La Abuela del Cachorro


LA ABUELA DEL CACHORRO. José Cretario. ABC Sevilla

Autor: José Cretario.



Este domingo, al quedarse sola en casa después del trasiego de nietos de la semana se ha sentado y ha desplomado las manos surcada de inviernos abiertas sobre el sofá. Al mirarlas ha hecho la cuenta y le ha salido redonda. Faltan tantos días como dedos para el miércoles de ceniza.

Tenía la intención, ahora que puede, de poner la mente en blanco, pero las autopistas del cerebro han comenzado a saturarse. Lo que le queda. Tendrán que traerle las túnicas para ver si hay que arreglar algo y coser las nuevas. Deberá estar atentas a las fechas del reparto, porque ahora también es a ella la que le toca. Cuando vaya a la semillería a por la miel para hacer las torrijas de todos -sus hijas ni tienen tiempo ni tienen mano- no debe olvidarse del terciopelo para forrar los botones.

A ella le gustaría que el día de la función principal fueran todos los nietos juntos a besar el libro, pero se teme que para dos días enteros que están con sus padres en la semana, ni los padres ni los niños van a tener ganas. Hay que ver también si se encargan capirotes nuevos después de la lluvia del año pasado. Sí, por aquí por la casa debe tener guardado los que se chafaron, porque, después, en Semana Santa, vienen aquí a vestirse, a dormir y a quedarse los siete días para no tener que coger el coche.

Más cosas, el bacalao, la comida, la lavadora, las camas...¿Y dicen que antes se vivía peor? Hay cosas que van a ocurrir en Cuaresma que nunca saldrán en los periódicos. De un tiempo a esta parte, la dinámica de la vida familiar con la mujer trabajando fuera y dentro de casa, ha trasladado a muchas abuelas la tarea de cuidar el cariño hogareño por la Semana Santa. Esto que no tiene precio sí tiene recompensa. Por eso, sin que nadie cayera en la cuenta, disimulado todo como una coyuntura por las obras en el templo, El Cachorro ha querido este año darle un homenaje a la suya. Y se ha marchado a Santa Ana que cogió a un sacristán mudo para que no cuente lo que hace de noche: cantarle a su Nieto nanas antiguas. Y el Cachorro coge aire no para expirar sino para decir: «gracias». A ella y a todas las abuelas que ahora y siempre se han encargado de mantener viva en las casas la llama de la Semana Santa.




Publicado en ABC Sevilla.



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