Mi vida
Al detenerme
frente a mi vida,
aquélla que estaba
perdida e inconsciente...
Qué sola, qué herida
su mirada convaleciente,
tomé sus manos,
que también eran la mías,
para apartar de ella
el temor de ser...
y enseñarle a vencer las penas.
Sus lágrimas;
como un rocío primoroso,
mojaban susu mejillas
llenas de un rubor exquisito,
más que humano, divino.
Saqué una manta
de mi piel para cubrirla;
y el tibio calor de mi ser...
y ella, sí, mi vida, clavaba
su mirada fría y yerta
en mi pupila sin compasión, inquisitiva...
¿Qué búscas en mí?-le pregunté-
ven, navega conmigo.
Adentremonos juntos en la mar
de nuestros anhelos...
¡No sonrias, no me alagues!,
toma, bebe mi sangre caliente...,
y tú, dame de tu alegría;
esa alegría tuya
que antaño yo recibía
de tu boca; de tu mirada...
de tu pelo suelto al viento,
de tu cuerpo desnudo,
agraciado por la belleza
de la luna plateada
y sus diamantinos luceros.
Dónde estás, tú,
que te entregabas por completo,
que le dabas vida
al vivir continuo,
que llorabas, más que de tristeza,
de inmensa y sublime alegría.
Estoy aquí
para morir por ti.
No temas a las turbulencias
que nos asechan...
Estoy frente a ti, mi vida.
Hoy quiero ser tuyo, sí,
y tú querrás ser mía.
MICHAEL.