IGLESIA DE SANTA ISABEL (San Cayetano)
Situación: Plaza del Justicia, 1.
Datación: Siglos XVII y XVIII.
Puntos de interés: Fachada e interior restaurado recientemente
Santa Isabel de Portugal (San Cayetano).
Iglesia con un gran arraigo y de especial cariño para los cofrades, ya que ademas de ser el lugar donde se concentran todos los pasos que intervienen en el Santo Entierro el Viernes Santo, y que tiene su comienzo y final en la misma, es Sede Canonica de las siguientes Cofradias o Hermandades:
M.I.A. y R. Hermandad de la Preciosisima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia; Cofradia de las Siete Palabras y de San Juan; Cofradia del Descendimiento de la Cruz y lagrimas de Nuestra Señora; Hermandad de San Joaquin y de la Virgen de los Dolores; Cofradia de la Entrada de Jesus en Jerusalen; Cofradia de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo sepulcro.
En 1678 la Diputación del Reino de Aragón decide levantar un templo en honor a Santa Isabel de Portugal.
Tras llegar a un acuerdo con los padres teatinos o cayetanos, en 1681 se comienzan las obras en el solar que éstos tenían reservado para su convento.
La tipología de esta iglesia, en cuanto a planta y distribución interior, sigue el modelo de San Cayetano de Madrid. Este a su vez, repite modelos procedentes de Roma.
La Diputación de Zaragoza ha devuelto la iglesia de Santa Isabel de Portugal a los ciudadanos. Tiempos de esplendor y olvido se han alternado en su pasado, pero ahí está hoy, tan saludable como el primer día, dispuesta a encarar los siglos venideros. Notables particularidades históricas la han convertido no sólo en un espléndido edificio barroco, sino también en un monumento indisolublemente ligado a la identidad aragonesa.
Algunos datos historicos y otros mas actuales, que se relatan seguidamente, nos ayudarán a confirmarlo:
Los diputados del Reino de Aragón, resueltos a afianzar el culto y a mantener viva entre sus paisanos la memoria de Santa Isabel, infanta que fuera hija del rey Pedro III de Aragón y luego reina de Portugal por su matrimonio con el monarca luso Dionís, acordaron en Cortes celebradas en el año 1678 declarar festivo para todo Aragón el día que tenía asignado en el calendario litúrgico (4 de julio) desde su canonización en 1625 por el Papa Urbano III. También acordaron construir una capilla en su honor, decisión que no se quedó en mera formulación de buenas intenciones. Muy al contrario, la Diputación del Reino pronto asumió la construcción de un hermoso templo, el que hoy se levanta en la zaragozana plaza del Justicia. El solar empleado pertenecía a los Padres Teatinos, quienes a cambio se asentarían en ella como iglesia conventual y se harían cargo del mantenimiento de su culto. Gracias a los estudios de algunos autores entre los que destacan Mario de La Sala Valdés y José Antonio Almería , conocemos abundantes detalles acerca del levantamiento del templo, cuya construcción iniciaron en 1682 los maestros de obras Miguel Sanclemente, Pedro Martínez, Miguel Cebollero y Francisco López. En ese mismo año fueron contratados los canteros Pedro de Aguirre y Juan de Aguirreche para cortar y labrar piedra "caracolenca" con destino a la fachada, designando con ese peculiar nombre a un tipo de piedra rica en fósiles, extraída en cantera cercana a Fuendetodos. Más adelante, a partir de 1696, un nuevo cantero llamado Francisco de Urbieta intervino en el corte de piedras y molduras procedentes de la cantera de Épila.
Parece ser que los ricos trabajos de labra en alabastro que adornan la fachada se debieron a los maestros ensambladores Jaime Ayer y Francisco Pérez Artigas. En cuanto a la completa terminación de la iglesia, sabemos por sendos tarjones colgados en el trasaltar que en el año 1704 "se blanqueó y exornó esta Real Capilla" y que "concluyose esta Real Capilla y templo de Santa Isabel en el año 1706".
El entusiasmo y esfuerzos invertidos en la erección de la Real Capilla fueron grandes, pero la institución patrocinadora tenía tristemente los días contados. Con los decretos de Nueva Planta emanados del primer Borbón, Felipe V, la Diputación del Reino de Aragón quedó extinguida y la iglesia pasó a depender del patrocinio real, por Cédula del 2 de julio de 1798 , aunque siguió regentada por los teatinos.
El establecimiento de la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Sangre de Cristo en la iglesia de Santa Isabel es episodio de gran trascendencia. Esta rancia institución tenía su capilla radicada en el zaragozano Convento de San Francisco, hasta su destrucción durante el segundo Sitio (1809). El cronista Casamayor nos ha transmitido el dramático testimonio de cómo fue rescatado de entre las ruinas del convento franciscano el llamado Cristo de la Cama, la más venerada imagen de la Hermandad. En 1813, tras varios destinos provisionales, la Hermandad se instaló en la iglesia de Santa Isabel, dotando una de las capillas de los pies para exponer allí al Cristo yacente.
Como es bien sabido, la Hermandad de la Sangre de Cristo ha continuado hasta nuestro días radicada en la iglesia de Santa Isabel, convirtiéndola en centro neurálgico de la Semana Santa zaragozana.
Una nueva etapa histórica se inicia para la iglesia de Santa Isabel en el marco de la modernización que comienza a experimentar España tras la muerte de Fernando VII. En 1835 se constituyeron de forma estable las Diputaciones Provinciales, entre ellas, naturalmente, la de Zaragoza. En el mismo año comienza la desamortización de bienes eclesiásticos promovida por el ministro Mendizábal. La comunidad teatina, extinguida durante la Guerra de la Independencia pero reinstaurada en 1814, fue de nuevo suprimida.
En estas circunstancias históricas la Diputación Provincial de Zaragoza se convirtió en justa heredera de aquel templo cuya construcción promoviera antaño la Diputación del Reino. Y así, por Orden de la Dirección General de Rentas y Arbitrios de Amortización dada a 18 de agosto de 1842, el Estado cedió la iglesia a la Diputación Provincial de Zaragoza, obligándose mediante cláusula expresa a velar por su conservación. El 22 de septiembre del mismo año Antonio Canica, comisionado por la Corporación Provincial, tomó posesión y formó inventario de la iglesia y de todos los bienes que ella contenía, compareciendo asimismo el mayordomo mayor de la Hermandad de la Sangre de Cristo.
A pesar de la nueva titularidad del templo, durante la segunda mitad del siglo XIX fue la Hermandad de la Sangre de Cristo la institución que, de hecho, cuidó no sólo del "sostenimiento de todos los cultos", sino también de la "mejora de las fábricas y conservación de dicha iglesia", invirtiendo "sumas de relativa importancia" .. Mediante acuerdo del 28 de enero de 1898 la Diputación de Zaragoza ratificó a la Hermandad el usufructo de la iglesia, que ya disfrutaba, a condición de que se hiciera cargo de todas las obras de reparación y conservación necesarias, sujetas siempre a los proyectos y presupuestos que redactara el arquitecto provincial.
Las consecuencias de este acuerdo pronto surtirían efecto, puesto que en 1905 la Hermandad, asistida por el arquitecto provincial, se hizo cargo de la reparación de las cubiertas mediante el retejo general y reparación de la chapa de plomo que recubría la cúpula y el capitel de la torre de campanas. Igualmente en 1919 la Hermandad, de acuerdo con la Diputación, tuvo que atender de urgencia al desprendimiento parcial de un tejado sobre la bóveda más próxima a los pies del templo. Sin embargo los costes resultaban excesivos, habida cuenta de la necesidad de repasar todas las cubiertas y reparar los cupulines próximos a la fachada, por lo que la Diputación contribuyó a la realización de las obras aportando los maderos y tablones necesarios .
Con el cambio de los tiempos la Diputación de Zaragoza ha tenido que asumir directamente el mantenimiento del templo.
En 1964, al volver a establecerse los teatinos, se destinó una partida para reparación de cubiertas . En 1968 los teatinos dieron la voz de alarma acerca del mal estado en que se encontraba la fachada, al haberse producido algunos desprendimientos pétreos. La Diputación Provincial tomó a su cargo las reparaciones necesarias que consistieron en la reposición de losas, cornisas, molduras y aplicaciones escultóricas, además del zunchado de las torres y sustitución de sus chapiteles de plomo por unos nuevos . En 1988 de nuevo sonó la voz de alarma. Las vibraciones producidas por el atentado cometido en la inmediaciones por la banda terrorista ETA contra un autobús militar afectaron a la estabilidad de la iglesia. Comenzaron entonces las primeras intervenciones que se han visto continuadas en los últimos años dando lugar a la restauración integral del monumento.
Fuerte valor simbólico, de signo aragonesista, encierra un acontecimiento que tuvo lugar el 17 de octubre de 1914. En ese día los restos mortales del justicia Mayor Juan de Lanuza fueron trasladados desde la Casa Consistorial hasta el Palacio Provincial, para a continuación ser llevados con toda solemnidad hasta la iglesia de Santa Isabel, donde fueron definitivamente depositados. La prensa diaria local relata pormenorizadamente los actos que se llevaron a cabo en la desapacible mañana de aquel día. La urna con los restos de Lanuza fue conducida a la iglesia de Santa Isabel montada sobre un armón de artillería y escoltada por distintas tropas de la guarnición, disparándose las salvas de rigor y tributándose las mismas honras fúnebres que las previstas por las Ordenanzas Militares para el rango de Capitán General. Al recorrido del cortejo fúnebre puede decirse que asistió el todo Zaragoza, con presencia de un inmenso gentío. Acompañaron a los huesos de Lanuza el Capitán General, el Gobernador Civil, el Arzobispo Soldevilla, las Corporaciones Municipal y Provincial, representantes del clero y de variados órganos, asociaciones y pueblos. Se dejaron ver personas tan populares como el torero El Gallo, quién siguió los actos desde un balcón del Palacio de los Condes del Sobradiel (actual Colegio Notarial). Una vez en el interior de la iglesia, tras el responso, la urna quedó instalada en lugar preferente del presbiterio, sobre una lápida conmemorativa labrada sobre mármol italiano en los talleres de Joaquín Beltrán . Con el cambio de los tiempos la Diputación de Zaragoza ha tenido que asumir directamente el mantenimiento del templo.
Las obras de restauración de la iglesia de Santa Isabel de Portugal, terminadas en 1998, han comprendido, de una manera general, tres actuaciones principales que son la renovación de las cubiertas, la restauración de las fachadas exteriores con especial incidencia en la de acceso y la restauración del interior. A estas tres grandes actuaciones se añade una cuarta, centrada en la restauración de sus bienes muebles.
1. Cubiertas
Al mal estado en que se encontraban las cubiertas hace diez años se remonta la causa de las grandes manchas de humedad que hasta ahora se han podido apreciar por el intradós de las bóvedas y cúpulas y en el encuentro de éstos con los paramentos verticales.
También por aquel entonces se detectó un giro de la gran cúpula central provocado por el asentamiento de algunas de las pilastras que la sustentan, lo que obligó a realizar un recalce de éstos, así como un zunchado del tambor que sirve de unión entre cúpula y pilastras, además de un zunchado de toda la estructura portante a nivel de coronación de los muros y parte superior (extradós) de los arcos.
Para llevar a cabo dichas intervenciones hubo de levantarse toda la cubierta, circunstancia que se aprovechó para sustituir la vieja estructura de madera que la sostenía por una nueva a base de cerchos metálicos sobre la que se colocó provisionalmente una cubierta ligera de fibrocemento.
Así se mantuvieron las cubiertas de la iglesia hasta que las obras de restauración fueron retomadas a partir del 14 de abril de 1.997. La solución adoptada fue tender sobre el fibrocemento existente una capa de comprensión de hormigón aligerado con arlita que serviría de soporte a la teja. Además se resolvieron las cubiertas de todas las linternas de las cúpulas también con teja y se sustituyó el plomo que recubría la cúpula central y los chapiteles de las torres por chapa de cobre aprovechando la coyuntura para repasar la estructura de madera de dichos elementos, reponiendo las zonas afectadas por la humedad.
2.Fachadas
En general, se ha llevado a cabo una limpieza de todos los paramentos de ladrillo, muy afectados por la carbonatación producida por los agentes contaminantes existentes en el aire que los había vuelto prácticamente negros.
Igualmente se han restaurado todas las molduras de las torres, hechas en piedra lumaquela (arenisca de fósiles). Al ser dicha piedra excesivamente blanda, se encontraba muy deteriorada por las inclemencias atmosféricas, requiriendo la reposición de algún pequeño elemento (tipo esquinas) que había desaparecido.
La labor más importante se ha llevado a cabo en la fachada principal procediendo a hacer una limpieza general, no habiéndose planteado la restitución de elementos perdidos. La fachada está compuesta por seis pilastras sobre basamento, todo de alabastro color topacio humo, que sostienen figuradamente un entablamento del mismo material. Los entrepaños constan de una aplacado liso en alabastro de color eterna sobre los que se inserta la decoración escultórica en alabastro, del mismo color o blanco según las zonas. Esta profusión del alabastro ha sido la primera sorpresa ya que la piedra oscura parecía en las primeras catas piedra de Calatorao que, en realidad sólo se utilizo para el escudo de Aragón que corona la fachada, así como en los medallones con epigramas que se encuentran sobre las tres puertas y bajo el entablamento.
La segunda sorpresa ha consistido en comprobar que las tres imágenes principales, (Santa Isabel, San Cayetano y San Andrés Avelino) no son de alabastro y ni tan siquiera de piedra, sino que son de yeso. Un examen más minucioso detectó restos de pan de oro en muy diversas zonas de las estatuas, lo que demuestra que estuvieron completamente doradas. Se va a proceder a su recuperación total, con reposición de elementos desaparecidos o modificados (manos, trozos de cabezas, pliegues, etc..), restitución de yeso "aparejo" y dorado final.
En otro orden de cosas, con el objeto de realzar la belleza de esta fachada se va a proceder a su alumbrado exterior desde dos torretas situadas enfrente y mediante un barrido vertical desde luminarias empotradas en el suelo.
3.Interior
La restauración del interior ha tenido como objetivo primordial la recuperación del espacio y espíritu barroco mediante el aumento de la luz natural y la utilización de colores en suelos y paramentos verticales que reforzasen el efecto luminoso. Para ello se han abierto todas las ventanas originales, tanto del tambor de la cúpula como de los muros perimetrales, colocando unas cristaleras de vidrio transparente tal y como eran en el momento de su construcción, según lo atestigua la ventana aparecida en la cabecera de la nave de la epístola.
Se ha sustituido el pavimento de tarima de madera, muy estropeado, y cobijo de ingentes cantidades de parásitos, por un pavimento de mármol, formado por franjas negras de mármol de Marquina que, como reflejo de la estructura superior de los arcos, une las pilastras, dejando unos paños de mármol blanco de Macael en su interior.
Las paredes se están pintando de un color ocre amarillento que apareció en unas catas efectuadas en paramentos del presbiterio. Las cornisas se pintan de color hueso en sus partes molduraras dejando el patio liso corrido en color granate. Las pilastras se pintan en color hueso, dejando el fondo en granate con la molduración del dibujo del fuste en dorado al igual que los capiteles que están formados por hojas de acanto. Las bases de las pilastras y en general el zócalo interior de toda la iglesia produjeron una nueva sorpresa pues debajo de su pintura grisácea ha aparecido el alabastro con que fueron construidos.
Se han limpiado todos los elementos de carpintería, que incluyen celosías, barandillas y puertas. Bajo la última capa de pintura, en esmalte color marrón, han aparecido los colores originales, tales como el hueso, oro, marmoleados cremas y azules, dorados, plateados, etc.
El interior se va a iluminar con una luz más cálida que la existente, más acorde con los colores empleados en la nueva Pintura. Se realzarán así tanto el altar mayor como el resto de los retablos que componen la riqueza mueble de la iglesia.
4. Bienes muebles
Se ha llevado a cabo la restauración de todos los retablos e imágenes que contienen las capillas.
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