva, declaró a este diario que el club iba a tener
"seis mil socios más" con el nuevo campo. Tres días después, en su
comparecencia en la Asamblea ordinaria del 18 de octubre de 2003, el señor
Canales aseguró que el número de nuevos socios sería de "nueve mil".
El presidente Ugartetxe en todas sus intervenciones siempre hablaba de
"diez mil nuevos socios". ¿Dónde estuvo el lapsus? El coste total de
la obra ascendería a 138,5 millones de euros (23.000 millones de pesetas), de
los cuales 60 serían financiados por los nuevos socios; cada uno de ellos
tendría que adelantar 6.000 euros (!!) Presuponer que con esa condición se van
a lograr diez mil nuevos socios, es algo que no se figura ni el niño más
candoroso de la congregación de San Estanislao de Kotska.
El señor Lamikiz hace unas
particulares cuentas de la lechera: "Si Gipuzkoa, que cuenta con X
habitantes y la Real tiene 25.000 socios, Bizkaia que tiene XX habitantes –y
teniendo en cuenta que el Athletic es más para Bizkaia que lo que representa la
Real para Gipuzkoa (sic)– el Athletic puede tener el doble de socios que la
Real". Recordamos que Gipuzkoa tiene unos 675.000 habitantes y Bizkaia
sobre 1.125.000.
Con motivo de las obras de ampliación
de San Mamés para el Mundial del 82, la Junta presidida por Duñabeitia hizo una
campaña de captación de socios; se apuntaron 5.300. En Atotxa la Real tenía
12.800 socios y cuando en junio de 1993 se trasladó a Anoeta, pasó a tener
18.000. Consiguió 5.200 nuevos socios; una cifra casi idéntica a la del
Athletic. Ahora la Real, como todas las SAD, sólo tiene abonados. El cálculo de
Lamikiz es un sofisma; en esa tesitura, los estadios del R. Madrid y Barça deberían tener cerca de 200.000
localidades.
En la campaña de captación de socios
que se hizo en tiempos de Arrate se apuntaron –alegremente– muchos aficionados.
Se dijo que eran 'más de ocho mil'; pero en diciembre de 2001 se hablaba de
'cerca de siete mil', cuando la Directiva entonces presidida por Uria, abrió un
plazo para incorporar al club mil nuevos socios y abonados. No todos los
integrantes de esa lista, que abonaron 5.000 pesetas cada uno, han estado luego
dispuestos –cuando el club les envió la carta– a pagar los 800 euros a fondo
perdido por "Derechos de admisión", más la cuota anual, claro está.
Esa cantidad no es una fortuna; incluso se puede saldar en 'cómodos' plazos
negociando con una entidad bancaria, pero seguro que buena parte de los
aficionados susceptibles de engrosar la masa social del Athletic, tiene que
hacer frente a los créditos del piso, del coche, etc., y las nóminas no dan
para tanto. Además, las localidades que les ofrecían no eran precisamente de
las mejores.
La 'lista de Arrate' ya no existe.
Durante los últimos años se ha ido tirando de ella para cubrir las bajas (entre
300 y 400 por temporada) y hacer caja. Hace más de tres años iban por el cinco
mil y pico; en la actualidad está agotada. En Ibaigane se han cuidado mucho de
reconocerlo. Han sido algunos de los inscritos quienes lo han revelado en una
TV local. No hay tal demanda masiva de socios. Tanto la millonaria campaña
publicitaria para captar futuros socios, con anuncios en prensa, radio y
televisión, como la exposición que se montó en una carpa instalada en el jardín
de Ibaigane, se realizaron con el objetivo –Arrate dixit– de "presionar a los políticos"; luego declaró sin
rebozo alguno: "Foster y Calatrava fueron el reclamo para demostrar que
hacía falta la construcción de un nuevo campo." El entonces presidente
rojiblanco puso en práctica la máxima anglosajona 'Cread la necesidad que el
dinero vendrá después'. De nuestros bolsillos.