
Recordaré tus palabras
Una a una
Y vivirán en mi sueño
En completo silencio.
Acariciaré las horas
Con sus lejanas tardes
Y tocaré sus alas
En pausa infinita.
Llenaré mi espacio vacío
Y el vacío de mi alma
Con la plenitud del tuyo
Y el calor de tu mirada.
Abrazaré
Atraparé
Esperaré
Y sólo será humo,
Tierra baldía
Surco cerrado
Amor encadenado.
Te quiero porque tienes
La fuerza de la sangre
Que impulsa los latidos
De mi alma.
Porque tu voz es dulce
Y cuando lloro
Derriba barreras
Y hace que me broten alas.
Te quiero porque sabes
Y adivinas lo que siento
Y lo que escondo
Cuando callo.
Porque tus manos,
Abiertas se entretienen
Alargando el mágico instante
De mi calma.
Te quiero porque callas
Y me observas
Agrandando tu mirada
Cuando río sin sentido.
Porque tu cuerpo se enciende
Al compás de mis palabras
Con campanillas
Y albahaca.
15.10 p.m.
Estoy en un momento de descanso en mi aula. Ventanas abiertas. Otoño en el aire, en lo vegetal. Gritos de los niños jugando. Espacios sonoros cargados de esencias.
Leo dos poemas que me conectan con el interior, con mi “celda retirada”.
Y surge un te amo que estaba ahí escondido pero latente, latiendo, y que ha encontrado su rendija para salir y pasearse por los “jardines del claustro”.
La primera vez que lo oí (porque lo oí), estaba escrito. Y me paralizó. En un mili-instante advertí su grandeza, adiviné su contenido y como siempre que algo así me sucede, dejé que entrase como un regalo que adivinas “precioso” por el envoltorio y por la persona que lo envía, pero que da miedo desenvolver, porque su impacto hace tambalear el alma, toca el sentido.
Aquí, en mi tiempo, en mi mundo, es un te quiero la expresión amorosa más frecuente. Y un te amo es excepcional. Nunca antes había recibido ni dicho esa confesión sublime de amor.
Querer es grande, amar es adentrarse en el terreno de la gratuidad, de no sujetar, de incluso lanzar y elevar al otro si es necesaria la separación.
Hay quien dirá que es lo mismo, y probablemente tenga razón: querer es eso también. Que cada uno rebusque en su subconsciente el significado personal de estas cuatro palabras, el eco de sus neuronas, el encadenamiento de su ADN, la sustancia compartida.
R. BLANCA