Algunas relaciones entre Econom y Psicolog
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ALGUNAS CONTRIBUCIONES DE LA PSICOLOGÍA A LA ECONOMÍA
Nora Schwartz
Facultad de Ciencias Económicas – Universidad de Buenos Aires
La Psicología y la Economía se relacionan en distintas direcciones y de diversas
maneras. El psicoanálisis freudiano, por ejemplo, ha empleado categorías económicas
para construir una de las partes de la Metapsicología, precisamente, la económica.
También una teoría psicológica de la motivación humana llamada "Picoeconomía" ha
empleado herramientas conceptuales de la Economía para explicar aspectos
destructivos de la conducta.
En el sentido contrario, la Economía, en tanto supone alguna concepción de la
racionalidad (convencional o no convencional), asume hipótesis psicológicas que la
llevan a vincularse de señaladas maneras con la Psicología.
Por una parte, la Psicología Experimental contradice conjeturas psicológicas de la
Economía. Por la otra, las concepciones no standard de la racionalidad se alimentan
de los hallazgos de la investigación psicológica, i.e., dejan de lado postulados a favor
de descripciones más “realistas” aportadas por la Psicología.
Finalmente, debido a la teoría de la elección racional, la Economía convencional
enfrenta un problema epistémico que la Psicología Evolucionaria podría ayudar a
superar.
Me concentraré aquí en esclarecer algunas contribuciones de la Psicología a la
Economía. 1) En primer lugar, expondré los rasgos distintivos de la concepción
standard de la racionalidad e identificaré alguna de las hipótesis psicológicas que
contiene y que están en conflicto con la Psicología Experimental. 2) A continuación,
introduciré el “problema del triángulo hermenéutico” y presentaré el tipo de solución
propuesto por algunos filósofos recurriendo a la Psicología Evolucionaria. 3) Por
último, señalaré las características principales de una teoría no standard de la
racionalidad, la teoría de la racionalidad procesual de H. Simon y su apertura a las
Ciencias Humanas, particularmente a la Psicología.
1. La concepción standard de la racionalidad y la Psicología
La concepción standard de la racionalidad permite explicar "la racionalidad del
agente", la coherencia holística del sistema de elementos que comprende la mente de
una persona. Los estados mentales: deseos o preferencias, creencias y elecciones
son coherentes entre sí, en tanto se satisface la condición de que el agente maximice
sus utilidades. Para garantizar que la elección del mejor de todos los actos posibles no
falle, tal concepción de la racionalidad requiere un agente ideal de gran penetración
inferencial.
Este paradigma es adoptado por la Economía convencional. Se supone que el
consumidor desea obtener un máximo de utilidad o satisfacción, y que el empresario
desea obtener un máximo de ganancias. Decidir racionalmente es elegir el mejor curso
de acción, e.d., elegir, dadas las creencias y las restricciones del sujeto, la estrategia
que mejor satisface sus deseos. Se dice que el individuo que intenta obtener los
respectivos máximos actúa "racionalmente". Explicar pautas o rasgos sociales, en
particular económicos, sería explicarlos como resultado agregado de la interacción de
individuos maximizadores sujetos a restricciones de recursos.

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Ahora bien, según la matemática de la optimización, el comportamiento maximizador
de un agente se sigue de ciertos supuestos acerca de los procesos psicológicos de la
elección. Por ejemplo, del supuesto de que la elección óptima está basada en
comparaciones binarias. Esto significa que cada opción -de un conjunto probable- es
comparada en una serie de comparaciones binarias de preferencia. La mejor opción
es identificada y elegida de este modo.
Sin embargo, las elecciones óptimas no estarían basadas en comparaciones
binarias, según los datos psicológicos obtenidos experimentalmente. Éstas evidencias
han estimulado a algunos economistas a explorar hipótesis psicológicas (1).
2. La concepción standard de la racionalidad presenta un problema epistémico
Von Neumann y Morgenstern ponen de manifiesto que en la teoría de la elección
racional los deseos y las creencias de los agentes económicos se conectan
estrechamente. Esto implicaría que no se puedan determinar esos estados
psicológicos independientemente de dicha teoría.
En efecto, ellos exhiben que la descripción de las preferencias (deseos) mediante
una noción amplia de utilidad depende de las expectativas (creencias relativas a
alternativas futuras con probabilidades declaradas) y de las elecciones de los
individuos en relación a las alternativas en cuestión. Y, también, muestran que la
fijación de las creencias depende de las elecciones y de las preferencias. De acuerdo
a la teoría de la utilidad esperada, la conducta del agente, e.d., su elección y, en
segundo término, su expectativa o certeza relativa a la probabilidad -entendida como
frecuencia en el largo plazo- de la ocurrencia de dos eventos cualesquiera sirven de
base para construir una estimación numérica individual de la utilidad. Además, de
acuerdo a esa misma teoría, es posible abordar la información imperfecta. Pues, si se
conoce el peso de la preferencia de un agente entre resultados alternativos, y se le
ofrece que elija entre las alternativas, es posible determinar las probabilidades que él
le fija a tales alternativas.
En cualquiera de los dos usos de la teoría de la elección racional, podemos fijar
alguno de los estados psicológicos del agente, sólo si ya conocemos los otros estados
psicológicos. Lo que hace posible que a partir de la observación de una conducta y de
la determinación de una clase de estados psicológicos puedan derivarse los estados
psicológicos de la otra clase es la hipótesis de que los agentes son maximizadores de
utilidades y están constreñidos por sus expectativas (2).
Se ha sugerido que el recurso a las Ciencias Evolucionarias, especialmente la
Psicología Evolucionaria podría ayudar a resolver el problema cognoscitivo recién
descripto y que ha sido denominado el "problema del triángulo hermenéutico" (siendo
el triángulo la figura que representa, en cada uno de sus vértices- los componentes del
razonamiento práctico: deseos, creencias y elección o acción).
Así, A. Doménech defiende que podrían describirse creencias y deseos de los
hombres como consecuencias de presiones ecológicas. Un marco conceptual en el
que puede inscribirse esta propuesta es el ofrecido por Ruth Millikan (3). Ella sostiene
que el sistema nervioso humano ha cumplido funciones que lo han conducido a su
proliferación. Considera plausible que, para llevarlas a cabo, dicho sistema tuviera que
producir dispositivos dentro y fuera del cerebro que estuvieran adaptados a las
circunstancias especiales del sistema nervioso individual, incluyendo su cuerpo
especial y su situación social. Especula que algunos de esos dispositivos son las
habilidades, conocimientos proposicionales, intenciones y fines que históricamente
estuvieron relacionados entre sí y con el medio de maneras especificables. En
especial, postula que
las creencias corresponden a dispositivos fisiológicos -
estructuras neurales, estructuras de transferencia de energía, o lo que sea- que

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desempeñan sus propias tareas. Y afirma que, cuando el ejercicio de éstas es
acompañado con el de otras tareas de dispositivos que cooperan con las creencias, se
llevan a cabo más tareas, todas las cuales contribuyen a la proliferación o
supervivencia de la especie que cree.
3. Concepciones no standard de la racionalidad: H. Simon
Las concepciones no standard de la racionalidad permiten explicar la "racionalidad
del agente" apelando al cumplimiento de la condición de "satisficiencia", de adaptación
o de sobrevivencia, que es compatible con el hecho de que los seres racionales somos
limitados -cognitiva o motivacionalmente- y que no siempre elegimos lo objetivamente
mejor. Un caso de teoría de la racionalidad no standard es la concepción procesual de
la racionalidad de H. Simon.
De acuerdo a ésta, la propiedad de la racionalidad caracteriza a los procesos de
decisión. La conducta racional es la conducta deliberada, i.e., el resultado de la
deliberación apropiada a la luz de los medios computacionales y de los conocimientos
disponibles.
Según Simon, la Economía debe abrirse a la Psicología –al igual que a las
disciplinas sociales- para que le proporcionen información sobre unos y otros (4).
Referencias bibliográficas
(1) Plott, Ch., “Psychology and economics” en Utility and Probability editores J. Eatwell,
M. Milgate y P. Newman, N. York-London, Macmillan, 1990.
(2) Cf. von Neumann, J. y Morgenstern, O., Teoría de los juegos y comportamiento
económico, Bs. As., Departamento de Graduados de la Facultad de Ciencias
Económicas de UBA, 1965, Cap. 1, 2.
(3) Cf. Millikan, R., Language, Thought, and Other Biological Categories, Cambridge,
MIT Press, 1984, p. 138 and ss.
(4) Cf. Simon, H., “Rationality in Psychology and Economics” en Rational Choice,
edited by Robin Hogarth and Melvin Reder, Chicago and London, University of
Chicago Press, 1987.