(19)
Te besaré
cuando los ríos que serpean
sientan de corazón
la melodía de mi flauta,
y no oculten la coyuntura,
ni se dejan llevar
por la súplica de ondinas
que rehuyen la danza.
Mis dedos rasgarán
las cuerdas de la lira
y tú, hermosa mujer,
amor me pedirás con tus ojos.
En ese instante,
te sentirás por encima
del espíritu de los tiempos,
y el mar batirá en tu frente;
mientras yo, con un vaso recogeré
las sazonadas perlas de tus ojos,
que antes rieron con lágrimas.
Te besaré
y mar y cielo
se regocijarán
viéndo a cada cual en un extremo
de una mirada que no yerra.
(18)
TUS RIZOS
Tus rizos, bella Helena,
me dejan suspenso ante la vida;
te miro y remiro
y no sé si me armo a la ligera
con níveo escudo
que inevitablemente se funde
con el más fugaz de tus suspiros,
con tu radiante serenidad.
Y siento, en lo hondo,
que eres mi exquisita ánfora,
digna de acariciarse
y de vivirse dentro de mí.
Observar los astros lejos de ti,
sin coros, sin danzas, sin alegría ...
¡cuán triste y odioso es!
Torbellinos se forman en tu presencia,
y hasta los tirsos de las bacantes
producen flores y frutos
cuando, con mis ojos,
recorro la anatomía de tu mirada,
y beso tu sonrosado semblante,
azul siempre en los campos de mi aire.
(Poemas extraídos del poemario "Guirnalda").
Juan-José Reyes |