Después
de que Corea del Norte lanzara siete misiles el pasado 5 de julio, a pesar de
las reiteradas advertencias de Washington y Tokio, los desacuerdos se han
agravado bruscamente en la península coreana. Aunque no transgreden leyes
internacionales, esos lanzamientos de prueba -entre ellos el del misil
Taepodong 2, teóricamente capaz de alcanzar el territorio de Estados Unidos,
pero que se hundió en el mar de Japón lo mismo que los otros seis- son
condenables porque fragilizan la seguridad en el nordeste de Asia, una de las
regiones potencialmente más peligrosas del mundo.
Hace un año, el 19 de septiembre de 2005, Pyongyang se había comprometido sin
embargo a abandonar su programa nuclear militar. Adoptada en el marco de las
negociaciones de los Seis, entre China, Corea del Norte, Corea del Sur, Estados
Unidos, Japón y Rusia, esta decisión había suscitado grandes esperanzas,
especialmente en Corea del Sur.
A partir de la restauración de la democracia en los años noventa, Seúl hizo
del mejoramiento de las relaciones con su vecino del norte una prioridad. La
visita a Pyongyang del entonces presidente surcoreano Kim Dae-jung, y la firma
el 15 de junio de 2000 de una declaración común con su homólogo del norte,
Kim Jong-il, significaron un vuelco en las relaciones intercoreanas.
Las autoridades del sur apuestan por el diálogo y los intercambios,
especialmente económicos, y por el desarrollo de intereses comunes para
reducir las disparidades entre los dos países, prevenir los conflictos y
preparar una eventual reunificación. A partir de entonces, el montante de los
intercambios comerciales ha alcanzado la suma de mil millones de dólares,
convirtiendo a Corea del Sur en el segundo socio económico de Pyongyang después
de China. Al norte del paralelo 38, se ha creado, en Kaesong, una zona económica
especial, donde se han implantado empresas del sur que emplean a alrededor de
8.000 asalariados del norte. A pesar de los persistentes obstáculos, las dos
partes trabajan también en la reapertura del eje ferroviario Seúl-Pyongyang,
poniendo fin a la condición de enclave de Corea del Sur.
La situación se ha degradado muy rápidamente después del acuerdo del 19 de
septiembre de 2005, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos adoptó
medidas financieras contra Pyongyang con el pretexto de que un banco de Macao
(China), el Banco Delta Asia, había blanqueado dinero por cuenta de Corea del
Norte. Cosa que no ha demostrado ninguna investigación internacional.
Intimidado por Washington, el banco congeló en el mes de febrero último 24
millones de activos norcoreanos. Pyongyang cerró entonces la puerta a las
negociaciones de los Seis, reafirmó su derecho a poseer la bomba atómica y
procedió a los lanzamientos de prueba del pasado 5 de julio desaprobados por
el Consejo de Seguridad de la ONU, uno de cuyos miembros es China.
Según Corea del Norte, el gobierno de Estados Unidos no busca una solución
diplomática, sino que persigue un único objetivo: el cambio de régimen. En
Corea del Sur, parte de las autoridades comparte ese sentimiento.
Entrevistado el 14 de septiembre último en su residencia de Seúl, el ex
presidente Kim Dae-jung, arquitecto de la reconciliación con el Norte y Premio
Nobel de la Paz en 2002, desaprobaba el lanzamiento de misiles, al tiempo que
consideraba que Washington no hace nada para calmar la situación: "Los
neoconservadores de Estados Unidos no quieren la paz en esta región, nos dice.
Son dogmáticos. No defienden los intereses de Estados Unidos, como hacía el
presidente Clinton que alentaba nuestros esfuerzos para un diálogo pacífico,
sino que se mantienen obsesionados por una ideología: la de las sanciones, que
nunca funcionó, ni contra Cuba, ni contra Irak, ni contra Afganistán, ni
contra Irán. Presionan a Tokio para que él también imponga sanciones (1), lo
cual agrava los desacuerdos regionales. Esos desacuerdos proporcionan a su vez
un pretexto a la derecha japonesa para reclamar el rearme de Japón. Lo que
aumenta la desconfianza de China. Es una espiral muy peligrosa".
El presidente surcoreano Roh Moo-hyun no está lejos de asumir este punto de
vista. Con ocasión de su encuentro con el presidente George W. Bush el pasado
15 de septiembre en la cumbre de Washington, Roh, que se ve obligado a tratar
con cuidado a su gran aliado estadounidense (2), defendió los tres asuntos en
debate entre los dos países: reiteró su voluntad de recuperar el comando
militar en tiempo de guerra sobre las tropas de Estados Unidos (30.000 hombres)
estacionadas en Corea; reclamó más tiempo para negociar el muy impopular
proyecto de Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y finalmente se negó
a aumentar las sanciones contra Corea del Norte.
En esta cuestión, Seúl no quiere ceder a las presiones de Washington, y desea
conservar una autonomía de decisión. Como afirma Kim Dae-jung: "No
queremos ni una reunificación por la fuerza como en Vietnam, ni una
reunificación ruinosa como en Alemania . Que Estados Unidos nos deje seguir
nuestro propio ritmo, lento y pacífico, hacia una reunificación feliz".
Notas:
(1) El 19 de septiembre de 2006 Tokio adoptó nuevas sanciones financieras
contra Pyongyang, que de hecho congelan las transferencias de dinero a Corea
del norte realizadas por la comunidad norcoreana de Japón, que representa
alrededor de 300.000 personas.
(2) Seúl cuenta con Washington especialmente para sostener la candidatura de
Ban Kimoon, ministro surcoreano de relaciones exteriores, para el puesto de
Secretario general de la ONU cuya elección tendrá lugar antes del 31 de
diciembre de 2006.
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Nota de/para los amigos que me escriben:
CHARLA-COLOQUIO SOBRE
LA MEMORIA HISTÓRICA
Miércoles 11 de octubre
a las 8 de la noche,
en el Club de Prensa Canaria
(Las Palmas de
Gran Canaria)
Intervendrán
en el acto:
Alexis Orihuela Suárez,
historiador
Juan Medina Sanabria, historiador
Domingo Valencia, sometido a Consejo de Guerra
María Puig, PCC
Carlos Sánchez, JCC
Inicio de una serie de actos sobre la Memoria Histórica
programados hasta el mes de enero de 2007.
Este acto es importante en sí y también por tratarse
de un acto preparatorio de
la tradicional Subida a la Sima de Jinamar
¡¡¡Participemos
todos y todas!!!
Conozcamos
nuestro pasado, para construir nuestro futuro.
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La
policía mexicana ha cometido graves abusos de
derechos humanos contra mujeres detenidas el
pasado mes de mayo, como resultado de un
operativo policial en respuesta a las protestas
de activistas de una organización campesina de
la zona. En varios casos, la naturaleza de estas
violaciones contra los derechos de las detenidas
es extremadamente seria y los hechos constituyen
tortura.
Las autoridades mexicanas tienen la
responsabilidad legal y moral de investigar
estos hechos y de hacer valer los derechos de
estas mujeres, así como de tomar las medidas
pertinentes contra los responsables de estos
abusos.
Por favor, únete
a nuestra petición, sumando la tuya (pulsando
este enlace), para lograr que se haga
justicia y que las autoridades mexicanas actúen
para que casos como estos no se repitan en el
futuro. |
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