Por eso, si has de matarme procúrame una muerte violenta, de esas, de las que al fin y al cabo, uno no termina muerto más de una sola vez. No me excomulgues de la gracia de tu seno, condenándome a la agonía sin amnistía de tu cuerpo perdido a la distancia. A tu compasión imploro para que el día, en que te animes a matarme, no me prives justamente respirar de tu aire, donde valiente me aventuro en un constante viaje al fondo del mar de tus besos. No me permitas,sirena, que en la ribera lejana de tus mitológicos contornos, como un pez sobre esta evolucionada faz terrestre, tenga que aceptar adolecer mil muertes antes de mutar simplemente en reptil. Gito Minore
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