AMOTINADOS


Amotinados mil besos en mis labios
se atropellan por llegar hasta su boca,
donde nace un manantial que me provoca
hoy beber del agua miel, ay, de sus labios.


Prisionera yo me siento de sus manos,
cuando inquietas aletean en mi cintura,
y en las noches, cuando más brilla la luna,
me encadeno yo a su cuerpo y a sus brazos.


Y aferrada a los barrotes de su cuerpo,
voy bebiendo hoy la miel de esta condena
en los poros de mi amado carcelero.


Mientras libre se pasea y sin cadenas,
la sentencia de este amor que le profeso,
que es quererle y es amarle hasta que muera.

Carmen M