A veces, siento amargos los días,

las noches tiemblan opacamente,

los sueños son vidrios rotos,

el despertar es sólo muerte.

A veces, sólo a veces se vierten

lágrimas innecesariamente,

la voz tiembla desnuda,

los ojos al sonréir mienten.


A veces, sólo a veces,

sueño con algo de paz,

con niños felices,

con ríos de bondad.


Otras, se me oscurece el alma,

me tiemblan las palabras,

y un mar de sensaciones,

me hace desbordar.





Me encontrareis al alba,

cuando las olas besen

la orilla de la playa.

Allí estaré sonriendo

con mis rosas,

esas que no dejé

olvidadas.

Ofreceré mi amor,

a la alborada,

acurrucada en

la arena,

me encontrareis

al alba.

Una palabra sola,

una simple palabra,

volará hacía mí,

la guardaré en

el alma.

Me encontrareis

al alba,

con los rayos de sol,

alumbrando mi cara.´






Sobrina, tienes la televisión muy alta. Bájala un poco.

_Tía, la invité a pasar unos días, pero la televisión no la puedo bajar.

hasta que no llegue Federico. Pesa demasiado.

_Y, ¿qué tiene que ver eso? Sólo le tienes que dar al botón y ya está.

_No lo crea, con el botón no se puede bajar. Hay que cambiarla.

_! Qué extraño! La mía con el mando la pongo a mi gusto.

_Claro, tía. Hay algunas que funcionán así, pero con esta es diferente.

Ya te he dicho que, hasta que Federico no venga no podrá ser. Además,

¿ es qué no la ve bien? Póngase un cojín en el trasero y así aupará.

_No lo entiendo, sobrina, ¿qué tiene que ver el cojín con que la televisión

esté alta?

_Pues piense, tía, y verá que tengo razón. ! Mire, ahí llega Federico1

_Buenas tardes, querida tía. ¿Hizo bien el viaje?

_Sí, hijo, un poco cansada, ya se sabe que mis años no son pocos, y esos

son los que pesan. Le estaba diciendo a tu mujer que la televisión está

muy alta, pero me dice que cuando llegases la bajarías.

_Tía, que está a la medida y se ve perfectamente.

_No, si verse se ve, pero está muy alta.

_Cariño, hay que darle gusto a la tía, bájala un poco. Sabes que hay que ser

condescendiente, sobre todo con lo rica que es.

_Si, que soy rica. He pensado hacer testamento; aún no he meditado lo


que voy a poner. Lo tendré que pensar; ahora en estos tiempos...

Tu tío que en paz descanse, ya me lo dijo. “Veneranda, ten ojo

y piensa, el dinero es muy goloso, sobre todo cuando se es viuda



_Tía, ¿cómo viuda, sí él vivía?

_Sí hija, pero se lo veía venir. Con aquello que pasó... Estaba muy deprimido

sabía que moriría antes que yo. Lástima, no pudo disfrutar de los millo- nes.

_Federico, que pena la tía con tanto dinero a su edad ochenta años...

_No importa querida hay quien se los quita y parece más joven. Bueno a lo

que iba... Aún recuerdo el día que pasó todo. En qué hora vino a la barbería

Tiburcio el galeno. Tu tío, que andaba nervioso por el dolor de muelas esta-

ba salido de sus casillas y afiló más de la cuenta la navaja; y en un descui-

do, " zaz" cuello cortado. Menos mal que la policía comprendió que era ga-

ge del oficio, sino lo meten entre rejas para siempre.

_Tía, ¿y los cien millones?

_Mujer, su esposa y suegra que le dieron la recompensa, estaban hartas se-

gún ellas del tal Tiburcio el galeno. De ahí tantos millones, él sólo guarda-

ba, y guardaba.

_Vaya con la esposa y suegra, cariño, por eso no me apetece ser millonario.

Figúrate, está uno expuesto a que se alegren del asunto.

_¿Qué asunto Federico?

-Sobrina, tu marido quiere decir que sino hubiese tenido tanto dinero no

hubieran dado recompensa.

_Ya caigo, pues si que si. Tía, ¿y tú qué piensas hacer? A tu edad no creo

que tengas muchos planes en la cabeza.

_En la cabeza no, pero en el cuerpo...Me pienso ir a las Bahamas este vera-

no, o a cuba, que para el caso es lo mismo. Cruzando el charco me sentiré

otra. Tengo entendido que por aquellos lares se disfruta muchísimo.

Haz el favor de bajar el televisor, está muy alto.


_Federico, bájalo que hay que tener a la tía contenta.

-No hija, no. Yo me contento sola, pero está muy alto.

_Federico, baja el televisor que se puede molestar la tía, cien millones dan

para exigir.

_Cariño, bajar el televisor tiene mucho trabajo, hoy no me siento con fuer-

zas suficiente. Tía, ¿porqué quieres que lo baje?

_Sobrino, por qué va a ser. Está alto y desde que soy millonaria me he pues-

to muy caprichosa. No hay como tener dinero: vosotros, sí algún día llegáis

a ser ricos, que lo dudo, ya que Federico con los seguros no creo que pros-

pere pero nunca se sabe, ya veréis, ya veréis que bien se pasa.

_Tía, y hablando de los millones, ¿nos vas a dejar algo? Siendo tu

sobrina...

_Vaya, me has tocado la sensibilidad sobrina, yo en tu lugar no sería tan

curiosa, sabes de sobra que no suelto prenda tan fácil. Así que de momento

que baje Federico el televisor total para lo que hacen...

_Federico, baja el televisor que la tía lo requiere.

_Dorita, ¿no ves qué se precisan herramientas? El vecino está de vacació-

nes y no puedo pedirle nada para bajarlo.

_¿Herramientas? Pues que televisor más raro tenéis, yo el mío lo bajo y lo

subo cuando me da la gana y sin tanto embrollo.

_Y,¿cómo lo haces? Que sepamos las repisas están puestas a conciencia,

¿verdad, Dorita?

-!Qué repisas ni qué leñes¡ Con el mando lo subo y lo bajo sin más com-

plicaciones.

_Que potente será tu mando tía.

_Como todos, sólo que sé manejarlo; más, menos...

_Pues nosotros con el mando no somos capaces.

-Pues estoy arreglada. Sobrinos, me iré antes de tiempo de

vuestra casa.

No soporto el televisor tal alto, el oído lo tengo perfecto.

-Tía, no, sin antes arreglar el asunto, sabes que las Bahamas

se encuentran muy lejos y puede pasar cualquier cosa.

_También esas, pues no había yo pensado, pero ahora que caigo. !Ya, está!

Mañana antes de irme le daré orden a mi banco de que si me pasa algo

Se traslade mi dinero a por mí. Quiero que mi óbito sea con todo lujo de

detalle. Total vosotros nunca asimilaríais tantos millones juntos. Siendo

cómo sois que ni el televisor sabéis bajar. Creo que me dará tiempo a gas-

tar mi dinero, sino de una manera de otra, pues no me gusta a mí presu-

mir ni nada. Todo de lo mejor, hasta las zapatillas; y no se hable más del

asunto. Parece ser que sólo me queréis por mi dinero, y no quiero pensar

mal de vosotros. Al fin y al cabo sois mis sobrinos.






La infelicidad ajena nos hace sentir incómodos,

la infelicidad nuestra también.

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Un hombre fuerte es aquel que soporta todo el peso de la vida.

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Lástima que se tengan que morir los ricos con lo bien que viven.

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La soledad es tan aburrida que no hay nadie que desee estar con ella.

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La felicidad es la puerta que abre la sonrisa.

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Lo mejor que podemos hacer cuando nos hieren es tratar de curarnos.

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La vida de una persona es un capítulo de la historia.

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Quién no está contento con uno mismo menos lo puede estar con nadie.

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Si vemos al vecino reir pensaremos que tendrá algun motivo. Si lo vemos

llorar pensamos que también.

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No busques amigos para que te hagan reir.

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Ser inteligentes es decir en cada momento la palabra adecuada, ser listo

es saber salir de cualquier situación sin azorarse.

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Si nos reimos de todo nunca sabremos lo que en realidad nos ha hecho

gracia.

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Si sabes lo que quiere tu amigo, ¿porqué le preguntas?

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La verdad siempre está desnuda, abrigala de vez en cuando.

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De niño jugaba mucho, de jóven jugaba menos, de mayor, ya no jugaba,

y de viejo, !ay de viejo!

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La vida es una lucha, el que gana núnca se lleva nada.

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Dios, como ser superior nos ilumina en las noches oscuras, nos da amor en

las desventuras y consuela nuestro dolor.


DEL LIBRO " Cuando la vida nos va dictando (II)"


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