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Extraído de los relatos del misionero español (que
viajó a México tras la conquista, en 1656) Jacinto
de la Serna. Los misioneros estaba preocupados por las
"supersticiones" de los indígenas, entre las cuales
estaban los sueños y revelaciones de todo tipo, como
estas:


INDIO CIEGO CURANDERO Y EMBUSTERO


En el mismo Pueblo de Tllatitzapan, había otro
curandero indio ciego, y gran embustero . Dijo
que habiendo estado a punto de la muerte, y quedándose
como dormido, bajó al infierno, donde había visto
muchos indios, y muchos géneros de
gentes, y que allí en lo alto estaba la Majestad de
Dios Padre (añadiendo mil desatinos de los que suelen
contar sobre estas muertes, los indios
supersticiosos). Y que allí le dijeron que volviese al
mundo, que aun no era llegada su hora. Y que llevase
consigo una medicina, y la bebiese, que con ella
sanaría, y sanaría a otros. Y le dieron dos pelotas de
hierbas medicinales, y le enseñaron como se habían de
aplicar.
Decía que aquí había comprobado el efecto de estas
hierbas. Los tenía a todos persuadidos de que tenia
conocimiento divino, y virtudes del Cielo para curar
Dícese, que era este ciego gran embustero, y que traía
un rosario negro y blanco de casi dos varas; en el
remate del bordón llevaba una cruz, y pedía limosna, y
á quien se la daba, le echaba su rosario á el cuello,
y decía una oración a el Santo devoto de quien le daba
la limosna."
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En la Villa de Cuernavaca se halló muy extendida la
fama de un indio viejo, que en toda aquella tierra era
tenido por hombre maravilloso, y santo. Se decía que
tenía virtud divina para curar enfermedades. Aunque se
sabe su nombre yo no lo menciono, pues no importa
saber como se llamaba, sino saber lo que hacia.
Hacía muchos años que con sus ficciones y embustes
traía embaucada y engañada a toda la gente de aquella
comarca al modo que Simón Mago engañaba todos los que
le seguían llevados de su Magia y embustes.
Vivía este embustero en el pueblo de Tlaltitzapam,y
tanto en este pueblo como en todos los que había
entrado era tenido por milagroso.
Todo por haber contado un embuste sobre sí mismo, una
historia muy lograda en la que se conoce la astucia de
nuestro enemigo el Demonio: pues para perder almas, se
vale de la invención de un indio bruto.

   Según su historia, hacía muchos años, estuvo muy al
cabo de una grave enfermedad, y ya estaba a lo último
de la vida, agonizando.
Entonces se le aparecieron dos personas vestidas de
túnicas blancas, las cuales lo llevaron muy lejos de
aquel lugar. Allí estaba un enfermo, y allí le echaron
aire, y luego le llevaron a otro lugar, donde habiendo
hallado otro enfermo, le volvieron a echar aire.
Luego le dijeron: «volvamos a tu casa, que ya te
llorarán, descansa ahora, que pasado mañana,
volveremos por ti»
Y volviendo en si, halló que los de su casa le
lloraban ya por muerto. Al tercer día volvieron por el
los dos vestidos de blanco, le llevaron como la
primera vez, y habiendo visto los dos enfermos, y
habiéndoles soplado como antes, le dijeron: «date
prisa, si quieres ver á tus parientes, á tus Padres, y
abuelos; pero si te hablaren en ninguna manera les
respondas, porque si les respondes, te quedarás con
ellos, y no volverás mas al mundo».
Luego vio dos caminos, el uno muy ancho, y que lo
seguían muchos; y el otro muy angosto, y áspero, muy
lleno de matas, juncos, y espinas. Le dijeron que
aquel era el camino de Jesucristo, y vio, que iban muy
pocos por el y muchos por el camino ancho.

   Luego los de las túnicas blancas le dijeron que les
siguiera, y siguiéndolos, llegaron á la casa de las
maravillas. Allí le dijeron: "Xitlamahuizo", que
quiere decir: «mira, y advierte lo que vieres,
considera lo que pasa con los que se emborrachan, no
vuelvas a beber (y le dieron otros consejos y le
rectificaron de otros errores) porque los mismos
tormentos te esperarían a ti también. Deja el pulque y
no lo bebas mas, y de aquí a tres días has de volver
aquí. Vamos ahora a tu casa, que ya te llorarán, no
sea que te abran la sepultura»
Luego le dijeron:
 «Tu eres pobre, pero curando tendrás en el mundo de
comer, y beber», y entonces le enseñaron las palabras
con que había de curar (que se pondrán después).
Volvieron los de las túnicas blancas con él a su casa,
y habiendo despertado vio que lo lloraban todos los de
ella teniéndole ya por muerto.
  Luego contaba, que aquella misma noche le visitaron
tres Señoras vestidas admirablemente de blanco sin
mezcla de otro color, ni guarnición en todo el
vestido, y refirió algunas conversaciones que tuvo con
las tres Señoras, que según su versión eran la Virgen
Nuestra Señora, La Verónica, y otra que no conoció.
Decía Nuestra Señora que Jesús Señor Nuestro había
aprisionado a aquel enfermo, y que ella lo quería
ayudar, para lo cual llamó á la Verónica, y le mandó,
que le sanase. Obedeciendo su mandato le echó aire con
un lienzo, y con esto volvió en si, y á la mañana se
halló curado.
Luego le trajeron un niño enfermo, en quien hizo la
experiencia de las palabras que le habían enseñado, y
sanó el niño, así que comprobó el poder de las
palabras. Según esto, después ya sanaba a cuantos
venían a él.
    Y con estas mentiras tenia tan crecida su fama que
en toda aquella comarca tenia este maldito viejo
embustero fama de santo. Y habiéndolo llevado a los
tribunales, y preguntándole que cuál era aquel oficio,
que qué usaba, y cuáles eran sus medicinas, respondió
que aquello era de curandero, y que no lo había
aprendido de gente de este mundo, sino de la otra
vida. Que siempre lo había dicho, y que la medicina
que utilizaba era punzar en el vientre con una aguja
diciendo las palabras que le habían enseñado los dos
de las vestiduras blancas.
     Finalmente hicieron preso a este embustero viejo,
pero se alborotó todo aquel pueblo, y se juntaron
muchos otros, y le llevaron un regalo, tratando de
defender a su viejo médico, por ser su consuelo. Pues
decían que tenia gracia de Dios y curaba de todas
enfermedades, y sin el quedarían muy desconsolados. Al
fin después de haber negado muchas veces el ser
embustero, y curandero supersticioso, sino divino, con
las insistencias y doctrinas del sacerdote se
convenció (???), y declaró que lo había aprendido todo
de otro tan embustero como él."

Extraído de:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/46815052223248606587380/index.htm

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