CONFESIONES DE UN PÁJARO


El nido donde naciò este pájaro

era humilde pero cómodo,

no más que cuatro paredes 

impregnadas por el perfume

del pan recién cocido,

justo a la hora

en que el sol

destiñe de rojizo

las nubes de esta ciudad.

Y era el cantar de mi madre

la sinfonía con que empezaba el día,

su trino erizaba las plumas

de nuestros pequeños pechos.

Con frecuencia recuerdo

que sus alas buenas

nunca volaban muy lejos,

siempre pendiente

de nuestros picos elevados al cielo.

El nido donde nació este pájaro

no tenía grandes lujos,

no más que cuatro paredes

y el calor de mi madre

llenando el ambiente

con su canto de amor.

Un lugar demasiado pequeño,

para que cuando las alas

- voluminosas y arrogantes -

nos crecieron,

nos marchásemos desafiantes

a buscar otros aires.

Lo necesariamente pequeño,

para que aún hoy

- tantos años después -

no dejemos de evocar el tiempo

en que sin poder siquiera aletear

habíamos vivido

en el verdadero cielo.



GITO MINORE- INEDITO