ANTOLOGIA
DE UN DISPARATE
Cuando Ignacio Ugartetxe presentó el proyecto del nuevo campo en la Asamblea general ordinaria del club celebrada el 18 de octubre de 2003, ninguno de los asistentes cuestionó lo expuesto por el entonces mandatario rojiblanco. No en balde el ex-ministro balmasedano Martín de los Heros decía, a mediados del siglo XIX, que "por desgracia" somos "gentes poco amigas de la discusión, como si fuera posible sin ella acercarse a la verdad". Aunque al plan de la anterior Directiva, enunciado por su máximo representante, se le pueden oponer no pocas objeciones, sólo un socio se refirió al asunto.
"El Athletic necesita un nuevo
campo –enfatizaba Ugartetxe– porque es el proyecto más decisivo que tiene para
sustentar su filosofía a largo plazo". En principio, para poder mantener
la llamada 'filosofía' lo que se necesitan son grandes jugadores 'vascos';
cuantos más, mejor.
El anterior presidente aducía como
pretexto la necesidad de respetar los ratios internacionales de
espectadores-metros y por la obligación de establecer las normas más estrictas
de seguridad. Si se observasen con rigor todos los protocolos de seguridad,
habría que clausurar más de la mitad de los campos de fútbol europeos
pertenecientes a clubes de primera categoría por incumplir la normativa
vigente. En dos estudios comparativos de todos los campos de la Liga, San Mamés
ocupa en uno el sexto lugar y en otro el octavo; una docena de estadios, por lo
menos, no son mejores que 'la Catedral'.
Aseguraba el ex-mandatario rojiblanco
que el nuevo San Mamés "sería un estadio para competir en Europa".
Los que compiten son los equipos –los jugadores– no sus infraestructuras
deportivas. Es más, a veces los clubes que cambian de estadio lo pasan mal,
quizá porque al principio el campo es casi tan extraño para ellos como para el
rival. Eso le sucedió a la Real Sociedad con el salto de Atotxa a Anoeta; al
Mallorca, cuando cambió el Lluis Sitjar por Son Moix; al Espanyol cuando dejó
Sarriá por el Lluis Companys; incluso el R. Madrid estuvo a punto de bajar a
Segunda cuando pasó de Chamartín al Bernabéu, en la temporada 1947-48.
El nuevo campo aportaría "otras
ventajas para la ciudad, como supondría poder pedir y organizar finales
europeas", según Ugartetxe. ¿Y para organizar una –en singular– final
europea merece la pena realizar una inversión de doscientos millones de euros?.
A un remodelado San Mamés también le concederían una final europea.
El nuevo estadio, en opinión de
Ignacio Ugartetexe, se convertiría "en una seña arquitectónica singular y
única a lo largo de la ribera de la ría". O sea, algo que ya es, desde
hace más de cincuenta años, el arco de San Mamés. Del impacto visual que
tendría el 'mega-bunker' de Norman Foster en la cornisa de Olabeaga mejor no
hablamos.
Nos decía el entonces presidente que
en el nuevo campo se verá mejor. Un argumento contrario a la realidad. Las
tribunas proyectadas, muy tendidas, de grandes vuelos –para posibilitar la
creación de locales comerciales en los bajos– distanciarán a los espectadores
del terreno de juego. Se verá peor desde buena parte de los asientos, porque
los aficionados estarán más lejos.
Ugartetxe pretendía hacer un nuevo
campo "símbolo en todo el mundo". Pero… ¡eso ya es San Mamés!. Si se
hace un campo nuevo será, simplemente, uno más de los que se construyen;
dejaría de ser 'la Catedral'. Todos recordamos elogios de jugadores, de todas
las épocas, al campo –y al público– de San Mamés. Dos debutantes, Cani del
Zaragoza en 2004, y Michel del Getafe en 2005, decían en sendas entrevistas que
San Mamés es "impresionante". Esa es quizá la palabra más idónea para
calificar a nuestro campo. Suele ocurrir lo mismo con las 'otras' catedrales,
que por dentro nos conmueven y fascinan. Puede que algunos jugadores las digan
para quedar bien, por cortesía, pero seguro que la mayoría son sinceros en sus
alabanzas a 'la Catedral'. El nuevo estadio no tendría el mismo encanto,
perdería esa aura mítica; ya no sería un campo especial, ni para nuestros
jugadores ni para los adversarios.
Hasta hace unos años, a los árbitros
que ascendían a Primera les ponían, si era posible, el primer partido en San
Mamés (Lamo Castillo, etc); o el de despedida a los que dejaban el silbato,
para que tuviesen un grato recuerdo de su debut o de su adiós al arbitraje.
Para terminar, de remate, el acabóse;
el ex-presidente Ugartetxe manifestó que el proyecto del nuevo campo será
"respetuoso con la tradición". Es un insulto a la inteligencia que no
precisa de mayor comentario; vale tanto como matarle a alguien y decir que se
es muy respetuoso con su derecho a la vida. Nos proponen un horrible e
innecesario Alzheimer. En otro campo, los aficionados que hemos madurado con el
Athletic nos sentiríamos desorientados, sin un marco de referencia. Nuestros
recuerdos: aquella jugada de Manu Sarabia en la portería de la Misericordia; el
fenomenal cabezazo de 'Goiko' contra el R. Madrid; un gol con picardía de Dani
a… tantísimas vivencias que se difuminarían sin remisión en nuestra memoria.
Sólo cabrá imputar a los que lleven a
cabo el 'San Mamesicidio', lo que Carlos V reprochó al Cabildo de Córdoba por
la destrucción parcial de la nave de columnas de la mezquita para edificar la
iglesia episcopal: "Hacéis lo que hay en otras muchas partes y habeis
deshecho lo que era único en el mundo".