“Si
no fuera por la poesía, el mundo ya se habría quedado
mudo”
Pablo
Cingolani
Hay
veces en que uno siente un placer inusitado de compartir con
alguien, así sea un brillo, un suspiro, una milésima de
segundo. Esto me sucedió con Humberto Ak´abal, así sólo
lo conozca por correo electrónico. Si quieren saber más
acerca de quién es este hombre luminoso, este ser
conmovedor, introduzcan su nombre en cualquier buscador de
la red y sabrán –algo siempre hay que decir, para eso
estamos…- que Ak´abal es un poeta mayor de otra de las
patrias originarias de América, la tierra de nuestros
ancestros Maya-k'iche', la heroica Guatemala. Nada más ni
nada menos. Los invito a leer sus palabras –que como él
mismo declara “están llenas de sabores y olores de montaña”-
porque no tienen desperdicio. De yapa, dos poemas. Y siempre
recuerden: cuando un poeta habla, habla la condición humana
(en zigzag, va también mi homenaje a los compañeros poetas
bolivianos…)
Humberto,
la primera palabra que me viene al corazón cuando pienso en
Guatemala es genocidio… después evoco un país de
volcanes y pájaros, de naturaleza desbordante, de gentes
que atesoran una riqueza singular, multicolor…
Es
inevitable que, cuando se habla de Guatemala, tengamos que
remontarnos al pasado inmediato, inevitable porque la
sangre, el llanto, el dolor son ecos que no puede borrar la
noche; son recuerdos que mantienen latente la tristeza, son
suspiros que mantienen vivo el dolor. Los
genocidas se pasean con la Biblia bajo el brazo y se limpian
el trasero con los pañuelos humedecidos por el llanto de
los huérfanos y las viudas. Y la
justicia con las manos atadas… Y no
obstante los intentos por diezmar a los pobladores
originarios de estas tierras, aún seguimos con la mirada en
el horizonte, los colores de nuestros tejidos siguen
brillando, aún tenemos mucho de la herencia de la sabiduría
de nuestros ancestros, son el apoyo, base y fundamento de
nuestra identidad. La tierra sigue dando
sus frutos, el sol y la luna siguen marcando los pasos del
tiempo. Los volcanes, los lagos y las montañas con su
tesoro de aves canoras aún ofrecen su paisaje y sus
encantamientos. Y en medio de todo esto, la miseria, la
pobreza, el analfabetismo y la marginación son lastres que
seguimos arrastrando, somos muchos y las autoridades no nos
ven, y aquí estamos- vamos caminando a la par de las
estrellas porque el sueño nuestros sueños aún esperan la
aurora.
He
leído una muy emotiva semblanza sobre tu persona donde podías
explicar los avatares de tu vida a partir de la longitud de
tus cabellos. Extrapolando, me recordó a Nerval, otro poeta
como tu, que se pintaba el pelo de verde como una expresión
de rechazo a la sociedad burguesa. Sin embargo, en tu caso,
el largo de tus cabellos es tradición cultural, es símbolo
de identidad maya-k'iche'. Ser poeta. Ser indio, ¿qué
significados encierra esto para ti?
Antes
que me creciera el pelo yo ya era indio. Y
antes de que fuera poeta ya me había crecido el pelo.
A mí me identifica el alma. Pero
como suele ocurrir, mi cabello terminó siendo una manera de
identificación, no me lo propuse sino que esto se fue dando
en la medida que el círculo del tiempo fue transcurriendo,
aunque obviamente es una tradición cultural manoseada por
las modas impuestas en la televisión o trastornadas por los
militares. (Y una pequeña aclaración, para que no haya
malos entendidos: yo no me pinto el pelo de verde).
Culturas
orales las nuestras. La batalla en el terreno del lenguaje
proclamaba Cardenal, el gran vate de Nicaragua. Un poeta
indio que siempre me ha conmovido fue el quechua Juan
Walparrimachi. Murió combatiendo por la independencia en la
guerra de guerrillas contra los españoles en el antiguo
territorio del Alto Perú, hoy Bolivia. ¿Por qué lucha don
Humberto Ak´abal?
Primero
quítame eso de “don”, yo simplemente soy Humberto.
Bien, durante muchos años se nos ha negado la
palabra, se nos ha menospreciado, se nos ha minorizado no
obstante ser la mayoría; aquí es donde creo que se centra
mi esfuerzo, sé que no soy un poeta de vuelo alto, pero
también sé que soy honesto en lo que escribo, para mí son
de gran valor las cosas sencillas con las que convivimos y
también he heredado conocimientos de mis mayores; el hecho
de que ellos hayan podido “leer” los fenómenos físicos
y el comportamiento de los animales y de la naturaleza, no
es resultado de la casualidad, eso fue razón de observación
durante muchos años, y además que tengamos una lengua con
su propia cosmogonía eso es tener una identidad con cual
presentarnos ante la humanidad, esas son las razones por las
que pongo mi palabra en el marco de la poesía del mundo.
Rechazaste
un Premio Nacional en Guatemala, explícanos por favor los
motivos.
El
Premio Nacional de Literatura Migue Ángel Asturias, es el
reconocimiento más alto que otorga el Estado guatemalteco a
los escritores por su trayectoria literaria. En
el año 2003 me fue otorgado el mismo y no obstante yo
decliné recibirlo. Esto provocó
diversas reacciones, recibí apoyo de muchas personas pero
también mucha crítica, particularmente del círculo
intelectual guatemalteco. Partieron
de su reprobación por mi rechazo, pasando por el insulto
hasta llegar a la ofensa; me llamaron papanatero,
mancillador de Asturias, políticamente correcto, Judas,
envidioso, rencoroso ancestral, en fin… Mi
posición fue clara desde el principio: Yo no tengo nada en
contra del escritor Miguel Ángel Asturias, no soy nadie
para criticar su obra literaria, mi posición se centra en
su tesis “El problema social del indio”, es una tesis
racista, en ella ofende a los pueblos indígenas de
Guatemala y yo soy parte de esos pueblos, por lo tanto por
dignidad no acepté ese Premio, aunque eso me haya valido
una sarta de ataques. Si bien es cierto
que lo que más se conoce de Asturias es su novelística,
son pocos los que conocen la tesis que escribió en 1923 y
que él mismo aprobó que se reeditara en 1972 siendo ya
Premio Nobel.
Tú
tratas de traducir en palabras los mensajes de la
naturaleza, de nuestra madre común: la Tierra. Leí por ahí
que en tu comunidad todavía sigue vigente el calendario
lunar… eso me llena de vitalidad y alegría. Sin embargo,
a nuestro alrededor reina la incertidumbre y el desarraigo.
¿Qué certezas puede aportar hoy la poesía?
Una
bella verdad es que en mi pueblo no nos hemos dejado de
regir por el calendario ceremonial de 260 días que en
nuestra lengua llamamos “Wajxaq’ib Batz’” (Ocho
hilos), es el calendario lunar o calendario
de la mujer, porque 260 días equivalen a nueve meses
lunares que es el periodo de gestación de toda mujer que
llega a ser madre. Aparte de esto, mi poesía se nutre de
esos valores que pasan desapercibidos para los que no
conocen nuestras lenguas, en ella hay una manera de ver y de
sentir que parte de nuestra idiosincrasia. Mis
poemas están llenos de espantos, de sabores y de olores de
montaña, sus caminos son de tierra y sus cantos son de pájaros;
y si en ella encuentras un poco de agua, será agua de pozo
mineral y natural porque no tiene cloro.
Desde
que Platón echó a los poetas de su república, el modelo
ideológico y cultural hegemónico, desecha a los poetas,
los considera inservibles y en muchas veces peligrosos. ¿Tu
que opinas?
Si
no fuera por la poesía, el mundo ya se habría quedado
mudo. Todo aquel que abre la boca siempre
es peligroso, pero el peligro lo sienten aquellos que le
tienen miedo a la palabra dicha con el corazón, con el alma
desnuda, le tienen miedo al que habla con la cara al sol.
En todos los tiempos, en todas las culturas siempre
se han necesitado a los poetas. Los
mismos gobiernos que los ignoran recurren de vez en cuando a
un verso, cuando son medianamente cultos ( porque los hay de
los otros y son la mayoría). Y como diría Julio Cortázar:
“Lo desagradable del poeta no está en que lleve el corazón
peinado de otra manera, sino en que es siempre un testigo, y
ya se sabe lo desagradable que son los testigos”.
Tu
libro más reciente lo bautizaste El llanto del jaguar. Es
un título terrible, que golpea duro en la memoria.
Humberto: ¿por qué llora el jaguar?
Esa
es una metáfora que tiene que ver más con mi vida que con
el animal, aunque debo decirte que me identifico con el
jaguar por algunas razones: mi apellido Ak’abal que
traducido al castellano es “aurora”, en nuestra lengua
se refiere a la transición de la oscuridad a la claridad,
de la noche al día y su símbolo es el jaguar, porque su
pelambre lo grita, lo llamamos “Señor del amanecer”, el
animal es amarillo y negro, el amarillo simboliza el día y
las manchas negras la noche. Pero en el
libro “El llanto del jaguar” no todo es llanto, también
contiene poemas de amor y de esperanza.
Estuviste
visitando Bolivia: ¿habías estado antes por aquí? ¿Qué
recuerdos te llevaste?
Esta
fue mi primera visita a Bolivia, fui invitado por la Feria
Internacional del libro, creo que mi participación en la
misma fue intrascendente, y por razones que no vienen al
caso mencionar, hube de quedarme algunos días más de lo
previsto, esto me dio oportunidad para hablar con algunas
personas y caminar un poco por las calles y plazas que han
sido testigos de grandes movimientos de despertar de
conciencia, así que, aunque de manera muy reducida pude
hacerme una idea de cómo se están gestando y cómo
germinan las esperanzas en estas tierras, también pude ver
de cerca los tejidos que hacen nuestros hermanos de tierra
adentro, hay en ellas una plástica de mucha fuerza, y su música
de quenas y flautas, son melodías arrancadas a la tierra y
atrapadas en las alas del viento, uno vuela hacia las
alturas con esa música de belleza natural. (Debo
agradecer aquí la compañía de un gran amigo boliviano
Rodolfo García, sin él hubiera sido más difícil mi estadía
en este país).
El
poder de las palabras. Hay palabras que curan, otras que
matan. ¿Salvarán al mundo?
En
el libro Sagrado de América, el Popol Wuj, se consigna al
Dios-dual de la palabra:
Jun
Batz’ y Jun Chowen, como una de las deidades de más alta
estima. Esto nos dice claramente la
importancia que tenía para nuestros antepasados el valor de
la palabra, por lo que no es casualidad que hayan florecido
diversas lenguas a lo largo de nuestro continente, como
quiera que sea y en la lengua que sea, creo que la palabra límpida
nacida de la conciencia si puede traer la salvación de
nuestros pueblos, por una palabra llegó la vida, por una
palabra puede llegarla muerte, pero por una palabra puede
llegar la salvación de la humanidad.
Dos
poemas
Camino
al revés
De
vez en cuando
Camino al revés,
Es mi modo de recordar.
Si
caminara sólo hacia adelante,
Te podría contar
Cómo es el olvido.
Embarazada
“Cuando
yo estaba embarazada,
Esperándote,
Sentía muchas ganas de comer tierra,
Arrancaba pedacitos de adobes
Y me los comía…”
Esta
confesión de mi madre
Me desgarró el corazón.
Mamé
leche de barro
Por eso mi piel
Es de color de tierra.
Humberto Ak’abal
Confesiones:
Ak’abal
“No
me daban trabajo por peludo”
“Mis
abuelos del lado de mi madre tenían el cabello largo,
lejanamente recuerdo al bisabuelo: su cabello blanco se lo
enrollaba alrededor de la coronilla y ponía su sombrero
sobre aquel manojo canado.
“Mi
madre quería que yo siguiera con la tradición de los
abuelos. Había algunas razones para tener el cabello largo:
evitaba que uno fuera tartamudo y los espantos no lo
molestaban. Mi mamá me trenzaba, dos trenzas porque mi
cabello era abundante, esto duró hasta que cumplí siete años.
“Por
aquel entonces los maestros salían de casa en casa
reclutando niños de edad escolar y quienes se rehusaran
llevar a sus hijos a la escuela los ponían en la cárcel.
A
pesar de esa advertencia muchos padres escondían a sus
hijos en pozos secos, en ollas grandes o en la copa de los
árboles.
La
escuela no era bien vista por los ancianos, temían que
fuera un lugar “donde les abrirían los ojos y los oídos
a los niños y que poco a poco irían perdiendo el respeto a
sus mayores…” (Al paso de cómo van las cosas me
pregunto si no tendría algo de profético el temor de los
abuelos).
En
fin, los maestros aparecieron detrás de la casa y me
echaron el ojo, así que no hubo escapatoria, yo tenía
mucho miedo pero mi padre me dio ánimos para ir.
Y
me llevaron para inscribirme, y aquí el primer problema: el
director de la escuela dijo que no me inscribirían en la
escuela de varones sino en la de niñas, mis padres insistían
en que yo era varón, pero la dirección dijo que no
inscribirían a alguien que no parecía hombre, por lo que
por primera vez me cortaron el pelo.
Mi
madre lloró mucho y guardó mis trenzas entre su almohada.
“Pasaron
los años de la escuela primaria, cuando yo andaba por los
diez y siete años mi cabello era ya bastante largo, mi
madre estaba contenta porque según ella me parecía mucho
al abuelo.
Por
ese entonces el ejército reclutaba a los muchachos de mi
edad para llevárselos al cuartel, se llamaba sarcásticamente
“servicio voluntario de milicia” (aquello era una cacería
criminal), y todo aquel que tuviera el cabello largo era seña
de que no había prestado servicio militar; y aunque yo no
debía hacerlo por impedimento físico, los militares me
obligaron a cortármelo porque según ellos yo era un
“amujerado”, y que si no me lo cortaba por mi cuenta que
ellos lo harían “porque los machos tienen que parecer
hombres”. Muy en contra de mi voluntad tuve que visitar
otra vez al barbero.
“Pasaron
seis u ocho años y el pelo inevitablemente me volvió a
crecer. Por esos años la guerra interna del país se
intensificó y yo tuve que abandonar mi pueblo e ir a la
ciudad en busca de trabajo, lo que fuera: barrendero,
sirviente, cargador; cualquier trabajo porque yo no era (ni
soy) calificado en nada.
No
me daban trabajo “por peludo”, que así parecía vago,
charamilero, y que tenía cara de baboso. No tuve más
remedio que cortármelo.
“Después
de trabajar diez años en la ciudad, dejé de ser obrero y
regresé a mi pueblo y volví a dejarme crecer el pelo. Por
esos días se publicó mi primer libro de poemas y
aparecieron por primeras vez fotografías mías en los periódicos
y aunque parezca broma, algunos “críticos” de
literatura guatemalteca saltaron de su sillón, dijeron que
yo me había dejado crecer el pelo “para caerles bien a
los europeos”, para venderme como apache, como siux, que
parecía hippie, etc. (la prensa guarda en sus páginas esos
insólitos artículos).
“Y
hoy que finalmente puedo disfrutar de mi cabello y tenerlo
como me dé la gana, no solo ya no me crece sino que se me
comienza a caer.”
Biografía:
Humberto Ak'Abal
Nació
en Momostenango, Totonicapán, Guatemala, en 1952.
Habla,
lee, escribe “y se calla”, como alguna vez afirmó, en
maya-k'iche' y español.
Ha
escrito y publicado 12 libros poesía, uno de cuentos y
siete antologías personales.
Su
obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán,
italiano, holandés, portugués, hebreo.
Su
libro más reciente traducido al alemán es Das Weinen des
Jaguars (El llanto del jaguar). Editado por Thanhauser,
Austria 2005.
Entre
los reconocimientos que ha recibido se encuentra el
“Diploma Emeritissimum 1995” Por la Facultad de
Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Premio
Internacional de Poesía “Blaise Cendrars 1997”, Suiza.
Premio
Continental “Canto de América 1998” UNESCO, México.
Premio
Internacional de Poesía “Pier Paolo Pasolini 2004”,
Roma.
En
2003 rechazó el Premio Nacional de Literatura “Miguel
Angel Asturias”.
Tomado
de http://www.prensalibre.com/pl/2005/agosto/25/121848.html
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