La soledad me mató

Hoy le hice el amor a la soledad,
por probar su mejilla de jaspe invertida,
por caracolear su ombligo de viuda negra,
al terminar de amar sus víricas astas
de intratable cieno, me despedí de la vida.


Al besar su boca, asechanza de hambrienta dentadura,
como un derruido molino por su cárdeno hálito,
menguó mi alma su vuelo por lapidar su hábito,
me convertí en un parto de canas prematuras,


Hoy le hice el amor a su cuerpo, titánico armazón
que injurió heridas como ciénagas de todos
los metales amaneciendo un silencioso fuselaje,
la abracé y sentí su adamantina garza de desazón.

Lamí su pecho de isla, gélida hoz levantada,
lamí su espalda de cirio, ceniciento de ópalo vacío,
lamí su talón de penumbra, cornalón por su pisada,
caí en su cuerpo mientras su hierro me balaba.


Dí fin fumando el fósil de su mudo espasmo,
su afilado de lumbre pomo extendió mi caravela,
última caricia a la soledad¡áspid de llanto casto!
un carruaje de corrosivo esparto a sus velas
amortajó mi cuerpo de su lóbrego orgasmo.

Felix