Estación terminal





Estación terminal: en el extremo
de un banco aguardo
con la paciencia sumisa
de un perro.

Es fría la noche. Apenas
caldea mi alma el ciego deseo
de verte
llegar enseguida.

Son más de las doce
y chirría la luna. El guarda
ha de cerrar sin remedio
y en la última ronda apaga la luz.

No traigo más equipaje
que mi desconcierto, esta injusta
inquietud que me pone
arena en la piel.

He dejado tantos vacíos atrás, tanto
pan intacto en la mesa, tantas ventanas
veladas por mi aliento febril...

Presiento (por no admitir aún la certeza)
que entre el deseo
que ayer me animaba a venir
y este hoy
sin nada y sin nadie, no hay
ningún lugar
 habitado por ti.


Aurora García Rivas