ASIGNATURA: SEMINARIO AVANZADO LA GERENCIA Y EL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL

UNIVERSIDAD YACAMBU

DOCTORADO EN GERENCIA

ENSAYO 1

PARADIGMAS DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL

Por

Pedro Bonillo

Adaptado del aprendizaje organizacional: el estado del arte hacia el tercer milenio Por César Medina Salgado y Mónica Espinosa Espíndola

INTRODUCCIÓN

En este ensayo se presenta un constructo filosófico, tecnológico y praxis del aprendizaje organizacional desde la perspectiva del investigador. El objetivo de la discusión es lograr  establecer un marco teórico referencial del concepto que permita incorporar al investigador desde una postura crítica en la discusión existente en las ciencias sociales y gerenciales con respecto a este término. El propósito de la argumentación es generar ideas en torno al concepto y seleccionar la mejor como postura critica que fortalezca el trabajo de investigación doctoral del autor. Este ensayo esta estructurado con una introducción, un cuerpo en el que se discuten los antecedente y paradigmas del aprendizaje organizacional, finalmente se presentan unas conclusiones generales y la bibliografía.

ANTECEDENTES DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL

Fiol y Lyles (1985: 803) establecen que el aprendizaje organizacional es "un proceso que emplea el conocimiento y el entendimiento orientado al mejoramiento de las acciones". Probablemente en su conceptualización, estos autores adoptan una visión del aprendizaje organizacional centrada en el actor preocupado por la solución constante de problemas. Esta visión ha sido cuestionada y calificada por algunos autores como el "encantamiento con la fragmentación" (Kofman y Senge, 1993), y el fundamento de su crítica se encuentra relacionado con la forma en la cual el conocimiento ha sido producido en el mundo moderno.

Otros autores se han preocupado por el estudio del aprendizaje organizacional, pero su nivel de análisis se encuadra en las organizaciones (Dogson, 1993) y no en los individuos como "solucionador de problemas". Como se puede observar los dos enfoques aquí presentados tienen una visión del aprendizaje organizacional (AO) particular, ya que el primero voltea su mirada hacia el interior de la organización como elemento causal del fenómeno; mientras que el otro busca una explicación exógena a la problemática del AO en el medio ambiente.

Aunque algunos autores encuadran su estudio en la década de los noventa. Por ello, es pertinente establecer una posible taxonomía para su análisis y estudio. Una posible clasificación es la propuesta por Fiol y Lyles en 1985, en ella los autores establecen la existencia de tres áreas de consenso (o más bien de debate) en torno al AO: (1) la importancia de la concordancia ambiental; (2) la distinción entre el aprendizaje individual y el organizacional; y (3) la existencia de cuatro factores contextuales importantes en el proceso de aprendizaje: a) la cultura; b) la estrategia; c) la estructura y d) el ambiente.

En la primera área, correspondiente a la concordancia ambiental, los autores se concentran (quizás desde una visión evolucionista) en la sobrevivencia y el crecimiento de la organización. Y al respecto dicen que la organización para lograr sus objetivos debe establecer cierta concordancia con su medio ambiente, ya que esto, le permitirá la obtención de nuevas capacidades que se traducirán en un incremento en el manejo y comprensión de los procesos de competencia e innovación. Y de esta manera lograr su sobrevivencia ante los cambios que le enfrenta el exterior.

Al leer estos argumentos se observa la impronta de algunos trabajos encuadrados dentro de la llamada escuela de la contingencia, y se reconoce también en ella, la premisa central que conduce a la administración estratégica. De esta última premisa se desprenden una serie de tareas para la organización, de tal forma que la facultan para aprender, des-aprender y re-aprender con base en su comportamiento efectuado en el pasado. Esta forma de actuación descansa en la añeja idea de que el pasado explica el presente y predice el futuro. Y lo que es más importante aún para la organización, mediante este comportamiento asegura su relativa estabilidad y armonía con el medio ambiente.

También se observa en algunos aspectos sustantivos la influencia de la escuela conocida como ecología poblacional (Hannan y Freeman, 1989 -"population ecology"; Hannan y Carroll, 1995) en la cual las organizaciones son vistas como conjuntos o grupos que se desarrollan en nichos. Esta escuela entiende a los nichos como un acervo de recursos del cual dependen un grupo de competidores. Los seguidores de esta escuela piensan que las organizaciones compiten por los recursos y que las acciones colectivas del grupo afectan la sobrevivencia individual de ellas -las organizaciones.

Pero en forma concomitante reconocen que el medio ejerce una fuerte influencia en las organizaciones y que éste seleccionará a aquellas organizaciones que le permitan a él subsistir (en una relación simbiótica). En consecuencia, las organizaciones no seleccionadas desaparecerán por no tener acceso a los recursos del nicho. Desde este enfoque, el aprendizaje organizacional se integra por dos vías, una interna que proviene del manejo eficiente de los recursos y otra externa que tiene relación con la influencia del medio sobre la organización. Lo que conforma en los individuos que la integran, una visión poco afortunada sobre el dominio que ellos pueden ejercer sobre el medio a través de la instrumentación de diversas estrategias.

Pero en las visiones anteriormente descritas existen algunos problemas, el primero consiste en aceptar la validez de la premisa en la cual descansa la administración estratégica y que ha sido cuestionada por diversos autores (Scott, 1977; Morgan, 1982, 1986; Pondy y Mitroff, 1979; Smirchich y Stubbart, 1985) y por algunas escuelas de planeación como la prospectiva francesa (Decouflé, 1980; Miklos y Tello, 1991).

El siguiente problema tiene que ver con el énfasis en los ambientes -interno y externo- de la organización y su concordancia. Algunos reconocen que el aprendizaje y en consecuencia el cambio son desencadenados por alguna forma de desequilibrio, discrepancia, cuestionamiento, novedad o diversidad que requiere ser sometido a un proceso de reformulación. Desde la teoría de la organización se han enfatizado dos elementos: (1) el nivel de interdependencia (Medina, 1994; Hatch, 1997) y (2) la necesidad de concordancia entre los elementos cognitivos de la organización. (Argyris y Schon, 1978; Miller y Freisen, 1980, 1984; Wieck, 1979a,b; Hedberg, 1981; Sweringa y Wierdsma, 1992; Schein, 1993).

Esta concordancia se encuentra referida a las formas organizacionales (Miller y Freisen, 1980, 1984; Tsoukas, 1994; Mckinley, Sanchez y Schick, 1995); a los paradigmas (Kuhn, 1962; Hedberg, 1981; Tapscott y Caston, 1993); a las visiones del mundo (Hedberg, 1981; Nystrom y Starbuck, 1984; Morgan 1986); a las teorías de la acción (Argyris y Schon, 1978; Tsoukas, 1994), y a los esquemas cognitivos (Weick, 1979b; Weick y Bougon, 1986).

Algunos investigadores enfatizan el significado y el sentido de la auto-confirmación, auto-preservación y auto-desarrollo (Weick, 1979a; Nystrom y Starbuck, 1984; Morgan 1986; Keys, Fulmer y Stumpf, 1996) y lo difícil que resulta reemplazarlos (Argyris y Schon, 1978; Hedberg, Nystrom y Starbuck, 1976; Weick, 1979a; 1996) o en su caso, revertir la dirección de estos procesos (Miller y Freisen, 1980; McGill, Slocum y Lei, 1992; McGill, y Slocum, 1993; Dibella, Nevis y Gould, 1996; Pedler y Aspinwall, 1996).

Sin embargo existen algunos desacuerdos en cuanto a la necesidad de la concordancia organizacional. Las principales escuelas de la teoría de la contingencia, sustentadas en los sistemas abiertos se enfocan sobre esta concordancia entre la organización y su medio ambiente (Lawrence y Lorsch, 1969; Duncan y Weiss, 1979; Shrivastava, 1983; 1995) mientras que otras dicen todo lo contrario (Luhmann, 1995).

Una de las críticas a los primeros enfoques se centra en la partición artificial que hacen entre organización y medio ambiente (Pondy y Mitroff, 1979; Weick, 1979a), y además en ellos destaca la visión sobre este fenómeno como elemento regulador de los escenarios cognitivos internos de la organización (De Geus, 1988; Ulrich, Jick y Glinow, 1993), los mapas organizacionales (Argyris y Schon, 1978), y algunas otras dinámicas intra-organizacionales (Morgan, 1986; Keys, Fulmer y Stumpf, 1996).

En este sentido, ellos hacen énfasis en la importancia de la concordancia del ambiente interno pero cuestionan la interpretación artificial en torno a la naturaleza del ambiente externo (Pondy y Mitroff, 1979; Weick, 1979a, b; Smirchich y Stubbart, 1985). Dentro de esta pléyade de autores algunos argumentan la importancia y la existencia de ambos ajustes -interno y externo. Con esta consideración, ellos transforman el problema y le agregan complejidad, al no determinar cuál de ellos es más importante, lo cual, desde el ámbito organizacional se puede transformar en una tarea casi imposible de realizar en forma simultánea (Miller, 1992).

La segunda área de "consenso" de Fiol y Lyles (1985) está definida por la distinción entre el aprendizaje individual y el organizacional. Esta distinción ha sido estudiada desde diversos ámbitos disciplinarios, desde la psicología hasta la teoría de la organización, pasando por el ámbito educativo y gerencial. Sin embargo, se requieren una mayor cantidad de trabajos dedicados al esclarecimiento, de la posible relación entre estos dos niveles de análisis y desde los ámbitos de la teoría y de la práctica.

Los autores que ubican el fenómeno del aprendizaje desde el nivel individual, porque son los individuos los que actúan y aprenden dentro del marco de la organización (March y Olsen, 1976; Hedberg, 1981; Dodgson, 1993). Y que los agentes de la actuación y del aprendizaje de la organización son los miembros individuales que la integran (Argyris y Schon, 1978; Klein, 1989; Kofman y Senge, 1993). A este respecto Dogsdon opina: "Los individuos constituyen la entidad primaria de aprendizaje de las firmas y estos individuos son los que crean las formas organizacionales que posibilitan el aprendizaje y facilitan la transformación organizacional" (Dogsdon, 1993: página 377).

Pero también existen otros autores que critican esta posición (Duncan y Weiss, 1979) argumentando que la explicación es parcial e insatisfactoria. Y en su propuesta explicativa reafirman la importancia que tiene la organización y su estructura como agente inmerso en el proceso de aprendizaje (Cyert y March, 1963; Duncan y Weiss, 1979; Levitt y March, 1988; Lant y Mezias, 1990). Estos estudiosos se preguntan cómo el conocimiento puede ser interpretado y comunicado de manera consensual. Una posible respuesta a este cuestionamiento se orienta hacia el mejoramiento de la experiencia individual y organizacional a través de la capacitación, el entrenamiento y en el logro de un des-aprendizaje.

Este proceso de mejora pasa por cuatro niveles para arribar al cambio: (1) el de una filosofía organizacional; (2) las prácticas administrativas; (3) los empleados; y (4) los clientes. Y requiere de una cultura del aprendizaje, una experimentación continua, poseer sistemas de información, sistemas de incentivos, nuevas prácticas en la contratación de personal con base en la capacidad de aprender de los "candidatos" y no en lo que saben hacer, y un liderazgo precursor del aprendizaje (McGill y Slocum, 1993: 75-9).

La última área establecida por Fiol y Lyles (1985: 804) comprende cuatro factores que son creadores e impulsores (desde su punto de vista) del aprendizaje organizacional. Los cuatro factores son (1) la cultura organizacional, (2) la estrategia, (3) la estructura y (4) el ambiente. Pero cada uno de ellos en su interior admiten a su vez una gama más amplia de elementos.

Desde el ámbito de la cultura algunos autores hablan de una "orientación cognitiva" (Daft y Weick, 1984; Lant y Mezias, 1990) y otros desde una visión más amplia se refieren a las ideologías internas y patrones de comportamiento que integran a la cultura organizacional (Schein, 1993; Tsoukas, 1994). Por ejemplo Edgar Schein (1993) propone al diálogo como eje articulador del aprendizaje organizacional y del cambio. Ya que desde su perspectiva los problemas organizacionales radican en "fallas de comunicación" y "malos entendidos" que imposibilitan el tratamiento de un problema y en consecuencia, plantear una solución común al mismo.

Otras visiones desde la cultura involucran el empleo de metáforas para explicar el cambio cultural dentro de la organización. Esta última es vista como un teatro donde se involucran, flujos, procesos, transformaciones, prácticas comunes, estrategias (deliberadas y contingentes), mitos, valores humanos, enseñanza y auto-reflexión (Tsoukas, 1994), estructuras, ciclos de aprendizaje, apoyos culturales, y desarrollo y capacitación para el aprendizaje (Dixon, 1994).

Algunas otras taxonomías han propuesto la relación entre estrategia organizacional y estilos cognitivos (Daft y Weick, 1984; Lant y Mezias, 1990). En su explicación los seguidores de esta perspectiva intentan responder a dos preguntas: (1) cómo las metas estratégicas afectan a la organización en su proceso de adaptación general y (2) cómo este proceso de adaptación genera una serie de resistencias al interior de la organización. Y arribar a siguiente conclusión: la superación de estas resistencias impulsan el desarrollo del proceso de aprendizaje organizacional, y de igual manera, los procesos de formulación e implantación de estrategias propulsan la adquisición de conocimiento.

El tercer elemento corresponde a la estructura (Medina, 1994) y desde la óptica de los autores aquí analizados, la estructura es un producto del aprendizaje organizacional y generalmente es una condición para su desarrollo dentro de la organización. Para Fiol y Lyles (1985: 805) la estructura, ya sea centralizada o descentralizada ejerce cierto grado de influencia sobre la capacidad organizacional para aprender (ver Hatch, 1997).

La estructura de naturaleza centralizada tiende a reforzar el pasado (una especie de aprendizaje lento) mientras que las estructuras descentralizadas facilitan la asimilación de nuevos patrones y asociaciones (aprendizaje rápido). La estructura adecuada para una organización depende del grado de flexibilidad que ella requiera. Es necesario destacar que una estructura inadecuada no puede eliminar el aprendizaje organizacional, pero si puede impedir u obstaculizar la producción ocasional de consecuencias vitales o positivas para la organización.

El reconocimiento de que ciertas estructuras son más propicias para el AO que otras han permitido a algunos autores apoyar el argumento de que la organización puede ser intencionalmente diseñada para mejorar su capacidad para aprender. Inclusive se habla de la posibilidad de acelerar estos ritmos de aprendizaje organizacional y de encadenamiento de procesos de segundo orden (Dixon, 1994).

En este sentido el debate se orienta hacia la identificación de ¿cuáles son las estructuras que promueven el AO? Una posible respuesta es la que proponen Hedberg y otros (1976) al decir que las organizaciones pueden ser diseñadas para generar el ambiente interno de consenso necesario para promover el AO de sus miembros, pero que esto requiere mantener la felicidad, la fe en el futuro, la consistencia interna y la racionalidad dentro de un balance mínimo aceptable con sus opuestos. Ellos argumentan que el incremento excesivo de cualquiera de estos factores podría causar cierta rigidez en la organización provocando en consecuencia la obstaculización de su capacidad para aprender y adaptarse (ver Hawkins, 1994).

Otra respuesta proviene del enfoque de la contingencia, la presentan Duncan y Weiss (1979) diciendo que el diseño organizacional óptimo es aquel que resulta del proceso de aprendizaje, y que por su propia dinámica genera la estructura más adecuada para enfrentar las distintas condiciones que le brinda su contexto.

Por otra parte, Daft y Huber (1987) argumentan que la estructura más apropiada para promover el AO depende, sobre todo, de la cantidad de información que necesita procesar e interpretar en sus actividades, de tal forma que le permitan seguir subsistiendo.

La última área analizada por Fiol y Lyles (1985) es el papel que desempeña el ambiente. La necesidad de comprender las características internas y externas en cualquier evaluación se ha establecido en la argumentación presentada en los párrafos superiores, aunque a este análisis se le debe incorporar la postura de otros autores -fundamentalmente de la escuela inglesa de Tavistock- que sugieren que un nivel medio de percepción en la complejidad contextual es el más adecuado para el desarrollo del AO (Emery y Trist, 1965).

Porque un nivel mayor de complejidad (turbulento o hiperturbulento) obstaculizaría la capacidad de aprendizaje y generaría una sobrecarga en el sistema de aprendizaje de la organización (Hedberg, 1981). Sin embargo, un nivel demasiado bajo de complejidad (placido) es perjudicial al provocar la somnolencia organizacional (Hedberg y otros, 1976; Fiol y Lyles, 1985).

Algunas respuestas para el manejo de la complejidad se han derivado de la cibernética y de la tecnología de la información mediante la creación de una serie de estructuras coordinadas a través de procesos computarizados que relacionan a la amplia gama de actividades desarrolladas en las organizaciones actuales (Espejo, 1996; Huber, 1996).

Por último dentro de este apartado y como complemento de lo que hasta aquí revisado, habría que incorporar un tema que se encuentra en la mesa de discusión: el des-aprendizaje organizacional. Desde la óptica de algunos autores (Hedberg, 1981) es importante que la organización cuente con nuevas ideas o estructuras cognitivas (Cohen y Levinthal, 1990) que le permitan generar nuevos conocimientos. Sin embargo, el des-aprendizaje organizacional es sumamente problemático porque algunos individuos, ya sean gerentes o trabajadores en general, permanecen prisioneros en sus estructuras cognitivas perdiendo en consecuencia sus herramientas conceptuales de cambio.

Las dificultades enfrentadas en el des-aprendizaje son consistentes con el carácter de la auto-confirmación y auto-reproducción de las estructuras cognitivas mencionadas en párrafos anteriores (Argyris, 1991 ; Argyris y Schon, 1978; Nystrom y Starbuck, 1984). La renuencia a dejar las viejas formas de pensamiento y adoptar unas nuevas puede ser explicada por una defensa del ego frente a la ansiedad producida por la llegada del cambio (Diamond, 1986; Harung y Harung, 1995).

Desde la visión de Hedberg (1981) existen dos explicaciones para el des-aprendizaje organizacional: (1) el aprendizaje y el des-aprendizaje se producen abruptamente en forma simultánea y (2) que son fases sucesivas. En la primera explicación las nuevas estrategias de adaptación reemplazan a las viejas, las cuales no son des-aprendidas u olvidadas, sino que son almacenadas de tal forma que su recuperación se hace incrementalmente más difícil. En la segunda aproximación, un mecanismo complejo de desaprendizaje interviene provocando la desintegración y descalificación de las conexiones causales establecidas en las reglas de comportamiento o en las teorías de la acción (Argyris y Schon, 1978; McGill y Slocum, 1993).

En lo que ambas perspectivas coinciden es en la existencia de resistencias (organizacional, política, personal y psicológica) al cambio que interfieren con las diferentes etapas en el procedimiento de des-aprendizaje (Nystrom y Starbuck, 1984; Diamond, 1986). Las estructuras fragmentadas, la comunicación ineficiente, la baja estima (Morgan, 1986, Senge, 1990), la persistencia de los mitos (Hedberg, 1981), las limitantes al desempeño, y la ambigüedad o complejidad (March y Olsen, 1976; Morin, 1991) son en conjunto los factores que impiden el des-aprendizaje y por lo tanto obstaculizan el AO y la renovación paulatina de la organización.

En resumen, el proceso de des-aprendizaje es un elemento inherente y necesario para el aprendizaje organizacional, ya sea en forma (casi) simultánea o en fases sucesivas. Esto se debe fundamentalmente a que los mecanismos de aprendizaje organizacional (al igual que los del hombre) para poder funcionar necesitan de ciertas estructuras cognitivas ya establecidas, de su reformulación y fusión con algunas nuevas (des-aprendizaje), a fin de reconstituir un conocimiento nuevo. En alguna medida el proceso de des-aprendizaje es similar al desarrollo de estudios superiores (léase doctorado o su equivalente) en donde el estudiante tiene que abandonar sus viejas estructuras y atavismos para crear o descubrir nuevos conocimientos.

PARADIGMAS DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL

Como se ha podido observar existen diversas propuestas paradigmáticas del entendimiento del AO. Ahora en los párrafos siguientes se revisarán las consideradas más importantes desde la perspectiva del investigador.

La primera propuesta aquí analizada corresponde a Huber (1991), quien establece que el aprendizaje organizacional esta compuesto por cuatro diferentes procesos: (1) adquisición de conocimiento; (2) distribución de la información; (3) interpretación de la información; y (4) memoria organizacional. Cabe destacar que cada uno de ellos comprende una serie de sub-procesos.

Cuando se habla de AO quizás se habla de diferentes niveles y diferentes dimensiones de un mismo constructo. A partir de esta visión, Huber clasifica y sintetiza los trabajos previamente elaborados en función de los procesos o sub-procesos que ellos implican. Adicionalmente afirma que una organización ha aprendido si cualquiera de sus componentes ha adquirido información y que ella se encuentra disponible para su uso por cualquier otro componente organizacional (Argyris, 1996: 189).

La propuesta de analítica de Huber se refiere en muchos sentidos al procesamiento que los datos tienen dentro de la organización y las posibles apropiaciones e interpretaciones que de ella se pueden hacer para lograr la integración de un acervo que puede calificarse como una base de conocimiento a la cual acudir en caso de que la situación se vuelva a presentar o si es nueva, se pueda incluir como una referencia para problemas futuros.

La segunda propuesta analizada en este ensayo es la elaborada por Shrivastava en 1983, en ella condensa cuatro enfoques en torno al AO, cada uno de ellos se encuentra sustentado en supuestos teóricos diferentes: (1) experiencia institucionalizada; (2) adaptación; (3) supuestos compartidos; y (4) como un conocimiento producto de la relación entre la acción y el resultado. A continuación se analiza esta propuesta con mayor profundidad ya que es uno de los puntos fundamentales sobre el cual se sustentación las diversas aproximaciones generadas en los noventa (ver Argyris, 1996: 180-242):

  1. El aprendizaje organizacional como experiencia institucionalizada. Esta primera perspectiva corresponde a la propuesta de las curvas de aprendizaje, las cuales pueden ser consideradas como la expresión actual de un concepto de aprendizaje único en las organizaciones. Este concepto consistió en que las horas hombre implicadas en el proceso de producción declinaban a una tasa constante. Como resultado de este descubrimiento, se estudió el proceso de aprendizaje y se obtuvieron como resultado una serie de curvas de aprendizaje particulares, indicando con esto, que factores como la habilidad gerencial, los métodos de fabricación, las herramientas, el control de calidad, y el diseño organizacional pueden operar de manera coactiva para mejorar el desempeño organizacional. Pero algunos autores como Argote y otros (1990) han elaborado una dura crítica al enfoque de las curvas de aprendizaje. Esta crítica consiste en afirmar que las curvas de aprendizaje aseguran la descripción del cómo se adquiere conocimiento en la producción, pero que adolecen de explicaciones para la depreciación rápida de este conocimiento, que no es acumulativo, y que no puede ser transferido a través de las organizaciones. Estos críticos sugieren que el aprendizaje sólo puede ser incorporado en procedimientos operativos, métodos de comunicación y de coordinación, y para el entendimiento compartido de tareas recurrentes (Levitt y March, 1988; Argot y otros, 1990).
  2. El aprendizaje organizacional como adaptación. En este estrato de la clasificación se ubican los trabajos de Cyert y March (1963), los de Cangelosi y Dill (1965) y los de Thompson (1967), Lawrence y Lorsch (1969). Cyert y March conciben al AO como un cúmulo de experiencia obtenido a través de una serie de procesos de ajuste continuos que buscan el establecimiento de reglas, atención a las mismas y a las metas de la organización. Y los ajustes que permitieron el alcance de logros exitosos serán los que preferentemente se usarán en el futuro. Cangelosi y Dill (1965) presentan al AO como un proceso complejo de ajuste mutuo, de regulación intraorganizacional desencadenado por la combinación de diversos tipos de distensiones percibidas por la organización. También presentan su modelo de regulación, desarrollado de manera independiente, una década después del expuesto por Argyris y Schon (1978). El enfoque adaptativo se encuentra muy cercano al enfoque de la contingencia, (Thompson, 1967; Lawrence y Lorsch, 1969) ya que observa en el AO como una habilidad de la organización para mejorar su desempeño en función de los cambios que le presente el medio ambiente, como la búsqueda de estrategias aplicables a la solución de estas contingencias y la capacidad para desarrollar estructuras apropiadas o subsistemas para implantar estas estrategias.
  3. El aprendizaje organizacional como supuestos compartidos. Esta perspectiva se caracteriza por la modificación de las bases de comportamiento y mentales que orientan la acción de los individuos pertenecientes a una organización. Dentro de esta clasificación Shrivastava (1983) encuadra el trabajo desarrollado por Argyris y Schon en 1978, ya que consideran a la organización como un artefacto que se sustenta en los mapas cognitivos de sus miembros, y que a su vez los orienta en sus interacciones organizacionales. Para esta perspectiva organizar es el esfuerzo cognitivo activo de los actores para usar sus mapas y ubicarse en sus interacciones diarias y diseñar las indicaciones de actuación más apropiadas. El AO en consecuencia es el proceso mediante el cual se modifican los mapas cognitivos de las personas. Estos mapas pueden ser modificados por mitos, epopeyas, historias y leyendas organizacionales (Hedberg, 1981; Hedberg, Nystrom y Starbuck, 1976).
  4. El aprendizaje organizacional como conocimiento producto de la relación acción-resultado. Desde esta perspectiva las organizaciones son vistas como grandes sistemas poderosos comprometidos en acciones de transformación de insumos en productos deseables. La metáfora empleada esta visión consiste en que la organización es un gran procesador de información lo que le permite confiar en los insumos que ella dispone para enfrentar la turbulencia proveniente del ambiente (Galbraith, 1973). Dentro de esta perspectiva están los trabajos de Duncan y Weiss (1979), quienes conciben al AO como el mejoramiento del conocimiento, tanto en nivel como en calidad, de las relaciones causales entre los insumos, los productos y los efectos del ambiente. Si se sigue este orden de ideas, el conocimiento producido por el AO debe ser comunicable, consensual e integrado a la organización, por ella misma. Esto es, la organización debe institucionalizar el proceso mediante la creación de procesos y sistemas de aprendizaje que tengan como tarea principal proveer de información a los gerentes, para que ellos puedan hacer los cambios necesarios (Beer, 1972; Duncan y Weiss, 1979; Thompson y Hunt, 1996).
  5. Es necesario destacar la crítica elaborada por Weick en 1991 a estas dos propuestas, ya que en ella destaca que son dos conceptualizaciones distintas del AO. La primera considera que el AO se ha logrado cuando existen una serie de respuestas de cambio en el comportamiento y un mejoramiento en la efectividad de la organización (Fiol y Lyles, 1985; Huber, 1991).  La segunda conceptualización se enfoca sobre los sistemas de procesamiento de la información en la organización. El AO es considerado como el desarrollo de un conocimiento que mejora y amplia la gama de interpretaciones al interior de la organización, aún más, proporciona un mayor número de opciones de comportamiento para los individuos. Weick resalta que la gran diferencia entre ambos enfoques se presenta en el dónde y no en si el proceso de abstracción ocurre. La crítica de este autor a la primera aproximación se basa en la consideración que ella hace de la adquisición del conocimiento una condición preliminar para el AO. Mientras que la segunda suprime este paso y no lo considera como un requisito para la adquisición de conocimiento, pero si como una formalidad que se debe cubrir para la ocurrencia del aprendizaje.

La tercera propuesta analizada en este ensayo se basa en las nuevas tendencias laborales y formativas dentro de las organizaciones, lo que incluye el reconocimiento a elementos que hasta hace no mucho tiempo permanecían relegados dentro de cualquier escala de valor o prioridad en la productividad y competencia, por mencionar tan solo un par de ellas, el factor  humano y la experiencia, aspecto más ampliamente expuesto en autores como Griffin (1994), Rosenbloom (1996), Ehin (2000). En plazos de tiempo muy cortos se está pasando de una lógica de producción vertical, es decir, de  línea  de ensamblaje, al reconocimiento del capital intelectual, parte del llamado Know how (Aún cuando la traducción de  Know how sea “saber hacer” es conveniente  advertir que el concepto incluye la experiencia y un conjunto de conocimientos técnicos  o prácticos, de los  que se obtiene un conocimiento), aunque como también sabemos se trata de un cambio irregular entre países y organizaciones, a pesar de la globalización, por la sencilla razón, que la llamada Sociedad de la Información y del conocimiento basa su existencia en el desarrollo de  herramientas de gestión provenientes de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Sin embargo, el advenimiento de éste nuevo modelo significa  ante todo una ruptura cultural de la  que se derivaran procedimientos y actividades dirigidas al cuidado del conocimiento como un capital y un valor diferenciador de cada organización.

Es importante resaltar, que debido a estas dos condiciones de enorme peso, el cambio cultural y la  adquisición tecnológica, por el momento, mucho de lo que ocurre respecto a la Gestión del conocimiento es la exploración por nuevos modelos de gestión organizacional a partir del elemento tecnológico o informático, pero que en síntesis expresa una nueva forma de relacionarnos con la información y el conocimiento, en donde no es suficiente tener acceso a grandes cantidades documentales, es necesario que los individuos puedan y sepan procesar dicha información. En donde de nada sirve a cualquier organización, poseer individuos con talento y conocimiento, si ese conocimiento no es aprovechado organizacionalmente.

CONCLUSIONES GENERALES

Las ciencias gerenciales han evolucionado de un enfoque mecanicista y estático a un enfoque dinámico en constante interacción con el medio, el cual el hombre modifica a través de su espectro de saberes. Por tanto, el recurso humano se ha convertido en la principal fuente de ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, facilita la toma de decisiones en las organizaciones dado el paradigma actual del aprendizaje organizacional.

El surgimiento de un nuevo enfoque organizacional: la gestión del conocimiento, es una propuesta con más alcance que la gestión de la información; aunque esta última sigue siendo un elemento imprescindible dentro de las organizaciones, la gestión del conocimiento propicia la creación de un entorno que facilite la conversión de información en conocimiento y de este conocimiento en nueva información, es decir, propicia el desarrollo de una cultura organizacional y por ende del AO.

El aprendizaje organizacional es un fenómeno de doble vía que debe comprender al todo y las partes. En una visión organizacional, propiciar la actividad de ésta y permitir el reconocimiento de los individuos que la integran. Al contemplar el mundo desde esta visión dialéctica, pocas organizaciones se encuentran bien preparadas para afrontar las distensiones organizacionales que les provocará esta carrera incesante por el cambio.

También se ha reconocido la necesidad del des-aprendizaje organizacional, como una especie de olvido que permita a la organización la reformulación de sus estructuras cognitivas en conjunción con los nuevos conocimientos que le enfrenta el medio ambiente. En este proceso se han integrado diversas herramientas para entender y tratar a la complejidad que en ocasiones entraña el cambio constante, como los sistemas expertos y la lógica difusa.

El proceso de AO incluye dos elementos fundamentales: (1) la modificación de las estructuras que permiten la constitución del conocimiento en acción y (2) los procesos de formalización e institucionalización de dicho conocimiento (Argyris, 1991). Esta visión del AO es holística, (observa a la organización como un todo) más que prescriptiva (no dice cómo deben ser las cosas). Y también busca una explicación a los procesos de representación y de construcción del aprendizaje como formas de control instrumentadas por la coalición dominante. La estructura así propuesta invoca la idea de ocurrencia de un aprendizaje organizacional, pero que descansa en los procesos de abstracción generados por los individuos que la integran.

Esta visión del AO busca la promoción del aprendizaje como una reformulación del conocimiento anterior con las ideas nuevas, como una manera de generar información también nueva y que permita enfrentar los embates contextuales y concebir una toma de decisiones más apegada a la realidad organizacional. Constituyendo de igual forma, un conocimiento obtenido del ejercicio práctico que comparta bases epistemológicas sólidas que enriquezcan y den sentido a las estructuras cognitivas de los individuos que integran a la organización.

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 Última Actualización: 30 JULIO 2005