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El mar suspira
un grito agónico
estrangulado,
años de indiferencia.
Putrefacción, cicuta nauseabunda
el aire que respiramos
Aspirado por nuestros hijos,
hermanos solidarios
todos envenenados.
La demoníaca contaminación humana
canta un amenazante réquiem.
Riquezas, poder, globalización:
la divina trinidad.
Tríptico de nuestro destino,
que podemos transmutar.

®Ana Maria Fuster Lavín, 2000