Rincón
de búsqueda Que sea la última campesina, rincón de mi talle, que regocijada dé caricia de su seno a mi amoroso cauce, allí quisiera tenderme, allí quisiera borbotonear su aire, de festejado ígneo carromato y mascarón sobre cotas de diamantes. Sepultura con mi pena, no quiero ser vaina de olvidanza, no quiero pugnar este mármol de hundimiento en mi valle, valle que se queda atrás, y no es posible remontarle, ¿qué rincón amaina la desdicha?, ¿qué mujer lame su desaire?, por las paredes la reclamo, la percibo entre tanto enjambre de alondras perladas de soñoliento iris que han perdido su norte. ¡Ay! vida de columnas por derrumbarse, ¡ay! llanto no te caigas de la cuna de ansiosas espigas por machacarme, ¡ay! mujer de puro ego fugitivo, ¡ay! bronce de adolescente andante, ¡ay! mujer de pecho gelatinando interiores que alimentan de mi sosegada mente la cornada muerte de estalactita donde el ¡ay! se hace luminescente. El inactivo nardo de tu pierna, que fundó las venas de tus edades, que articula tu floral denso sede tus poros hasta mis pensares, ese secular nardo de mosaico, donde arremetí el son de su tarde, y que no estás, y que torno escarcha, que ya mi mente es estiércol de transparentes humedades, donde mi sien se destrona cuando el sándalo da pie a tu aire, porque el vidrio algodón te invoca, bajo en tu recuerdo bruno, que el recuerdo tizna cuando hablo, como un mar que agiganta dos mares. Y entre paredes de crótalos amurallados, de ojos de buey cegado por castigo del pálpito de ella jadeando mis sesos, mi corazón suda su lava forjante, ¿y esa disrupción que la invadía, entre trombas de magnolias, por el cerezo de mi boca constante?. Que sea la última y afinada campesina, esposa de los alces, allí quisiera esparcirme, allí quisiera borbotonear su aire, tras este amor, luto por tierra, tras luto por tierra, vuelo de nadie. Felix |