MERCADO
DE MANZANAS Extenuada, lánguida te extiendes entre tu jadeo y mi demencia. Tu verbo arameo sabe a maná, a incienso y cigarro... hoy, tengo nada más que esta semilla para amarte; ven, huye de ti, refúgiate en mí. Abre tus puertas, la tarde sacerdote entra y se ahoga en tu novicia habitación. Ahora gimes, enloqueces... Las gemelas pirámides de tu desierto se mueven con fatiga mientras destruyen tu único oasis... niña deicida, niégame ahora tu vientre, niégame ahora el pulso de tu pecho alocado. Extenuado, ahora escribo tu historia, la historia de una cruz, de un Cristo enamorado, de una Magdala desbocada. Ahora, yaces exhausta... yaces derrotada... yaces conquistada... yaces desahuciada... Ahora me pregunto: cuándo será la hora de partir. EDGAR NORABUENA FIGUEROA |