LAS GRUTAS.

Primero fue el mar

con su ancestral locura

quien pulió tu contorno

poblando de grutas

tu geografía.

Yo, deslenguado y bruto

aún sufría el complejo

de abandonar el árbol natal

cuando uno noche glacial

busqué refugio

y tu imponente figura

se abrió ante mis ojos.

Así fue como

en los albores de mi vida,

este mono

descubrió el fuego de tus labios

y se disiparon los miedos.

Amamantado de tu luz interior

no tardé mucho

en pararme en mis dos patas,

y una vez

hombre al fín

te decoré las paredes

con mis logros. 

Es cierto, fue el mar

que con su ancestral locura

pulió tu contorno

poblando tu geografía

de grutas,

esa mismas

que aún me cobijan

contra las adversidades

del tiempo.

 

 

SIN SER ANGEL.

 

Ella me enseña

a quemar las palabras

ya que solo basta una mirada

para entender el argumento

insostenible

de esta vida impuesta por destino.

Le pone sentido al silencio

y enmudece mi cansancio,

hace que florezcan primaveras

sobre esta villa miseria

y que el invierno sea

tan solo otra estación.

Mentiría se fantaseara afirmando

que su naturaleza

está más allá de las estrellas.

Ella se levanta al mediodía

y se pelea con el televisor

mientras le quita

el tomate a la pizza.

Muchas veces se queja que está gorda

y otras tantas canta

endulzándome el corazón,

solo acompañada por el chapotear

de sus chancletas,

yendo de la cocina al comedor

y del comedor a la cama

y de la cama al comedor.

No le hacen falta auras.

No le hacen falta alas.

No le hacen falta arpas.

A veces con que solo

se desate el rodete basta,

tanto para que su pelo

le arañe la espalda

y la vuelva más hermosa de lo que es.

Y, ese es su mérito,

que sea humana

y que esté cerca mío

para alumbrarme la vida,

para hacerme prescindir de palabras

hasta la más mínima necesaria,

para contar

como se vive en el paraíso

sin más recursos celestiales

que un poco de aire

para  respirar.

 

 

MAR ABIERTO.

Sobre tu piel

naufragan restos mortales

de antiguos dolores.

El mérito de este pirata

recaerá en la habilidad

de reciclar los viejos trastos

para navegarte con incierta elegancia,

o bien,

en empañar las últimas balas

derrivando los arcaicos vestigios

y, una vez, sin horizontes-

nadar a la deriva

tu mar abierto.

 


 

QUERERTE.

 

Mínimamente

hasta que me quede sin aire

y en un último suspiro

diga, o solo lo piense,

valió la pena

fue una buena vida.

Quererte,

sin más motivo aparente

que el hecho de tenerte a mi lado

acompañando, transformando

mi presente.

Y si mie imagino sin tiempo,

más allá de esta barrera

de cuerpo,

quererte después

del último latido

y mientras dure

el supuesto viaje por los cielos.

Y una ves

que se complete

el reencarne,

o ya me sienta a mis anchas

en mi nuevo estrato celeste

quererte

por la simple razón

de haberte dado

a mi corazón,

la oportunidad

de que junto al tuyo

se eleve.

Y, una vez así,

sin cuerpo presente

ni residuos terrestres

amarnos

hasta que la tierra

de una vez por todas

contra el sol

reviente.

 



 

PARAISO.

 

Yo sé que no hay un día

que al momento de despertarte

no es otra cosa sino mi nombre

lo que tu boca

en silencio proclama,

no es más que mi imagen

la que, aún entre bostezos,

todos tus pensamientos recorre.

Yo sé que a medida

que las horas transcurren

no falta la ocación

en que, como una oración,

mi nombre invoques

buscando protección,

solución, salvación, sanación,

o, por qué no,

tan sólo una sonrisa cómplice,

el simple hecho que esté a tu lado

compartiendo

el mismo momento.

Yo sé que llegada la tarde

no falta el instante

en el que, escondida en tu soledad,

dejás rodar una lágrima

por tu mejilla,

mientras acaricias una foto mía

y que añorás

hasta los días que más te hacía renegar

no estudiando o no comiendo.

Yo sé que llegada la noche

tus ojos buscan una estrella

y me mandan tus cariños

y tus "dulces sueños, angelito".

Yo sé.

Yo sé todo lo que el lugar

más profundo de tu ser sabe,

yo no te pienso abandonar,

no te voy a dejar sola

un sólo momento.

¿Acaso no fue por amor

que por deseo de tu corazón

llegué a tu vientre

y por esfuerzo de tu vientre

aparecí en tu mundo,

un tiempo corto

pero por demás suficiente

para ganarme

un lugar de privilegio

en este cielo al que ahora pertenezco?

Entonces,

no sería tan descabellado pensar

que también por exceso de amor

cada día,

a cada momento

y a cada instante

no deje de acompañarte,

apareciendo en tu mundo,

ya sea secándote las lágrimas

o dándote el empuje para continuar.

Para así,

una vez recompuesta,

volverme a descansar plácidamente

al lugar más seguro,

reconfortante y acogedor

que alguna vez conocí,

el paraíso,

tu corazón,

mamá.

 

Gito Minore 

ADELANTO DEL PROXIMO LIBRO
"FLORES COHIBIDAS":

 

 

Contactos con el autor: e-mail: gitomin@yahoo.com.ar

                                           teléfono:4611-7813

                                           dirección: Av. Varela 811 (1406)- Capital.

                                                                            Argentina

 


Biografía de Gito Minore