HASTA AHORA.
HASTA AHORA, VIVIENDO.
Me he parado hoy frente a un muro
Donde cuelgan buganvillas
Gajos de flores resbalando sobre las piedras
Ansias obstinadas de sueños al atardecer
Estación del tiempo cuyo misterio arrecia
En esta aventura pactada de vivir
Imágenes que estallan con lucidez elástica
Escenas colmadas de un viaje absoluto
La propia sombra entrando a lo inminente
Después la noche goteando perceptibles grillos
Lluvia donde danza lo irascible
Donde también lo hace el iris desgarrado de las borrascas
La noche se hace con las noches del día
El silencio del extraño silencio de las aguas
La madrugada que viene de las sombras del afán
De ese mar prometido leve de la aurora
Luego he caminado entre un alud de gente
Para olvidar olvidos y el frío de las aguas
Y el papel del asfalto donde todos escribimos
Con la caligrafía de los zapatos
Llegado a estantes y vidrieras la transparencia se invierte
Un pájaro aletea en la ciudad y se vuelve humano
Respira vaguedades de cosas en vez de bosques
Mercados horribles juegos de luces atroces
Arco iris fragmentados en cielos irreales
Pasiones fantasmales que anulan y destruyen
Mujeres como violines de porcelana quebrándose
En este mundo de ceniza
Niños hechos para mirar y sollozar el cieno del orbe
Respirar a través del abismo de un cuchillo
Danzar sobre los alfileres del hambre
Hacer olas extravagantes con el azufre
Y morder el amargor del viento sin alcanzar el sueño
De otro lado de la ciudad otro horizonte menos denso
Donde no hay ni para museo páramos ni circo romano
Ni calles malolientes ni engendros genuflexos
Sólo aquí a este lado donde las aguas del reloj
Sirven de planeta e itinerario
Sólo aquí donde sonrío a la gente que pasa
Y me consuelo viendo ojos sin desdén
Al fin de cuentas me digo cuando juego con la soledad
Nunca sabrán esta locura de pájaro aterido
Que vuela entre paraje de pinos negando el desprecio y el olvido.
Barataria, 20122003.
NOCHE DEL DÍA
“Lo real siempre nace con la luz imprevista”
Danza tenebrosa de las sombras
Las hojas dejan de crujir cuando la realidad
Escribe sobre las pupilas de su masa negra
Las sombras cambian los acentos son leves
El hollín de los tabancos se hace patente
La luna crece en las ruinas del subconsciente
Anochece en el día sobre calles intransitables
Aunque los brazos invoquen pájaros
Y se vuele sobre ellos devorando ramas
Cuerpos espiando su propia desnudez maltrecha
Dioses de barro sin palabras audibles
Entrada la noche los cuerpos se horadan
Se refugian se carcomen se arañan
Emergen duelos de ríos y trementina encendida
Un taller de sueños abre el fuego:
Para los amantes la noche es un santuario
Para leer la yedra que se desliza como agua
Deshilvanar las espaldas quitarle el hipo a la lluvia
Y desarticular con el ápice de la lengua las sienes
Para otros que no enfrentan el sosiego
La noche es una constante que se bebe los costados
Extraña botica de la intemperie
Crema del terror con cutis de hampa
Asfalto del terror donde el olvido es recuerdo
Y la dicha un residuo de la memoria
Para otros quizá sea místico paraguas
Imagen para esquivar las taquicardias del poder
Sacar las manos y hacer gestos felices
Para otros importa muy poco la noche o el día
Pero entrar a la noche es sentarse en los armarios del tiempo
Trazar caracolas con tinta china
Abrir las ventanas que nos sostienen
Rasgar la oruga de los fantasmas
Ver los efectos del paisaje a contraluz
Y la geometría de los sueños sobre el granito
La noche es pues ver la luz de otra manera
A menudo tan antigua como la herrumbre
La luz es ver la noche entre matorrales
Recostada sobre las crestas de la espuma
Ambas se resisten al hábito y al instante
Porque encarnan múltiples destinos y congojas
Porque son cuando se apagan o encienden
Un extenso asombro de contrastes
Porque son para perderse como una braza en el agua
O un pájaro en la hojarasca…
Barataria, 21122003.
ENTRADA LA NOCHE
“La verdad es que también conozco las ansias del silencio,
gracias a mi siempre apresurado corazón, por la paciencia consumido”…
Jules Supervielle
No sé si existes todavía en algún lugar del mundo
Noche que se cierne agazapada en lo hondo
No sé si estás allí resistiendo al tiempo
No sé si merezco verte con rostro y barba
Que resisten a las miserias del mundo
Y que aspiran a risas y abrazos
Nunca supe otro vivir que no fuera el lecho de los libros
Nunca supe que la eternidad está en un minuto
De pronto me doy cuenta que hay un hueco en los sueños
Y que tus relieves me son ininteligibles
De pronto te respiro y quedo paralizado
Los ojos se me van como vuela la ceniza
Luego hay un río de silencios profundos
Que emerge de los párpados
Ahora sé que tengo en mente cuando entra la noche
Tu presencia ausente que carcome los hilos del alma
La vacilación cuando caminamos de espaldas
La desazón de caminar solo el horizonte
Con sábanas frías y almohadas insubordinadas
No sé qué haces con el vestido para cubrir la fantasía
Ni qué con el océano de la noche con su lengua de canela
No sé cómo se quita el miedo que atraganta
No sé cómo robar la luz y que perdure
No sé cómo retener la vida sin angustia ni muerte
Tener la certeza que estás frente a la ventana
Que la ternura todavía nos crece como enredadera
Como un río buscando su secreto cauce
No sé si al despertar a media noche
Ves los trenes que van alzando pañuelos de humo
Y se alejan cada vez de este vacío
Que me deja helada la boca y hiere los pinos del anhelo
No sé a dónde nos lleva el abismo de la distancia
Ni sé si la esperanza tiene montañas de cierzo
Para humedecer esta arena del alma…
Barataria, 22122003.
CALLEJON SIN SALIDA
Nunca hasta hoy se había hecho tan persistente
Definitiva precisa encarnada
Se vestía de sueños inefables y bengalas
Se vestía de mar y yo navegaba en sus olas
Se vestía de navidad para avivar mi fantasía
Ahora me hace falta en estos recuerdos oscuros
Que luchan con sombras de espejos
Y con la dureza desnuda con que se embriagan los muertos
“Mi cuerpo en el potro exhibiendo su tortura
Como una vanidad ―ved ahora un potro en medio
Del escenario vacío― o mi yo disponiéndose
A recorrer una vez más los pocos pasos
Que caben en el callejón sin salida al que muestro”
Mi cuerpo y mis pensamientos en despojo
Desvistiéndose en las esquina de las uñas
Pensando en linternas de grandes urbes
Pese a todo te guardo como eras
Yedra de cuatro brazos fecundándome
Las sienes de lechos fluorescentes
Verbo del cuerpo agitando los poros
Ahora el agua estancada entre dos muros
La noche es una navaja que hace gemir la garganta
La lengua una antorcha gastada en la noche
Aquí golpeo y golpeo con mis puños la asfixia
Que me ahoga con su tizne la mirada
Aquí custodio pequeñas cosas en ruinas
La habitación donde la carne se volvía ciega
La celda del alma que magulla
El rostro pleno con una humedad de cántaros
El sueño que aún vivo aunque mi mundo se acabe
La llave del paraje donde los ojos guardaban el viento
El tiempo que me muerde con sus ojos desatinados
La porcelana de la emoción lloviendo en la sangre
Vuelvo cada día a la hoja de papel donde te revelas
Y dibujo islas con volcanes
Aguas ciegas que golpean el lecho
Paredes como obstáculos colgando de las autopistas
Que copulan almas inaprehensibles
Me miro luego me veo y no se si me conozco
En realidad no sé si también conoces a este rudimentario soldado
Que sólo sabe tirar flechas a los nidos de los pájaros
Y tirar botellas de esperanza sobre la mar
Me miro y te toco ya no sé qué nombre tienes
Si puerto o espejo aunque te prefiero espejo
Para ver de nuevo la risa cayendo a goterones.
Barataria, 22122003.
TORTURA DEL BESO
Hay un océano que arde
Y un mundo que nos ansía
Una medianoche que abre los cuerpos
Un bosque de fuego crepitando en la sangre
Hecho de sonidos y de sombras
Hay un bosque de incandescencias en la mirada
Y en la frente una violencia extasiada
Una luz de fiebre
Que escapa al veredicto de los ojos
Un ahogo que destila locura
Y llena de ámbar el aliento
Hay un roce de alevoso sigilo cuando las manos se juntan
Para conjurar la escritura de las olas
Una gracia agónica que devora
Como la audacia que desemboca el vino
Una tórrida desnudez que mira
Las vetas encarnadas del respiro en la piel
Hay un tiempo que desvela
Al ver el río inminente de la luna con los ojos cerrados
Y la materia crujiendo como bosque
Una obsesa tea en las venas
Y un mar que canta al oído con éxtasis secreto
Hay un desvarío que envuelve al labio
Que en su aventura hipnótica tortura
Como el ápice del viento en la nuca
Una selva fría que baja de los sueños
Y que la respiración convierte en ascua
Un desgarro que remoza el destino
Y un bosque de ráfagas inauditas
Por donde los puntos cardinales
Revelan los destellos de los ojos
Un hospedaje sin fronteras
Donde la ceniza del tatuaje se hace río
Y la imagen de uno mismo una aventura que depreda
Hay una quemadura de goce suculento
Que sólo la impaciencia lo trasiega
En herética herrumbre del fuego
¡Ay, los ojos en su oficio inclemente de mirar!
¡Ay, el aura que en su afán transparente muerde
la crisálida de los párpados en la intemperie!
Hay en fin en ese musgo de almizcle
Un aprendizaje que el espíritu advierte:
La música implacable que desgarra e inmuniza
Y la herida irrestañable que en las sienes gira
Como una “bandera de la sangre”...
Barataria, 29122003 [03:00 AM]
CÍRCULO GENÉSICO
“Dile al rostro que ves en el espejo
que es tiempo de formar otras figuras”
William Shakespeare: Soneto 3
A menudo el viento mi único mensajero
El mundo en su creciente noche deshaciéndose
Los follajes repitiéndose con diferente nombre
Todos los inviernos que fuimos alrededor del viento
Están aquí borrándose para brotar de nuevo
Bajo los espesos musgos del tiempo
Las edades inasibles esperan pasajeros
Lejanas estaciones despiden ecos insostenibles
Como poblaciones de árida esperanza
Solamente los pájaros amenguados por la lluvia
Mantienen la memoria en su destino alado
Sobre un sigilo de hojas que todavía pervive para ellos
A menudo el viento de la espera permea las sienes
Todos los silencios se llenan de ceniza
Toda la alegría oscurece en las piedras
Cuesta reconocer esa voz nocturna que nos habla desde dentro
Que arde como puertas o muros que emigran
Ante el yo insobornable que nos guarda
Han vivido otros asediados por murmullos incesantes:
Luces y sombras y años en la sangre
Esos otros el yo de siempre como frágil brizna de un largo
Viaje por ventanas repetidas y fríos inviernos
Detrás de cada yo el mismo yo interminable que precede
Al río que semejante al recuerdo se recobra
A través de esa hoguera interminable de la vida:
El karma que va en sucesivas náuseas
Buscando otras formas siendo la misma forma
Aquí una edad que viene de sales disueltas en cementerios
Para darle un nombre a la materia que nos guarda
En realidad puede que no sea cementerio
Sino una sombra de vástagos que los oráculos deshacen
Puede ser que sea la luminosa transformación del barro
La que por la gracia del relámpago nos saque de la caverna
Y nos convierta en un prontuario de cábalas
Invadidas por seres extraños expulsados de su propia cárcel.
Barataria, 30122003.
TIEMPO PÓSTUMO
No hay nadie más que haya dejado este trono vacío
La intemperie del frío y las puertas abiertas
Sólo tú día que me hiciste beber cortejos
En la mesa donde comen ermitaños
No trates de encontrar mis huesos en este amanecer
Ni la sombra que salta en globos sus sueños
Tú me hiciste beber las aguas de todo el océano
Y colgar mi locura en dulzainas de paternas
Por eso no creo en las lágrimas benignas de los ojos
Ni en los amores a prueba de diluvios
Ni en los jardines donde la nostalgia convierte hadas
Ni en la palabra que se remacha con piedras y aldabas
Ni en el amanecer que nos dicta un sol espléndido
Ni en la habitación sola que enturbia los párpados
Ni en la compañía que nos escolta y transgrede el destino
Ni en la piedad que tiene ojos despiadados
Ni en la noche que tiene de talismán a Alí Baba
Ni a la cenicienta que la oscurece el sacrificio
Ni al Patito feo perdido entre las aguas de la marginalidad
Ni en el cielo que ya tiene muchos merodeadores
Ni en el hambre que produce el ingenio según Cervantes
Ni en el río de tu risa que hoy es espejismo
Ni en la vereda del deseo para llegar a tu ombligo
Ni en la vaca de Humahuaca que fue a la escuela
Según nos cuenta en sus relatos Elena Walsh
Todo en la tierra es para quedarse mudo:
Muros que quitan muros que emergen
En medio de la soledad la noche es más patente
Tú y yo raídos por la desesperación
Tú y yo dos soledades juntas igual que la vida
Igual que los nombres sin apellido escritos sobre lápidas
Igual que esos muros dolorosos que rompen las venas
Tú y yo amarillentos sumergidos en un barco de niebla
Tú y yo entre las rejas de lo inasible
Queriendo ser otros pero con el mismo duelo adentro
Debajo de la sangre va un tren inaprehensible
Y en los vagones quizá las ilusiones
De cuando robábamos el cierzo a los pájaros
Tú y yo un panal verde de abejas
Que el día justamente se ha encargado de derribar
Tú y yo montaña con silbido de volcanes
Trizando el barco del horizonte
Ahora pasan los sueños pasa el humo que cantaba
Nos quedan si acaso las ventanas el tiempo póstumo
La hostia gastada de la luna
Y esa sensación de siglos en la garganta…
Barataria, 01012004.
ESTATUAS DE ARENA
Ahora nos miramos de espaldas frente al tiempo
No somos testigos de nada
Ni siquiera de los sueños que jamás tuvimos
El calendario se tragó las imágenes del lecho
Y la evidencia donde los amantes leían el porvenir
Con el corazón indefenso entre las manos
De golpe nos hicimos estatuas de arena
Una partida donde la lluvia era la oscuridad
Y el siglo una herida profunda y antigua
Como las viejas costumbres de la idolatría
Nada sobrevive en el vacío que queda sólo el vacío
Nadie llega a resistir el escalofrío que se siente en el desierto
Escalofrío de sed que se hace como una montaña
Lo que aprendimos fue para gritarle a la noche
Y aletear moribundos en el bosque del exilio
Dijimos tantas palabras imposibles…
Entre en vértigo de viajes y huidas la imagen
De tu cuerpo y los recuerdos que nos mantenían en pie
Ahora esas palabras son terribles cuervos
Llagas destinadas a efigies de ceniza
Siempre creí que nuestras almas eran cirios encendidos
Y que por esa luz trepábamos a los violines del horizonte
Hasta colgarnos de los hilos del arco iris
Pero jamás fue así: anhelos convertidos en granito
Lluvia de ultratumba mordiendo el subconsciente
Mariposas congeladas en la alacena de las hojas
Mareas pestañeando en el suspiro de lo que no fue
Nadie se apartó para que pudiésemos emprender el vuelo
Nadie fue tren ola o caballo sino muro
Ahora estamos sin historia es decir sin memoria
Recordar viejas cosas no hace nada bien
Cuando ya no hay música ni mar ni ríos
Dejemos que el viento haga lo suyo
“Nosotros los ciegos estamos en las dunas
Donde se filtra la arena de las palabras
(Yo de todas formas) me voy al ocaso de los turistas”:
Es una manera de resistir a los adioses sin pañuelos
Y a los abrasivos rigores de las sombras
De todas maneras vemos a los cuerpos como formas
“El olvido empieza para mí ya a serlo todo”
Me duele la evidencia de andar y andar
Y ver los adioses como transeúntes sin destino…
Barataria, 02012004.
IMÁGENES DIVIDIDAS
“Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece”.
Salvatore Quasimodo: Y de pronto anochece.
Daré vida a las palabras muertas
Para que hablen en los parques y alamedas
Haré una escalera formidable para subir al cielo
Aunque no sea uno de los ungidos ni me haya transfigurado
Con los tirantes de mis pantalones ataré la tristeza
Y lanzaré globos encendidos a los espejos
Me desharé de mi lánguido cadáver
Para murmurar palabras en un cuerpo desnudo
Me sentaré sobre un andén para esperar otros cien años
A que la lluvia de la infancia vuelva a caer en mis manos
Después de diluirme entre el peso de los recuerdos
Que venga el graznido de la noche y cave mi tumba
De todas formas nada hay que niegue lo innegable:
Cada quien tiene en su casa un cementerio
Cada quien alimenta la tierra dejando los utensilios de la mesa
Y un vacío con musgos que salta de las paredes
Sé que la angustia y el dolor me la dieron otros cuerpos
Así he andado como la carga de un semoviviente
Y las pezuñas rumiando en la tarde
Con un dejo de invierno monótono en la garganta
Y una quemadura oscura en la memoria
Desandaré las calles y les pondré mariposas con faroles
Después que venga la noche a mi torpe edad
Vestida de mesa de árbol o de mujer
Que sea bosque para descubrir el ritmo del misterio
Este tiempo u otro al fin de cuentas todos son náufragos
Viento que devela huesos o heridas en el ombligo
Efervescencia que crece como el vino en la lengua
Trompo que gira cavando la tierra con su áspero hálito
Cegaré los verbos que llagan y ciegan las palabras
Para sólo dejar pájaros que rasguen las paredes del horizonte
Con una música de mar de lago de río o estrecho
Como la sal abierta que responde al paladar
Como la luz de los párpados que parecen altares
Segaré la luz para arder en los caminos
Y sorprender la claridad con las pupilas del misterio
Acechar el deseo como una bestia en celo
Renunciar a los fueron del suicida
Que tiembla entre siluetas asfixiantes
Y espasmos hacinados de hocicos martiriales
Hay un desvarío sin embargo en cortejos abisales
Danza de colmillos semejando rotos destellos
Besando el umbral de los telones de este teatro:
Tragedia que al final sólo se viste de mortajas
Mantas anchas de los cuerpos cuando expiran
Para cambiar de escenario y trazar otros esbozos de acuarelas
Tal vez menos ardorosa que la actitud de las hormigas
Tal vez menos inquebrantable que la mirada de los ciegos
Tal vez más entendible que una pantomima en la niebla
Tal vez más hondo que el poder del arco y la flecha
Tal vez más humano que la fogata de las luciérnagas
Tal vez menos extraviado que los mismos laberintos
Tal vez más consagrado que el rito de las hostia
Tal vez más húmedo que los ojos de humanidad cuando llora...
Baratria, 04012003.
MEMORIA EN EL ESPEJO
Tu voz a veces me reclama
Y no sé qué cielos y aguas
Se me despiertan dentro”
Salvatore Cuasimodo: Callejuela
Ya no pronunciaré tu nombre
Aunque se pierdan algunas letras del alfabeto
Aunque las estrellas tiriten sobre el poyetón de la intemperie
Prefiero sonreírle a las aguas de la noche
Y a este otoño mío convertido en un parsimonioso pergamino
Sé que no pronunciarlo es hacer un viaje sin rumbo
Es flotar sobre las aguas sin itinerario
Es asir la ceniza y patinar sobre ella
Es dejar el alma al descubierto y despojarme de sus alas
Que siempre empaparon mi carne de bosques y montañas
Es verter alfileres en el cojín de las sienes
Y tragar toda la nicotina de la hojarasca
Es renunciar a la lluvia que irrigaba mis párpados
En ríos azules devorando los poros
Es encontrarme con el cansancio de las palabras
Es dormir en la mudez de los mensajes
Es detener la aurora y perder los deseos
Es partir como parten los besos sin aliento
Es perder el misterio que deja la huella del designio
Es perder la mirada para cederla a las sombras
Es perder la esencia y la geometría del eco
Es perder la espuma nupcial del idioma
Para dar paso al vaho de nuestros cuerpos
Al estío que se extiende como rascacielos
Ya no pronunciaré tu nombre ―me digo―
Pero la imagen raptada sobrevive en la memoria del espejo
En el gallo que canta cautivado por el cierzo
En la temblorosa mano que pasa bebiéndose el tiempo
En las peripecias del sueño que navega ausculto
Sobre esas regiones musicales de tu cuerpo
Que crecen en el esplendor de mi desatino
Cuántas cosas nos han acechado que nos tienen como páramos
Atroces nieblas que azotan como el musgo
Rostros horadados por el llanto cuerpos sin vestir
Una embriaguez fugaz y sin embargo cautiva
Un ardor transparente como el que dejan los veranos
Es todo y sin embargo hay una luz posesa:
Manantial del papel de tu espalda y pecho
Deseo arterial que derrama pensamientos
Mineral tu cuerpo en el que me refracto
Aunque sea de noche y la desesperación me embargue.
Barataria, 05012004.
André Cruchaga