DÁDIVA

Prodigué la dádiva

de un tesoro escondido,

de una perdida ánima

en mi corazón sumergido.



Sumido en un oasis

de dudas angustiosas,

que abruman mi praxis

de esta existencia tediosa.



Árdua nuestra tarea

por encontrar el lejano axioma

que arrastra la marea

en esta vastedad que aploma.



Contemplo la frágil quimera

que se refleja en mi ser,

verdad falsa o sincera

de la que no me puedo desprender.



Opresión de melancolía

en mi cuerpo meditabundo,

transitar día tras día

en este provecto mundo.



Dictamen que me veré obligado

a adoptar con locuaz sentencia,

para sentirme liberado

de esta extraña esencia.



No anhelo despertar

pero tampoco deseo morir,

no deseo la realidad

que me ofrece este vivir.



Vivir para poder soñar,

soñar con un mundo feliz,

feliz que me permita respirar,

respirar simplemente para existir.



Sevilla, 30 de Agosto de 2002

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