ACTUALIDAD
POLÍTICA: El huracán Bush
28 de agosto de 2006
En
estos días es imposible no haber escuchado al menos una
historia de horror de lo que pasó en New Orleans después
de la devastación del huracán Katrina. Después de
Katrina vino el otro desastre: el "huracán
corrupción", cortesía de Bush & Co., una
empresa con ingresos sin final, como una especie de saco
sin fondo.
Los
reportes no dejan de surgir. Uno de los más
estremecedores cuenta cómo un amigo íntimo de la
familia Bush, Robert Waltrip, y su empresa Service
Corporation International (SCI) recibió del gobierno
federal el contrato para recoger los cadáveres en
descomposición que pululaban por todas partes después
del huracán.
En dos meses, SCI recogió 535 cuerpos y cobró más de
seis millones de dólares por sus servicios, 12,500 dólares
por víctima. En las semanas y meses subsiguientes, los
cadáveres que se supone SCI debió de haber recogido
siguieron apareciendo en todas partes, debajo de las
piedras, en los áticos, en casas abandonadas. Sobra
decir que el mentado contrato fue otorgado sin
competencia o licitación de ningún tipo.
Hay historias del uso y abuso de la mano de obra
inmigrante en las tareas de limpieza y reconstrucción.
El uso de contratistas y subcontratistas en contratos
diversos hizo que FEMA (la Agencia Federal de Emergencia
que tan bien ha servido al país en otras ocasiones y
que bajo la Administración Bush se convirtió en un
centro de inoperancia e incompetencia) pagara 2,500 dólares
por la instalación de cada una de las cientos de lonas
azules que fueron instaladas en los techos de edificios
y estructuras diversas para temporalmente hacer las
veces de un techo. Las lonas fueron dadas gratis a una
compañía, que a su vez subcontrató y subcontrató,
hasta que por fin instalaron las carpas unos cuantos
indocumentados que ganaron el salario mínimo.
En una columna que escribí justo después del huracán
llamaba la atención sobre el hecho de que el Presidente
había suspendido las leyes de salario mínimo para
permitir la contratación de mano de obra más barata,
supuestamente para "acelerar" la reconstrucción.
Ni se aceleró la reconstrucción, ni se contribuyó a
poner de pie a miles de trabajadores y empresas locales
que hubieran necesitado el estímulo. Todo fue al
bolsillo de las empresas contratistas.
Da gusto por otra parte, ser testigo de la agudeza del
presidente George W. Bush, quien en vísperas del primer
aniversario de la devastación causada por Katrina, pero
perpetrada y perpetuada por los incompetentes y
corruptos de su gobierno, reconoció en un discurso el sábado
que Katrina "reveló la falta de preparación de
los gobiernos" y "las inundaciones expusieron
la pobreza profunda" que existe en regiones de
nuestro país.
Pero fue su gobierno el que año tras año diezmó los
recursos de la Agencia Federal de Emergencias, el que
puso como líder de la misma a un designado político
cuya única experiencia era el haber encabezado una
asociación de caballos árabes. Y es su gobierno el que
ha dado los contratos de Katrina a la misma gente que
mal manejó los de Afganistán e Irak.
Comentarios
a pilar.marrero@laopinion.com
A
un año del Katrina
Rafael Morales
George Walker Bush lanza balones
fuera para ganar tiempo ante las próximas elecciones legislativas que pintan
mal para los neoconservadores republicanos. Aparte de la política exterior,
empantanada hasta las cejas, el presidente está acosado por la existencia de 31
millones de ciudadanos que viven en la pobreza o la pobreza extrema y 41
millones sin acceso a los servicios de salud. A un año del huracán Katrina,
el presidente se disculpa por los retrasos en la reconstrucción:
“Necesitaremos mucho tiempo para ayudar a esta gente a que reconstruya”.
Como ha escrito Nancy Escobar, “un año después las cosas no avanzan en la
zona afectada y sí ha quedado claro que el mandatario del país más poderoso
del mundo no ha podido cumplir sus promesas y tiene olvidado a su pueblo.” Un
país que viene gastando 225 mil millones de dólares en Irak y 357 mil millones
en Afganistán, ha sido incapaz de abordar la reconstrucción de Nueva Orleans y
otras zonas afectadas. La destrucción pudo evitarse si Bush hubiera aceptado
las propuestas de los científicos y técnicos sobre los peligros que amenazaban
a la región y que sufrió daños por 125 mil millones de dólares además de
1800 muertos, la mayoría registrados en Louisiana y Mississippi.
Los servicios de rescate todavía encontraban cadáveres hace unas semanas
dentro de lugares en ruinas. El 41% de los evacuados de Nueva Orleans sigue sin
empleo, un lugar donde el paro afecta al 23% de la población activa. Sólo el
4.2% de sus habitantes vive en las mismas casas que ocupaban cuando llegó el
Katrina. Se multiplican las viviendas siempre provisionales, como casas rodantes
o tractocamiones, que acogen a unas 100.000 familias. Servicios como el
transporte, las escuelas y los hospitales no se terminan de recuperar. Las
tareas de prevención y protección eficaz de Nueva Orleans de cara al futuro ni
siquiera han comenzado.
¿A qué se deben estas deficiencias en el país con más recursos del mundo
para prevenir, evitar y, en el peor de los casos, reconstruir zonas devastadas
por huracanes? Porque Bush no sólo fracasó ante el desafío del Katrina antes
y después de su paso. Dice que Estados Unidos no estaba preparado ni lo está
ahora para abordar este tipo de desastres naturales. Pero olvida un balance
sobre su propia responsabilidad. Pasa por alto las denuncias sobre corrupción
durante la gestión de las autoridades en la distribución de las ayudas o la
financiación de la reconstrucción. Más del 16% del total de la ayuda fue a
parar a la malversación de fondos. El 70% de los contratos se decidieron sin
licitación alguna. Según Nancy Escobar, a principios de este año inspectores
gubernamentales reportaron que las compañías privadas le cobraron al gobierno
“de cuatro a seis veces más de lo que le pagaron a sus subcontratas que
realmente efectuaron el trabajo.” Algunas de estas empresas pertenecen a la
multinacional Halliburton, en donde trabajó el vicepresidente Cheney antes de
2001.
Nueva Orleans languidece empobrecida bajo la escasa sombra protectora de la
administración republicana, de una política económica que resta fondos
esenciales para la vida de sus habitantes y los destina a otros menesteres. Las
guerras costarán dinero pero enriquecen a unos cuantos indeseables, también
ligados a Bush y a Cheney. Mucho tiempo pasará antes de que el sueño del poeta
cobre realidad: “Nueva Orleans resurgirá de sus cenizas, Tennessee Williams y
William Faulkner recobrarán la voz/ en el café du Monde se venderán de nuevo
buñuelos, los sauces a orillas del Mississippi dejarán de llorar/ olerá otra
vez a jazmín y la trompeta de Louis Armstrong tocará las notas alegres de What
a wonderful world/ y pronto se recobrará la dulzura de Nueva Orleans”. ¡Ojalá!
rafaelmorales@canariasahora.com
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