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(Silente ofensiva)

Ha caído la negra Torre.
Los ancianos reciben un freso soplo,
mientras se rompen los grilletes de los esclavos.
En el crepúsculo se agitan
oscuras cabezas de codicia.
El mar recomenzado
se explaya en sus orillas.
Cuando asoma por el bosque
el jabalí de corazón ardiente,
el Tiempo se demora.
Crepita la infausta hora
en que se desciende a los Infiernos.
La Columna se retuerce en espiral,
acaso atisbando lo celestial.
Hay cosas que hielan de espanto
-tú, el que me ausculta, bien lo sabes-
incluso en los ensueños.
Horrenda es la plaga de lo Vacuo
con su silente y ondulante infamia.
Se consume mi Jactancia: ¡qué alegría!
Un ejército de almas ilustradas
enciende una vasta antorcha de Amor.
La Dignidad también es visible
en lo más alto de los cielos.
El Hastío cayó de espaldas,
junto al arbusto del peregrino.
La Libertad ficticia es barca
sin mar, sin timón ni remos.
Tembloroso es el fundamento
que presto se aloja en el Olvido.
Mujer: cuando pusiste tus desnudos pies
en el precioso escabel
quedé embrujado
por tus lindos tobillos.
Tú que me deslizas palabras evocadoras
eres príncipe en mi escueto páramo.
Con gran dolor vi tu cántaro
lleno de dolorosa precariedad.
La Guerra anterior a las guerras
sólo trajo angustia, dolor y muerte.
No te lleves secretamente a la tumba
la postrera y hondísima pena.
La prosperidad no se mide
mediante el humear de Almas.
Pero no todo es profundo,
no todo se reviste de arcoiris,
no todo goza con el dinamismo:
ahí está el remanso de las aguas,
las tierras agostadas en la canícula,
los árboles despojándose de sus hojas ...
Pero tú, mujer, si me quieres, baila;
baila con las desnudas palabras,
baila con versos que susciten la vida;
y llévame en volandas
hasta que quede suspendido,
contemplando el Amor a la Vida.

(Poema extraído del poemario "Guirnalda")

Juan José Reyes