EL
TABLÓN: El artículo de hoy
¡Terroristas a la cárcel!
Andrés Gómez, director de Areítodigital
25 de enero del 2007
Miami.- Vuelve
a enseñar sus garras el sector más intolerante de la extrema derecha
cubanoamericana en nuestra ciudad. El
sector de los terroristas, el de los consortes de los terroristas; el sector de
los que se nutren de la política estadounidense de agresión permanente en
contra del pueblo cubano.
Hace décadas Miami es la guarida de la contrarrevolución
latinoamericana. Aquí se unen en criminales empeños revanchistas lo peor de
nuestras naciones. Y cuando
nuestros pueblos se deciden a ahondar sus procesos libertarios, y no hay cabida
en nuestros países para esos maleantes, su frustración se vuelca contra los
que aquí vivimos y nos oponemos a sus maléficos propósitos.
En tiempos recientes no sólo se han decidido nuestros
pueblos a hacer realidad sociedades justicieras sino también, en este país, la
mayoría del pueblo finalmente rechaza las políticas de la Administración Bush
que han atentado contra los derechos políticos, sociales y económicos de la
inmensa mayoría, y que ha lanzado a este país a una criminal política de
guerra y conquista que ha sido responsable de muerte y destrucción en Iraq y
Afganistán.
Esa Administración y sus políticas de horror --aliada
incondicional de los terroristas del patio-- se desintegra, día a día.
Aunque la Casa Blanca hasta ahora ha podido impedir que se acuse al
terrorista Luis Posada Carriles por los viles delitos de los cuales es culpable
lo ha tenido que mantener detenido en la cárcel.
Se encarcelaron a otros dos terroristas cubanoamericanos, Santiago Álvarez
y a Osvaldo Mitat, los consortes de Posada, los que lo entraron ilegalmente a
Estados Unidos, los que tenían –al menos- (sabrá Dios cuántos más) dos
arsenales de armas, municiones y explosivos escondidos en diferentes lugares de
nuestra comunidad.
Y tal parece que sólo es cuestión de tiempo, poco tiempo,
para que se desmantelen las restricciones de viajes a Cuba y otras partes de los
cimientos de la política genocida de Bloqueo. Crece la exigencia, desde diferentes sectores de la vida
nacional, de la necesidad de una nueva política entre Estados Unidos y Cuba,
una que reemplace a la fallida política de agresión permanente en contra del
pueblo cubano, que tanto daño ha causado a los que viven en la Isla y a los que
aquí vivimos.
Además, los consortes de los terroristas en la Cámara de
Representantes federal, la Iliana y los Díaz Balart, ahora sin el poder de
antes --en un muy cambiante clima político-- toman distancia, al menos públicamente,
de sus socios de siempre.
Los terroristas y sus consortes de la extrema derecha
cubanoamericana tienen razón para preocuparse.
Las reglas del juego están cambiando, precipitosamente.
Entre ellos siempre ha habido los que viven en la histeria.
El viernes pasado, 19 de enero, algunas de las organizaciones de la extrema
derecha cubanoamericana, consortes de los terroristas, convocaron –en una céntrica
esquina en plena Calle Ocho— a una manifestación exigiendo la libertad del
criminal Luis Posada Carriles. Tan
mal le va a ese sector que a pesar de haber sido el mitin convocado con
anticipación por la prensa, y haber sido anunciado a durar seis horas, la
prensa informó que no más de 100 personas se le unieron durante todo ese
tiempo.
Dos muchachos y una muchacha, dirigentes de la organización
universitaria, Juventud Bolivariana, decidieron, casi espontáneamente, hacer
valer sus derechos constitucionales de libre expresión, y de manera pacífica,
sin hablar siquiera, en la acera de enfrente de la manifestación terrorista,
desplegaron una tela que en grandes letras decía: “Terroristas a la Cárcel”.
La respuesta de los consortes de los terroristas no se hizo
esperar. De manera
instintiva, un tropel de ellos, endemoniados, les fue arriba a los
muchachos a patadas, piñazos, escupitajos y maldiciones. Todo ocurrió –ante
las cámaras de la prensa-- en cuestión de uno o dos minutos, el tiempo
necesario para que los muchachos, que habían decidido no responder a las
agresiones, se montaran en su carro –el cual tenían cerca—y rodeados de los
poseídos atacantes se fueran del lugar.
Por suerte nada más pasó.
Esa gente es capaz de cualquier cosa; habitualmente lo han demostrado.
Una de las organizaciones que convocaron al acto, Vigilia Mambisa -- se hace
llamar-- es la realea de ese sector. Intentan
intimidar con sus desafueros a los que se oponen a sus ideas.
Su comportamiento público no reconoce el derecho de otros a expresarse
libre y pacíficamente. Obran
desenfrenadamente en contra de la ley y la consideración debida a los derechos
de los demás.
Los muchachos de la Juventud Bolivariana han presentado una
exigencia legal ante la policía, como la ley requiere, para que las autoridades
actúen y presenten cargos contra los atacantes. Además, un número de organizaciones de nuestra ciudad
entienden que ha llegado el momento de nuevamente exigir a las autoridades las
garantías imprescindibles para que se respete el derecho de todos a la libre
expresión, pacífica y públicamente, sin peligro de intimidación alguna, como
lo garantiza la Constitución.
Qué menos se puede exigir a las autoridades que lo que
pidieron esos tres muchachos en la Calle Ocho el viernes pasado: ¡terroristas a
la cárcel!
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