Catalino “Tite” Curet AlonsoCoquí
de pueblo y suceso
Venezuela,
Agosto, 2003
Camilo Manrique falleció Plantación
adentro, camará. Sombras
son las gentes nada más... "Plantación
Adentro", canción de Tite Curet Alonso, popularizada
por Rubén Blades y Willy Colón Sabiéndote
ciertamente asomado
a los pesares, los
asombros más que mares para
tu lumbre presente. Vislumbraremos
luceros bordados
entre la hierba mientras
fanal en rocío palmaflora
te recuerda. Sigue
invocando la vida que
no tan sólo la muerte, entre
soles tu partida mientras
te cubra la suerte. Primorosa,
dulce aurora, en
jardín de madrugada alba,
jazmín, muy señora, te
despide como hada. Sueño
de lumbre en azul, fogarada,
sol, lejura, la
lejumbre cuando jura entre
ventanas de tul. Dormido
pétalo en cierne, tras
el negro mestizaje, en
frágil, leve equipaje nada
la muerte discierne En
alta mar sin confín, ramazón
y ramalazo, un
mismo y único hartazgo: encontrar
el mismo fin. El
nacimiento es marea, ráfaga,
botonadura, pena,
dolor, llagadura, aunque
nadie casi crea. Cielo
arriba, cielo abajo, sortilegio,
nube, cumbre, por
donde va la costumbre de
este triste embudo viejo. Feroz,
enceguecida, en
su infinita constancia, encubierta en
su fragancia siempre
la parca homicida.
Ya
Tite Curet Alonso —lumbre,
varón, argamasa— con
su muerte en este agosto comprueba
lo de la causa. Catalino
Curet Alonso, guayamés
de pura cepa, curtido
al son de la mar lejos
murió de su arena. Del
Barrio del Hoyo Inglés, al
Barrio Obrero en Santurce, del
Caribe hasta su cielo no
hay ola que lo perturbe. Salsa
de pura conciencia, de
negritud caribeña, zarza
mestiza, caribe, como
se escucha en La Perla. El
más grande de la salsa, lo
dice la negra Lil, el
de la cara más linda sin
conocer casimir. Caras
lindas de su gente, caras
de su raza prieta, llanto,
pena, paz ausente, grito
que en la vida reta. En
San Juan, en Nueva York, supieron
de este cartero que
traerá desde el cielo las
misivas de su Dios. Cronista
de alto coturno, su
pluma la más fecunda el
caribe afán inunda, dejando
al hermano turno. Indio
de raza cautiva, Decano
sólo del sol, en
Saint Joseph, Baltimore, te
consiguió la furtiva. Con
sabor de pura salsa, cuentero
al cual más cuentero, lo
tiene Dios en su casa alborotando
su cielo. Poeta
culto del barrio, indio
de sangre sonora, plantación
adentro, el barrio, el
mundo entero lo llora. Negro
negrito por fuera, orgulloso
de su raza, debajo
de aquella pena más
que alianza pan su alma. Plantó
bandera y escudo, nunca
de segunda mesa, testigo
de la pobreza, con
los pobres siempre estuvo. Buen
albañil, sentimiento, amante
sin contraseña, con
la mano en la conciencia, amanecer
caribeño. Tropicalísimo
loco, de
la salsa la locura, muy
cercano a la negrura por
lo que tuvo de poco. Feliz,
efectivamente, acero,
nervio, fulgor, pa’
que los pobres afinquen el
tambor de su ilusión. Con
más de dos mil canciones, setecientas
ya grabadas, cabalga
sobre la gloria de
sus cien mil cabalgatas. Juglar,
jaguar antillano, jaguar
cortando la tarde, el
rugido de su pueblo le
corría por la sangre. La
esencia del guaguancó en
carcajada final, la
que hasta el diablo bailó, la
sentirá el huracán. La
fuerza de la justicia volcada
en su cancionero, boicoteada,
hoy pernicia, liberarán
los salseros. Tres
grandes para la América: Celia
Cruz, Juancito Torres, Catalino
Curet Alonso, más
inmortales que el bronce. Con
plena idea de su gente cuando
llegue su momento, cuando
el gringo por su cuenta nos
devuelva nuestro sueño. Porque
Juanito Alimaña ése
sí que sabe de eso, esconde
en amplio bostezo parte
de una y otra maña. Como
alma que lleva el diablo sale
detrás con el viento en
sorprendente portento rezándole
al Santo Pablo. Plantación
adentro, Dios, agosto
de 2003, tan
sólo en un dos por tres se
nos murió un viejo sol
Encendido
en su garganta Catalino
no murió, quedó
sembrado en canción, florecerá
dulce planta. De
frente en página entera salió
con el alba al mundo a
pregonar el submundo con
la más grande arrechera. Catalino
Curet Alonso, Tite,
Coquí, camarada, ancho
boricua fogoso, abrazo,
nunca celada. Coquí,
de noche Coquí, marejada,
timbre, grito. nocturno
duende caribe, intermitente
alarido. No
te decimos adiós aunque
te vas de regreso al
cielo que te parió Coquí
de pueblo y suceso. Pablo MoraVenezuela
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