De la máquina
de escribir a la computadora; la quinta generación
Prócoro Hernández Oropeza
procoro@prodigy.net.mx
La computadora es un instrumento que se ha tornado imprescindible para la
sociedad moderna. Tiene, con respecto a la vieja máquina de escribir,
ventajas que muchos no acabamos de descubrir y que cada vez la tecnología
las incrementa.
La computadora, una especie de objeto inteligente incorpora los usos y técnicas
de otros medios como el correo, el teléfono, fax, libro, periódico,
biblioteca, radio, televisión, cine y por supuesto es un campo de comunión
y encuentro, comunicación y ligue entre ciudadanos de países tan
remotos.
Lejos han quedado aquellos temores de que la computadora se convierta en
amo de los humanos, tal como la planteara hace unas dos décadas la película
Proteo, amén de otros filmes que ha creado Hollywood. Las computadoras y
sus componentes cada vez se hacen más accesibles a los ciudadanos, además
de fáciles de transportar. Atrás quedaron las primeras imágenes de
computadoras que ocupaban sendos espacios y hasta varios pisos.
Hay quienes añoran su antigua máquina de teclazos. Incluso periodistas y
escritores se niegan a dejar su vieja máquina y a sustituirla por una
computadora u ordenador, en el léxico de los españoles.
El escritor Martín Luis Guzmán, en un ensayo titulado Mi amiga la
incredulidad, nos narra los efectos que la primera Rémington generó en
el escritor norteamericano Henry James, a principios del siglo pasado. Según
las crónicas de entonces, el ruido de la máquina era su fuente de
inspiración. Motivado por esas historias, Martín Luis Guzmán se vio
impelido a cambiar su Underwood, preciosa máquina de escribir de colección
ahora, por una Remington. Y como Henry James, para Martín Luis Guzmán,
el ticlititla de su Remington generaba una sinfonía mecánica,
despertando la curiosidad y los comentarios de sus vecinos y su familia.
Hasta le servía para calmar al travieso de su hijuelo y le permitió, por
supuesto, escribir obras tan connotadas como El Águila y la serpiente y
La sombra del caudillo, entre otras.
Después de las máquinas de escribir mecánicas, vinieron las eléctricas,
cuyos sonidos son, como se dice ahora, lighs. Y de estas apenas sobreviven
algunas en viejos despachos de contadores, notarios o, principalmente, en
las oficinas de burócratas que se niegan al cambio y a la modernización.
El antecedente más antiguo de la computadora es el Ábaco, cuya
historia se remonta a la antigua civilización griega y romana. Pero es en
el siglo XIX cuando Charles Babbage, profesor matemático de la
Universidad de Cambridge coloca los cimientos de la primera computadora,
denominada la máquina analítica, un dispositivo mecánico para efectuar
sumas repetidas. Sólo hasta 1944, en plena guerra mundial, el equipo
encabezado por Howard Aiken construyó la MARK1, en la Universidad de
Harvard. Considerada como computadora electrónica, su funcionamiento
estaba basado en dispositivos electrónicos llamados relevadores. En 1947,
en la Universidad de Pennsylvania, se construyó la ENIAC (Electronical
Numerical Integrator and Calculador) y ocupaba todo el sótano de esa
universidad. Más tarde, el ingeniero matemático húngaro John Von Newman
proporcionó ideas que resultaron fundamentales para el desarrollo
posterior de estas máquinas, a tal grado que es considerado el padre de
las computadoras modernas.
Desde entonces se vino una revolución en este instrumento, de tal suerte
que han pasado varias generaciones y hoy vamos por la quinta generación
de computadoras y sus ingenieros y la tecnología sorprenden a cada rato.
Las computadoras ya no hacen ruido. Son tan silenciosas y delicadas.
Pueden hablar, indicarnos al momento cuando hemos escrito mal una palabra,
nos dicen cómo arreglar el desajuste del vocabulario. Si queremos oír
una sinfonía de Mozzart, basta con insertar un CD. Si el deseo es ligar o
enviar una carta se conecta a la línea telefónica y se aprieta un
botón. Inclusive sustituye algunas "cualidades" de las
secretarias como archivar documentos, llevar la agenda, los directorios
telefónicos, tiene machotes para cartas, calculadora y más linduras que
mis pocos conocimientos no acaban de descifrar.
Y si añora los ticlititla de las antiguas máquinas de escribir, los
ingenieros de sistemas han incorporado sonidos de teclas, si eso es lo que
le inspira a escribir. Pronto, si no es que ya, habrá computadoras de
bolsillo y, como en las películas de ciencia ficción, también
computadoras que se acomoden en un reloj de mano. La inventiva del hombre
es infinita, a grado tal que un personaje listo ha proporcionado un correo
electrónico para comunicarse con Dios.
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