AHORA

 

Ahora que todos los caminos

desembocan en la boca del lobo,

que es esta desesperación

egoísta y mezquina.

Ahora que todas las paredes

desprenden indiferencia.

Ahora que ningún santo quiere

que se le encienda una vela.

Ahora que el corazón grita

y que las tripas se lamentan.

Ahora que nos quedamos

sin alas que vuelen alto.

Ahora que el destino

se volvió calvo

y le robó a Dios

los anteojos negros,

dejando al descubierto

que - sin lugar a dudas -

sus ojos tienen cataratas.

Ahora que ya no somos uno.

Ahora que nos es imposible

llorar, tanto como reír,

ya que la risa se quedó

haciendo dedo a mitad de ruta,

sin dinero y aterrorizada

por la noche.

Ahora que empeñamos

el último resto de alma

por un pedazo de estofado

a medio cocer.

Ahora que no nos salva

ni la magia ni la poesía

ni el calor que desprende

el cuerpo del enemigo

durmiendo a nuestro lado,

después de una noche de agite.

Ahora que no somos uno,

sino dos pares de piernas

que caminan sin rumbo

por la oscuridad de Buenos Aires

y no se cruzan

nunca, jamás.

Ahora que la seguridad

es un asesino suelto

que viaja en colectivo

sentado a nuestro lado.

Ahora que descubrimos

que los catequistas

se quedaron cortos

con esa fantasiosa

imgen del infierno

que nos quisieron inculcar.

Ahora que devaluó

a precio de plumas

el peso que cargamos

en la espalda.

Ahora que nadie dá

un centavo por un canción nuestra

y que sabemos que todo

lo que alguna vez temimos

se volvió realidad.

Ahora que somos casi humanos

yo me pregunto, alma mía,

¿existe todavía la esperanza

de algún día encontrar el camino

que nos devuelva al paraíso

de donde fuimos secuestrados,

o es sólo el prólogo

de esta tragedia

que recién empieza

y que muchos se regodean

llamándola vida?

 

MURIENDO LENTAMENTE

 

Y ahora cómo le explico

a este tonto corazón,

que todo este juego absurdo

estuvo escrito así

desde un principio.

Y ahora cómo le explico

que era mentira

la eternidad a tu lado,

la perpetuidad de tu aliento,

la inmortalidad de tus besos.

Si todavía no sé cómo decirle

no pierdas las esperanzas,

a sabiendas de que todo está acabado.

Si todavía no sé como frenarlo,

cuando alocado por tu ausencia

se abalanza contra la tormenta

e intenta bañarse

para despabilarse,

de lo que supone una pesadilla,

demasiado parecida a la realidad.

Si todavía ni siquiera sé cómo sugerirle,

que se vaya haciendo a la idea

de que quizás algún día

seas sólo patrimonio del recuerdo.

Decime,

decime cómo le explico

 este tonto corazón,

semejante maraña de sentimientos,

semejante patraña divina.

¿Cómo le meto en la cabeza

que no jodió a ningún dios,

pero que así estaban

echadas las cartas de antemano ?.

¿Còmo le explico

que todo esto le sirve de experiencia,

que todo este tiempo

 no fué perdido,

que toda esta historia

no fué en vano,

sino que fué un puente

entre una etapa y otra

de la misma vida?

Si todavía no sé cómo contenerlo,

entre tanto sobresalto

y sorpresa que se lleva a diario.

Si todavía no sé cómo calmarlo

mintiéndole que queda algo por luchar,

mientras se me debilita

con cada golpiza sucesiva.

Si cada vez que intento

abrir la boca para sugerirle

que quizás algún día no estés,

me jura que de amor se muere.

¿Cómo le digo,

decime vos cómo le digo,

que no fué el ni las circunstancias,

sino el destino que así lo quizo?

Que tu ausencia no es provisoria,

que lo seguís queriendo,

pero allá lejos,

que vos cruzaste el puente

y nunca te vas a olvidar de él,

que no te cansaste de su latir viejo

sino que simplemente

un corazón nuevo

nunca viene nada mal.

¿Cómo se lo digo,

decime vos cómo se lo digo?.

Si cada vez que intento sugerirle

que quizás algún día no estés,

jura que se muere de amor.

¿Cómo le digo

que ya te fuiste,

sin morirme lentamente

a sabiendas de que lo estoy matando

de un tirón?


CENIZAS

 

Lo más probable,

es que el día menos pensado,

no esté tarde en llegar

el inoportuno que nos prenda en llamas

todo este paraíso creado.

El asunto va a ser estar precavido,

no con agua de lágrima

para apalear el incendio,

sino

con una sonrisa de fuego en los ojos

para contemplar con serenidad

y hasta con mucho de burla

como nuestros laureles

se vuelven cenizas.

Cenizas capaces

de redimir la oportunidad

de nuevamente

volver a empezar.

 

 

GITO MINORE