"EL
ESCRITOR EN EL NUEVO MILENIO -1-"
Las máquinas deberían trabajar,
los hombres pensar.
Principio IBM de Pollyanna - Leyes de Murphy
Sin sospecharlo siquiera, Internet comenzó su gestación en los años 60.
Tras la segunda guerra mundial el gobierno de Estados Unidos y su
comunidad científica y empresarial trabajaron juntos. La meta era
establecer un sistema de comunicación interno para la seguridad militar y
favorecer el pronto intercambio científico en las investigaciones.
Un caballero llamado Vannevar Bush fue el encargado de facilitar la
interrelación entre gobierno, científicos y empresarios. Este fue el
primer "Bush" de la comunidad norteamericana que con su
intervención llegaría a cambiar el curso de la historia mundial.
De aquello nacieron la National Science Foundation (NSF) y la Advanced
Research Projects Agency (ARPA).
Al principio se trabajaba para obtener una red de ordenadores que
permitiera a los miembros de ARPA (científicos, investigadores)
intercambiarse información con mayor celeridad y eficiencia.
Todo fue creciendo, sumándose al proyecto: científicos de instituciones
reconocidas, organismos de defensa, etcétera.
Ya en 1990, Internet era popular en EEUU y nace, por obra de Tim Berners-Lee,
lo que conocemos como el "World Wide Web", las famosas www. Se
desarrollaron programas y tecnologías para darle cada vez mayor agilidad
al intercambio, se crearon las bases del protocolo de transmisión HTTP,
el lenguaje HTML y el concepto de URL.
Lo más importante para nosotros pasó en 1993: Entró en funcionamiento
el primer servidor Web en español.
Allí comienza nuestra historia.
Es por esos sucesos, brevemente relatados, que estás ahora allí, frente
a la PC, leyendo esta página virtual.
No quiero dejar de decirte, aunque me pierda la oportunidad de pasar por
muy instruido, que la información que compartimos la saqué de Internet.
Así de generosa es la muchacha.
Pasan muchas cosas a partir de la Red.
En el caso de los escritores se nos abrió una puerta de comunicación
directa con miles de lectores.
Aun más, otros escritores también pueden leer nuestros trabajos.
En ambos casos la exposición a la crítica, positiva o negativa, es
permanente.
Antes de la aparición de Internet, la forma posible de contactarnos con
el escritor -aparte del libro- estaba reducida a asistir a una exposición
donde tendríamos mayor oportunidad de preguntar que de opinar. Otro
mecanismo era escribirle a la editorial para que retransmitiera nuestro
mensaje, acción que seguramente los editores manejaban con cierto recelo.
Por estos mecanismos, aquellos escritores que habían alcanzado renombre
estaban menos expuestos a la opinión de sus lectores.
Me pregunto si este desconocimiento público de los pareceres opuestos al
escritor, no es un factor que puede favorecer su crecimiento.
Imaginemos a Gustavo Adolfo Bécquer y Rubén Darío, vivos hoy,
publicando sus obras en portales literarios como muchos de nosotros.
Olvidemos que se trata de ellos. Súmale tus poemas y los de aquel o este
desconocido. ¿Qué dirían los lectores?. ¿Pudiera verse afectado su
posible celebridad sobre la base de la aceptación o no de los ciber-lectores?.
Yo no tengo la repuesta.
Lo que sí me parece evidente es la indiscutible apertura que esto
significa.
Aquí, por la red, al menos hasta ahora, yo puedo expresar lo que pienso.
Y también tú, como lector, tienes la posibilidad de ignorarme, aprobarme
o no. Alguien puede escribirme un correo electrónico o un mensaje en el
portal diciéndome: "'¿Así que según tú debemos agradecerle la
Internet a EEUU?; o tal vez: ¿Quién te crees para poner en duda la
calidad literaria de las obras de Bécquer y de Darío?; también: ¡Me
aburre tu forma de escribir!; o quizá: Me parece inconsistente tu
argumento. Y muchos más.
Eso no fue un hecho corriente en el pasado anterior a Internet. Ahora los
escritores, las personas que exponen al público sus obras, no pueden
ignorar lo que piensan sus lectores.
¿Habrá a quien no le importe esa opinión?, ¿Será esto cierto si todo
cuanto te dicen es adverso?. No lo creo.
Me parece que intercambiar opiniones, o al menos conocerlas, es un paso
significativo hacia el crecimiento personal de cada escritor. Uno puede
rever sus propios pasos.
Para despedirme te recuerdo otra Ley de Murphy que puedes aplicar
perfectamente a Internet. Se llama Ley de Sattinger y dice: "Funciona
mejor si se conecta".
Daniel Adrián Madeiro
Demos Amor al Mundo
Madeiro@Tutopia.Com
Demos_Amor_al_Mundo@Yahoo.Com.Ar
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