LAS CIUDADES |
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TRISTEZA OTOÑAL |
La tarde se ve fría y helada, donde la tristeza se consume por las brisas de la otoñada. Mis pensamientos son como las cascadas que corren por las inmensidades de la noche. Busco el apacible calor que me de fuerzas para encontrar lo perdido El cielo, perdió sus estrellas, y la luna desapareció... pero, a pesar de todo, tus manos se ven como suaves sedas blancas y tú pelo suelto que me enloquece. Tú corazón limpio y sincero a la luz de un consuelo en esta apacible otoñada. Ya no siento frío... tampoco hay tristeza... no necesito las estrellas, ni menos la luz de la luna... con solo tu reflejo femenino en la apacible otoñada, me entrega la dulzura del gran querer en mi vida. |
REQUIEBROS |
¿Por qué hay que buscar algún sentido, que inquieten a la vida ? ¿Para qué llorar o lamentar el amor, que está en el olvido?. Otroras fueron las realidades, abismales son las etapas de vidas espejales del sentido. Bendecir o maldecir a aquellos momentos que ocurrieron en el ayer. Amor que murió en el destino, como espectro que no vivirá, para hundirse en el abismo de la locura, de la evocación. Vendaval, centinela inconstante de la vasta huellas del pasado. Pasa el tiempo justiciero, que destrozó mí corazón, quedando guardado en el baúl, un recuerdo más del encanto. Testigo mudo del dolor, que no vale la pena siquiera intentar recordar. |
POETA ARNOLDO FUENTES
ANGOL-CHILE