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Por: Gustav Hägermann.
Berlín 1941
EL PROBLEMA DE LA VEJEZ EN ALEMANIA
Cuando el Nacionalsocialismo
llegó al Poder en Alemania en el año 1933, se encontró
con dos problemas capitales de mucha gravedad, que afectaban directamente a
las posibilidades vitales del pueblo. El primero era el de la estructura de
la población con relación a la edad de los individuos que la componían;
el segundo era el de una ruina económica sin precedentes, cuyas manifestaciones
más visibles eran la desvalorización del capital ahorrado y un
ejército inmenso de parados. La ruina económica fue, sin duda
alguna, la consecuencia del Dictado de Versalles y de los pagos al enemigo por
reparaciones, calculados con una base de cifras astronómicas. La estructura
de edades del pueblo alemán empezó a llamar la atención
de los políticos demográficos ya antes de la Guerra Mundial, pero
también ella experimentó en medida inesperada la perniciosa influencia
de la pérdida de sangre causada por la guerra y de la desesperación
de la postguerra. En el año 1910 la cifra de ciudadanos de 65 años
para arriba importaba el 4,39 % de la población total, mientras que en
el año 1934 esta cifra se había elevado a 7,3 % y seguirá
aumentando aún en los próximos decenios, a pesar de toda la política
demográfica del Nacionalsocialismo, debido al reducido número
de nacimientos durante los años de la guerra y postguerra.
Ambos hechos, la estructura de edades y la miseria económica que tiene
que repercutir siempre mucho más hondamente sobre los ancianos y los
débiles, incapaces ya de trabajar, motivaron que el problema del seguro
de vejez adquiriera cada día mayor importancia en la Alemania de postguerra.
La necesidad de un arreglo general se hacía más urgente cada año.
Muchas generaciones habían proyectado ya posibilidades para la solución
del problema, pues el anhelo de una vejez asegurada está arraigado profundamente
en el alma de todo el pueblo. Ya en la Edad Media se hicieron los primeros tanteos
para su realización, tanteos que fueron a la vez las primeras formas
de la previsión social. Las asociaciones religiosas fundaron hospitales
para ancianos y casas de inválidos, y los gremios crearon instituciones
análogas para sus artesanos ancianos; los reyes prusianos construyeron
casas de inválidos para sus veteranos, y las ciudades, hospitales para
sus ciudadanos inválidos. El que recorre hoy Alemania, encuentra estos
primeros testigos de la labor social todavía en las ciudades hanseáticas,
orgullosas de su comunidad ciudadana, como en Luebeck el célebre edificio
medieval del Hospital del Espíritu Santo, por cuyo gótico portal
ha pasado cual perennal torrente la interminable legión de los ciudadanos
viejos e inválidos durante muchos siglos, hasta el día de hoy.
Mas todos éstos eran sólo recursos nacidos de la necesidad perentoria
y de la conciencia humana en sus múltiples manifestaciones. El anhelo
de millones quedó también sin cumplir cuando el segundo Imperio,
por sentimientos puramente alemanes, creó su ejemplar seguro social para
obreros y más adelante igualmente para empleados. Hasta que un día,
después de la Guerra Mundial, en los tiempos de mayor miseria y desesperación,
se inscribió modestamente, sin que se advirtiera apenas al principio,
en el programa de un partido, la frase: "Queremos un desarrollo importante
para la previsión social para la vejez en provecho de todo el pueblo".
Esta frase estaba destinada a hacer historia, pues llegó a ser el punto
15 del programa del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista y ha llegado
a ser, hace ya tiempo, programa del Estado. Las medidas tomadas entretanto para
su realización, han hecho de la nueva Alemania el primer país
del mundo que no se ha conformado con la parte teórica, sino que ha llevado
a la práctica resueltamente la previsión social para la vejez.
APARICIÓN DE UNA NUEVA IDEOLOGÍA
En la hora del nacimiento
del nuevo Reich, no pudo llegarse todavía a una solución total,
pero sí se impuso la voluntad de buscarla con todas las fuerzas. La necesidad
clamaba al cielo y exigía una ayuda pronta para los más necesitados.
De este imperativo y esta voluntad nació el primer impulso del nuevo
socialismo alemán, considerado por el mundo como un milagro.
La conciencia social del Partido, apoyada por todo el pueblo regenerado moralmente
en la voluntad de imponerse, se levantó y tomó forma palpable
en la Previsión Nacionalsocialista. Como salido de la tierra hizo su
aparición todo un ejército de auxiliares de ambos sexos -sólo
en Berlín 60.000, en el Reich muchos centenares de millares- que con
mano firme empezaron a hacer frente a las primeras necesidades del invierno
próximo y sin largas preparaciones legislativas llevó a la realización
la primera Obra de Auxilio de Invierno, que entretanto ha llegado a ser un concepto
firme del socialismo alemán. En este primer invierno de 1933/34 pudieron
ser socorridos ya por donativos voluntarios de todo el pueblo 16,5 millones
de necesitados, parados, pequeños rentistas y personas ancianas y débiles.
Se ha calculado que toda la flota alemana habría bastado precisamente
para cargar la cantidad de artículos que se distribuyeron en forma de
alimentos y combustibles.
Todo el que prestaba atención a lo que sucedía en la nueva Alemania,
advertía con simpatía o antipatía el hálito de una
nueva ideología. Los alemanes ancianos y débiles fueron socorridos
todos por el primer Auxilio de Invierno, porque la Previsión Nacionalsocialista
había registrado ya en sus listas los nombres de todos los necesitados,
y los que trabajaron entonces recuerdan que los ancianos y los débiles
fueron los primeros y más socorridos. En los años siguientes aumentaron
cada vez más las dádivas y con ellas los resultados. Una serie
numérica casi fantástica acude a la memoria: primero 350 millones
de marcos, tres años después ya 408 millones, en el primer invierno
del Gran Reich Alemán 533 millones, que fueron distribuidos entre 7,9
millones de necesitados, pues los otros habían conseguido consolidar
entretanto su existencia. Los alimentos distribuidos tuvieron un valor de 107
millones de marcos, los combustibles 35 millones y la ropa 77 millones.
Se preguntará que quiénes fueron los beneficiarios de estos donativos.
La estadística del Auxilio de Invierno informa detalladamente sobre la
distribución de los donativos por grupos de edades, comprobándose
que no menos del 17,9 % de los asistidos tenían 65 y más años
de edad. La participación de estos ancianos a la asistencia fue exactamente
igual a la de los niños de 6 a 14 años y mucho mayor que la de
los niños de menos de 6 años, que fue solo de 13,4 % de todos
los asistidos.
Estas cifras hablan un lenguaje elocuente. No solamente refutan la opinión,
muy difundida en el Extranjero, de que el Nacionalsocialismo sólo hace
algo por la gente joven, sino que, además, tienen una fuerza demostrativa
positiva muy evidente. Demuestran que la preocupación por los niños
y las madres, que por ley natural constituye el punto capital del pensar, sentir
y obrar de un pueblo sano y con fe en el porvenir, solamente será fecunda
asegurando también la vejez a esta juventud a su paso a la gran legión
de inválidos y veteranos. La comunidad social alemana sólo será
entendida como es debido mirándola desde el punto de vista de la eterna
serie de antepasados, que no tiene principio ni fin.
LA PREVISIÓN NACIONALSOCIALISTA A LA CABEZA
Al fin y al cabo, el valor
de una obra social no se puede medir por la buena organización ni por
su gran número, sino por su contenido humano, por el valor de las personas
que intervienen en ella como sujetos y objetos.
Este valor se manifiesta, como el de todo soldado, solamente en el frente. El
frente de la labor social en la Alemania nacionalsocialista lo forma el Grupo
Local de la Previsión Nacionalsocialista. Pongamos por ejemplo el Noreste
de Berlín, uno de los distritos más poblados del Reich. En él
viven 20.000 personas, generalmente familias obreras, entre ellas comerciantes,
ancianos jubilados, muchas personas que necesitan constantemente consejo y socorro.
El Grupo Local de la Previsión Nacionalsocialista se encarga en el verano
de la obra de auxilios "Madre e hijo" y en el invierno del Auxilio
de Invierno. En el verano de guerra de 1940 ha asistido también a los
ancianos socorridos de ordinario por el Auxilio de Invierno.
Los encargados del servicio, que tienen a su cargo algunas manzanas de casas,
las atienden todos los días, laborables y festivos, con inclusión
de los domingos, después de cumplir con sus ocupaciones profesionales;
no piden por ello remuneración alguna, su misión es honorífica
y voluntaria. Estos funcionarios del Partido son los únicos que conocen
a los vecinos de sus manzanas y los que pueden decidir quién está
necesitado y quién es digno de auxilio, ya que en la Beneficencia libre
de todos los países es la dignidad la condición para el auxilio
social. Hacen sus indagaciones y mandan la solicitud para que sea ayudada la
señora de Pérez o de González. La una no puede ya trabajar
y su pequeña renta social no le basta. La otra necesita con urgencia
algo de ropa. La de más allá quiere carbón. Después
que las solicitudes han llegado a la casa del Grupo Local y se han cumplido
las formalidades, empieza la entrega de los donativos. Los beneficiarios son
informados y pueden recibir lo que les corresponde. Si una mujer no puede caminar,
va a su casa el encargado de la manzana. También él le lleva el
carbón. O va en su lugar una de las muchas asistentes de la Liga Nacionalsocialista
de Mujeres, que se han puesto también voluntariamente a disposición.
Durante la guerra se entregan bonos, que son aceptados por todas las tiendas,
en lugar del suministro directo de provisiones de comida y ropa.
Una misión especial es la Distribución Nacionalsocialista de Comida.
En casi toda gran ciudad de Alemania, la cocina central de la demarcación
suministra a los Grupos Locales diariamente comidas calientes que se distribuyen
entre los rentistas viejos y necesitados. Los unos toman la comida en el comedor
mismo del grupo; los otros prefieren comerla en casa. Las encargadas trabajan
sin descanso, distribuyen la comida, lavan la vajilla y cuidan de la limpieza.
Durante este trabajo se ofrecen muchas ocasiones de prestar algunos favores
a los ancianos en parte desvalidos. El uno quisiera más sal, al otro
le gusta una cosa más dulce, y las mujeres de la Previsión cumplen
gustosas estos pequeños deseos particulares de cada cual. Un anciano
siente mucho frío en las manos en el invierno y quisiera unos guantes
de lana. También este deseo puede ser cumplido. Las mujeres encargadas
del auxilio hacen los guantes de punto voluntariamente, honoríficamente
y como la cosa más natural del mundo.
De muchas piedras de mosáico se compone la labor de un Grupo Local de
la Previsión Nacionalsocialista. Los núcleos políticos,
la Liga Nacionalsocialista de Mujeres y el Frente Alemán del Trabajo,
colaboran con todo espíritu de compañerismo a la misma obra. Ahí
está el Auxilio del Vecindario, una fecunda idea de las mujeres, que
interviene siempre que se necesita el auxilio inmediato de la mujer. La Liga
Nacionalsocialista de Mujeres puede poner a disposición de esta organización
2 millones de mujeres, pues tantas se han presentado voluntariamente.
Algunos ejemplos de la práctica: En la demarcación de un grupo
local enferma una anciana. El encargado de la manzana da parte de ello y la
Previsión Nacionalsocialista pide una ayuda doméstica; ésta
mantiene en orden la casa de la anciana, va de compras y hace la comida, hasta
que la enferma se puede valer de nuevo por sí misma. Todo esto se hace
sin gastos y sin gran aparataje, de la manera más sencilla y natural.
Una anciana de casi 90 años, que ya no se puede valer por sí misma,
recibe a una voluntaria puesta a su disposición por la Cruz Roja.
Durante algún tiempo quedan las cosas así, hasta que la hermana
de la Previsión Nacionalsocialista anuncia que la anciana tiene que ser
trasladada a un asilo de ancianas. La Previsión Nacionalsocialista se
pone en comunicación con el Ayuntamiento y dispone lo necesario para
el traslado a uno de los muchos y buenos asilos de que se dispone. A los ancianos
a quienes les es difícil andar y estar de pie, se les quita la molestia
de la compra diaria. Centenares de casos análogos se presentan todos
los días.
AYUDA HUMANA PARA TODOS
En la guerra la Liga Nacionalsocialista
de Mujeres ha constituido Colectividades de Vecindad, formadas por mujeres de
la vecindad que vigilan dentro de su pequeño círculo para comprobar
dónde hay necesidad de socorro.
En caso de urgencia movilizan la casa y cada mujer ayuda según sus fuerzas.
Los objetos de esta ayuda son en primer término, naturalmente, personas
ancianas y débiles. Todo esto sucede en el círculo de un solo
Grupo Local. En el Distrito de los Sudetes, en el que se ha procedido con todo
celo al desenvolvimiento de estas acciones voluntarias de socorro, no existe
hoy persona alguna, joven o vieja, que no reciba auxilio inmediato en cuanto
lo necesita. También en Renania está muy organizada hoy esta clase
de Labor Social del Frente.
Un rico material de ilustración sobre la beneficencia meramente humanitaria
de la Previsión Nacionalsocialista lo ofreció la reincorporación
de los alemanes de los Países Bálticos y de Wolinia. Entre ellos
había, naturalmente, numerosos enfermos, débiles y ancianos; especialmente
entre los alemanes de los Países Bálticos era relativamente elevado
el tanto por ciento de ancianos, porque los hombres jóvenes y robustos
hacía ya tiempo que habían vuelto a la patria alemana. Todos estos
alemanes ancianos y achacosos reconocieron con gratitud que las mujeres alemanas
de la Previsión Nacionalsocialista, que había puesto a disposición
todo el aparato, les atendieron con verdadero espíritu de sacrificio,
hasta restablecerles las fuerzas, alojándolos luego en Alemania en asilos
de ancianos en condiciones tan buenas que pronto pudieron proseguir su vida
acostumbrada en la recobrada patria.
En Bélgica sucedió lo mismo en el verano de guerra de 1940. Nuevamente
intervino la Previsión Nacionalsocialista con sus grandes acciones de
socorro, y de nuevo ayudaron las mujeres nacionalsocialistas a volver a sus
lugares y a establecerse nuevamente en ellos a las desdichadas víctimas
de la guerra, entre las que se encontraban principalmente mujeres y ancianos
ya incapaces de empuñar las armas.
Esta obra de socorro a favor de belgas y franceses es seguramente un ejemplo
muy digno de atención en medio de una grande y despiadada guerra.
SEGURO SOCIAL PARA 60 MILLONES DE ALEMANES
La previsión Nacionalsocialista
con sus múltiples misiones es, sin duda alguna, la obra social voluntaria
más grande que conoce la historia. Es la expresión más
pura del sentimiento de comunidad nacionalsocialista, tanto más importante
por el hecho de intervenir como auxilio adicional a otras instituciones sociales
existentes.
Pero el verdadero objetivo va mucho más lejos. No es la previsión
social, sino el retiro de vejez en el sentido del Programa del Partido, que
no es un concepto de la beneficencia, sino un derecho. Hacia este objetivo conducen
varios caminos utilizados por los diferentes pueblos.
Hace ya 50 años, Alemania se decidió clara y conscientemente por
el camino del seguro social, por ser éste el que más concuerda
con el carácter alemán. El alemán no quiere que el Estado
le quite la preocupación por la vejez, así como envía a
una persona al asilo de pobres: su orgullo le induce a trabajar activamente,
mientras, es capaz de ello, en asegurar su existencia en los tiempos de la invalidez
o de la vejez, ahorrando una parte de su sueldo o jornal. La intervención
del Estado se limita a garantizar este derecho y a obligar a todos a la colaboración,
lo que, dadas las muchas debilidades humanas, no se puede alcanzar sin el seguro
obligatorio.
Cuando el Nacionalsocialismo empezó su obra de reconstrucción,
se encontraban como grandes columnas del seguro alemán sobre la vejez
el seguro contra la invalidez de los obreros, el seguro de los empleados y el
seguro de los mineros, que comprende todos los que trabajan en la minería,
así como los seguros contra enfermedad y accidentes.
Algunas cifras bastarán para demostrar la importancia de estas instituciones
sociales en Alemania. Según las últimas estadísticas publicadas,
de los 68 millones de habitantes del antiguo Reich empequeñecido por
el Tratado de Versalles, disfrutaban de los beneficios del seguro social no
menos del 75 % o sea 51 millones de personas. En la Gran Alemania son hoy unos
60 millones los asegurados. 26 millones estaban asegurados sobre renta de vejez
solamente en los tres grandes grupos citados; 5 millones recibían sus
rentas.
Los ingresos de seguros de inválidos, empleados y mineros pasaron en
el año 1938 por primera vez de los cinco mil millones y en el año
1939 llegaron a los seis mil millones. La nueva Alemania ha establecido leyes
en favor de estos seguros sociales, como base de la previsión alemana
de la vejez. En el año 1934 se estableció una ley sobre la estructura
de los seguros sociales estrechando más la relación entre las
diferentes ramas de estas instituciones, para que se ayudaran a sostenerse mutuamente.
En 1937 realizó el Reich un amplio saneamiento de los institutos, muy
afectados por las repercusiones de la Guerra Mundial, y mediante una ley sobre
los seguros de rentas estableció la garantía de la estabilidad
del seguro de inválidos y empleados. Los importes aportados anualmente
por el Reich como subvenciones, son muy considerables; en 1938 se elevaron a
580 millones de marcos.
Las instituciones, cuya situación fue muy precaria hasta 1933, pudieron
registrar considerables reservas ya en los primeros cinco años de la
labor nacionalsocialista. Para el que sólo cree en números diremos
que estas reservas fueron de 1.830 millones de marcos en el seguro de invalidez
y 1.500 millones de marcos en el menos importante seguro de empleados.
Ante esta importancia del seguro alemán de la invalidez, no puede sorprender
que el mismo haya servido de ejemplo al mundo. Inglaterra, Francia y Suiza,
crearon ya antes de la guerra instituciones análogas; el ejemplo alemán
tuvo influjo inmediato sobre Italia, Hungría, España, Bélgica,
Holanda, Rumanía y también sobre la Rusia Soviética.
LA TRAGEDIA DEL PEQUEÑO RENTISTA
Una forma social nacida
del desenvolvimiento de la postguerra, es la pensión del pequeño
rentista, que ha llegado a ser un importante problema parcial del seguro alemán
de vejez y representa una reglamentación extraordinaria para aquellos
ciudadanos a quienes la inflación privó del fruto del trabajo
de su vida. Los objetos de esta previsión social son, en el verdadero
sentido de la palabra, las víctimas del Dictado de Versalles de 1919,
que originó muchos millares de tragedias humanas. Estas laboriosas personas,
que un día fueron casi todas independientes como artesanos y pequeños
comerciantes, han sido separados con intención de la Previsión
Social General.
Continuamente encontramos en Alemania estas personas engañadas en la
paz y la dicha de la vejez. Ahí bajo de toda la vida en su mantequería
y quesería había conseguido ahorrar 100.000 marcos oro, a costa
de una vida modesta, y quería empezar precisamente a disfrutar de ellos
con su mujer, la fiel camarada en la dura lucha de la vida, cuando irrumpió
sobre él la inflación como una tormenta. El uno tenía hipotecas,
el otro, papeles del Estado. De repente perdieron todo su valor, y cuando las
aguas de la inflación se retiraron por fin, había salvado 25.000
marcos escasos, de modo que ya no podía vivir de las rentas. Tuvo que
comer el amargo pan de la beneficencia pública: había llegado
a ser uno de los muchos pobres. El Reich se ha impuesto la obligación
de dedicar una subvención extraordinaria a estos viejos, desde 1938 disfrutan
de ella los rentistas, a los que proporciona un sensible aumento de los ingresos.
Había entonces aún 176.000 pequeños rentistas de esta clase
en el antiguo Reich.
NINGUNA CIUDAD SIN ASILOS DE ANCIANOS
Muchos suelen estar aún
en sus antiguos pisos, demasiado grandes para sus necesidades y cuyo alquiler
es una carga para ellos. Por eso se ha intensificado la construcción
de asilos para rentistas ancianos, donde pueden vivir económicamente,
en medio de sus propios muebles. Hoy no existe en Alemania casi ninguna ciudad
en la que no se encuentre un asilo de esta clase. La ciudad de Cottbus, como
muchas otras, ofrece un interesante ejemplo de la ayuda que representan estos
asilos para los ancianos. En uno de sus nuevos asilos de ancianos viven 84 inquilinos.
Los rentistas pagaban en sus antiguos pisos 27,40 marcos de alquiler por mes
y término medio, en el asilo, en cambio, sólo 12,60 marcos. Al
mismo tiempo se benefició la ciudad de los 84 pisos con 245 habitaciones
para gente joven que se quería casar y fundar una familia.
Una ojeada por Alemania muestra a todo observador que los asilos de ancianos
desempeñan hoy un papel importante en la asistencia a la vejez. Se ven
asilos para ancianos sanos y asilos especiales para ancianos achacosos en los
que disfrutan éstos de la necesaria asistencia. La capital del Reich,
que entre sus más de cuatro millones de habitantes que contaba en 1940
más de 650.000 ancianos de más de 65 años, emprendió
en 1939 una gran acción para el desarrollo de sus asilos de ancianos.
Por ahora construye cinco nuevos asilos en los que tendrán alojamiento
1.200 personas. Sorprende siempre comprobar las comodidades que ofrecen estos
modernos asilos. En las afueras de la capital, que todavía están
en contacto con la naturaleza, se han construido estos asilos según el
sistema de pabellones, en los que los ancianos no tienen que vivir demasiado
cerca los unos de los otros, no necesitan subir escaleras y tienen su pequeño
jardín. En la ciudad esto no es posible, desde luego, pero tampoco necesita
aquí nadie subir escaleras, porque estos asilos tienen sus ascensores;
además están provistos de salas de reunión y cuartos de
baño. Huelga decir que no falta la radio. Asilos hermosísimos
encontramos en la capital del Movimiento Nacionalsocialista, en la alegre Munich,
en Stuttgart, con sus colinas y soberbios panoramas; en Cassel, Kiel y Magdeburgo.
Hacia el Sur han encontrado a veces sus placenteros sitios dentro de los románticos
viejos muros de antiguos conventos y palacios. Las asociaciones religiosas mantienen
en el Reich unos 1.000 asilos de ancianos e inválidos de esta clase,
de los que ningún visitante sale sin la profunda impresión que
produce en él la asistencia espiritual y corporal de que disfrutan en
ellos los ancianos.
Como se ve, ya la antigua Alemania trabajó de muchas maneras en la solución
del problema y sobre estos cimientos ha empezado la Alemania Nacionalsocialista
a llevar a la realización la gran misión que se ha impuesto.
SOLUCIÓN TOTAL PARA LOS ARTESANOS
En la gran Exposición
Internacional del Artesano, celebrada en Berlín a principios del verano
de 1938, se vieron sorprendidos los visitantes alemanes y extranjeros de todo
el mundo por la primera notificación de una próxima previsión
de la vejez para los artesanos alemanes. Fue ésta una idea que a los
extranjeros les pareció primero una ilusión. En la Navidad del
mismo año fue proclamada la ley como aguinaldo memorable a la clase artesana
alemana. Esta ley ve el seguro como la base de la previsión para la vejez
de todos los artesanos independientes, sin distinción de la edad ni de
los ingresos. En principio la ley sujeta este seguro al de empleados, pero deja
bastante a la voluntad de cada cual la naturaleza de la previsión para
la vejez.
Interesa saber cómo se inicia en la nueva Alemania una gran cosa sin
mucho burocratismo ni grandes deliberaciones oficiales. Durante muchísimos
años vino luchando el artesano alemán para asegurar razonablemente
su vejez; este problema se hizo cada vez más perentorio especialmente
después de la guerra, pues también los artesanos de edad avanzada
habían perdido con la inflación los ahorros de una larga vida
de trabajo. Pero nada se realizó.
Cuando el actual Maestro de los Artesanos del Reich, Schramm, tomó posesión
de su cargo, encontró en su mesa de escritorio la carta de un antiguo
compañero del oficio, que era un solo grito, que llegaba al corazón,
reclamando un arreglo legal. Schramm no puso en movimiento la máquina
legislativa, sino se dirigió al pueblo, fue a las cervecerías
y en ellas se sentó con los artesanos que no conocían aún
personalmente al hombre que acababa de llegar a Berlín, estudió
sus almas, les preguntó su opinión imparcial, y de todos estos
juicios se formó uno propio, hasta que pudo hacer el proyecto de una
Previsión de la Vejez para el artesano alemán.
En ningún país existe una Previsión de la vejez más
importante que en Alemania, donde se encuentra la clase artesana mayor y más
desarrollada. La más marcada antítesis lo constituye Inglaterra,
donde el gremio de artesanos ha desaparecido hace ya mucho tiempo, porque al
término medio de los ingleses, después de la conquista de una
gran parte del mundo, les pareció mucho más cómoda la adquisición
de los artículos manufacturados del Extranjero, que someterse ellos mismos
al trabajo, no siempre mecido precisamente en oro. Por eso Inglaterra no tiene
hoy que preocuparse por el seguro de vejez de sus artesanos. Pero sí
Alemania, cuyo gremio de artesanos con sus familiares comprende no menos de
12 millones de personas, la sexta parte de la población de la Gran Alemania.
Como se ha señalado ya, una gran parte de estos miembros del gremio de
artesanos se encuentra ya en edad avanzada. Estos artesanos ancianos son, por
lo tanto, los que más preocupan a la Previsión de la Vejez. Los
que a la promulgación de la ley habían pasado ya de la edad de
60 años, no podían ser admitidos en el seguro social. ¿Que
hacer con ellos? El Sindicato del Reich de los Artesanos alemanes resolvió
este problema sin necesidad de acudir a la ayuda oficial, de una manera verdaderamente
generosa. Los compañeros de oficio, cuya vida es más rica en espinas
que en flores ciertamente, convinieron en el pago voluntario de una cuota a
favor de los compañeros ancianos necesitados. Los resultados fueron verdaderamente
notables, pues el primer año de la guerra se pudo empezar ya el pago
de este socorro voluntario a la vejez de 6.000 a 7.000 artesanos ancianos necesitados
que ya no podían trabajar. Igualmente el gremio de artesanos ha creado
sin otros medios que los propios varios asilos muy buenos en los que son cuidados
gratuitamente artesanos ancianos y necesitados.
Esta previsión de la vejez del gremio alemán de artesanos representa
la primera solución total del problema para un gran gremio. Su importancia
es trascendental, porque ha señalado y preparado el camino a otros miembros
de la economía nacional.
PREVISIÓN SOCIAL PARA CÓMICOS Y MÚSICOS
Ya el 1 de marzo de 1938
entró en vigor en todo el Reich, por ley especial, la Previsión
Social para la Vejez y los deudos de los actores y trabajadores de teatro y
de los miembros de las orquestas culturales. Esta Previsión de la vejez,
creada personalmente por el Ministro del Reich Dr. Goebbels, ha sido interpretada,
con razón, como una manifestación de la voluntad del Reich nacionalsocialista
de incluir en el círculo de su asistencia también al trabajador
intelectual. Ella prevé, al igual que el seguro del artesano, un seguro
obligatorio, basado directamente en la idea de la colectividad social por el
hecho de que todos los que desean disfrutar del arte tienen que pagar un sobreprecio
de 5 céntimos de marco, como impuesto cultural, a la compra de un billete
de teatro o de concierto. Con este ingreso queda asegurada la Previsión
de la vejez. A la promulgación de esta ley, el Ministro del Reich Dr.
Goebbels -quien ha destinado además importes considerables también
para los pintores y escultores- con justificado orgullo pudo hacer la comprobación
siguiente: "Así el Estado nacionalsocialista ha realizado una obra
cultural sin ejemplo, ni lejanamente, en ningún otro país del
mundo". Las 14.000 a 15.000 personas que trabajan en los escenarios y en
las orquestas de Alemania, han aplaudido este hecho como la liberación
de una gran pesadilla, pues en ningún otro oficio arrojaba la miseria
de la vejez sombras más siniestras que precisamente en la del artista.
¿Que utilidad puede tener el seguro social en un gremio tan pequeño?
-preguntarán los escépticos. Pues bien, los derechos de renta
dan una contestación clara a esta pregunta. Un cómico modesto,
por ejemplo, que gana 2.400 marcos al año, tiene derecho a los diez años
de asegurado a una jubilación con el 45 % de su ingreso normal; a los
40 años esta cifra llega al 80 % del ingreso.
A esto se añaden las rentas de viudez y orfandad.
Entretanto, han sido creados también asilos para artistas de teatro.
Con los medios de la Fundación Emmy-Göring ha sido construido en
Weimar un asilo de ancianos para artistas alemanes de teatro. Inolvidable quedará
para todos los participantes el día de la inauguración de la Casa
de los Artistas por la Organización Gremial de los Artistas del Reich,
en Oberwiesenthal, en la boscosa ladera del Fichtelgebirge. Se fundó,
y esto es notable también, en un "Grand Hotel" muy visitado
en su tiempo por los snobs del turismo internacional. En esta solemne ceremonia,
allá en lo alto de los montes alemanes, un artista de nombre pudo decir,
bajo los aplausos de sus compañeros de oficio, que la nueva Alemania
es el primer país del mundo que da a sus artistas una vejez segura y
que la Casa de los Artistas es un lugar en el que se puede terminar tranquilamente
en la vejez una vida llena de emociones.
EL LABRADOR ANCIANO Y LA NUEVA ALEMANIA
Interesará a todo
gremio y seguramente a la mayoría de las personas, en todos los países,
el seguir de cerca este desarrollo realizado en Alemania. En labor metódica,
va abarcando la Previsión de la vejez un oficio tras el otro y finalmente
le llega también el turno al labrador, que en la nueva Alemania ha recobrado
todos sus antiguos derechos, problema éste ante el cual no ha podido
pasar de largo el Nacionalsocialismo. El retiro campesino, se ha dicho, es como
costumbre tan viejo como la tierra misma y en la vida germana ha desempeñado
siempre un papel especial, de conformidad con el aprecio que merecía
el trabajo campesino.
Ya el romano Tácito informaba que para los germanos (en oposición
a los romanos de entonces) sus viejos no representaban ninguna carga, pues en
el thing y en la comunidad de alimentación de la economía de la
granja les era transferida más bien una misión importante. Eran
considerados como dignos portadores de la tradición y eran objeto de
particular veneración. Cuando mayor el círculo de la familia,
así comprobó Tácito, tanto más amable era para ellos
la vejez. En esta comprobación podemos ver el origen racial de toda asistencia
social alemana a la vejez. Más tarde la llamada relación del campesino
anciano retirado, que cedía en vida su propiedad a sus herederos y vivía
alternativamente en las casas de sus herederos más próximos, llegó
a ser patrimonio general nórdico-germánico y se encontraba tanto
en Escandinavia como en Alemania. Durante siglos se realizaron sin cesar esfuerzos
para asegurar al campesino una vida conveniente en la vejez, sin amenaza para
la economía de la propiedad. Cuando luego se promulgó en Alemania
la Ley del Reich sobre le Patrimonio Familiar, que fija las condiciones para
la dirección y la herencia de una propiedad rústica de mediana
importancia, se creyó poder prescindir de una reglamentación especial
del retiro campesino, porque, según la costumbre alemana, se consideraba
natural que el beneficiario del retiro campesino pueda exigir en la finca el
alojamiento correspondiente a sus condiciones. El que estudia administración
de justicia de los tribunales de herederos principales, en Alemania, puede comprobar
que el contrato de transferencia a los herederos de la finca tiene pocas perspectivas
de ser autorizado, si no está bien definida la cuestión del retiro
campesino. Esta garantía de la previsión de la vejez del campesino
por una institución oficial imparcial, es considerada en la literatura
especial (no solamente en la alemana) como una de las más grandes hazañas
de la política campesina nacionalsocialista.
LOS DEBERES DEL JEFE
Estas consideraciones sobre
la previsión de la vejez, muy ramificada, pero reformada desde un punto
de vista unitario, quedarían incompletas si no incluyéramos en
ellas los esfuerzos realizados para alcanzar una asistencia suplementaria a
la vejez. Se trata principalmente de la idea del seguro de personal, propagada
por el Frente Alemán del Trabajo como organización de todos los
alemanes que trabajan.
Ya en la Ley sobre el orden del trabajo nacional fue proclamada la frase fundamental
característica del socialismo alemán: "El jefe de la empresa
ha de cuidar del bien del personal. Éste le ha de guardar fidelidad".
Como uno de los deberes del jefe, está reconocido hoy en Alemania el
cuidado por la vejez de aquellos trabajadores que han trabajado la mayor parte
de su vida en la casa. Esto está de acuerdo con el antiquísimo
precepto moral alemán: ¡Lealtad por lealtad!
Al que no conoce la actitud psicológica fundamental del alemán,
le puede sorprender que los tribunales alemanes den importancia capital y carácter
obligatorio a este principio, al proclamar que el trabajo de muchos años
de un miembro del personal a beneficio de la casa sigue teniendo efecto después
de la salida de éste de la misma, de modo que este miembro tiene derecho
a seguir recibiendo su parte en los beneficios. Esta parte le puede ser asegurada
por un seguro suplementario que le garantice en la vejez un suplemento corriente
a su renta social como derecho legal. Sería interesante exponer otros
pormenores sobre estas posibilidades, pero bastará la comprobación
de que los patronos organizados en el Grupo del Reich denominado Industria se
han adherido voluntariamente a estos principios. Al estudiar los informes comerciales
de las grandes empresas, se puede hacer, en este sentido, más de una
comprobación interesante. Por ejemplo, en el informe de una sola empresa
metalúrgica se verifica que en cinco años han sido gastados voluntariamente
nada menos que 40 millones de marcos en obras sociales en favor de su personal.
EL OBJETIVO PRINCIPAL: SOLUCIÓN TOTAL
Paso a paso se ha producido
el desarrollo aquí descrito, siempre con la mirada puesta en el objetivo
principal. En esto está precisamente todo el secreto de los contundentes
éxitos del Nacionalsocialismo en todos los dominios de la vida, en que
la dirección ataca a un problema por sus diferentes partes, pero sin
conformarse jamás con una solución parcial o con un compromiso,
realizando más bien, al igual que el artista su obra, la solución
total con las soluciones en particular.
Por consiguiente, el desenvolvimiento de la Previsión de la Vejez del
pueblo alemán no ha llegado todavía a su objetivo, que ha de traer
el arqueo y con él la perfección.
Pero está muy cerca de él. Se recordará que el Führer
y Canciller del Reich encargó al Jefe del Frente alemán del Trabajo,
el Dr. Ley, el 15 de febrero de 1940, de estudiar las condiciones y bases de
la Previsión de la Vejez, con la colaboración de las organizaciones
competentes del Partido y del Estado, y de presentar los proyectos correspondientes
sin pérdida de tiempo. De esta manera se acerca a su solución
total el punto 15 del Programa del Partido y, como dijo el Dr. Ley al dar a
conocer su encargo que se le había confiado, será satisfecho el
anhelo del trabajador alemán.
No existe seguramente ningún ejemplo en la historia universal, de que
en medio de una gran guerra de los pueblos de Europa por la existencia y el
porvenir, el Jefe de Estado del pueblo que se encuentra en el centro de esta
gigantesca lucha, designe como monumento una gran obra social que tiene por
objeto la vejez segura de todos los miembros del pueblo que trabaja y combate,
para que recuerde por todos los tiempos a nuestro pueblo la lucha común
del frente y de la patria por la libertad y la independencia del Gran Reich
Alemán.
Seguramente ningún Gobierno habrá procedido nunca con más
seriedad y sinceridad en la ejecución de uno de los puntos de su programa.
Si es cierto lo que dicen los historiadores, que el nivel cultural se ha de
medir por el trato que da un pueblo a sus ancianos, el pueblo de la Gran Alemania,
unido con su nuevo Reich, puede esperar tranquilo el juicio de la historia sobre
sus motivos morales y sus obras efectivas en este dominio.
Observadores extranjeros que estudian el alma alemana y buscan la fuente que
alimenta sin cesar a las productivas energías alemanas, han podido comprobar
que el pueblo alemán se siente, como es lógico, orgulloso de ellas,
pero que siempre tiene para él el mayor valor, el amor al hombre y a
la colectividad dada por la naturaleza. Por eso la Previsión Nacionalsocialista
(NSV) es la expresión más sublime de este sentimiento y después
de haber conseguido la solución legal total del problema social seguirá
siendo tan indispensable como hasta ahora, como la manifestación viva
de la ayuda directa e inmediata en la necesidad repentina y en la vejez, que
no puede proporcionar la mejor ley, y que solo el hombre puede dar.