|
La colaboración de Jaume Blay ha sido imprescindible en esta loca
aventura. Sus fotos, sus paisajes, son poesía. Jaume alcanza la abstracción
desde una naturalidad que sorprende y atrapa.
La magia de su luz, las transparencias tamizadas y su mirada abierta
han empapado este libro. Con él, con Jaume, crece, se esponja y sube.
Hay una escena que se repite sistemáticamente cuando doy a alguien
uno de los libros: Todos se
paran y los que iban con prisa la olvidan.
Miran la portada sin moverse, lo cogen con las dos manos como si temieran
que se les escapara, después pasan las palmas de arriba abajo
o a la inversa hasta girar a la contra- portada donde vuelven a detenerse
antes de abrir el libro.
Es
llamativo, pero los ejemplares que aún tengo los he tenido que guardar en
cajones. Ni un despacho en la cuarta planta de un edificio de tecnócratas,
ni una casa pequeña como esta han impedido que me vuelen.
Y
apostaría que ni los abrieron antes de llevárselos. Jaume, seduces.
Desde aquí vuelvo a darte las gracias en mi nombre y en el de Eduardo:
Jaume,
GRACIAS.
Inma
|
Jaume
Blay Conesa