Es
un espacio – pierdo lo demás,
en
él yo vivo - nuevo
cada
día de secretos, anhelos y nostalgias.
Súbita
invasión de telarañas de luz
donde
con sus hilos arrastra
ese
silencio olvidado al rincón de las soledades,
y
brota con gran placer, convertidos
en
delirios de sueños, fantasías y realidades,
acomodados
– en el orden deseado –
a
los sones del color y fuego de mi mente y corazón
que
palpita con las lluvias torrenciales,
las
noches azules, las verdes praderas,
el
jardín de las rosas, floreciendo en las tinieblas,
dejando
impreso la imagen en mis palabras.
Vi
entonces a la oscuridad morir,
lentamente
sus ramas formar hojas brillantes
de
compasión y amor, fluyendo con
sus
llaves a encerrar
esa
saliva en calma.
¿Qué
más puedo pedir, he aprendido – ustedes lo dirán-
a
sentir muy hondo en mi interior
qué
soy y lo que soy?
Porque
unos ojos, interesados y amigos,
miraron
al mundo; y al poco rato,
un
fervoroso viento envolvió
con
su túnica de palabras, cerrando para siempre,
la
indiferencia y la monotonía;
y
le dije a mi corazón:
¡despertaste
el placer de escribir para bien
de
tu alma!
Ricardo Serna