PIEZA
DRAMÁTICA (Falstaff,
en la taberna) DRAMATIS
PERSONAE Sir
John Falstaff ...............
Histrión. Sir
William Craft ...............
Cronista de corte. Eleonor
... Criada de la
taberna y posada. ÚNICA ESCENA[Falstaff
y Sir William, en una taberna, sentados a la mesa.]
FALSTAFF Tres
veces le dije a la hermosa criada que sirve en la posada y taberna:
“Necesito tu cuerpo”. Y ella, sin aspavientos, tres veces me respondió:
“Truhán, ¿qué pretendes hacer con él?”. Menuda contestación; hay
tanto ingenio en esa respuesta que hasta el mismísimo Falstaff peca de
prosaico y grosero.
SIR WILLIAM ¿Fue
antes de beber o ya estabais bebido?
FALSTAFF A
fe mía que jamás abordé beodo a una mujer. Cierto que los vinos añejos
entran por mi garganta sin desoír las excitaciones de mi cuerpo, pero
para tan hermosa mujer debía estar completamente despejado.
SIR WILLIAM Ni
desoír los dictados del espíritu.
FALSTAFF Aquella
noche salí mareado de la taberna. Afuera me esperaba, sin sospecharlo, un
sujeto armado con larga daga. Se me acercó, me preguntó una dirección
y, mientras trataba de indicarle, vi que su diestra empuñaba ya el arma
homicida. Tan fuerte golpe le di en la cara, que rehuyó el combate y se
perdió por las callejas. “A Sir Falstaff” –me dije— nada le
arredra. ¡Arrédrate de mí, maldito!”
SIR WILLIAM ¿Y
no gritasteis: “¡al malhechor!”?
FALSTAFF ¿Gritar
por las calles como una corneja perdida? No puede ser el cuervo más negro
que sus alas. Además, ¿quién iba a socorrerme? En la oscuridad de la
noche se agazapan viles criaturas. No; gritar ... nunca. Mas si otra vez
me topara con él cara a cara ...
SIR WILLIAM Sí,
vuestras palabras presuponen aquello que reza así: “la sabiduría grita
por las calles y nadie la oye”. FALSTAFF Vos,
Sir William, no le ha visto el trasero al diablo. En esas calles hay
muchos rincones oscuros, ángulos que esperan la llegada del ingenuo o del
bobo para mostrar sus aceradas garras. Una noche vi, en una calle de
Londres, cómo una meretriz era brutalmente golpeada por un individuo de
pocos escrúpulos. Me acerqué y le dije:”¡ Mentecato!, o dejas de
golpear a esta dama o te sangro los orificios nasales, que ya comienzan a
ser ventanales de tu triste infortunio”. Como su expresión era de risueño
asombro, le di un soberbio puñetazo en la mandíbula que lo tumbó. Mas
de súbito, aparecieron diez personajillos de baja estopa que me cercaron.
De no ser por un sacerdote que pasaba por allí, el cual los amedrentó
con sus imprecaciones, les hubiera dado muerte con mi espada.
SIR WILLIAM ¿Veis
esta espada? Me acompaña a todas partes, aunque bien sé que ante una
flecha inesperada, si no llevo puesta la cota de malla, nada puedo hacer.
Antes que cronista de corte fui caballero de armas.
FALSTAFF (haciéndole un guiño a Sir William y diciendo en voz
queda:) Señor,
esa es la mujer de marras. [Y
la criada de la taberna se aproxima a ellos con una botella de buen vino y
dos vasos.]
ELEONOR ¡Aquí
tienen el vino! (Y
clavando su mirada en Falstaff, añadió:)
Aquí, a esta hora, es más preciado que las mujeres. ¿Desean algo más?
SIR WILLIAM Esta
noche, ninguno de los dos necesita nada más. [Vase
la criada. Y
prosigue Sir William.]
SIR WILLIAM Os
concedo que es hermosísima mujer. Pero decidme, Falstaff, ¿cómo reduciréis
vuestra abultada panza? Sé que los médicos han declarado la guerra a la
obesidad, considerándola nido de innumerables males.
FALSTAFF ¿Qué
soy yo sin mi panza? Aunque redujera, no sé cómo, su abultamiento,
pronto volvería a ser como antes, porque los faisanes o corderos bien
asados no pueden tener mejor fin que ser engullidos por mí. En cada
bocado de carne hallo mi golosina predilecta. Y si lo acompaño con un
buen vino añejo, entonces ...
SIR WILLIAM Vuestro
palique no hallaría el final, en lo referente a banquetes. Pero se dice
en la soldadesca que ni siquiera sabéis empuñar una espada, que sólo
vuestra gracejo y bufonería os mantienen junto a príncipes y nobles. ¿Qué
decís, al respecto?
FALSTAFF de
palacio. No obstante, fuera de palacio el histrión es rey de la acampada
y ciudadano que sabe moverse como pez en el agua por los arrabales. No se
halla en un bufón la gentileza, el gracejo, la perspicacia que de manera
natural y majestuosamente muestra el histrión. Y en cuanto a lo de empuñar
una espada, os diré que el valiente Falstaff está deseando entrar en
combate para demostrar al mundo su valor, su osadía. Que así como da
exquisito uso a las palabras, y todos admiran sus ocurrencias graciosas y
oportunas, más diestro y mejores golpes da con la espada. Recuerdo una
vez que, enfrentado a tres rivales de probada bizarría, pude desarmarlos
y herir de muerte a dos, mientras el tercero ponía pies en polvorosa.
SIR WILLIAM Apreciado
Falstaff, no dudo de vuestra valentía, mas hay rumores relativos a
vuestro desenfreno y vida mundana en torno a la posada. En la bolsa no os
sobran los peniques y vuestros acreedores son innumerables.
FALSTAFF Sólo
rumores, Sir William. Ya
sabe lo malintecionada y “astuta” que es la gente. Mis favores a los
allegados impidieron que mi crematística fuese rebosante. Sin embargo,
los tiempos cambian, traen consigo la candela y la flor del castaño. Y
hasta la disposición de la mismísima corte puede dar un giro inusual.
SIR
WILLIAM ¿Y
qué me decís de un tal William Shakespeare?
FALSTAFF (Pieza
dramática extraída del poemario “Euritmia”) JUAN-JOSÉ
REYES
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