ASIGNATURA: SEMINARIO AVANZADO EPISTEMOLOGIA

UNIVERSIDAD YACAMBU

DOCTORADO EN GERENCIA

 

ENSAYO SOBRE LA RACIONALIDAD

Neydis Rojas

Francisco Zarzalejo

Gustavo García

Pedro Bonillo

 

EVOLUCIÓN DE LA RACIONALIDAD

 

La racionalidad se ubica, en la historia del pensamiento, cerca del siglo VI a.C., en las zonas de influencia griega, es decir, nació hace más de 2500 años.

La relación de los pensadores Platón y Aristóteles con el origen del pensamiento racional, es indiscutible, se ha escrito que todos los trabajos posteriores que tratan acerca de la racionalidad no son más que comentarios marginales a sus obras, estos siguen siendo nombres con una vigencia increíble.

Platón y Aristóteles son los dos autores fundamentales de una tradición filosófica que afirmará (y defenderá) la posibilidad de un discurso racional, esto es, un discurso crítico y objetivo, tanto en el campo de la ciencia como en el de la ética, frente a las distintas posiciones discursivas fundamentalistas y escépticas. En efecto, esta postura, que ya es clásica en la historia del pensamiento occidental, se puede definir por oposición a esas dos tesis extremas, contrarias entre sí, que, a la vez, podemos vincular a dos estadios de la historia de la reflexión griega sobre el pensamiento y el lenguaje que son anteriores a Platón y Aristóteles, y de la que los dos grandes creadores de la filosofía fueron conscientes críticos.

Primera Etapa del origen del pensamiento racional

Heráclito y Parménides

El primer estadio en la reflexión sobre pensamiento y lenguaje está protagonizado por los primeros filósofos, físicos y eleáticos, como Heráclito y Parménides. La principal característica de este estadío es que sus protagonistas tienen una manera de ver al discurso de una forma solidaria a las concepciones míticas. Para la mentalidad mítica, el discurso es, ante todo, un acto de participación donde fuerzas divinas intervienen en el hombre, al que informan acerca de lo que verdaderamente es. De manera similar a los profetas hebreos que desde el siglo XI a.C. hasta la víspera de la era cristiana se consideraron unos 'inspirados', 'videntes' y poseídos de dios”, los sacerdotes y poetas de la Grecia arcaica se auto comprendieron como participantes de un discurso auto existente y sobrehumano; consideraron que pronunciándolo albergaban en su propia persona el mensaje de fuerzas superiores. Con los primeros filósofos muchas cosas cambiaron. Sin embargo, el discurso continuó siendo concebido como el medio por el cual el sabio inspirado revelaba una realidad divina y auto existente. En este sentido, para Heráclito, logos es algo que uno oye y que está dotado de expresión verbal, pero que tiene una existencia independiente de quién lo expresa o escucha; es algo que regula todos los acontecimientos, una especie de ley universal del devenir.

” Aunque este discurso existe siempre, los hombres se vuelven incapaces de comprenderlo tanto antes de oírlo como una vez que lo han oído pues aun cuando todo sucede conforme a este discurso parecen no tener experiencia de él “. (Heráclito)


Por su parte,  Parménides afirmaba que  el discurso es también un producto

del encuentro con la divinidad, quién le revela al sabio el verdadero carácter de lo que es. Más allá de estos sabios inspirados que tienen contacto con el ser que es en sí, con la realidad divina y autoexistente, el resto de los mortales son incapaces de decir o entender nada.


Los que han de hablar con comprensión es necesario que se afirmen en lo

que es común a todos así como una ciudad en su ley, y mucho más firmemente aún; todas las leyes humanas, en efecto, se nutren de una sola, la divina; extiende ésta su poder tanto como quiere y es suficiente para todas y aún excede'. (Heráclito)


Para Parménides, y es el argumento central de su poema, sólo lo que es en sí  puede ser aprehendido por lo que piensa y expresado en el lenguaje; mientras que lo que no-es no puede ser pensado ni dicho. Nosotros admitimos sin dificultad que podemos pensar o decir cosas que no son, que no existen. En el horizonte del pensamiento de Heráclito o Parménides esto no es posible. El pensar y el decir son forzosamente un pensar y un decir lo que es.


Un problema que notó Platón es que a partir de esta postura es imposible concebir que las personas pueden pensar y decir cosas diferentes. En el Sofista, Platón promoverá la posibilidad de decir otras cosas además de lo que es, estableciendo la existencia de un no.

 

Segunda Etapa del origen del pensamiento racional

Protagoras

 

Con los sofistas aparece un nuevo modo de entender el discurso que se opone de forma clara a las anteriores concepciones físicas y eleáticas. Para ellos no hay una realidad autoexistente, un ser que el pensamiento se ocupe de aprender y el lenguaje, de expresar. Para Protágoras, por ejemplo, no existe una realidad en sí; todo ser es condicional y relativo a cada persona. Su sentencia más famosa dice: 'De todas las cosas el hombre es medida, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son'. La interpretación tradicional de esta frase explica que para Protágoras el hombre sólo puede pronunciarse acerca de cómo son las cosas para cada uno, renunciando a saber qué son las cosas en sí mismas. Así, Protágoras rechazaba expresamente todo conocimiento sobre la cosa independientemente de su aparecer al sujeto.


Ahora bien, Platón advirtió agudamente que una consecuencia de eliminar la instancia objetiva, independiente del sujeto, es que desaparece la posibilidad de que haya desacuerdo sobre algo y, luego, que haya algunas opiniones que son verdaderas y otras falsas acerca de algo. Como cada cosa es para cada quien, no existiendo nada en sí mismo, todas las opiniones y pareceres individuales son válidos y nunca se contradicen. Además, existe el problema de que si cualquier apreciación es relativa a quien la sostiene, si a cada paso uno tiene que relativizar cualquier afirmación (diciendo 'esto es para mi' y el otro también aclarando que lo que dice es sólo 'para él'), allí no hay diálogo posible, pues el diálogo implica que dos interlocutores debatan, disientan o coincidan, acerca de una misma cosa. Para la postura sofista, 'ni tú ni yo podemos, comparando y discutiendo nuestras experiencias, corregirlas y alcanzar el conocimiento de una realidad más esencial que otra, porque no existe semejante realidad estable para ser conocida'. Igualmente en moral, no es posible la apelación a ningún bien objetivo, y la única regla posible es actuar como en cada momento le parezca más conveniente a cada uno.

Tradición Clásica

Sócrates, Platón y Aristóteles

En suma, la posición clásica inaugurada por las enseñanzas de Sócrates y consolidada por las obras de Platón y luego de Aristóteles, argumentará contra:

·        que sí es obligatorio pensar y decir sólo lo que es (en sí), entonces será imposible considerar que alguien piensa o dice algo diferente.

·        argumentará que si el objeto del discurso y del conocimiento es la verdad según nos aparece a cada uno, todas las opiniones y pareceres individuales serán igualmente válidos.

En este sentido, lo que la tradición clásica sostiene es que se debe reconocer que no todo discurso dice lo que es, que no es cierto que se dice lo que es o no se habla, pues el discurso, además de tener sentido, puede decir cosas diferentes; luego, es necesario también reconocer que no todo discurso es igualmente válido sino que existen mejores y peores descripciones de la realidad y de lo que hay que hacer: existen discursos más verdaderos o racionales que otros.


Como bien señala Michel Foucault, la filosofía clásica contiene como característica fundamental desde su origen la pretensión de discriminar el discurso verdadero del falso. Si bien veremos que esta pretensión lleva a una manera particular de ver al lenguaje y sus potencialidades, por ahora basta adelantar que esta pretensión se relaciona directamente con el fin de proteger y promover la función crítica y evaluativa del discurso que surge de la participación en cualquier diálogo pleno que busca la mejor comprensión de cómo son las cosas. (1)

La "nueva física" está buscando un concepto escondido, clave y definitivo, simple y global, un concepto perdido, ajeno a la estricta observación de la ciencia tradicional, pero que parece vital. El camino a seguir parece cierto: la búsqueda de la homología, de la simetría y de la armonía, de que ya hablaba Einstein, como metas últimas de la ciencia. Einstein creía firmemente en la armonía de la naturaleza y durante toda su vida se esforzó, sin éxito, por encontrar una teoría unitaria de la física que reflejara dicha armonía. Pero el mismo Einstein, en 1949, comentaba: "No puedo aceptar esta interpretación (la cuántica) porque, de ser cierta, implicaría hablar de telepatía". Sin embargo, en la actualidad, la ciencia empieza a aceptar la telepatía, la telequínesis, la clarividencia, la precognición y otros fenómenos paranormales como fenómenos cotidianos y "reales". Los servicios de inteligencia de la KGB y de la CIA, por ejemplo, están muy convencidos de su valor y, por eso, han dedicado grandes esfuerzos al estudio y aplicación de toda esta fenomenología. (2)

 

DEFINICIONES DE RACIONALIDAD

 

            Para dar una definición de racionalidad se tomara los conceptos emitidos por varios autores, entre estos tenemos:

 

Cita el  Prof. Dr. José Rodríguez de Rivera / Dpto. Ciencias Empresariales. Universidad de Alcalá, que los conceptos de racionalidad y de racionalización se aplican en la ciencia y en la praxis de muy distintas formas y en muy diversos contextos. Además, el concepto ha estado sujeto a una gran evolución en el curso de los últimos siglos, sobre todo a partir de la formación de lo que se ha llamado "modernidad".

En el contexto moderno, "racionalidad" se entiende, referida a la acción, y designa aquel tipo de acción humana configurada de forma que permita obtener ciertos objetivos ("racionalidad instrumental"). Como definía Rescher (1993): la racionalidad consiste en la inteligente persecución de fines adecuados. (3)

En el campo de la lógica de la decisión, racionalidad es un constructo "normativo", es decir, situado en el campo semántico de lo valoral, un campo no metrizable, y en el que no es posible aplicar métodos de medición y comprobación empírica. Por tanto, el concepto de racionalidad (referente a la decisión) no es operacionalizable.

Si se enfoca a la racionalidad, desde el punto de vista de la teoría económica, para lograr la formación de una teoría (programación asimétrica de operaciones de conocimiento – ver Luhmann) que debe generar un valor para los que realizan dichas operaciones en el sentido de satisfacer las necesidades de explicación-comprensión de interdependencias, relaciones, referencias a un marco de conceptos ya previamente conocidos, o a explicar los fundamentos de los métodos (programas simétrico-reflexivos) se debe emplear el campo del saber en que se realizan esas operaciones. Y todo eso debería realizarse de acuerdo a una cierta "racionalidad" que no es un concepto con un referente "objeto", sino que se refiere a las mismas "operaciones" cognitivas, es decir, que designa una forma de ver, un tipo especial de observación de segundo grado o reflexión que facilita o posibilita realmente la ejecución de la misma observación de primer grado – en referencia a "operaciones" como fundamentar, explicar, relacionar etc.

En el ámbito de las ciencias económicas, ya desde los clásicos (A. Smith, D. Ricardo o S. Mill) se describe, aunque no definiendo el contenido, la racionalidad en referencia al establecimiento de una relación de medios a fines (pero tal relación se considera sin referencia alguna a la tradición filosófica anterior).

Para el empirista, y filósofo moral, Adam Smith, la naturaleza no sólo habría dotado al hombre con la tendencia a conseguir sus fines, sino también con una apetencia hacia los medios que conducen a ellos, y que son los únicos por los que pueden realizarse dichos fines.

Otros conceptos se pueden ver en (4), donde señalan que la  racionalidad puede ser entendido de dos formas: una decisión puede entenderse racional ex-ante si se ha tomado tras unos procesos mentales de previsión, cálculo de probabilidades y estimación de rendimientos futuros;  pero si el juicio sobre el acierto en la elección se toma una vez que se han obtenido los resultados mediante la comparación de éstos con los intereses u objetivos del sujeto, el criterio es de racionalidad ex-post. Este es el sentido más utilizado en Economía. Aunque en ocasiones se han estudiado los procesos mediante los que los agentes económicos adoptan sus decisiones, la teoría económica lo que hace es utilizar su instrumental matemático para predecir cuál va a ser el comportamiento de los consumidores y empresarios en una sociedad y posteriormente comprueba si sus predicciones se han cumplido.

Habermas, cita a Weber manifestando que por racionalismo pueden entenderse cosas muy distintas: racionalidad teórica la que emplea el pensador sistemático para analizar una imagen del mundo y acrecentar su dominio teórico. O racionalidad práctica: es decir, la consecución metódica de un determinado fin práctico mediante el cálculo cada vez más preciso de los medios adecuados. Weber distingue entre dominio teórico y dominio práctico de la realidad y le interesa más la racionalidad práctica con la cual los sujetos aprenden a controlar su entorno.

            Actúa de forma racional con arreglo a fines quien se guía por los fines, los medios y las consecuencias que su acción pueda tener, sopesando los medios con los fines, los fines con las consecuencias laterales y los distintos fines posibles entre sí. Es decir quien no actúa guiado por la pasión o la tradición. (5)

 

Racionalidad y Libertad en la Acción Colectiva

 

Siguiendo la línea de los autores que precedieron a Smelser en el estudio del comportamiento colectivo, de lo que muchos llamaban las masas, todos tendemos a ver tensiones profundas y pasiones oscuras en la raíz de enfrentamientos colectivos sangrientos como los que desatan el racismo y los nacionalismos agresivos. Pero hay factores que explican racionalmente esa dinámica criminal. La fortaleza de una identidad colectiva es mayor cuando no puede ser abandonada, cuando el precio por salir de ella es tan alto que la permanencia resulta casi inevitable. Un hecho brutal compartido, en este sentido, crea lazos muy fuertes entre quienes lo cometen: ninguno de ellos puede pretender volver a la situación anterior, arrepentirse u olvidar lo sucedido. Por eso los ritos de iniciación de las organizaciones ilegales incluyen la comisión de delitos graves que aten para siempre a los nuevos miembros a la organización. La racionalidad tiene grandes limitaciones, y la naturaleza humana abismos muy oscuros, pero no por ello conviene ignorar las consecuencias racionales de los hechos más brutales e irracionales.

 

El hecho es, sin embargo, que partiendo del marco de la elección racional llegamos a admitir la existencia de situaciones de incertidumbre en las que la definición de la propia identidad (colectiva) se hace racionalmente prioritaria para los individuos, incluso adoptando formas contrarias a una idea sustancial de razón.

 

Un modelo para explicar este hecho se ha tomado, con desoladora aplicabilidad, de la conducta de las hormigas: las primeras en encontrar una fuente de comida provocan una cascada informacional entre las restantes, y una vez puesta en marcha esta dinámica otras fuentes de alimento permanecen olvidadas o relegadas hasta que, una vez familiarizada la mayoría con la primera, se convierten a su vez en novedad, desencadenando una nueva cascada informacional.

 

Se diría, una vez más, que esta conducta, por más que se pueda explicar racionalmente, no parece compatible con el marco de la elección racional. No es así, sin embargo. Es precisamente lo que cabe esperar desde el punto de vista de esta teoría si admitimos que los individuos no tienen mejor posibilidad de obtener información que la de aceptar la de los primeros que han elegido sobre su propia satisfacción (aunque sea con un descuento fijo sobre su credibilidad), y que el tomar la misma elección desencadena un proceso de rendimientos crecientes (Hill, 1997).

 

Cuantas más personas deciden que un restaurante es el mejor y más de moda, mayor es la reputación del restaurante y de quienes le frecuentan (los connoisseurs), hasta que se ha convertido en un hecho mayoritario y pierde por tanto su valor añadido. En este sentido, la casualidad puede ser decisiva para hacer que una persona, en una situación de incertidumbre, se autoidentifique con un grupo u otro: todo dependerá de lo que suceda en su grupo de pares, dentro de una red de vínculos débiles que no debe confundirse con los vínculos fuertes que definen el círculo de reconocimiento.

 

Todo esto puede ser bueno para la teoría, pero una vez más hay que insistir en que nos deja con una visión un poco relativizada y escéptica de la racionalidad. Nos ofrece un marco explicativo racional de la acción social, pero arroja una visión un tanto pesimista acerca de la racionalidad sustancial de la conducta humana. Peor aún, parece privar de toda base a la idea de libertad. Si a fin de cuentas depende de la casualidad que una persona se integre en una identidad colectiva u otra, que se convierta en chavista o en opositor, en cooperante o en genocida, las teorías de la acción colectiva no serían el mejor punto de partida para una reflexión ética ni dejarían espacio alguno para la libertad.

 

Sin embargo, no es evidente que sea así. Por el contrario, nos permiten recuperar en términos nuevos la vieja idea de libertad de la necesidad. De todo lo que se ha expuesto anteriormente se deduce que la persona que asume un modelo de decisión y necesita ante todo definir su propia identidad, autoidentificarse a través de un colectivo, no es libre. Su carencia o crisis de identidad no le permite elegir, no tiene definidas las preferencias a partir de las cuales poder elegir, desarrollar una estrategia para alcanzar la satisfacción de un objetivo.

 

Por tanto la libertad es la superación de esa necesidad de identidad. Una persona es libre cuando sabe quién es y puede elegir en consecuencia. Entonces puede traicionar aparentemente su identidad dando prioridad a su bienestar material sobre sus valores explícitos, pero lo hará porque implícitamente antepone la seguridad material a cualquier otro valor. O ser consecuente con sus valores cuando le parezca que la posibilidad de realizarlos justifica el riesgo o el coste.

 

Una persona que no sabe quién es, en cambio. podrá comportarse como un traidor o como un héroe, pero no será ni una cosa ni la otra.

 

Esto es algo que puede percibirse analizando las motivaciones de los miembros de algunos movimientos sociales (Gross, 1995). Los que poseen un carácter moral dan prioridad a la eficacia de sus acciones para lograr los objetivos del movimiento, valoran la plausibilidad de la estrategia y de los medios elegidos. Los que lo poseen en menor medida valoran ante todo los efectos personales de la pertenencia al movimiento, el encuentro con los otros miembros y su compañía, el calor de la acción por la acción. Algunos pueden ser fanáticos, pero es más probable el fanatismo en los que, por no poseer una identidad definida, buscarán ante todo estar del lado de la mayoría, reforzar su sentimiento de identidad colectiva aunque sea al precio de poner en peligro los objetivos del movimiento.

 

De esta forma paradójica se cierra el razonamiento: a veces tendemos a pensar que las personas a las que cabe aplicar la teoría de la elección racional son personas egoístas, amorales e individualistas, ajenas a todo interés colectivo, mientras que las que lo posponen todo a los intereses del grupo serían personas libres de ataduras y egoísmos personales.

 

La propuesta que cabría hacer es bien distinta: la teoría es aplicable precisamente a las personas libres, poseedoras de un carácter moral, que valoran racionalmente la adecuación de medios a fines. Pueden ser malas o buenas personas, egoístas o altruistas, canallas o héroes, podemos compartir o no su jerarquía de preferencias, pero son las únicas que, por saber quiénes son, pueden elegir libremente y ser juzgadas moralmente a partir de su escala de valores.

 

Fuentes Consultadas:

 

(1) http://www.politicayactualidad.com/textos.asp?id_texto=2283&id_seccion=6

(2) http://prof.usb.ve/miguelm/desafio.html

(3)http://www2.uah.es/estudios_de_organizacion/epistemologia/racionalidad.htm

(4) http://www.eumed.net/cursecon/3/Racionalidad.htm

(5 http://www.imperioargentino.com.ar/letras/clase8.doc

http://csociales.uchile.cl/publicaciones/margen/antmarg3.htm

http://foster.20megsfree.com/9.htm

 

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 Última Actualización: 25FEB2005