CONFESIONES DE UN PÁJARO El nido donde naciò este pájaro era humilde pero cómodo, no más que cuatro paredes impregnadas por el perfume del pan recién cocido, justo a la hora en que el sol destiñe de rojizo las nubes de esta ciudad. Y era el cantar de mi madre la sinfonía con que empezaba el día, su trino erizaba las plumas de nuestros pequeños pechos. Con frecuencia recuerdo que sus alas buenas nunca volaban muy lejos, siempre pendiente de nuestros picos elevados al cielo. El nido donde nació este pájaro no tenía grandes lujos, no más que cuatro paredes y el calor de mi madre llenando el ambiente con su canto de amor. Un lugar demasiado pequeño, para que cuando las alas - voluminosas y arrogantes - nos crecieron, nos marchásemos desafiantes a buscar otros aires. Lo necesariamente pequeño, para que aún hoy - tantos años después - no dejemos de evocar el tiempo en que sin poder siquiera aletear habíamos vivido en el verdadero cielo. GITO MINORE- INEDITO |