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COLABORACIONES (I) .

Marcos, el Evangelista del Ciclo B

 

 

A MODO DE INTRODUCCIÓN.

 

Un año más al iniciar la lectura continuada de un evangelio en la celebración dominical, vale la pena que tengamos en cuenta sus rasgos más importantes, así como sus peculiaridades más destacadas. Este es el servicio que se proponen hacer estas líneas, teniendo siempre delante los textos de Marcos que se leerán este ciclo litúrgico B, que hemos comenzado en el Adviento del A.D. 2008.

Cada evangelio tiene un color propio, que lo identifica bastante bien desde las primeras páginas y a lo largo del relato, por poca atención que se preste.

 

De un solo vistazo

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son llamados sinópticos. Se pueden mirar de un solo vistazo y por tanto compararlos fácilmente. Su estructura y su contenido son muy próximos, y su material organizado de forma globalmente idéntica, aunque con una mirada más atenta se perciben numerosas diferencias. El evangelio de Juan tiene otra tonalidad, otra organización de conjunto, otro plan.

Se ha comparado después de mucho tiempo, estudiado, analizado el material común de los evangelios, y también sus diferencias, para captar mejor su origen, su procedencia. Eso ha dado lugar a múltiples hipótesis, y Mateo ha sido siempre figura de primer orden, porque parecía al mismo tiempo que el más largo, el más cuidado. Pero hoy en día, se ha establecido un consenso entre los especialistas para considerar, basándose en múltiples indicios, que Marcos es el primer evangelista, probablemente escrito hacia 70 D.C. volveremos a eso, es más tardío.

 

 

RASGOS PECUALIARES DE MARCOS.

¿CUÁNDO SE ESCRIBIÓ EL EVANGELIO DE MARCOS?

 

A diferencia de lo que sucede con otros  tipos de escritos, los evangelios no indican en su texto el año en el que fueron compuestos. Determinar el año de redacción de cada uno de los evangelios constituye una  tarea que queda abierta a la investigación de los especialistas, que han de utilizar complejas argumentaciones para deducir la fecha aproximada de redacción. Ni que decir tiene que tampoco en este punto existe acuerdo entre los especialistas. 

 

Según la mayoria de autores, el evangelio de Marcos fue utilizado por Lucas y por Mateo en la elaboración de sus respectivos evangelios. Por ello, determinar el año aproximado de composición del evangelio de Marcos tiene gran transcendencia: si Marcos se redactó en fecha  tardía, ello obliga igualmente a retrasar la fecha de composición de Lucas y Mateo; contrariamente, si Marcos fue escrito muy tempranamente, entonces es posible también adelantar la fecha de redacción de Lucas y Mateo. 

 

Existen dos grandes teorías sobre la fecha de composición del evangelio de Marcos. Nos fijaremos en la primera de ellas, que sigue siendo mayoritaria y que se apoya en testimonios antiguos, postula como fecha de composición una horquilla de años comprendida entre el 64 y el 75 después de Cristo.
Según la segunda teoria , todavía minoritaria, el evangelio de Marcos debe datarse alrededor del año 40.  Como marco de referencia, tendremos en cuenta los acontecimientos a que nos referimos en el siguiente esquema.

 

 

 

1. Redacción del evangelio de Marcos entre el año 64 y el 75.

    Ireneo, alrededor del año 180, escribió lo siguiente: 

    "Pedro y Pablo proclamaron el evangelio en Roma. Después de su muerte, Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió por escrito la predicación de este apóstol" (Contra las herejías III,I,1). 

 

 Con casi plena seguridad Pedro murió en Roma durante la persecución de los cristianos llevada a cabo por Nerón en los años 64-65. Por lo tanto, según Ireneo, el evangelio de Marcos no pudo ser escrito antes de esta fecha. 
¿Cuanto tiempo después de la muerte de Pedro fue escrito este evangelio? En este punto las opiniones se dividen. Para unos habría que datar el  evangelio poco antes del inicio de la guerra de los judíos contra Roma en el año 66. Otros, en cambio, consideran que el evangelio fue escrito cuando la guerra de los judíos había ya comenzado, pero todavía no se había destruido el Templo (por lo tanto, entre el 66 y el 70). La mayoría entiende que el evangelio de Marcos no presupone la destrucción del Templo, por lo que el año 70 sería la fecha límite a la hora de datar el evangelio. Sin embargo, no dejan de existir autores que también entienden que Marcos es posterior a dicha destrucción, con lo que su  redacción se retrasaría a los primeros años de la década de los setenta (entre el 70-75). En cualquier caso, y según esta teoría, el evangelio de Marcos habría sido escrito entre el año 64  y el 75. 

 

Esta es la postura mayoritaria de los autores. Puesto que el evangelio de Marcos habría sido escrito entre el año 65 y el 75 y Lucas y Mateo lo utilizaron al componer sus  respectivos evangelios, la fecha de redacción de estos últimos se situaría entre los años 75 y el 85 o 90.

¿QUIÉN ESCRIBIÓ EL EVANGELIO DE MARCOS?

 

 

A más de uno puede sorprenderle la pregunta. Sería como si nos preguntáramos  de qué color era el caballo blanco de Santiago: parece que es obvio que el evangelio de Marcos ha sido escrito por Marcos. Sin embargo, la pregunta no es ociosa, por cuanto en parte alguna del evangelio se  identifica a su autor, y sólo a partir del siglo II este evangelio fue conocido como el evangelio "según Marcos". 
El testimonio más antiguo sobre la autoría de este evangelio procede de Papías y se remonta al año 140 aproximadamente. Papías era Obispo de Hierápolis y se refiere a este Evangelio en su obra "Exégesis de los oráculos de Jesús", en unos fragmentos que se recogen en la "Historia Eclesiástica" de Eusebio de Cesarea (siglo IV). El fragmento de la obra de Papías que nos interesa dice lo siguiente: 

 

" Y el Presbítero dijo también esto: Marcos, como intérprete de Pedro, escribió con exactitud, aunque sin orden, todo lo que recordaba de los dichos y hechos de Jesús. El personalmente no había oído al Señor ni había sido discípulo suyo, sino que posteriormente había sido compañero de Pedro, como ya dije. El apóstol había adaptado su enseñanza a las necesidades (de los oyentes), pero sin intención de componer un relato ordenado de las palabras del Señor. Así, pues, Marcos, no se equivocó  al poner por escrito las cosas tal como las recordaba, porque su única preocupación fue no omitir ni falsear nada de lo que había oído". 

 

Todos los testimonios posteriores a Papías (comenzando por Ireneo, en el año 180)  identifican a Marcos como autor de este evangelio.

 

Que el autor de este evangelio sea realmente Marcos parece fuera de toda duda. Desde el primer momento la tradición cristiana tendió a atribuir los evangelios a los apóstoles o a discípulos directos de Jesús, por lo que si a pesar de esa tendencia toda la tradición considera de forma unánime como autor del evangelio a Marcos ello sólo puede explicarse si éste fue el auténtico autor del texto. Si la autoría de este evangelio no se atribuyó a un apóstol de talla reconocida  fue porque para todos era indiscutible que el autor de este evangelio era un tal Marcos. 

¿Quién era este Marcos? Los críticos identifican a Marcos con el Juan Marcos de los Hechos de los Apóstoles.

De que Marcos, sea el autor del evangelio u otro con el mismo nombre, existen las siguientes referencias:

• Juan, de sobrenombre Marcos, hijo de María de Jerusalén, en cuya casa se reunía la comunidad cristiana de esta ciudad (Hch 12, 12). Era pariente y compañero de viajes de Bernabé (Hch 13, 5-13).

• Marcos al que Pablo se refiere como uno de los ayudantes e interpretes que colaboraba en la comunicación entre las Iglesias (Col 4, 10; Fil 23; 2Tim 4, 11).

• Marcos, persona muy allegada a la comunidad que seguía las enseñanzas de Pedro (1Pe 5, 13)

 

De esta información del Nuevo Testamento resultaría que al comenzar la expansión del evangelio, Pablo y Bernabé salieron de Jerusalén hacia Antioquía llevando con ellos a Marcos; éste los acompañó en sus primeras empresas misioneras, a Chipre y Perges, de donde regresó por causas desconocidas.

Bernabé, deseoso de  llevar nuevamente a Marcos con ellos cuando el apóstol planeaba su segundo viaje, encontró la oposición de Pablo, que partió solo. Marcos siguió, pues, a Bernabé una vez más hasta Chipre. Sin embargo, Marcos reaparece junto a Pablo en Roma, pero es creencia que fue más bien discípulo de Pedro, quien confirma esta suposición al llamarlo "hijo" suyo en su primera carta.

Nada sabemos de su existencia posterior. La segunda carta a Timoteo lo señala entre los compañeros de  este discípulo de Pablo; conforme a un dato que recoge el historiador Eusebio de Cesarea (a comienzos del siglo IV), la Iglesia de Alejandría lo habría tenido por fundador. Sus últimos años y el lugar de su muerte nos son desconocidos.

¿DÓNDE SE ESCRIBIÓ EL EVANGELIO DE MARCOS?

 

 

 

Existen por lo menos cuatro grandes teorías en relación con el lugar en el que fue compuesto el evangelio de Marcos.  1.- Alejandría.  Esta opinión fue defendida por Jerónimo (siglo IV), pero es hoy absolutamente minoritaria.  2.- Roma.  Esta es la opinión de Ireneo (180), Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio y Efrén, entre otros de los escritores cristianos antiguos, e incluso hoy es la mayoritaria. Los argumentos de esta opción son los siguientes.

 Puesto que el evangelio de Marcos no tiene por autor a ninguno de los apóstoles, este evangelio sólo pudo tener difusión si recibió el respaldo de una iglesia importante, como era la romana. 

Este evangelio se dirige a  lectores paganos, como se aprecia por el hecho de de tenga que explicar las costumbres judías y que traduzca las palabras arameas. 

El evangelio de Marcos contiene numerosas palabras latinas que no se traducen, tales como denario, cuadrante, legión o centurión.  3.- Galilea o el sur de Siria

Esta es la opinión de autores más modernos como Lohmeyer, Marxen, Kelber y  Gonzalez Ruíz, entre otros. Sus argumentos son, sintéticamente, los siguientes: 

    Galilea es prácticamente, y salvo al final, el único escenario del evangelio. 

    En este evangelio Jesús proclama con éxito su mensaje en Galilea, mientras que fracasa en Jerusalén.  El pensamiento y la sensibilidad de Marcos están más vinculados a Palestina que el de otros evangelios.  El evangelio de Marcos contiene rasgos de colorido local y de conocimiento de las características del mundo de Galilea. 

4.- Antioquía de Siria

    Esta, después de la de Roma, es la postura que tiene más defensores. Los argumentos son  estos: 

    Así resulta del testimonio  de  Juan el Presbítero, que residía en Efeso. Un origen en Antioquía de Siria explicaría la utilización de frases y palabras arameas que, aunque traduce, indica que parte de sus lectores están familiarizados con este idioma (Antioquía era centro de una importante comunidad judía). Y dicho origen explicaría también la utilización de latinismos, pues Antioquía era un importante centro romano.  El uso de Marcos como fuente de Mateo y Lucas se explicaría mejor en Antioquía que en Roma.  Las citas de lugares de Galilea y de Judea sin explicación complementaria indica que los lectores de Marcos conocían la geografía de Palestina y que podían pertenecer a un medio cercano a ésta.  Antioquía fue el lugar  en el que se produjo la ruptura de los seguidores de Jesús con el judaísmo y la integración de los paganos, situaciones estas que están  presentes a en todo el evangelio de Marcos.  En realidad, y descartada Alejandría como origen del evangelio de Marcos, la discusión se centra más bien entre dos opciones: o Roma o Siria (bien más al sur, bien en Antioquía). ¿Cuál de estas dos posibilidades parece más razonable? Parece que la opción en favor de Siria (Antioquía o proximidades) tiene más visos de ser la correcta. 

    De entrada, debe señalarse (como apunta R.Pesch) que la existencia de latinismos en el evangelio de Marcos no bastan para sostener la hipótesis de un origen romano de Marcos. Es claro que Marcos escribe en una comunidad que sigue ligada a los orígenes del cristianismo en Galilea y en Jerusalén, pero que está vinculada  a la misión paganocristiana, a la iglesia de los judíos y los paganos. En realidad, también los otros evangelios usan diversos términos latinos y de ello nadie atribuye su origen en Roma.
    Son muy convincentes los argumentos que nos ofrece Gerd Thiessen ("Colorido local y contexto histórico en los evangelios", páginas 260 y siguientes) en favor de Siria como origen del evangelio de Marcos. De un lado, es obvio pensar que el evangelio más antiguo surgiera del país originario del cristianismo primitivo helenístico. La mayor parte de las referencias sobre Marcos (cuya autoría del evangelio, como vimos en la página anterior, ha de tenerse por cierta) apuntan más bien a oriente: en Hechos a Palestina (12,12) y Siria (12,25; 13,5; 15,37); en las cartas paulinas a Asia menor  (Flm 24; Col 4,10; Tim 4,11). En ambas tradiciones, Marcos aparece ligado a Bernabé (Hch 12,25 y Col 4,10), lo que indica identidad de personas. Todo apunta a que en la comunidad siria hubo un Marcos, perteneciente al grupo de Bernabé, que mantenía relaciones tanto con Pablo como con Pedro, y que fue el autor de este evangelio. 

    Según subraya Thiessen, el entorno socioecológico del evangelio de Marcos apunta a un origen muy próximo a Galilea, no en Roma. Es especialmente significativo el vocablo utilizado en este evangelio para designar al lago de Galilea, el cual es denominado con el término "mar" (en griego "salassa). Quien conoce un mar grande difícilmente hubiera denominado "mar" al lago de Galilea, por lo que es difícil imaginar al autor del evangelio de Marcos en la gran urbe de la  época. 

     

    Como conclusión hacemos nuestras las palabras del citado especialista: "entre la hipótesis de un origen romano y la de un origen sirio del evangelio de  Marcos, hay a mi juicio más indicios en favor de su origen en oriente. El colorido ambiental, el lugar acorde con la historia de la tradición e indicaciones geográficas se explican mejor situando su génesis en la parte meridional de Siria: en lo que más tarde se llamó Sirofenicia". 

     

    EL EVANGELIO  DE MARCOS Y EL SECRETO MESIÁNICO

     

    Una de las características del evangelio de Marcos es la frecuencia con la que Jesús ordena a ciertos personajes (espíritus inmundos, demonios, beneficiados por algún milagro, discípulos, ...) que guarden silencio y no desvelen a nadie su identidad. Es un hecho indiscutible que el evangelio de Marcos, de manera mucho más acentuada que los demás sinópticos, ha destacado el secreto con que Jesús ha querido encubrir su mesianidad durante la vida terrestre. 

     

    En el cuadro siguiente se resumen los distintos momentos en los que, en el evangelio de Marcos, Jesús ordena a alguien no divulgar algo:

 

Mc 1,25

En la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo reconoce la verdadera identidad de Jesús, diciendo "Sé quien eres tú, el Consagrado de Dios". Jesús de conmina a que calle la boca.

 

Mc 1,34

Jesús expulsa muchos demonios, pero a los demonios no les permitía decir que sabían quien era.
Mc  1,43 Jesús cura a un leproso, tras lo que le ordena que no le diga a nadie. El leproso no le hace caso y todo el mundo acaba enterándose.
Mc 3,12 Los espíritus inmundos cuando ven a Jesús le dicen "Tu eres el Hijo de Dios". Pero Jesús les conminaba a que no le dieran publicidad.
Mc  5,43 Tras resucitar a la hija de Jairo, Jesús advierte a los presentes con insistencia que nadie se entere de los sucedido.
Mc 7,24 Jesús se aloja en una casa de Tiro, pero no quería que nadie se enterase.
Mc 8,26 Tras curar a un ciego le dice que no entre ni siguiera a la  aldea, para que la gente no se entere.
Mc 8,30 Pedro proclama que Jesús es el Mesías. Pero Jesús les conminó que a nadie dijeran aquello acerca de él.
Mc 9.9 Tras la transfiguración del Señor, cuando ya bajan  del monte, Jesús les advirtió que no contasen nada de lo sucedido, hasta que hubiera resucitado.

¿A qué se debe esta insistente orden de Jesús para que se guarde silencio sobre su verdadera identidad?  En realidad, el primer autor  que modo explícito estudió esta cuestión fue W. Wrede, el cual, en el año 1901, publicó una obra titulada "El secreto mesiánico en los evangelios".Para este autor, el secreto mesiánico no se correspondería con una característica del Jesús histórico, sino que se trataría  de una construcción dogmática efectuada por la comunidad pospascual, con la que pretendería armonizar la actuación y vida de Jesús, que no habría sido mesiánica, y la fe pospascual de la comunidad en el carácter mesiánico de Jesús. Este secreto mesiánico, según Wrede, estaría formado por tres elementos 

  • Mandatos de guardar silencio dados a los curados, a los demonios y a los discípulos.

  • Observaciones repetidas sobre la incredulidad y falta de comprensión de los discípulos.

  • Adoctrinamiento en parábolas.

En definitiva, según Wrede, Jesús no habría tenido en absoluto conciencia de ser el Mesías, ni habría actuado como tal. La contradicción con la afirmación pospascual de que Jesús era el Hijo de Dios y el Mesías (Cristo) se superaría creando la ficción de que fue Jesús mismo el que ordenó guardar silencio sobre su identidad antes de su resurrección.  

 

Hoy pocos eruditos aceptan la interpretación de Wrede. De entrada, en el propio evangelio de Marcos nos encontramos con que las prohibiciones de Jesús no son seguidas por quienes la reciben, que rápidamente divulgan sus curaciones milagrosas, lo que convierte la posición de este autor en inconsistente.

    Podríamos decir que existen tantas explicaciones del secreto mesiánico del evangelio de Marcos como autores se han ocupado de ello. Los puntos sobre los que los autores discuten y no se ponen de acuerdo son básicamente tres:

     

    Sobre si el secreto mesiánico se corresponde con la actividad del Jesús histórico o si, por contra,  es una creación de la comunidad pospascual.

  • Sobre si estos apartados en los que aparece el secreto mesiánico son una creación redaccional de Marcos o si aparecían ya en el material del que este evangelista se sirvió para componer su obra.

  • Sobre la explicación última del motivo al que obedece la idea del secreto mesiánico.

 

Quienes sitúan el secreto mesiánico en la vida del Jesús histórico sostienen que esta  característica obedece a que Jesús, durante su predicación, se habría  mostrado muy reservado respecto del título de Mesías. Así, Jesús no habría hablado de su dignidad mesiánica antes de su pasión, sobre todo porque su misión no encajaba con el mesianismo político y liberador que entonces se esperaba. Jesús no podía presentarse ante los judíos con el mensaje de que él era el Mesías sin provocar una radical interpretación equivocada sobre su misión y persona y sin ocasionar el peligro de un movimiento político y la intervención de los romanos.

Junto con esta explicación,  y sin entrar necesariamente en contradicción con ella, existe también una explicación del secreto mesiánico que parte de considerar la función que dicho secreto desempeña dentro del relato de Marcos y de su concepción teológica. En este sentido, los especialistas, a partir de un detallado análisis del evangelio, parecen llegar a la conclusión que la gran mayoría de los mandatos de guardar silencio se deben a la redacción de Marcos. Con ello el evangelista nos estaría diciendo que la total comprensión de la identidad de Jesús como Hijo de Dios y Mesías (Cristo) sólo se alcanza tras la muerte en la cruz y la resurrección. La clave pare comprender estas órdenes de silencio en el texto de Marcos se hallarían  particularmente en estos dos versículos:

  • Mc 9,9 : "Mientras bajaban del monte les advirtió que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre  resucitase de entre los muertos".

  • Mc 15,39: "El centurión que estaba allí presente frente a él, al ver que había expirado de aquel modo, dijo: -Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios"

     

    Solamente  con la muerte en la cruz se comprende realmente  la auténtica  condición mesiánica de Jesús, su verdadera identidad como Hijo de Dios. Por lo tanto, el sentido del secreto mesiánico es que la completa identidad de Jesús como Hijo de Dios sólo se tiene tras la muerte en la cruz y la resurrección: la revelación que se dio en Jesús es incompleta y se interpreta equivocadamente antes de la pasión y resurrección. Solamente a la luz de la cruz adquiere verdadero sentido el carácter mesiánico de Jesús y su identidad como Hijo de Dios; hasta ese momento, su comprensión era incompleta, lo que ocasionaba malos entendidos e incomprensiones.

       La insistencia en este aspecto se debe a que el evangelio de Marcos parece estar preocupado por el hecho de que sus cristianos pudieran entender mal a Jesús y no estar dispuestos a seguirlo en el camino de la cruz.

     

    ¿Cómo nos presenta Marcos a Jesús en su evangelio?

     

    El Evangelio de Marcos nos presenta a Jesús como el Siervo de Dios (Mar. 10:45)

     

    «Es una narración histórica que nos pone delante un cuadro representativo de la persona y obra del Señor Jesucristo.

    Fundamentalmente no es una biografía, porque:

    a. no discute la parentela

    b. ni el primitivo medio social

    c. ni el nacimiento

    d. ni la educación o la familia de su protagonista

    e. ni intenta proporcionar información acerca de alguna fase particular de su vida.

     

    Nos da en ininterrumpida sucesión y probablemente en orden cronológico general, una serie de episodios de la carrera de Cristo con algunos detalles referentes a la última semana que pasó sobre la tierra. Es casi totalmente objetivo en su desarrollo. Ofrece pocos comentarios; la narrativa Constituye su propia historia. Si los últimos doce versículos de este evangelio, que muchos consideran que no son de Marcos porque no aparecen en los más antiguos manuscritos, tienen que ser desechados, entonces el evangelio tiene un final singularmente abrupto. El evangelio es lacónico, pictórico, cortante, claro y vivaz. Como un álbum fotográfico dedicado a una persona, Marcos nos proporciona una serie de características poses de Jesús sin pretender perfecta continuidad entre una y otra. Sin embargo, este evangelio proporciona una comprensión satisfactoria de aquella divina Persona y de su obra cuando reunimos la impresión total que proporcionan los particulares episodios considerados en conjunto.

    El tema del evangelio se condensa en forma adecuada en el versículo inicial, “principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Sea que las palabras constituyan un antiguo encabezado puesto a este evangelio, o que el mismo autor las haya elegido, resultan una introducción apropiada para todo su contenido. La persona de Cristo domina la narración en todo su curso.

    Sus obras con la principal fuente de interés, y su muerte y resurrección en Jerusalén dan a la historia una emocionante culminación

    No existe propósito en el Evangelio de esconder o de exagerar un elemento sobrenatural de la vida de Jesús. Los milagros casi siempre están relacionados con alguna definida necesidad humana, y se hacen no por mero exhibicionismo, sino para el alivio de alguna emergencia. Hay un firme y sereno desarrollo en la parte que a Jesús le toca hacia la meta que Él mismo se ha propuesto, y en el sorprendente desenlace de la resurrección (8:31, 9:31, 10:34) está presente lo que es mucho más que una implicación. Llegando al final se deja al lector que haga su propia decisión respecto a la personalidad cuyo retrato ha contemplado como el de un hombre y sin embargo, mucho más que hombre.» (1)

    «Se inicia el evangelio con el breve relato de dos acontecimientos con que se inaugura el ministerio público de nuestro Señor: su bautismo y la tentación. Marcos omite así, intencionalmente, desde luego, toda noticia del nacimiento y de los primeros treinta años de la vida de Cristo. Tampoco menciona el primer ministerio en Judea, que consta en Jn. 2:13-4:3. Sin explicación alguna relativa a los acontecimientos intermedios de la tentación pasa el autor al ministerio en Galilea. Distinguió el primer período de la obra en el norte de Palestina el éxito superlativo, cuando las turbas se arremolinaban para escuchar al nuevo maestro, lo cual lo obligó a limitar las reuniones a las regiones agrestes (Mar. 1:45).

    Acudían las gentes desde Judea e Idumea al Sur, desde Perea al este y desde Tiro y Sidón, al norte (3:7-8). Casi simultáneamente registra nuestro evangelio el despertar de la hostilidad de los dirigentes judíos contra Cristo. Esta oposición se fue intensificando hasta convertirse en una de las principales características del segundo período de la obra en Galilea. Como resultado de la enemistad de esos dirigentes y de las supersticiosas sospechas de Herodes Antipas, inicia Jesús una serie de retiradas sistemáticas de la región de Galilea, para mantenerse siempre en la misma área general y regresar a menudo a Capernaum por breves temporadas.

    Se dedica principalmente en esos días a adiestrar a sus discípulos. Rápidamente se aproximaba la hora hacia la cual venía intencionalmente avanzando, y es en este punto que comienza a preparar a los suyos mediante reiteradas explicaciones, para la consumación de su obra terrenal mediante su muerte y resurrección.

    A continuación de los retiros para instruir a los discípulos, presenta Marcos él último viaje de Jesús a Jerusalén, a través de Perea Al hacerlo, nuevamente nuestro autor emite una considerable porción de material Deja de lado todo el segundo ministerio en Judea y la mayor parte de la obra allende al Jordán en, Perea. Fiel a esa característica brevedad, pasa inmediatamente el evangelista a describir la semana de la pasión. A este corto período le dedica Marcos casi seis de sus dieciséis capítulos, proporción que se justifica plenamente al considerar que esta es la consumación que nuestro Señor se había propuesto, y hacia la cual venia avanzando su vida.» (2)

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