Amamántalo

Tengo el corazón cansado y ajado,
lo tengo viejo y vejado
está perdiendo el rítmo,
se está muriendo, dormido.

Amamántalo con las caricias de antaño
con los besos de otro tiempo
alegrías del ayer,
con la pasión del recuerdo
del orgasmo yermo,
con los deseos del viento
de penetrar hasta dentro,
con los anhelos de mis manos
de palpar montañas y riscos.
Amamántalo.

Con la sustancia de un verbo
derramado entre los ecos de un monte,
en las honduras del gesto
lamiendo un deseo de sabores eternos,
recorriendo con los dedos,
la seda del sentimiento de tu pezón de avaricia,
ensortijado en mi boca el musgo de tu ribera,
del resquemor de mi dicha.
Amamántalo.

Entre las prominencias del verso,
que escriben los poetas y sienten los amantes,
desnudaré las verdades del sueño
de un corazón inerte
que éste peregrino se dejó en el camino,
brumas de soledad, pálpitos de un despertar
en un recorrido incierto.
Amamántalo.

Deshojando una margarita
en los pechos del deseo,
volando con las alas de tus caderas
por las nubes misteriosas
del fantasma atormentado,
de un amante desvirgado
en el terciopelo rojo del infierno.
Amamántalo.

Subido en la espalda de la indiferencia
para, deslizando una querencia
hasta las nalgas del amanecer,
derramando flores por los muslos
de un torrente de vanidades,
viajando con el equipaje
de una lengua de mil sabores
de caramelo y menta,
nata, fresa y pomelo.
Amamántalo.

Brindando con el champán bebido en el ombligo,
de la esperanza de un beso,
de un te quiero y no puedo,
del infinito agujero de un volcán al rojo vivo,
con el pacto aventajado,
del misterioso caballero
de los yelmos desgarrados por el miserable acero,
de la batalla jugada
en la cama del destino con mi amante dormido.
Amamántalo.

Préñalo con tu verdad,
clávale el puñal de la indiferencia cruel,
mátalo con tu rencor, ó,
despiértalo con tu amor.


                         A S T E R